Historia Sustentable
A comienzo de los 70,
época en que
La Payunia oficiaba
de refugio para la fauna
perseguida, choiques
y guanacos buscaban
su guarida al pie de
los volcanes inactivos.
Pero la amenaza de los
cazadores furtivos se
sumó al descubrimiento
del petróleo
que alimentaba las ansias
del progreso económico
en desmedro de la preservación.
La actividad petrolera
dejaba heridas abiertas
’Äìliteralmente- a su
paso por la tierra de
volcanes, y la caza
furtiva aumentaba sus
adeptos sumando cada
vez más víctimas
a la matanza indiscriminada.
Era la época
en que la Fundación
Vida Silvestre Argentina
(FVSA) daba el primer
paso para proteger la
región. Los años
80 se iniciaban con
el Capítulo de
Malal Hue de la Fundación
impulsado por Ramón
Martínez, un
joven ingeniero agrónomo
que supo darle rumbo
a su espíritu
conservacionista. El
accionar de Martínez
fue el puntapie que
necesitaba la región
para alcanzar su título
de reserva.
A partir de allí
comenzaron a implementarse,
en el ámbito
provincial, políticas
orientadas a la preservación
de la región
y vinculadas a la creación
de la Reserva. Así
es como a través
del Decreto 3917/82
de la Provincia de Mendoza,
la zona de la Payunia
es declarada Reserva
Total (fauna, flora,
material arqueológico
y escénico).
La industria del petróleo
provocaba la degradación
del hábitat,
que luego de la adjudicación
del área Payún
Norte a una empresa
privada, llevó
a Vida Silvestre a tomar
cartas en el asunto.
El fin era lograr que
la compañía
realizara los estudios
de impacto ecológico
que permitiera amortigüar
los daños ocasionados
por la explotación
del crudo.
En abril de 1990 logró
concretarse un convenio
en el que los gobiernos
provincial y municipal,
los organismos no gubernamentales
y la empresa privada,
acordaron medidas tendientes
a minimizar el impacto
ambiental producido
por la actividad petrolera
y a potenciar la protección
de la reserva y sus
recursos.
En este sentido, y
a mediados de ese año,
se inicia el desarrollo
del plan de manejo de
la Reserva Payunia.
El Instituto Argentino
de Investigación
de Zonas Aridas (IADIZA)
fue el encargado de
elaborar la estrategia
que permitiría
alcanzar el uso sustentable
de la región.
Con el fin de preservar
el equilibrio natural
del ambiente, se comenzó
a zonificar áreas
y a señalizar
circuitos para la actividad
turística. Se
delimitaron cuatro zonas:
- intangible,
- de uso restringido,
- de uso semi intensivo y controlado,
- y de uso intensivo.
Además se elaboró
un mapa con indicación
de miradores, puntos
de interés paisajístico,
parajes de valor cultural,
escalada, sitios para
acampar, puestos de
control, centro de interpretación,
circuitos turísticos
y carteles señalizadores.
Así se logró
designar a un técnico
en conservación
de la naturaleza y guardaparque
nacional para que supervisara,
controlara y aconsejara
acerca de las actividades
desarrolladas en la
región.
En la actualidad, las
áreas naturales
de la Reserva de la
Payunia cuentan con
la protección
de toda una infraestructura
conservacionista comandada
por el Ing. Ramón
Martínez. Pronta
a ser declarada Patrimonio
de la Humanidad por
la UNESCO, Payunia es
custodiada por seis
guardaparques que montados
en sus camionetas 4x4
recorren más
de 75.000 km anuales,
por sus caminos sin
huella, con el firme
objetivo de la preservación.
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