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Q. del Condorito

Parque Nacional - Córdoba
 
Cultura

Recursos Culturales

Los indios comechingones ocupaban un área serrana al oeste de la provincia de Córdoba, y estaban divididos lingüísticamente en dos grupos: los del norte, de lengua henia, y los del sur, de lengua camiare. Se considera que el límite entre ambos grupos era la zona de Los Gigantes.

Cultivaban porotos, zapallos, quinua y, principalmente, maíz. También practicaban la caza de guanacos, liebres y ciervos y la recolección de frutos del algarrobo y el chañar.

La arqueología descubrió numerosos morteros fijos excavados en la roca y también cananas, con sus correspondientes manos de forma cilíndrica o lenticular que servían para la elaboración de los granos.

Documentación del año 1639 se refiere expresamente a los morteros que fabricaban los indios para moler quinoa y maíz. Era tal la cantidad de ellos que el lugar del hallazgo fue denominado Tacanapampa o “Pampa de los Morteros”.

Otro hecho interesante, conocido por documentación histórica y estudios arqueológicos, es que la vivienda era semisubterránea. Cieza de León y otros cronistas, cuyos datos provienen de las campañas de Diego de Rojas, refieren que excavaban la tierra hasta formar dos paredes naturales, que luego fijaban con madera y cubrían con paja.

La vestimenta consistía en camiseta y manta. Elaboraban sus prendas con lana de los camélidos que cuidaban en grandes cantidades. A veces eran adornadas con chaquiras. Usaban en la cabeza distintos tocados con mucho adorno. Uno de ellos consistía en varillas de metal con plumas, en tanto los más sencillos eran una suerte de vincha.

Trabajaban la piedra para fabricar hachas, puntas de flecha, raspadores, etc. Casi todas las puntas líticas eran triangulares y sin pedúnculo. También hacían puntas de flecha de hueso, alargadas y grandes. Con conchas confeccionaban adornos, cuentas para collares y chaquiras para la ropa. Hilaban lana de los camélidos que usaban para tejer mantas y otro tipo de prendas. Si bien la alfarería no tuvo gran desarrollo (se fabricaron pocas cosas y muy sencillas), se encontraron fragmentos de cerámica pintada. Los vasos no son de forma variada pero sí de distinto tamaño, subglobulados y de base chata con cuello cilíndrico.

La cestería y la fabricación de redes sí parece haber tenido más importancia, pues se han encontrado huellas de estos elementos. Si bien ningún cesto antiguo pudo durar hasta nuestros días, son varias las técnicas  cesteras que, a través de las impresiones dejadas en el barro, han podido ser documentadas.

Como en todos los pueblos de estas latitudes, la familia  era la base de la organización política y social. Por sobre ella existía el “apellido” o la “parcialidad”: cada uno ocupaba una porción de territorio que le era exclusiva, separada de la de los demás por amontonamientos de piedras o por accidentes naturales del terreno. Estos apellidos estaban al mando de un cacique.

No se ha podido determinar el carácter de la religión comechingona, ya que -según datos históricos- tenían pocos ritos. De lo que hay más pruebas es de la presencia de la magia, por referencias a danzas de conjuro en las que los hechiceros enmascarados utilizaban el fruto del cebil como droga mágica. Los datos históricos nos dicen que aspiraban el cebil pulverizado, y los arqueólogos encontraron tablas de piedra que se utilizaban para molerlo.

Los muertos se enterraban en posición acurrucada y envueltos en un cuero, en tanto a los niños se los sepultaba en pequeñas cámaras, como se ha podido comprobar en los yacimientos de Rumipal y Unquillo.

Una documentación de 1620, relacionada con el procesamiento de un español en un pueblo de los comechingones, contiene interesantes detalles sobre ceremonias indígenas. Una de ellas es la que se realizaba cuando las niñas llegaban a la pubertad: se las encerraba, no se sabe bien por cuánto tiempo ni dónde, para luego, en una fiesta o borrachera, “sajar” a la niña, recoger la sangre que manaba de las heridas y danzar y cantar a su alrededor, supuestamente hablando con el demonio. Rituales similares se hacían cuando moría un niño.

En la cultura y hábitat de los comechingones hay elementos de origen amazónico que les llegaron a través de los sanavirones, sus vecinos más cercanos por el norte y noreste.

Hay pruebas arqueológicas e históricas que coinciden en afirmar que la cultura incaica no llegó a los comechingones.

 

Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez

 


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