Los Alisos

Parque Nacional - Tucumán
 

EDICION PROVISORIA - EN PROCESO DE DIAGRAMACION


Ubicación
El Parque Nacional Campo de los Alisos se ubica en el sudoeste de la provincia de Tucumán, en el Departamento de Chicligasta. Lo limitan por el norte el río Las Pavas y por el sur el río Jaya o del Conventillo. La localidad importante más cercana es la ciudad de Concepción de la que lo separan unos 80 kilómetros y sólo 10 del pueblo de Alpachiri. Está situado sobre la ladera oriental de los Nevados del Aconquija y su superficie se extiende a lo largo de una lonja angosta que desciende desde los 5.200 m.s.n.m. en su punto más alto, hasta los 680 en su parte de menor altura. Sus coordenadas son 27† 10’ a 27† 20’ de Latitud sur y 65† 40’ a 65† 05’ de Longitud Oeste.

Superficie
El Parque Nacional Campo de los Alisos ocupa una superficie de 10.661 hectáreas, según consta en la ley de creación. Una posterior mensura dio como resultado 9.168 hectáreas.

Fecha e instrumento legal de creación
Con la sanción de la Ley Nacional N† 24.526, que tuvo lugar el 9 de agosto de 1995 y que fuera promulgada el 6 de septiembre del mismo año, nació el primer parque nacional ubicado en el territorio de la Provincia de Tucumán. Su finalidad es proteger un sector de selvas y bosques montanos y en las partes de mayor altura a las estepas altoandinas. Previo a la sanción de esta Ley nacional, la provincia de Tucumán cedió la jurisdicción de la superficie del área protegida a la Nación, mediante la ley provincial N† 6603.

Relieve
La superficie del Parque Nacional Los Alisos está formada por una franja que partiendo desde el límite con Catamarca, en su extremo occidental, se extiende en sentido oeste-este - con una leve inclinación hacia el sur - hasta la confluencia de los ríos Las Pavas y del Conventillo o Jaya. Esta extensión de tierra, de unos 24 kilómetros de longitud, tiene un ancho aproximado a los cinco kilómetros en su parte de mayor extensión y unos dos kilómetros y medio a tres en la parte más angosta, exceptuando el extremo oriental que termina en punta. Toda el área esta ubicada sobre la ladera oriental de los Cerros Nevados del Aconquija, sufriendo un gradiente de oeste a este que va de los 5.200 hasta los 680 metros sobre el nivel del mar en la parte menos elevada.
Orográficamente las montañas del Aconquija, que pertenecen al Sistema de las Sierras Pampeanas, se caracterizan por tener un perfil muy asimétrico con un marcado ascenso hacia el oeste y suave perfil hacia el este, y es el cordón montañoso que presenta el máximo estrechamiento del relieve serrano sin cordones paralelos ni valles longitudinales. Esta característica permite el fácil ascenso dado que no hay que superar sucesivos filos como ocurre en el resto de las elevaciones del sistema y, por el contrario, la ladera occidental es más abrupta.
Sin considerar la compleja estructura tectónica del basamento, las Sierras Pampeanas fueron formadas por los movimientos terciarios que fracturaron al mismo, originándose los distintos cordones serranos pero no por plegamiento sino que son la consecuencia de un conjunto de bloques ascendidos por medio de fallas. El ascenso de los bloques mayoritariamente ha tenido lugar por medio de fallas de rumbo norte-sur que se desarrollan en el pie más empinado de las sierras - generalmente el occidental - como consecuencia del empuje que plegó, en distintas etapas, la cordillera de los Andes durante la era terciaria.
Las rocas que forman las cumbres del Aconquija son esquistos levemente metamórficos y hacia el sur aparecen cuerpos graníticos.
El cerro La Bolsa es el más elevado del Parque con una altura aproximada a los 5.300 m.s.n.m (según Atlas de la Rep.Arg. del I.G.M. del año 1953), le siguen, ambos con una altura cercana a los 4.900, los cerros el Portezuelo del Becovel o de la Apacheta y el Morro de las Ruinas o de las Cuevas. Además el área protegida está surcada por varios cursos de agua que en su mayoría tienen un rumbo oeste-sudeste.

Hidrografía
Casi todos los ríos de la provincia de Tucumán integran la cuenca del río Salí, Hondo o Dulce, nombres que va recibiendo durante su recorrido. A su paso por las cumbres del Aconquija, debido a las intensas precipitaciones que caen sobre la ladera oriental de las mismas, se generan numerosos cursos de agua, muchos de los cuales ingresan al colector, llamado Salí en Tucumán. Es notoria la diferencia entre los cursos de agua según las pendientes de los cerros, dado que las altas cumbres producen un efecto desecante y, mientras que la pendiente del este es, como se dijo, abundante en ríos, la occidental genera escasos cursos, temporarios y con redes mal definidas.
En el área del Parque Nacional Campo de los Alisos encontramos dos ríos principales que constituyen los límites norte - río Las Pavas - y el sur formado por el río Jaya . La confluencia de ambos da origen al río Conventillo, que es el extremo oriental del área protegida. Los mencionados cauces tienen una gran cantidad de arroyos y pequeños cursos de agua como afluentes de distintas longitudes y caudales que siempre dependen de las precipitaciones y del deshielo de las cumbres nevadas en la época estival.

Clima
Según la clasificación de climas elaborada por Daus y García Gache, la provincia de Tucumán, y por ende el Parque Nacional prospectado, estaría incluida en el tipo de clima Tropical Serrano que posee las siguientes características : precipitaciones orográficas estivales, de pronunciados contrastes según las laderas, oscilando entre los 700 (en el oeste) a más de 2.000 mm. anuales en los faldeos orientales, siendo mayores cuanto más elevados sean los cerros. Las quebradas y valles ubicados a distintas alturas y enmarcados por los cordones montañosos poseen microclimas que hacen que dos puntos distantes de pocos kilómetros puedan tener un régimen de lluvias bastante distinto. En las cimas de los cerros más elevados caen nieves que los mantienen con su cresta blanca durante todo el año. Las temperaturas medias oscilan entre 12 y 21† C en invierno y 27 a 30 † C en verano, debiendo siempre tener en cuenta las variaciones de temperatura producto de la altura, por lo que establecer registros medios precisos para toda el área protegida sería muy complejo.

Flora
Recorriendo de oeste a este el extremo norte de Argentina, luego de atravesar inhóspitas regiones casi carentes de vida como los altos Andes y la Puna, nos encontramos en forma bastante repentina, con un verdadero vergel casi tropical, con árboles de gran porte, enredaderas, lianas, es decir todo lo que tiene una selva. Y en efecto, de eso se trata. Es la llamada selva de las Yungas o Nuboselva, por la frecuencia con que las nubes cubren las faldas de los cerros. Proveniente del norte de Sudamérica, a través de Bolivia, este bioma atraviesa en una porción alargada y algo discontinua, los territorios de Salta, partes de Jujuy y Tucumán hasta el norte de Catamarca, donde finaliza su recorrido de casi 700 kilómetros. La parte sur de esta cuña selvática se desarrolla sobre los faldeos y el piedemonte de las sierras del Aconquija y de las Cumbres Calchaquíes y es consecuencia, fundamentalmente, del brusco cambio de clima que se produce por la descarga de la humedad que portan los vientos del Atlántico al chocar con las elevaciones orográficas en su parte oriental.
Eco-región de las Selvas de las Yungas la denomina la clasificación de regiones naturales propuesta por PRODIA (1999) y Provincia de las Yungas de acuerdo a Cabrera (1976). También pervive la denominación de Selva tucumano-boliviana debida a Castellanos y Pérez Moreau (1941), Parodi (1945) y Tortorelli (1956).
La biodiversidad de la ecoregión es muy alta, en territorio argentino sólo superada por la selva misionera. El valor de los endemismos también es muy alto, en tal sentido cabe hacer mención a Brown y Grau (1993) al decir que de las 282 especies arbóreas y plantas suculentas que hay en la selva pedemontana, más del 40% son endémicas.
Para analizar la flora del Parque Nacional Campo de los Alisos debemos separar por sectores altitudinales, dado que del pie de los cerros a la parte más elevada se produce un cambio en la misma debido, fundamentalmente, a la variación de las condiciones climáticas. El nivel más bajo se lo denomina Selva Pedemontana (hasta los 850 m.s.n.m) que en Campo de los Alisos no es el estrato más presente por cuanto la altura mínima del área se sitúa en los 680 m.s.n.m. En este sector se destacan árboles de gran porte como la tipa (Tipuana tipu) que supera comúnmente los 30 metros y cuando se acerca la primavera cubre su copa enteramente de hermosas flores amarillas, el cebil u horco cebil (Parapiptadenia excelsa) de hojas caducas como la mayoría de los árboles de este distrito, el jacarandá o tarco (Jacaranda mimosifolia), el yuchán o palo borracho amarillo (Chorisia insignis) y el horco molle (Blepharocalyx gigantea) es la mirtácea argentina de mayor porte dado que puede llegar a los 40 metros y un diámetro en la parte basal del tronco de un metro y medio, descrito por primera vez en 1911 por el prestigioso científico tucumano Miguel Lillo. Algo que lo distingue notoriamente al horco molle es la gran cantidad de epifitas que carga en su tronco y ramas. La nómina de árboles de este sector pedemontano incluiría a varias especies más, pero antes de finalizarla hay que hacer mención del imponente lapacho rosado (Tabebuia avellanedae) que ni bien se acerca la primavera su copa se cubre enteramente de millares de flores rosadas que no le permiten pasar desapercibido en la selva de las yungas.
Las epífitas se desarrollan de tal forma que puede observarse el follaje de algún árbol sin encontrar casi un sólo espacio libre de este tipo de vegetación que luce más en invierno cuando los árboles pierden el follaje. Las más conspicuas dentro de este grupo vegetal son Malaxis padilliana, una orquídea, Oncidium viperinun, Fuchsia boliviana, Aechmea distichanta, Tillandsia pulchella, el renombrado clavel del aire, Rhipsalis lorentziana y, por último, es importante nombrar a Tillandsia maxima, llamado vulgarmente clavel del aire gigante, considerado especie amenazada, y que prefiere como hospedador al laurel del cerro (Phoebe porphyria). En el tupido sotobosque existe una gran variedad de flora como los helechos y musgos que cubren todo el piso y las rocas.
Luego de la selva pedemontana, a medida que ascendemos, encontramos la Selva Montana o Nuvoselva que se extiende aproximadamente hasta los 1.500 m.s.n.m. que durante el estío y otoño se la encuentra generalmente cubierta por nubes, que la hacen más impenetrable aún dado que es una zona muy cubierta de vegetación. En ella predominan árboles como el nogal (Juglans australis), el cedro tucumano (Cedrela lilloi), el mencionado horco molle también ocupa este nivel, el saúco o saúco serrano (Sambucus peruvianus), el laurel del cerro (Phoebe porphyria), el horco cebil (Piptadenia excelsa), el cochucho o coco (Fagara coco) que puede localizarse también en el nivel inferior. Entre los árboles de menor porte (no superan los 15 metros) está el mato (Eugenia pungens) de frutos comestibles, dos especies denominadas palo San Antonio ( Rapanea ferruginea y R. laetevirens) , el ramo (Cupania vernalis) y de menor porte aún cabe citar al chal-chal (Allophylus edulis) , el horco mato (Eugenia mato), el lata de pobre (Piper tucumanum) y el Piper hieronymi , también llamado popularmente con el mismo nombre del anterior, entre otros muchos árboles y arbustos que ocupan el nivel bajo de la selva. También hay curiosas plantas que revisten casi íntegramente los troncos de los árboles trepando desde el piso. Las más conspicuas entre ellas son Campyloneuron lorentzii, Polypodium aglaolepis y una cactácea Rhipsalis lorentziana .
Luego, pasando los 1.500 m.s.n.m. y hasta los 2.400 se desarrollan los Bosques Montanos donde predominan notoriamente los alisos del cerro (Alnus jorullensis), que le otorgan el nombre al lugar y los pinos del cerro (Podocarpus parlatorei), cuyo género lo encontramos también en Misiones y en los bosques andinopatagónicos. Es interesante destacar que Alnus jorullensis se distribuye hasta Méjico y forma bosques puros o casi monoespecíficos; a veces se los encuentran acompañados por ejemplares del palo luz (Prunus tucumanum) y del talilla (Crinodendron tucumanum).
Superando los 2.500 m.s.n.m. aparece la última formación florística que se denomina Pradera Montana hasta los 3.300 m.s.n.m. donde comienza la eco-región de los Altos Andes con escasísima vegetación compuesta sólo por pastizales. En esta pradera se desarrollan bosquecillos de queñoa (Polylepis australis) la que crece con forma achaparrada y con el tronco retorcido acompañados de abundantes gramíneas y algunas herbáceas.
La eco-región de Selva de las Yungas estaría amparada por reservas naturales y parques de distintas jurisdicciones sólo en un 5 % , lo cual indica la necesidad de plasmar proyectos para que la superficie bajo protección de este bioma aumente considerablemente, como es el caso del casi centenario proyecto del Parque Nacional Aconquija, entre muchos otros más actuales .

Fauna
La fauna del Parque Nacional Campo de los Alisos acompaña en su riqueza a la flora. Ya se había hecho mención a la preponderancia de la eco-región Selva de las Yungas en cuanto a su biodiversidad. Alberga algunas especies que, con distinto grado de compromiso, figuran en la nómina de especies amenazadas y son abundantes los endemismos.
No se hará mención de la ictiofauna por cuanto ésta no ha sido aún relevada.
Ornitofauna
Comenzaremos esta reseña por el grupo más numeroso: las aves. Tengamos en cuenta que sólo en la cuña selvática de las Yungas- una superficie mínima si se la compara con la de todo el país – se censaron algo más de 300 especies lo que equivale a casi el 30% de las aves de todo el territorio argentino, siendo muchas de ellas endémicas de las Yungas. El grupo más numeroso es el orden de los paseriformes que incluye a familias muy profusas en especies como los dendrocoláptidos, característicos por su forma de trepar los troncos en posición vertical y girando alrededor de ellos en busca de insectos que extraen de las grietas de los mismos con sus largos picos curvos, maravillosamente adaptados por la evolución para especializarse en ese tipo de dieta. Los más conspicuos dentro de este grupo son el chinchero grande (Drymornis bridgesii) y el chinchero chico (Lepidocolaptes angustirostris). Luego se menciona a la familia de los furnáridos, a la cual pertenece nuestro emblemático hornero (Furnarius rufus), la remolinera común (Cinclodes fuscus tucumanus), el espartillero estriado (Asthenes maculicauda), algo escaso y exclusivo de la parte sur de las Yungas y el canastero pálido ( Asthenes modesta), cuya presencia requeriría ser confirmada, y muchas otras especies más de esta numerosa familia netamente neotropical. A continuación citamos algunas aves pertenecientes a distintas familias de paseriformes que son conspicuas en el área como la viudita plomiza (Knipolegus signatus), también exclusiva de las Yungas y la mosqueta canela o birro chico( Pyrrhomyias cinnamomea) , al gaucho andino (Agriornis andicola), muy escaso, la mosqueta común ( Phylloscartes ventralis) exclusiva de las selvas paranaense y de las yungas, el vistoso brasita de fuego (Coryphospingus cucullatus), el montañero (Compsospiza baeri), el yungueño cerquero amarillo (Atlapetes citrinellus), y una gran variedad de especies más.
Merecen una mención especial por ser especies amenazadas la cahirla andina (Anthus bogotensis), la monterita serrana (Poospiza baeri), el mirlo de agua (Cinclus schulzi), el vistoso rey del bosque (Pheucticus aureoventris) y el jilguero de cola blanca (Sicalis citrina), que la taxonomía la considera una subespecie, por los que su nombre científico completo sería Sicalis citrina pratensis.
Dentro de los no paseriformes hay también muchas familias que se hacen presentes en el P.N.Campo de los Alisos, pero sólo se nombrarán algunas especies de valor especial por ser raras de observar y otras por su vistosidad. Por ejemplo el majestuoso cóndor andino (Vultur grypus) puede vérselo planear entre las altitudes de los cerros siendo una especie que está amenazada como lo es también la quiula puneña ( Tinamotis pentlandii), un inambú típico de la puna, cordillera y precordillera, el inambú silbón (Nothoprocta pentlandii) que además de la nuboselva sólo vive en zonas serranas de la cordillera y precordillera, a excepción de la zona sur. Otra ave endémica de esta formación selvática es el loro alisero (Amazona tucumana), poco común, y el loro hablador (Amazona festiva) cuyo estatus nacional e internacional los considera de Riesgo bajo pero su extracción del medio natural para comercializarlo como mascota parece aumentar. Otro grupo interesante lo constituye el de las pavas de monte que por su gran tamaño no resulta tan dificultoso verlas entre la vegetación intrincada de la selva; se observa en el área la pava de monte común (Penelope obscura). Entre las aves vinculadas con el medio acuático hay varias especies de patos, entre los que cabe mencionar el pato de torrente (Merganetta armata) que nada incluso en contra de la corriente de los ríos de montaña, varias especies de garzas, macáes, cigüeñas, gallinetas o burritos, gallaretas, becasinas y otros grupos más que integrarían esta nómina de aves cuyo hábitat son los cursos o espejos de agua.
No faltan varias especies de palomas, picaflores, entre los se puede mencionar al vistoso picaflor coludo o de cola larga (Sappho sparganura), el picaflor enano (Microstilbon burmeisteri), martínes pescadores, carpinteros, lechuzas, atajacaminos y algunas familias más.
Batracofauna
Los sapos y ranas de “Campo de los Alisos”no cuentan, al menos hasta el momento, con muchas especies registradas. Algunas de ellas revisten cierto grado de interés como es el caso del sapo espinoso (Bufo spinolosus), pariente del conocido sapo común o (Bufo arenarum), también presente en el lugar. Entre las ranas es de destacar la presencia de dos ranitas no comunes: una pertenece a la familia Leptodactylidae y es la ranita montana (Telmatobius ceiorum), como su nombre común lo indica es exclusiva de serranías de las selva de las Yungas y la perteneciente a la familia Hylidae, llamada comúnmente rana marsupial (Gastrotheca gracilis) y que sólo habita zonas altas de las sierras del Aconquija y en el extremo sur de la eco-región de las Yungas, en el norte de Catamarca.
Mastofauna
Los mamíferos de destacan entre el resto de los órdenes por tener una especie que fue declarada Monumento Natural : la taruca (Hippocamelus antisensis), cuyo estatus en orden nacional la considera En Peligro y el internacional Vulnerable; recibe también el nombre de “chacu” en quichua o huemul del norte por su semejanza con la especie del mismo género que habita los andes sureños. Este cérvido habita los faldeos rocosos pobres en vegetación propios de la Prepuna y en la sierras subandinas - sin incursionar en la Puna - donde llega a alturas de 3.300 a 5.000 m.s.n.m.(Chebez, 1994). Es probable que el Parque Nacional Campo de los Alisos, junto con el P.N. Calilegua, sean los únicos que albergan poblaciones de tarucas, siempre refiriéndonos a las áreas de ámbito nacional. Y continuando con los ciervos, otra especie que se encuentra en el Parque es la corzuela parda, guazuncho o birá ( Mazama gouazoupira) y de los camélidos está presente el guanaco (Lama guanicoe), cuyas poblaciones de las zonas llanas como la pampeana y la chaqueña han casi desaparecido, pero subsisten importantes poblaciones en la región patagónica, andina y serrana de gran parte del país .Los felinos de Campo de los Alisos merecen un tratamiento especial dado que cuentan con poblaciones de especies amenazadas y de escasa distribución. En primer lugar el ocelote, gato onza o gato tigre grande (Leopardus pardalis), cuyo estatus nacional lo considera Vulnerable (anteriormente se lo consideró En peligro) y el internacional En peligro. Su codiciada piel, la más demandada entre los gatos manchados, hace que su supervivencia dependa de la protección que le ofrezcan las áreas creadas para tales fines. En ese sentido en jurisdicción nacional está presente en los Parques Nacionales Iguazú, Río Pilcomayo, Baritú, El Rey y Campo de los Alisos y es probable su presencia Calilegua. El gato andino, gato montés andino o “chinchay” en lengua quichua (Oreailurus jacobita), considerado Vulnerable nacionalmente y especie Rara internacionalmente, sólo se encontraría amparado en áreas de competencia nacional por el Parque prospectado. Es un felino que habita, como su nombre común lo indica, los altos Andes, la Puna y algunos de los cordones de las sierras pampeanas, como los del Aconquija. Se conocen ejemplares capturados u observados a 3.700 y 4.560 m.s.n.m. y se supone que llega hasta los 5.000 m.s.n.m (Chebez, 1994). El repertorio de los gatos salvajes continúa con el yaguarundí o gato moro (Herpailurus yaguarondi) cuyo estatus lo considera como Potencialmente vulnerable, habiéndoselo clasificado anteriormente como Vulnerable. También se encuentra entre los felinos del Parque comentado el gato montés chico (Oncifelis geoffroyi) – (Gpque. Vega, in litt.) - también catalogado como Potencialmente vulnerable según el Libro Rojo de Mamíferos Amenazados de la Argentina y el emblemático puma o león americano (Puma concolor), con igual rango que la especie anterior respecto a su estatus nacional, cierra la nómina de felinos. Continuando en el orden Carnivora nombraremos al único cánido presente en la unidad de conservación que es el zorro gris chico (Dusicyon griseus) - o según otros taxónomos Pseudalopex griseus- y de la familia de los carnívoros presentes en el parque falta mencionar a los mustélidos y a los prociónidos, siendo registrados entre los primeros al zorrino común (Conepatus chinga)- categoría nacional de Potencialmente vulnerable- , al hurón menor (Galictis cuja) con igual rango que la especie anterior, al hurón mayor o irará (Eira barbara) considerado Vulnerable a nivel nacional y al lobito de río o nutria del Plata (Lontra longicaudis) con categoría nacional En peligro e internacional Vulnerable, pero la realidad es que sigue siendo cazado en el lugar que se lo encuentre dentro de su hábitat, por lo que su presencia en áreas protegidas es auspiciosa para su sustentabilidad . De la familia Procyonidae es destacable la existencia de poblaciones del mayuato u osito lavador (Procyon cancrivorus) que está catalogado como Vulnerable.
El pecarí de collar (Pecari tajacu) es visto con cierta frecuencia y sería el único presente dentro de las tres especies que habitan en Argentina y , entre los chichillidos, está comprobada la presencia del chinchillón común o viscacha serrana (Lagidium viscacia).
Respecto al orden Chiroptera, del que habitan en Argentina cuatro familias, cuyos integrante se los conoce como murciélagos, murciélagos pescadores - los que tienen por hábitat las inmediaciones ríos y arroyos de zonas selváticas o semiselváticas -, murciélagos cola de ratón, molosos, vampiros y otros nombres que reciben, se encuentran varias especies presentes en el Parque cuya nómina detallada haría tediosa la lectura del texto. Lo mismo puede decirse de los marsupiales menores y de los roedores de las familias Muridae y Cavidae (cuises) entre las cuales se supera el centenar de especies presentes en territorio argentino. Respecto a las comadrejas se cita a la comadreja común u overa (Didelphis albiventris) aunque por la distribución cabría la posibilidad de encontrarse también la comadreja colorada (Lutreolina crassicaudata), presente en Parques Nacionales de la eco-región de las Yungas como Baritú, Calilegua y El Rey.
Según testimonios de un avezado lugareño, don Martín Mansilla, hasta la década de 1950 aún se veían en el área antas o tapires (Tapirus terrestris) y respecto al yaguareté ( Felis onca) estima su desaparición en la década de 1930.
Herpetofauna
Aún no se ha efectuado campañas de relevamiento de los reptiles de este nuevo Parque Nacional. Sólo se menciona la presencia fehaciente de la yarará (Bothrops alternata), una especie de la familia Culubridae , y de la boa conocida con el nombre común de lampalagua, ampalagua o boa de las vizcacheras cuyo (Boa constrictor occidentalis) observada próxima a la entrada al Parque según testimonios del Gpque. Daniel Vega (com. pers.)

Recursos culturales
La falta de documentos escritos, la complejidad que ofrece la diversidad de opiniones de los arqueólogos asociadas a otras ramas del conocimiento, hacen dificultoso el desarrollo histórico sintético de los tiempos prehispánicos de Argentina. Es por esta razón, generalmente, que en estos textos que venimos desarrollando iniciamos la reseña cultural comentando aspectos históricos de las culturas aborígenes a partir de la llegada de la colonización, donde el aporte de los escritos de los sacerdotes que tuvieron los primeros contactos con nuestros antepasados es significativamente valioso, muchas veces a pesar de las inexactitudes de los mismos. Obviamente cuando el área en estudio contiene elementos prehispánicos, como es el caso del Parque Nacional Campo de los Alisos, se hará el respectivo comentario.
La provincia de Tucumán estaba ocupada a la llegada del europeo por un grupo de culturas – pulares, calchaquíes y diaguitas- que tenían una identidad común lingüística, todos ellos hablaban la lengua generalmente llamada “cacá “ de ahí el nombre genérico de cacanos que la etnología dio a los tres pueblos. No obstante tomando en cuenta la división a que hacen referencia los documentos escritos, por la ubicación eran los calchaquíes los que ocupaban el área prospectada.
Los cacanos, el elemento étnico más representativo de todo el noroeste argentino y su cultura era de las más elevadas de todo el territorio argentino (Canals Frau, 1986). Pero el dato que más nos interesa para el análisis de la unidad de conservación es que a partir de la mitad del siglo XV d.C. y hasta cuando Pizarro llega al Perú – año 1532 - gran parte del noroeste argentino fue incorporado al imperio incaico, llamado Tawantinsuyu (González, 2000). Gran parte de los actuales territorios de las provincias Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Mendoza y San Juan fueron activamente integradas a la organización estatal y los testimonios arqueológicos muestran que durante el poco tiempo de ocupación hubo importantes cambios en la vida de los pueblos sometidos al proceso de aculturación (González, 2000).
En el Parque Nacional Campo de los Alisos hay varios lugares con yacimientos arqueológicos de distinta envergadura e importancia. En primer lugar es de considerarse que en este sector del Aconquija el imperio incaico estableció bases consideradas por los arqueólogos como de gran valor. El principal sitio es el denominado La Ciudacita o Pueblo Viejo que según expresiones del prestigioso arqueólogo estadounidense Hohn Hyslop son las construcciones incásicas más importantes desde Cuzco al sur. Podría tratarse de un pueblo minero, ocupado antes y quizá después de la conquista (Kirbus, 1994). En una parte hay una extensa explanada, rodeada por muros, de unos 70 x 50 metros en cuyo centro se ha erigido un menhir probablemente utilizado para ceremonias (esto se ubica a 5.000 m.s.n.m. aproximadamente). A partir de este patio se observa claramente el comienzo de graderías o terrazas que están en parte destruidas. A unos 600 o más metros hay otra construcción – ambas unidas por un camino empedrado- que es lo que hipotéticamente pudo haber sido un centro astronómico y se encuentra a 4.400 m.s.n.m. Hay aún hoy restos lìticos que se encuentran de manera dispersa lo que revela el potencial arqueológico del lugar. Estos espacios están vedados al acceso del público.

Alternativas turísticas
Debido al poco tiempo transcurrido desde la creación del Parque no cuenta casi con infraestructura para el visitante. Ésta sólo se limita a cartelería y a senderos peatonales o para circular a caballo. Exceptuando el camino de ingreso que penetra unos 7 kilómetros dentro del Parque no hay caminos vehiculares. La práctica del treckking, las cabalgatas, la observación de aves y la caza fotográfica son las alternativas básicas que ofrece esta área protegida. Lógicamente siempre las posibilidades de disfrute son mayores cuando concurre una persona con afición por las plantas y algunos conocimientos de la flora del lugar, dado que desde ese punto de vista la oferta de “ Los Alisos” es inmejorable (ver ítem flora).
Hay tres circuitos organizados para el visitante, pero es condición previa a cualquier recorrido dar aviso al guardaparques para ser registrados, previo llenado de un formulario con datos personales que es utilizado con fines estadísticos. Los recorridos son:
- La Mesada es un lugar sumamente pintoresco ubicado a 1.680 m.s.n.m. donde se recorre el bosque montano, previo a lo cual se atravesó también la zona denominada selva montana donde la diversidad biológica es sorprendente. Se demora entre 5 y 6 horas en efectuar este ascenso desde la entrada al Parque. Para hacer este paseo con la tranquilidad que se merece y programarlo con anticipación y combinación con el baqueano, se aconseja disponer de al menos tres días.
- La Cascada es el nombre que recibe la segunda propuesta. En este caso se trata de llegar al lugar de este nombre ubicado a 2.700 m.s.n.m. donde amén de transitar previamente, como en el primer caso, por los ambientes denominados selva montana y pradera montana, comienza a bosquejarse lo que sería el pastizal altoandino, donde desde el punto vista paisajístico puede considerarse uno de los panoramas más hermosos del área. Desde la entrada al Parque este circuito requiere de dos días de recorrido y desde La Mesada se puede acceder con unas 7 horas de caminata.
- Las ruinas arqueológicas de Ciudacita o Pueblo Viejo se tratan de una construcción incaica – que cuenta con varias centurias de antigüedad - que según algunos expertos, podría ser un sitio de observaciones astronómicas considerado muy valioso por los arqueólogos, con dos sectores bien diferenciados que están unidos por un camino de piedra. Situado a 4.400 m.s.n.m, está rodeado de un paisaje de extrema belleza donde ya se aprecian los rigores del clima de altura, pudiendo caer nevadas en gran parte del año. Este circuito requiere necesariamente de un estado físico bueno y de cierto entrenamiento en el ascenso de montañas, no por las dificultades del terreno sino por el cansancio que, sumado a la falta de oxígeno por la altura, pueden malograr la experiencia si no se reúnen los requisitos mencionados. La duración de esta escalada requiere de 4 días de marcha sólo para la ida y tres para el descenso. Como todos los ascensos mencionados, La Ciudacita, requiere de la compañía de baqueanos.
Existe otro lugar donde hay restos de la civilización Tawantisuyu (Imperio Inca) a 5.000 m.s.n.m. y se trata de un santuario considerado único por sus características, pero no se ofrece en forma habitual como posible circuito recreativo.
Recorriendo el camino principal del Parque se pueden apreciar algunas construcciones que fueron antiguos puestos de la ex estancia que ocupaba el lugar, confeccionadas con piedras y madera del lugar, con una antigüedad cercana a los 100 años.
La ciudad más importante cercana a la unidad de conservación es Concepción – a unos 30 kilómetros – donde hay servicios de todo tipo y Alpachiri es un pueblo chico pero que también cuenta con algunos servicios básicos y se encuentra a sólo 12 kilómetros.

Como llegar
Desde la ciudad de San Miguel te Tucumán se deberá tomar la Ruta Provincial N† 38 hacia el sur y tras recorrer unos 80 kilómetros se arriba a la ciudad de Concepción. Desde ésta se deberá continuar la marcha hacia el oeste y luego de recorrer l7 kilómetros por la ruta provincial asfaltada N† 365, aparece el pueblo de Alpachiri que nos servirá como referencia para seguir circulando hacia el oeste por un camino secundario de tierra y en malas condiciones para ser transitado. Después de recorrer no más de 12 kilómetros – ruta provincial N† 330 - encontramos el paraje denominado La Jaya ( y el río del mismo nombre cruza el camino ) donde se sitúa el extremo sur del Parque Nacional Campo de los Alisos.

Problemas de conservación
Generalidades
Hace cerca de noventa años que el célebre naturalista Eduardo Holmberg con motivo de la Primera Reunión Nacional de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales celebrada en Tucumán, alertaba seriamente a los tucumanos presentes en la reunión sobre la imperiosa necesidad de proteger los bosques del Aconquija por la degradación que estaban sufriendo. Otras personas intervinieron posteriormente para lograr afectar un sector de esa cadena montañosa como Parque Nacional sin obtener éxito en sus gestiones. El último intento fue de la fundación Miguel Lillo cuando en l977 emprendió un minucioso relevamiento de la flora y la fauna del lugar para que sirviera como argumento de base para reclamar algo que tenía un altísimo valor por su biodiversidad, con numerosísimos endemismos tanto en la flora como en la fauna. El proyectado Parque Nacional Aconquija quedó a medio camino de su concreción y tuvo un indicio de reactivación con la creación del Parque Nacional Campo de los Alisos. Pero esta área, con sólo algo más de 10.000 hectáreas de superficie, es muy poco lo puede hacer para proteger toda la zona del Aconquija y para salvarse a si misma porque en alguna medida la afecta el fenómeno de insularidad y porque los ecosistemas que alberga están bastante deteriorados por la acción antrópica.
Sitios arqueológicos
En los relevamientos efectuados en diciembre de 1995 y luego, en 1997, han demostrado claramente que el importante deterioro que sufren los sitios arqueológicos, además de la acción antrópica que siempre está presente, son debidos a la acción del agua. Es decir, en sólo dos años transcurridos entre un relevamiento y otro ya se notaron diferencias en el estado de estos yacimientos, por lo que urge tomar todos los recaudos posibles para detener este daño y reacomodar, dentro de lo que los expertos establezcan, lo que sea factible de ser mejorado. En el trabajo titulado “Caracterización y Diagnóstico” del P.N. Campo de los Alisos, elaborado por la Delegación Técnica del Noroeste de la A.P.N., se especifican detalladamente todos los daños registrados por los integrantes de la comisión.
Caminos y camping
Una infraestructura que es prioritario mejorar es el camino de acceso desde Alpachiri a la entrada al Parque Nacional como también el mantenimiento en buenas condiciones del único ingreso vehicular dentro del Parque, es decir el camino que va desde el vado del río Jaya hasta el Puesto Los Chorizos, de unos 7 kilómetros aproximadamente. Además el camino de acceso está interrumpido en la época estival por la creciente que afecta al río Jaya.
Es también imprescindible construir un área de camping con las instalaciones necesarias para tal fin.
En los sitios arqueológicos es indispensable establecer cartelería que indique el lugar de acampe para que no suceda que cada uno lo hace donde más le agrada, afectando de alguna forma todos los lugares.
Furtivismo
La caza furtiva que ocurrió durante mucho tiempo, para subsistencia o por recreación, sufrió una merma importante entre los años 2000 y 2001 por las tareas de control ejercidas por el personal de guardaparques. No obstante en el transcurso del 2002, tal vez por la crisis económica que afectó a la Argentina, se notó un leve aumento que se detuvo nuevamente por la acciones de control y hace tiempo que no hay indicios de furtivismo en la zona de alta montaña (a partir de los 2.000 m.s.n.m.). Las zonas “frágiles”se encuentran entre el vado Río Jaya y el Puesto Los Chorizos y el ingreso al área protegida desde Catamarca por las cimas de los cerros, donde es difícil el control ya que no se cuenta con personal destacado en los parajes de tránsito obligatorio por donde comúnmente acceden montañistas y aficionados a la arqueología y al saqueo de elementos de valor arqueológico.
Se ha constatado que el único habitante del Parque practica la caza en forma bastante frecuente dado que en su vivienda se encontraron cerca de un centenar de mandíbulas de pecarí, tres de corzuela, dos cueros de ocelote, dos de puma y uno de lobito de río. El traslado definitivo de esta persona hasta no hace mucho tiempo aún no se había concretado por lo que si esa situación permaneciera sería urgente darle solución.
Actividad ganadera
Durante varias décadas el predio perteneciente al Parque fue un establecimiento ganadero, optando por la modalidad del arrendamiento para pastaje. Esto fue motivo que al momento de la toma de posesión del área aún quedaran más de mil cabezas de ganado vacuno, principalmente. Luego de una ardua tarea por parte del personal de guardaparques de explicar a cada arrendatario la nueva situación se logró con el paso del tiempo el desalojo de la mayor parte de ese ganado. El ganado orejano que queda es muy poco pero aún se produce ingreso de animales en algunos puntos del Parque como en los alrededores del puesto La Mesada, del Campamento de la Cooperadora del Instituto Técnico de la Universidad de Tucumán y en el puesto Santa Rosa.
Personal insuficiente
La falta de personal es el problema más grave para poder controlar una multiplicidad de situaciones que sólo son controlables, al menos en el corto plazo, con la vigilancia permanente. Sumado a esto se agrega la dificultad para trasladarse dentro de un área cuya mayor parte esta formada por cerros que superan los 4.000 m.s.n.m. Paradójicamente hay menos guardaparques que el algunas unidades de conservación, de superficie similar, que están en zonas llanas y cuentan con caminos en muy buen estado que permiten recorrer en pocos minutos varios kilómetros.
Una zona clave para el ingreso sin control al Parque es la de los altos cerros que limitan con la provincia de Catamarca. Sin al menos un puesto de control permanente en esa zona es utópico pretender controlar desde los 1.000 metros lo que sucede a los 4.000 o más metros sobre el nivel del mar, con una copiosa selva de por medio.
Fauna y flora exóticas
Aparte del ya mencionado ganado doméstico que aún pervive en poca cantidad puede citarse la existencia de conejos de castilla que merodean la vivienda del único habitante del parque sobre los que habría que estar muy atentos ante un posible asilvestramiento por la dificultad que implica retrotraer tal situación. Existen remanentes de siembras de salmónidos que se efectuaron en varios puntos de la provincia de Tucumán.
En cuanto a la flora intrusa hay ejemplares de plantas ornamentales traídas por los puesteros a lo largo del tiempo como cala, diente de león, lirio amarillo y ligustrina principalmente.

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Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez


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