Relieve
En la parte oceánica se distinguen tres sectores bien diferenciados: hay dorsales, que son las cadenas montañosas sumergidas, las fosas oceánicas que se presentan en el centro de la dorsal y son de origen tectónico. También hay fallas transversales que cortan a la dorsal y que se denominan fallas de transformación, dividiendo a la dorsal en segmentos. En ocasiones estas dorsales marinas se curvan y aparecen sobre la superficie terrestre formando archipiélagos.
Señala A. M. Véscovo (1982): “Dada la dispersión geográfica del territorio argentino, el fondo oceánico que enfrenta a las áreas continentales argentinas está formado por el correspondiente a las placas sudamericana y antártica. Un perfil topográfico trazado desde la cresta de la dorsal meso-atlántica hacia la costa patagónica mostraría una pendiente muy marcada cerca de la cresta de la dorsal, un relieve un poco más suave en sus laderas y una disminución de la irregularidad hacia el continente, donde una capa de sedimentos terrígenos, producidos por la erosión continental, puede nivelar por completo las formas iniciales, formando las llamadas “llanuras abisales”. En ellas el aporte de sedimentos se realiza sobre todo por las avalanchas que se originan en el talud continental, conformando verdaderas corrientes, cargadas de partículas en suspensión.
Desde los fondos abisales el relieve asciende suavemente, constituyendo la denominada emergencia continental, que es el área limítrofe entre la corteza continental y el fondo oceánico. Su ascenso brusco da comienzo al talud, de fuerte gradiente, que se interrumpe en la plataforma submarina o plataforma continental. Los tres integran el precontinente o margen continental.
La plataforma continental es una llanura de pendiente muy suave, que declina desde los cordones prelitorales hacia el talud, hasta profundidades rayanas en los 200 m, punto en que, por lo común, la pendiente cambia bruscamente. En el caso de la plataforma continental argentina del sector sudamericano esto no es así porque el gradiente es muy suave hasta la isobata de 500 m, envolviendo inclusive el área de las islas Malvinas y el banco Burwood.”
Costas
Los ríos que atraviesan la Patagonia desde la cordillera desaguan en el Atlántico que presenta una costa abrupta al caer las mesetas a pico formando acantilados de hasta 150 metros de altura, alternándose con sectores de playas. Estos acantilados suelen verse interrumpidos por valles fluviales que muchas veces se los ve secos y están, generalmente coronados por médanos. Se puede decir que presentan un perfil relativamente uniforme y la altura de estos impactantes paredones generalmente no desciende de los 100 metros y muchas veces se perciben los desmoronamientos producidos por el mar, que forman rodados y gravas, entre otros elementos menos conspicuos.
Donde la costa presenta rocas de mucha dureza como pórfidos, basaltos o granitos la fuerza de las aguas marinas no pudo desintegrarlas y quedaron en una situación avanzada respecto a las partes de sus costados de menor dureza. Es así como estas “salientes” reciben según las formas y características distintos nombres como caletas, bahías, estuarios, golfos, de las que la costa chubutense brinda un variado muestrario. No faltando áreas anegadizas.
Parte continental
Desde una mirada geológica se puede decir que el territorio chubutense esta asentado sobre el cratógeno de Patagonia, que aflora en algunos lugares, y que fue modelado por una serie de fenómenos geológicos de complicada trama. Hubo movimientos epirogénicos de ascenso y descenso con posteriores avances y regresiones marinas que dejaron abundante sedimentación alternada con estratos continentales. Junto con la actividad volcánica, a fines de la era Secundaria, se levantó el plegamiento de los Patagónides, formado en un geosinclinal al oeste de la Provincia, que sería precursor del movimiento más importante de la región: el plegamiento andino del Terciario que no sucedió de la misma forma en toda la cordillera.
En la parte correspondiente a la provincia del Chubut- y más allá de ese límite- se produjeron fracturas, elevaciones y descensos diferenciados, dislocamientos, hundimientos en cuyas depresiones, más tarde, se formaron grandes masas de hielo durante la glaciación pleistocénica que ocupó gran parte de la cordillera y que al retirarse dejó formados grandes lagos. Estos procesos dejaron configurado un relieve típicamente patagónico: mesetas y sierras, alternadas con bajos y cuencas lacustres a lo que habría que agregar las escotaduras de bordes redondeados que forman los golfos del litoral atlántico (Bernades,A.,1982).
A los fenómenos tectónicos se sumaron como elementos modeladores los que ocasionó la acción fluvial- valles y cañadones- y eólica al formar lo que se denomina lagunas de deflación. Luego, sobre este relieve, durante el Terciario, se extendieron coladas de basalto continuando el proceso de avance y retroceso marino.
Trataremos someramente las grandes unidades morfológicas que dejó plasmado en el relieve esta serie de complejos procesos geológicos.
En primer término corresponde mencionar la Cordillera de los Andes que no forma una línea continua, sino que incluye cordones trasversales y sierras bajas. Estos cordones se hallan separados por valles trasversales que tiene orientación este-oeste donde se formaron lagos glaciarios y valles fluviales.
Otra formación destacable del relieve son las elevaciones correspondientes al sistema Patagónides, cuya característica más destacable es la escasa altura de los cerros que promedian los 300 metros sobre el nivel del mar. Se desarrollan de norte a sur y están separados de los Andes por lo valles de los ríos Senguer, Genoa, Langiñeo y los ríos Chico-Chubut y aparecen algunas elevaciones en las mesetas.
Estas últimas constituyen otro elemento destacable del relieve y van formando “peldaños” que ascienden de este a oeste y algunas tiene amplias superficies planas – llamadas pampas – , mientras que otras poseen pequeños cerros o lomas. Por último vemos valles o los bajos descienden los cañadones, valles generalmente secos que corresponden a afluentes temporarios o a ríos hoy desaparecidos (Bernades, A., op. cit.). Los bajos están formados por lagunas, mayormente temporarias, siendo el Sarmiento el de mayor tamaño y en él se formaron dos grandes lagos como lo son el Musters y el Colhué Huapí.
Investigación
y Textos:
Gabriel O. Rodriguez
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