Chaco

Parque Nacional - Chaco
 
Flora

Flora

Tomando como referencia la clasificación fitogeográfica de Cabrera (1976), el Parque Nacional Chaco está ubicado en la provincia Chaqueña y dentro de ésta en el Distrito Chaqueño Oriental, que ocupa la mitad oriental de Chaco y Formosa y se extendiende hacia el norte de Santa Fe y noroeste de Corrientes.

De acuerdo al estudio más reciente elaborado por la Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable y la Administración de Parque Nacionales a través del Programa de Desarrollo Institucional Ambiental (PRODIA), el área protegida que nos ocupa se sitúa en la eco-región Chaco Húmedo, cerca del límite oeste de la misma, donde linda con la eco-región Chaco Seco. Esta eco-región tiene algunas especies de la eco-región Chaco Seco y en las márgenes de los ríos y esteros hay formaciones de selva en galería con especies de la eco-región Selva Paranaense.

Quebracho Colorado
Timbó o Pacará
Palmera Caranday
Clavel del Aire

Las características de la eco-región Chaco Húmedo se podrían sintetizar diciendo que es una zona plana con un conjunto muy heterogéneo de zonas húmedas –lagunas, esteros y bañados– sometidos a la influencia de las crecidas de los ríos. En sus bosques está presente el quebracho colorado chaqueño (Schinopsis balansae), una especie emblemática del norte argentino, cuya madera ocupó un lugar preponderante, incluso en el ámbito internacional, entre las poseedoras de tanino durante el auge de su explotación entre fines del siglo XIX y principios del XX.

Podría definirse la morfología del P. N. Chaco como un rectángulo cruzado por extensas depresiones que siguen la dirección del escurrimiento de las aguas (noroeste-sureste), bordeadas de zonas más altas con bosques. Esta configuración del terreno responde a las características de lo que se denomina cañada.

Para describir la flora del P. N. Chaco más pormenorizadamente seguiremos las clasificaciones de las formaciones vegetales adoptadas en el Plan de Manejo del área.

El primer grupo florístico por describir son las selvas ribereñas, presentes principalmente en las márgenes del río Negro (noreste del parque) y en las del arroyo Panza de Cabra, aunque en este último no se presentan en forma continua. Las especies arbóreas dominantes son la espina de corona (Gleditsia amorphoides), el timbó colorado (Enterolobium contortisiliquum), el guayaibí (Patagonula americana), el lapacho (Tabebuia heptaphylla) y el ombú (Phytolacca dioica). La presencia de esta especie en estas latitudes notifica que no es, como vulgarmente se cree, propia de la zona pampeana, sino de la selva misionera y del chaco oriental, donde se encuentra rodeado de árboles competidores en la búsqueda de luz, entre otros factores. Por lo tanto, crece en forma distinta a como lo hace en la zona pampeana, donde está totalmente aislado por haber sido sembrado por las aves al lado de una casa. La nómina continúa con el guayacán (“alagania” en lengua toba) (Caesalpinia paraguariensis), el urunday (Astronium balansae), el ibapoy (Ficus luschnathiana) y, menos abundantes, el pindó (Syagrus ramanzoffiana), el guaviyú (Myrcianthes pungens), el curupí (Sapium haematospermun) y el tatané (Chloroleucon tenuiflorum). En el estrato arbóreo bajo predominan renuevos de espina de corona.

Entre los arbustos, se destaca el catiguá blanco (Trichilia elegans), el jazmín paraguayo (Brunfelsia australis) y varias solanáceas (Solanum spp.), entre otros. La vegetación basal está formada por algunas gramíneas, caraguatáes, musgos y otras especies típicas del sotobosque.

El “monte fuerte” es la formación que se desarrolla en las partes más elevadas y, por ende, menos inundables. Está formado por distintas especies, pero se destaca por su imponente tamaño el quebracho colorado chaqueño (Schinopsis balansae) que, de las tres especies que reciben el mismo nombre común, es la más importante y la protagonista de muchas historias vinculadas con su explotación.

El quebracho colorado chaqueño fue declarado “Árbol Forestal Nacional” y merece un párrafo especial. Es un árbol de aspecto elegante y corpulento, cuya altura puede alcanzar los 25 metros y su diámetro superar el metro. La copa es poco desarrollada, con forma de cono invertido. Las hojas son simples, oblongo-lanceoladas, de 4 a 8 centímetros de largo por unos 2 de ancho, de color verde oscuro o verde grisáceo. La corteza es castaño-grisácea y presenta resquebrajaduras pronunciadas. La enorme dureza de su madera le valió el nombre, quebracho, apócope de “quiebra hacha” como le decían los españoles cuando comprobaron esa dureza. Además, la madera es casi imputrescible. Forma parte del mencionado monte fuerte, llamado localmente así por la altura de sus árboles y su cerrazón (mucha densidad de ejemplares). Aparecen también en esta formación su homónimo, el quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco), el guayacán (Caesalpinia paraguariensis), el urunday (Astronium balansae), el palo lanza (Phyllostylon rhamnoides), el ibiraniná (Sideroxylon obtusifolium), el ibirá puitá-í o viraró (Ruprechtia laxiflora) que posee una madera de excelente calidad para la confección de muebles, marcos de puertas y ventanas, y algunos ejemplares de ucle (Stetsonia coryne), cardón no tan común, entre algunas especies más.

El estrato bajo está compuesto principalmente por talas (Celtis tala y Celtis chichape) y el ñangapirí (Eugenia uniflora), llamado también arrayán por su parentesco y semejanza con el típico árbol de los bosques cordilleranos del sur del país. Se observan pocos renuevos de las especies de porte grande como el quebracho, probablemente debido a la escasez de luminosidad.

Es importante destacar la presencia, en zonas donde el terreno comienza a descender, de pequeños algarrobales formados por las dos especies: algarrobo blanco (Prosopis alba) y algarrobo negro (Prosopis nigra).

Existe otro sector de monte fuerte, algo más cerrado que el ya mencionado, que se encuentra sobre el albardón del límite oeste del Parque y que continúa en los campos adyacentes del INTA, formado por árboles maduros. Las especies de este monte son muy similares a las del antes descripto, pero en este caso se suma a la lista la otra especie de quebracho colorado: el santiagueño (Schinopsis lorentzii).

Entre los arbustos se destaca el palo mataco (Achatocarpus praecox), el cocú (Allophyllus edulis), los ya nombrados tala y ombú, el molle incienso o molle (Schinus longifolius) y otros.

La ralera es una formación boscosa de transición, ubicada entre los bosques más cerrados y las cañadas, que presenta ejemplares dispersos de más de 15 m. En las raleras, el estrato arbóreo está ocupado preponderantemente por quebracho colorado chaqueño, quebracho blanco, los algarrobos negro y blanco, el garabato y el chañar (Geoffroea decorticans). Entre los arbustos se encuentran los tala (Celtis tala y C. pubescens), el sacha poroto (Capparis retusa), el palo comadreja (Capparis tweediana) y algunas cactáceas.

El estrato arbustivo -la vegetación más baja- está conformado por varias hierbas, de las cuales las más comunes de observar son Paspalum laxum, Panicum trichanthum, Paspalum inaequivalve y Hordeum stenostachys.

Las lianas y enredaderas no abundan, pero sí son comunes algunas epífitas como los claveles del aire (Tillandsia sp.) y los líquenes.

El bosque abierto lo encontramos en el extremo sudoeste y parte del sudeste, en las inmediaciones de la laguna Panza de Cabra, y se caracteriza por ser bajo, con discontinuidad en su estrato más alto y densidad en el arbustivo. Esta formación florística es resultado de la intervención humana, principalmente por extracción de ejemplares de utilidad maderera.

Entre los árboles grandes se ve el urunday, el espina de corona, el itín y el quebracho blanco. Entre los arbustos hay ejemplares de garabato negro, palo comadreja y cactáceas del género Opuntia. Más cercanas al suelo crecen colonias de cardo gaucho (Bromelia serra) y cardo chuza (Aechmea distichanta), entre otros.

El sector denominado de arbustales coincide con antiguos asentamientos humanos donde, como su nombre lo indica, predominan los arbustos, muchos de ellos exóticos, y árboles muy esparcidos. Se pueden citar como ejemplo de flora exótica algunos renovales de paraíso (Melia azedarach), cítricos y especies del monte bajo en estadios tempranos de la sucesión (ordenamiento en la ubicación de los estratos en relación con el momento en que se formaron).

Los arbustales del sur se desarrollan en el sector sur, donde hubo mayor actividad chacarera y extracción de madera a lo largo de la historia del lugar. Allí aparecen hierbas como Eupatorium becatanthum, las denominadas afata (Sida sp.), cola de zorro (Schizachyrium condensatum), cresta de gallo (Heliotropum inicum), y, entre los arbustos, se destacan por su abundancia las chilcas (Baccharis sp.). Como es de suponer, en esta formación aparecen algunos árboles aislados (talas, chañares, urunday, algarrobos y otros).

Los arbustales en campos altos, por su parte, son lugares donde también hubo asentamientos humanos, en este caso en el sector noreste, cuyo paisaje está muy modificado por la invasión del abrojo grande (Xanthium cavanillesii), la cola de zorro ya citada, el toro-caá (Pterocaulon polystachyum) y otras especies ya mencionadas en la unidad “arbustales”.

El ambiente de cañadas, sabanas e isletas de monte ocupa la mayor parte del Parque Nacional Chaco. Se extiende en gran parte de la zona central, un sector en el sur y otro tanto en el noreste. Ocupa espacios deprimidos cuyas vías de escurrimiento natural (avenamiento) están desfavorablemente desarrolladas para tal fin. Por lo tanto, son anegables, lo cual provoca la acumulación de agua en esteros. En épocas de grandes lluvias, los sedimentos del suelo arrastrados por las aguas se depositan en el fondo de esos humedales, y por ende disminuye su profundidad, lo que produce un cambio temporario en el tipo de vegetación. En las márgenes de la Cañada Grande se formaron zonas de sabana con palmares de caranday (Copernicia alba) y algarrobales de Prosopis nigra. En el estero se forman comunidades de totoras (Typha sp.), pehuajóes (Thalia multiflora y T. geniculata), juncos (Cyperus giganteus) y canutillos (Hymenachne amplexicaulis).

En el centro-norte aumenta la densidad de los palmares de caranday, y el estrato arbustivo se torna abundante. Cuando el terreno se eleva, se agregan las típicas especies leñosas ya mencionadas. En terrenos elevados alrededor de las cañadas aparece una formación vegetal que los lugareños llaman “mogotes”. Son bosquecillos relativamente densos que parecen islas dentro del inmenso sector anegado.

Las plantas exóticas ocasionan importantes alteraciones en el ambiente por competencia. Utilizan parte de lo que ecológicamente se denomina “presupuesto energético” de un ecosistema, pueden alterar el régimen del fuego, el ciclo de nutrientes o simplemente, al carecer de factores limitantes naturales para su expansión, se propagan ilimitadamente, siempre en desmedro de la flora del lugar.

En el Parque Nacional Chaco encontramos especies exóticas como la tipa (Tipuana tipu), que es exclusiva de las selvas de las Yungas, el eucalipto (Eucalyptus sp.), el cebil colorado o curupay (Anadenanthera colubrina), que tiene un área de dispersión no muy lejana del parque, pero se sabe que los primeros ejemplares fueron traídos por el hombre, algunos paraísos, el tártago (Ricinus communis) y los cítricos ya mencionados.

 

Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez

 


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