EDICION
PROVISORIA
- EN PROCESO
DE DIAGRAMACION
Reserva
Provincial
Cayastá
Provincia
de Santa
Fe
Categoría
A la Reserva
Provincial
Cayastá
le asignaron
la categoría
de Reserva
de Recursos.
Son áreas
en las
que la
finalidad
es conservar
los recursos
naturales
de zonas
deshabitadas,
poco pobladas
o de difícil
acceso
en las
que no
se puede
evaluar
la transformación
que sufrirían
ante la
instalación
de establecimientos
de explotación
agropecuaria.
Se admiten
actividades
que no
impliquen
ninguna
transformación
del medio
natural.
Ubicación
Se sitúa
en el
centro-este
del Departamento
Garay,
sobre
la ruta
provincial
N† 1,
a unos
80 kilómetros
al noreste
de la
ciudad
de Santa
Fe de
la Vera
Cruz.
Sus coordenadas
son 30†
12’
S y 59†
40’
O.
Superficie
El área
natural
prospectada
posee
una superficie
de 300
hectáreas.
Fecha
e instrumento
legal
de creación
El 22
de noviembre
de 1970
con la
sanción
del decreto
N† 03050/70
del Poder
Ejecutivo
Provincial
se crea
la Reserva
Provincial
Cayastá.
Relieve
La Reserva
Provincial
Cayastá
está
ubicada
en una
zona deprimida,
más
del 60%
de su
superficie
está
sujeta
a inundaciones
con crecidas
de intensidad
normal,
y la rodean
el río
San Javier
y el arroyo
Paso del
Tigre,
convirtiendo
a este
sector
en una
isla.
Por la
parte
norte
continúa
una franja
pequeña
que bordea
al arroyo
mencionado
con característica
topográficas
similares
al la
primera.
Las zonas
elevadas
desarrollan
albardones
en los
cuales
crece
una importante
vegetación.
El relieve
de la
provincia
de Santa
Fe, como
se menciona
en el
desarrollo
de otras
áreas,
presenta
dos zonas
bien diferenciadas:
la que
se extiende
en el
norte
denominada
baja llanura
chaqueña
y la que
ocupa
gran parte
del sur,
que se
conoce
con el
nombre
de llanura
pampeana
y que
presenta
algo de
altura
aunque
su cota
en ningún
punto
supera
los 150
metros,
actuando
el valle
del río
Salado
como divisorio
de ambas
regiones.
La región
del chaco
santafecino
es producto
de una
fosa de
hundimiento
que está
enmarcada
por el
bloque
de Brasilia
al este
y las
sierras
pampeanas
al oeste
y cuyo
basamento
cristalino
está
cubierto
por un
espeso
manto
de sedimentos
continentales
y marinos
de distinto
origen.
Esta fosa
fue afectada
por los
movimientos
tectónicos
que formaron
la Cordillera
de los
Andes,
produciendo
fallas
en sentido
norte-sur
que afectaron
al subsuelo
sin que
ello repercuta
demasiando
en el
relieve.
Sólo
se produjo
que el
drenaje
tomara
el rumbo
meridiano
señalado
por las
fallas
y que
el río
Salado
fuera
el colector
de las
aguas
luego
de atravesar
la zona
de los
Bajos
Submeridionales.
La región
chaqueña
posee
dos mínimas
elevaciones,
una ubicada
al este
y la otra
al oeste,
en medio
de las
cuales
se desarrollan
los mencionados
Bajos,
que ocupan
gran parte
de los
departamentos
Vera y
9 de Julio.
Al este
de la
llanura
chaqueña,
en una
ancha
franja
que bordea
al Paraná
por muchos
kilómetros,
se formó
un gran
valle
aluvial
que presenta
una notable
variedad
de ambientes
húmedos,
con cursos
de agua
de distinta
clase
como riachos,
arroyos,
bañados,
esteros,
lagunas,
madrejones,
albardones
que bordean
los espejos
de agua,
pastizales,
pajonales,
selvas
en galería,
bosques
de sauces
y palmares,
entre
otros.
En la
parte
sur de
este sector
está
la Reserva
Cayastá.
La región
de la
llanuras
pampeanas,
con su
parte
norte
–
centro
del territorio
provincial
–
que algunos
autores
denominan
Pampa
Llana
del Centro,
muy plana,
también
sufrió
efectos
del movimiento
andino
al formarse
la Pampa
Ondulada,
al sur
de la
anterior,
que presenta
una pronunciada
barranca
que en
algunos
sectores
alcanza
los 20
metros
de altura
frente
al Paraná
y un desnivel,
llamado
Borde
de los
Altos
o Pampa
Deprimida,
en el
sector
sudoeste
generado
por los
bloques
hundidos
de la
naciente
del río
Salado
del Sur.
En esta
parte
de la
Provincia
de Santa
Fe hay
un sector
más
deprimido
que se
caracteriza
por tener
un drenaje
indefinido
donde
se forman
lagunas
y bañados.
De acuerdo
al mapa
de Ordenes
de suelos
elaborado
por el
INTA (1982)
para la
Argentina,
el territorio
de la
provincia
de Santa
Fe está
constituido
preponderantemente
por tres
tipos
de suelos:
la mitad
sur y
una franja
que penetra
por el
oeste
hasta
el extremo
norte,
posee
marcadamente
Molisoles;
casi toda
la parte
restante
está
conformada
por Alfisoles
mezclados
con Molisoles
en algunos
sectores,
y estas
dos grandes
partes
están
separadas
por un
friso
angosto
de suelos
de tipo
Vertisoles,
también
con incursiones
de Molisoles.
Hidrografía
El área
natural
prospectada
está
bajo la
influencia
directa
del río
San Javier
que constituye
su límite
sur y
el arroyo
Paso del
Tigre
que en
sector
es el
límite
norte.
El San
Javier
es afluente
del Paraná
que no
sólo
es el
principal
río
santafecino
sino que
forma
una subcuenca
de 1.510.000
de km2-
y esta
entre
los más
extensos
del mundo
con sus
3.740
kilómetros
de longitud,
incluyendo
el tramo
del Paranaiba.
Para su
estudio
se lo
divide
en tres
tramos
con caracteres
distintos.
El primero,
que se
denomina
Alto Paraná
- también
llamado
Paraná
brasileño
o mesetario-
goza de
un clima
tropical
con precipitaciones
concentradas
en los
meses
de verano,
que establecen
el régimen
del río
hasta
su desagüe
en el
Plata,
con predominio
de caudales
importantes
en verano-otoño.
Las lluvias
de la
alta cuenca,
que se
producen
de diciembre
a abril,
con un
máximo
en febrero,
derraman
los mayores
montos
en las
nacientes
del río
Tieté,
en la
Serra
do Mar,
donde
superan
los 4.000mm.
anuales.
El Alto
Paraná,
que se
extiende
desde
su naciente
hasta
las cercanías
de Posadas,
discurre
por un
lecho
tortuoso
y de ancho
variable
(Iglesias
de Cuello,
A. 1982).
Hasta
Diamante
se extiende
el Paraná
Medio
a lo largo
de aproximadamente
600 km,
salpicado
de islas
de origen
fluvial.
Con diferencias
estructurales
en ambas
márgenes,
el valle
es más
estrecho
que aguas
abajo
y, por
ende,
está
sujeto
con mayor
intensidad
a los
efectos
de las
crecientes
que invaden
islas
y terrazas
fluviales.
La profusión
de islas
de carácter
deltaico
implantadas
en el
lecho
del río,
impulsa
la formación
de riachos
laterales
denominados
“saladillos”
que acompañan
al curso
principal.
Al norte
de la
ciudad
de Santa
Fe se
localiza
una importante
cuenca
lacustre
compuesta
por las
lagunas
San Pedro,
Leyes
y Setúbal.
El principal
afluente
en este
tramo
medio
es el
río
Salado
del Norte
(Juramento-Salado)
de una
longitud
de 1500
kilómetros
y una
cuenca
de 247.000
km2 ,
pero por
las condiciones
del relieve
llega
a su desembocadura
con el
caudal
disminuido.
El segundo
afluente
más
importante
es el
Carcarañá,
formado
por lo
ríos
Tercero
y Cuarto
al sur
de la
provincia
de Santa
Fe. Desde
este extremo
se desarrolla
en forma
más
o menos
paralela
al Paraná,
el cauce
del río
San Javier
que, junto
con otros
como el
Paraná
Miní,
el Amores
y una
gran cantidad
de pequeñas
lagunas,
entre
las que
se destacan
Ñatiú
y la del
Medio,
forman
un gran
humedal
que dio
lugar
a que
se declarara
la zona
Sitio
Ramsar.
El Bajo
Paraná
o Déltico
se caracteriza
por tener
escasa
pendiente,
la orilla
izquierda
(este)
es elevada
y no la
afectan
las inundaciones
y la derecha
(oeste),
hasta
aproximadamente
la localidad
santafesina
de San
Lorenzo,
es baja
e inundable.
Su curso
hacia
la desembocadura
transcurre
entre
islas
que culminan
en el
gran Delta
del Paraná.
El caudal
del río
Paraná
está
altamente
influenciado
por las
distintas
represas
que se
construyeron
en su
recorrido.
En la
región
de los
Bajos
Submeridionales
(ver ítem
Relieve)
se desarrollaron
una gran
cantidad
de lagunas
y esteros
de distintas
dimensiones,
cuya formación
se vio
favorecida
por la
dificultad
de escurrimiento
de las
aguas
que provienen
de zonas
más
altas
-como
el dorso
occidental
que enmarca
a esta
región
deprimida
y sectores
de Santiago
del Estero
y Chaco
- hacia
el cauce
del Paraná
debida
a la pequeña
elevación
que se
sitúa
al este
de los
Bajos
Submeridionales.
La salinidad
de los
suelos,
la presencia
de una
napa freática
de la
misma
característica
y las
aguas
provenientes
de Santiago
del Estero
que son
también
salinas,
hacen
que sólo
algunos
espejos
de agua
del sector
noreste
tengan
agua dulce.
Las principales
lagunas
del norte
santafecino
son La
Salada,
La Tigra,
del Aguaro,
Palo Pelado
que está
comunicada
por el
arroyo
Golondrinas
con la
Isoati,
la del
Toro,
del Cerrito,
la Loca,
Cueva
del Tigre,
del Palmar,
Calchaquí
y Del
Cristal,
entre
otras.
Clima
La provincia
de Santa
Fe presenta
tres tipos
de clima
en su
dilato
(latitudinalmente)
territorio:
al norte
de la
isoterma
media
anual
de 20
† C -
ubicada
próxima
a la ciudad
de Reconquista
- encontramos,
en el
este un
clima
Subtropical
sin estación
seca y
en el
oeste
otro Subtropical
con estación
seca.
Al sur
de estos,
el clima
Templado
Húmedo
cubre
el resto
de la
provincia.
El clima
subtropical
sin estación
seca se
caracteriza
por la
escasa
variación
térmica
anual
con veranos
cálidos
e inviernos
suaves,
precipitaciones
que llegan
a los
1.100
mm. repartidas
en forma
más
o menos
pareja
durante
todo el
año
y abundante
humedad.
Por otra
parte
el clima
subtropical
con estación
seca presenta
una marcada
disminución
de las
precipitaciones
durante
los meses
de invierno
y la cantidad
de lluvia
anual
es inferior
a los
1.000
mm., o
sea algo
menor
a la de
la clasificación
anterior.
Además
se caracteriza
por exhibir
una gran
amplitud
térmica,
que aumenta
progresivamente
hacia
el oeste
por disminución
de la
influencia
oceánica,
y mayor
frecuencia
de heladas,
rondando
los 20†
C la temperatura
media
de las
dos categorías
de clima
subtropical.
Hacia
el sur
se insinúa
el clima
templado
con la
disminución
gradual
de las
temperaturas
y de las
precipitaciones
que se
sitúan
en los
800 mm.
anuales.
Los vientos
predominantes
provienen
de los
sectores
noreste,
norte,
sur y
este,
estableciendo
su velocidad
de circulación
una media
anual
de 12
kilómetros
por hora.
El clima
de Santa
Fe está
marcado
por algunos
factores
que lo
determinan
preponderantemente,
ellos
son: su
posición
y gran
extensión
latitudinal
que ocupa
desde
los 28†
hasta
los 34
† 20’(aprox.)
Lat. S.,
su distancia
del mar
que le
otorga
caracteres
de continentalidad
y la gran
planicie
del extenso
territorio
que permite
el libre
desplazamiento
de las
masas
de aire
que determinan
algunas
las variables
climáticas.
Flora
Dentro
de las
distintas
clasificaciones
que se
han elaborado
del territorio
argentino,
y que
por lógica
afectan
al territorio
santafesino,
una de
las más
utilizadas
por la
comunidad
científica
es la
elaborada
por Cabrera
(1976)
en la
que divide
al territorio
argentino
en Dominios,
estos
a su vez
en Provincias
fitogeográficas
y luego
una tercera
subdivisión
en Distritos.
Muchas
veces,
de acuerdo
al tipo
de trabajo
que se
realice,
se utilizan
sólo
las divisiones
en provincias.
De acuerdo
a esta
clasificación
el territorio
de Santa
Fe de
divide
en tres
unidades:
desde
su límite
norte
hasta,
aproximadamente,
una línea
imaginaria
que va
desde
los 30
30’
Lat.S.
en el
oeste
hasta
los 29†
20’
en el
este,
forma
parte
de la
Provincia
chaqueña;
de esta
línea
hasta
la que
demarca
el paralelo
de los
33† 00’
corresponde
a la Provincia
del espinal
y el resto
de la
provincia
hasta
su extremo
sur se
denomina
Provincia
pampeana.
Coincidente
en sus
grandes
rasgos
con la
clasificación
de Cabrera,
pero con
algunas
divisiones
más
detalladas,
se elaboró
dentro
del Programa
Institucional
Ambiental
(PRODIA)
el trabajo
Eco-regiones
de la
República
Argentina
(Burkart,
el al.
1999),
que se
está
imponiendo
gradualmente.
Según
el mismo
Santa
Fe se
clasificaría
en las
siguientes
eco-regiones:
•
Chaco
Húmedo:
que afecta
el tercio
superior,
es decir
los departamentos
de General
Obligado,
Vera,
San Javier
a excepción
de una
fracción
extrema
austral
y la parte
norte
de San
Justo.
•
Chaco
Seco:
una franja
angosta
en el
sector
noroeste,
que ocupa
gran parte
del departamento
9 de Julio
y el extremo
norte
del de
San Cristóbal.
•
Pampa:
aproximadamente
desde
el paralelo
32† hacia
el límite
sur de
la Provincia.
•
Espinal:
en el
sector
central,
ubicado
entre
la superficie
que ocupa
las eco-regiones
Chaco
húmedo
y Chaco
seco al
norte
y la Pampeana
al sur.
Es decir
todo el
departamento
Castellanos,
norte
del San
Martín,
Las Colonias
íntegramente,
Garay,
La Capital
y sur
de los
departamentos
San Javier
y San
Cristóbal.
•
Delta
e Islas
de Paraná:
abarca
una lonja
que margina
el río
Paraná
que en
el sur
se ensancha
un poco
abarcando
las islas
que forma
el mencionado
río.
En esta
eco-región
se sitúa
la Reserva
Provincial
Cayastá.
Para referirnos
a las
clasificaciones
biogeográficas
de la
provincia
de Santa
Fe no
puede
se puede
dejar
de mencionar
la realizada
por Manzi
y Fritschy
(1986)en
la que
se distinguen
ocho regiones.
Dividiremos
al extendido
territorio
en tercios
para aproximarnos
a señalar
la ubicación
de estas
ecorregiones.
En el
tercio
superior
distinguimos
tres regiones
principales
que ocupando
franjas
longitudinales
de distinto
ancho,
de oeste
a este
son: llanura
chaqueña
xerofítica
–
relativamente
angosta
-, planicie
inundable
del centro
norte
o bajos
submeridionales
y parque
chaqueño
santafesino
o cuña
boscosa,
ambas
de ancho
similar
y mayores
a la mencionada
en primer
término.
En la
parte
sur de
este tercio
superior
también
se distinguen
dos lonjas
angostas
que se
prolongan
hacia
el sur.
La más
próxima
al río
Paraná
se la
denomina
valle
aluvial
del Paraná
–
para esta
clasificación
esta región
es la
que ocupa
la Reserva
Cayastá-
y la ubicada
al oeste
la llaman
paleocauce
paranaense.
El tercio
central
forma
casi en
su totalidad
el espinal
santafecino
a excepción
de las
dos franjas
próximas
al cauce
del Paraná
que se
mencionaron
en párrafo
anterior.
El tercio
austral
se lo
divide
en dos
mitades
en el
sentido
de los
paralelos.
La mitad
norte
es denominada
pampa
ondulada
y la sur
planicie
medanosa
lagunar.
Si bien
en lo
esencial
son coincidentes
todas
las divisiones
nombradas,
hay categorizaciones
detalladas
en las
dos últimas
que nos
permiten
interpretar
mejor
la realidad
local.
Toda la
región
que margina
el curso
del Paraná
desde
el norte
hasta
aproximadamente
el paralelo
32† tiene
características
similares
desde
el punto
de vista
geomorfológico
lo que
origina
también
una similitud
en la
vegetación
aunque
haciendo
la salvedad,
que la
parte
sur de
esta franja
está
empobrecida
respecto
de la
norte
en variedad
de especies.
Este valle
aluvial
por el
oeste
y norte
se encuentra
limitado
por el
cauce
del río
San Javier
y por
el Coronda
en la
porción
sur, para
desarrollar
luego
un ancho
albardón
de varios
kilómetros
en algunos
tramos
donde
se desarrolla
la llamadas
selvas
en galería
o monte
blanco.
En el
caso de
las islas-
como lo
es en
buena
parte
la reserva
prospectada-
generalmente
presentan
su perímetro
rodeado
de un
albardón
y la zona
central
más
deprimida.
Este monte
blanco
se destaca
por la
presencia
de especies
de crecimiento
rápido,
maderas
blandas
y cierto
predominio
de follaje
verde
claro.
Son árboles
conspicuos
de esta
formación
vegetal
el aliso
del río
(Tessaria
integrifolia),
característico
por colonizar
los bancos
de arena,
el laurel
de río
(Nectandra
microcarpa
o N. Falcifolia,
según
otros
autores),
de hojas
similares
a las
del sauce
crillo
(Salix
humboldtiana)-
también
típico
de la
zona-
pero con
tonalidad
verde
más
oscura
y un leve
brillo,
el ceibo
(Erytrina
crista-galli),
el infaltable
curupí
(Sapium
haematospermun),
el canelón
(Myrsine
parvula)
, el timbó
(Enterobium
contortsiliquum)
, el timbó
blanco
(Cathormion
polyanthum)
y el ubajay
(Hexachlamys
edulis)
entre
los más
comunes.
En la
reserva
analizada
es posible
encontrar
también
algunas
especies
representativas
de la
biorregión
del espinal
como los
algarrobos
blanco
(Prosopis
alba)
y el negro
(Prosopis
nigra)
y el chañar
(Geoffroea
decorticans).
Otras
formaciones
florísticas
asociadas
al monte
blanco
como enredaderas
de los
géneros
Ipomoea
y Mikania,
bromélias
y líquenes
de distintas
especies
contribuyen
a dar
la fisonomía
de las
llamadas
selva
en galería.
Además
son importantes,
dado el
gran espacio
de la
reserva
que ocupan,
la vegetación
palustre
como la
paja de
techar
(Sorghastrum
sp.) que
ocupa
las zonas
donde
el agua
no está
permanente,
en aguas
someras
aparece
el duraznillo
blanco
(Solanum
glaucophyllum)
y en las
zonas
más
profundas
vemos
plantas
flotantes
como el
camalote
(Eichornia
sp.),
el canutillo
(Hymanache
amplexicaulis)
o el catay
(Polygomum
sp.)
Fauna
La ictiofauna
de la
Reserva
Provincial
Cayastá
es muy
rica en
especies,
dado que
el río
San Javier,
su límite
sur, recibe
parte
de la
fauna
acuática
del Paraná,
cuyo variedad
de especies
ictícolas
se estima
en unas
300. Cuenta
con especies
comunes
como mojarras
de los
géneros
Astyanax
y Aphyocharax,
el moncholo
(Pimelodus
albicans),
el dorado
(Salminus
maxillosus),
el surubí
(Pseudoplatystoma
coruscans),
el sábalo
(Prochilodus
lineatus),
viejas
de agua
del género
Hypostamus
y muchas
otras
especies.
Respecto
a la batracofauna
del área
prospectada,
se tomará
como base
para su
comentario
la Lista
de Anfibios
de la
Provincia
de Santa
Fe presentada
en el
Anexo
II del
trabajo
Sistema
Provincial
de Áreas
Naturales
Protegidas.
La familia
Bufonidae
está
representada
presente
con el
sapo común
(Bufo
arenarum)
y el sapo
buey o
cururú
(Bufo
paracnemis)
con su
enorme
porte
que llega
medir
unos 20
centímetros
y sus
notables
crestas
en la
parte
anterior
del lomo.
Varias
ranas
de la
familia
Hylidae
se pueden
observar,
como la
ranita
del zarzal
(Hyla
pulchela
pulchela),
la ranita
trepadora
(Hyla
nana),
que pone
huevos
en racimos
adheridos
a plantas
acuáticas,
generalmente
en las
totoras
y varias
de la
familia
Leptodactylidae
como rana
criolla
(Leopdactylus
ocellatus)
y la rana
chaqueña
(Leptodactylus
chaquensis),
entre
otras
especies.
El grupo
de los
reptiles
está
bien representado
en esta
zona meridional
de la
eco-región
Delta
e Islas
del Paraná,
haciendo
mención
en primer
término
a la iguana
o lagarto
overo
(Tupinambis
teguixin),
incluido
en el
apéndice
II de
CITES,
que integra
la herpetofauna
de la
Reserva
junto
a varias
especies
de lagartijas,
de pequeño
tamaño,
que también
forman
parte
de la
familia
Tiidae.
La tortugas
presentan
dos especies
más
conspicuas:
la tortuga
de río
o acuática
(Hidromedusa
tectifera)
y la tortuga
de arroyo
(Phrynops
hilarii)
Dentro
del gran
suborden
Serpentes
son muchos
las especies
que se
encuentran
en esta
unidad
de conservación;
en primer
lugar
nombraremos
a la conocida
ñacaniná
(Hydrodynastes
gigas)
de dos
o más
metros
de largo,
que con
sus hábitos
semiacuáticos
se alimenta
básicamente
de peces
y anfibios
e integra
el apéndice
II de
la CITES,
la boa
llamada
curiyú
(Eunectes
notaeus)
- integra
el mismo
apéndice
de la
anterior-
que supera
los tres
metros
de longitud
e ingiere
y mata
a sus
presas
por constricción,
también
con hábitos
de vida
acuáticos.
De la
familia
Colubridae,
aparte
de la
mencionada
ñacaniná,
las especies
presentes
en el
área
son varias
destacándose
por ser
relativamente
comunes
la llamada
falsa
yarará
ñata
(Lystrophis
dorbignyi)
y la falsa
coral
(Lystrophis
pulcher).
No están
ausentes
las víboras
de la
familia
Viperidae,
con las
dos especies
más
temidas
por el
hombre,
la yarará
grande
(Bothrops
alternatus)
o víbora
de la
cruz y
la yarará
chica
(Bothrops
neuwiedi
diporus).
Refiriéndonos
a la ornitofauna,
como es
lógico
suponer
por tratarse
de un
área
rodeada
de agua
y cuya
superficie
permanece,
en un
alto porcentaje,
mucho
tiempo
inundada,
las aves
vinculadas
con el
medio
acuático
son las
que abundan
y dan
lugar
a la visita
de muchos
aficionados
a este
grupo
de vertebrados.
Por ejemplo
son comunes
las bandadas
de flamencos
(Phoenicopterus
chilensis),
patos
de variadas
especies
como el
pato cutirí
(Amazonetta
brasiliensis),
el pato
maicero
(Anas
georgica),
el de
collar
(Anas
leucophrys),
el pato
real (Cairina
moschata)
con una
distribución
restringida
al noreste
argentino
y su población
en disminución,
el pato
de collar
(Anas
leucophrys)
y varias
especies
más
de anátidos.
Las garzas
–
familia
Ardeidae-
están
bien representadas
destacándose
el mirasol
común
(Ixobrychus
involucris),
la garcita
azulada
(Butorides
striatus),
la garza
bruja
(Nycticorax
nyctycorax)
y otras
más
comunes.
Dos especies
de cigüeñas
están
presentes
en la
Reserva:
la cigüeña
americana
(Euxenura
maguari
o Ciconia
maguari
para otros
autores),
y el tuyuyú
( (Mycteria
americana)
con su
frente
desprovista
de plumas
y su costumbre,
más
notoria
en las
poblaciones
norteñas,
de ocupar
las copas
de los
grandes
árboles.
La espátula
rosada
(Ajaia
ajaja)
es otra
vistosa
ave que
puede
verse
en los
bañados
de la
R.P. Cayastá.
La nómina
de aves
asociadas
a ambientes
acuáticos
es muy
extensa
por lo
que nos
limitaremos
a mencionar
las familias
de las
que aún
no se
ha hecho
referencia
como la
Rallidae
(gallaretas,
pollas,
burritos),
Scolopacidae,
con sólo
la becasina
común
(Gallinago
paraguaiae),
Sterninae
(atí,
gaviotines)
y Rhynchopinae
y Aramidae
con una
sóla
especie
en el
área
prospectada.
Los falcónidos
presentan
dos integrantes-
entre
otros-
con estatus
comprometido,
ellos
son: el
aguilucho
langostero
( Buteo
swainsoni),
escaso
y en aparente
disminución,
y el águila
negra
(Buteogallus
urubitinga)
integrante
del apéndice
II de
CITES.
Es oportuno
señalar
la presencia
de seis
especies
de palomas
–
familia
Columbidae-,
una de
la Psittacidae,
tres de
la Cuculidae,
y entre
la familia
Caprimulgidae
hay que
destacar
la presencia
de un
ave muy
escasa
como lo
es el
atajacaminos
ala negra
(Eleothreptus
anomalus)
que frecuenta
zonas
húmedas.
Entre
los picaflores
se destaca
la presencia
del picafllor
de barbijo
(Heliomaster
furcifer)
que está
registrado
en el
apéndice
II de
CITES,
entre
los martín
pescador-
familia
Alcedinidae-
están
las tres
especies
más
conspicuas
que se
observan
en Argentina
y de la
familia
Picidae,
cuatro
especies
de carpinteros
se observan
en el
área.
Dentro
del gran
orden
de los
Passeriformes
, el que
incluye
familias
con centenares
de ejemplares
nombraremos
las especies
menos
comunes
y que
tengan
un valor
especial
por su
estatus
comprometido.
Entre
los ictéridos
es de
destacar
el avistaje
habitual
del boyero
de ala
amarilla
(Cacicus
chrysopterus),
el barrillero
congo
(Agelaius
ruficapillus)
y del
pecho
amarillo
común
(Pseudoleistes
virescens).
La lista
de aves
censadas
en las
reserva
está
constituida
por aproximadamente
138 especies.
De la
mastofauna
hay que
mencionar
al gato
montés
común
(Oncifelis
geoffroyi)
y probablemente
al gato
moro o
yaguarundí
(Herpailurus
yaguarondi),
entre
los felinos.
De los
mamíferos
que desarrollan
su vida
muy vinculados
con el
agua está
el carpincho
(Hydrochaeris
hidrochaeris)
y el coipo
(Myocastor
coypus).
Entre
los marsupiales
vemos
a la comadreja
overa
o común
(Didelphys
albiventris)
y la colorada
(Lutreolina
crassicaudata)
es de
presencia
probable.
Aunque
no se
mencionan
dasypódidos
ni cánidos
en la
bibliografía
disponible
es muy
probable
haya especies
de estos
grupos.
Los murciélagos
de la
familias
Vespertilionidae
y Phyllostomatidae
presentan
varias
especies
de igual
manera
que los
roedores
de las
familias
Muridae
o Cricetidae,
. Por
último
entre
los mustélidos
están
presentes
el zorrino
común
(Conepatus
chinga)
y el hurón
menor.
Podría
estar
presente
el lobito
de río
(Lontra
longicaudis).
Recursos
culturales
En 1.573
se funda
Santa
Fe a orillas
del río
San Javier
cuando
ya habían
fracasado
otras
fundaciones
en el
sur del
río
Paraná
( Sancti
Spiritus,
Buenos
Aires,
Buena
Esperanza.)
Hasta
ese momento
la costa
santafesina
había
sido ocupada
por nativos
conocidos
como grupo
del litoral,
integrado
por parcialidades
como los
quiloazas,
calchines
y mocoretás,
entre
otras,
que tenían
una economía
básicamente
dependiente
de la
caza y
de la
pesca,
con una
agricultura
muy incipiente.
La parte
central
- aproximadamente
desde
la ciudad
de San
Justo
hasta
la de
Rosario
- estaba
integrada
por cuatro
entidades
que son:
los timbúes
y carcaraes,
en la
desembocadura
del río
Carcarañá,
en la
laguna
de Setúbal
se asientan
los quiloazas,
en la
zona de
la ciudad
de Santa
Fe se
ubican
los calcines
y los
corondas
sobre
el riacho
del mismo
nombre,
todos
ellos
influenciados
por culturas
del Amazonas,
primero
por los
Arauc,
y después
por los
Guaraníes
poco antes
de la
conquista
española.
Un rasgo
destacable
de estos
pueblos
fue su
gran altura
y su porte
bien constituido,
caracteres
que destacan
varios
cronistas
de la
época.
Estudios
realizados
nos muestran
que el
promedio
de las
estaturas
era de
1,68 m.
para los
hombres
y 1.65
m. las
mujeres.
Estos
datos
se obtuvieron
del estudio
de los
restos
de 17
hombres
y 2 mujeres
hallados
en distintos
lugares
de la
región,
entre
los que
se cuentan
varios
esqueletos
hallados
en un
cerrito
en la
ciudad
de Rosario.
El rasgo
más
saliente
y característico
de su
economía
es indudablemente
la pesca.
A esta
se dedicaban
todos
los núcleos.
Se ignora
como la
practicaban
aunque
hay indicios
de que
lo hacían
con el
empleo
de redes
y de canoas
monóxilas
–labradas
de un
solo tronco-.
Nuestros
indios
también
vivían
de la
recolección,
especialmente
de la
miel silvestre
en tanto
que para
la caza
tenían
como objetivos
preferidos
a las
nutrias,
venados
y ñandúes.
También
es digno
de mención
el comentario
que realiza
Schmidl
al nombrar
unas “
grandes
ovejas
como las
del Perú”,
que posiblemente
fueran
guanacos
cuya dispersión
en aquella
época
podría
haber
llegado
a estos
lugares.
Como vestimenta
los indios
del Litoral
se cubrían
con un
manto
de pieles,
utilizando
mayormente
la de
nutria
y también
llegaron
a usar
taparrabos
o delantalillos
de tela,
probablemente
producto
del intercambio
con sus
pueblos
vecinos,
los aruac
y guaraníes.
Lucían
adornos
como estrellitas
de piedra
de distinto
color
que llevaban
puestas
en sus
narices.
También
se perforaban
las aletas
nasales
para colocarse
adornos
y tampoco
faltaron
el tatuaje
y las
pinturas
corporales.
Las viviendas
de los
pueblos
del Litoral
se levantaban
sobre
los albardones
vecinos
de ríos
y lagunas
y consistían
en chozas
rectangulares
de paredes
hechas
con esteras
de juncos.
Las de
los timbúes
tenían
subdivisiones
internas
y las
de los
mocoretaes
eran muy
alargadas.
Como armas
usaban
el arco
y la flecha
con punta
de piedra
o de hueso.
El principal
ergológico
que la
arqueología
ha puesto
al descubierto
es la
cerámica.
Aquí,
en el
Litoral,
es donde
la alfarería
adquiere
relevancia,
con verdadera
personalidad,
no por
sus formas
sino que
debemos
distinguir
la decoración
incisa
que se
presenta
de manera
muy especial
en guardas
y figuras
geométricas
y la modelada
que toma
la forma
de apéndices
zoomorfos,
conocidos
como “representaciones
plásticas”.
Muy probablemente
estas
culturas
litoraleñas
que desarrollaron
su mayor
actividad
sobre
las márgenes
del río
Paraná,
han tenido
contacto
con sus
congéneres
del interior
del territorio
provincial
como los
abipones
y mocovíes.
Según
las instrucciones
recibidas,
Juan de
Garay
debía
fundar
una ciudad
respetando
el modelo
de una
cuadrícula
dividida
en manzanas
cuadradas
y éstas
a su vez
en solares
donde
las propias
expedicionarios
construyeron
sus casas.
La materia
prima
utilizada
para las
construcciones
fue la
madera
y el barro.
En los
primeros
ochenta
años
de vida
se habían
erigido
seis templos
de los
cuales
sólo
tres se
conservan.
También
se construyeron
reducciones
para controlar
a los
nativos,
que estaban
bajo el
sometimiento
de curas
pertenecientes
a la orden
Franciscana.
En 1.649
el Cabildo
pide al
Procurador
el traslado
de la
ciudad
según
ya estaba
previsto
por Garay
en el
acta fundacional.
Las razones
eran los
ataques
continuos
por parte
de los
indígenas
y la mala
ubicación
en cuanto
a que
los alrededores
de la
ciudad
se inundaban
y se hacía
dificultosa
la comunicación
con otros
centros
poblados.
Luego
de la
mudanza,
la primitiva
ciudad
fue abandonada
por sus
habitantes
y las
autoridades
civiles
y eclesiásticas
lo hicieron
en el
año
1.661.
Con el
paso del
tiempo
las construcciones
se fueron
deteriorando
y gradualmente
desapareciendo.
Hoy se
conserva
estos
restos
bien cuidados
y cercados
habiendo
sido declarados
en 1.957
Monumento
Histórico
Nacional,
mediante
el decreto
N† 3.129,
considerándose
el conjunto
edilicio
como único
en Hispanoamérica
por reflejar
con bastante
claridad
las características
edilicias
de aquella
época.
En 1.949
el doctor
Agustín
Zapata
Gollán
comenzó
las obras
para dejar
expuestas
estas
ruinas
donde
se encontraron
muchísimos
elementos
de gran
valor
arqueológico
como centenares
de sepulcros
de vecinos
entre
los que
se encontraban
los de
Hernandarias
de Saavedra
y su mujer
Jerónima,
hija de
Juan de
Garay.
Una gran
cantidad
de objetos
exhumados
hoy se
exhiben
en el
Museo
Etnográfico
y Colonial
“
Juan de
Garay
“.Y
en el
Museo
del Sitio
de Santa
Fe la
Vieja.
Alternativas
turísticas
Cayastá
fue el
lugar
donde
se fundó
la originaria
ciudad
de Santa
Fe y es
conocida
más
allá
de nuestras
fronteras
por las
ruinas
del asentamiento
primitivo.
Estas
constituyen
un inigualable
parque
arqueológico
declarado
Monumento
Histórico
Nacional
por tratarse
de la
única
ciudad
hispana
del siglo
XVI que
quedó
prácticamente
intacta,
sin modificaciones
ni agregados
posteriores,
debido
a que
fue abandonada
súbitamente
para trasladarse
sus habitantes
al lugar
donde
se emplaza
hoy la
pujante
Santa
Fe de
la Vera
Cruz..
En 1949,
don Agustín
Zapata
Gollán,
un prestigioso
profesional
santafesino,
exhumó
lo que
quedaba
de aquella
antigua
ciudad
y puso
en evidencia
una reliquia
arqueológica
al hallar
el poblado
con sus
trazas
originales,
sus primitivas
calles,
manzanas
y viviendas
destacándose
la plaza
central,
con el
cabildo,
sus iglesias,
con especial
interés
la Iglesia
de la
Orden
Franciscana
donde
yacían
los restos
de los
habitantes
muertos.
También
pueden
observarse
restos
encontrados
durante
las excavación
en el
Museo
del Sitio
y todo
el parque
cuenta
con óptimas
instalaciones
para que
el turista
disfrute
a pleno
esta maravilla
histórica.
El lugar
cuenta
con buenos
alojamientos
y lugares
para comer.
Todos
los años
se celebran
dos acontecimientos:
en el
mes de
julio,
la Fiesta
de la
Yerra,
en la
cual se
conmemora
la primera
marcación
de ganado
en el
Río
de la
Plata
ocurrida
en el
año
1.576
y en noviembre
la Fiesta
de la
Doma,
festejando
la fundación
de Santa
Fe.
A pocos
kilómetros
de Cayastá,
transitando
por la
ruta provincial
N† 1,
se encuentra
la localidad
de Helvecia
a orillas
del río
San Javier,
lugar
que se
considera
un excelente
pesquero,
especialmente
del afamado
“amarillo”.
La villa
está
ubicada
en un
lugar
pintoresco
y ofrece
al turista
una excelente
oferta
hotelera
y gastronómica,
basada
en pescado.
Continuando
por la
ruta 1
hacia
el norte
aparece
la ciudad
de San
Javier,
importante
centro
de turismo
aventura,
caza,
pesca
y safaris
fotográficos.
Estas
actividades
tienen
lugar
en las
incomparables
islas,
lagunas
y bañados
que se
hallan
diseminados
por sus
alrededores.
También
cuenta
con un
rico pasado
cargado
de historia
que puede
apreciarse
en el
Museo
Parroquial.
Y viajando
80 kilómetros
hacia
el sur
de la
Reserva
Provincial
Cayastá
encontramos
la capital
provincial,
ciudad
que ofrece
una variada
gama de
posibilidades
al turista
que van
desde
el rubro
espectáculos,
como cine
y teatro,
hasta
la visita
a uno
de los
principales
zoológicos
de fauna
autóctona
que existen
en el
país.
La peatonal
permite
realizar
un interesante
paseo
de compras
que se
puede
combinar
con la
concurrencia
a alguno
de los
muchos
ligares
históricos
que pueden
visitarse
como museos,
iglesias
o construcciones
de valor
por su
arquitectura
y por
haber
sido la
vivienda
de algún
personaje
de nuestra
historia.
La costanera
es un
paseo
obligado
por las
vistosas
construcciones
que se
erigieron
en su
trayecto
y en varias
pequeñas
localidades
muy cercanas
hay balnearios
y otras
alternativas
para el
que busca
tranquilidad.
Cómo
llegar
La Reserva
Provincial
Cayastá
está
situada
sobre
la ruta
provincial
N† 1 a
unos ochenta
kilómetros
al norte
de la
ciudad
de Santa
Fe de
la Vera
Cruz y
a sólo
1,5 kilómetros
de Cayastá.
Desde
el norte
–
Reconquista,
Resistencia
–
nos aproximamos
al área
por la
mencionada
ruta 1
. Los
que provienen
del sur
del país
deberán
tener
como primera
meta la
capital
santafecina.
La ruta
nacional
N† 19
acerca
a la ciudad
de Santa
Fe a los
que vengan
desde
Córdoba
y Cuyo.
Problemas
de conservación
La infraestructura
que posee
el área
protegida
que analizamos
puede
considerarse
suficiente
por contar
con un
alambrado
que la
separa
de la
ruta 1,
otro que
hace lo
propio
respecto
al parque
arqueológico,
cuenta
con cartel
sobre
la ruta
de acceso
y personal
de vigilancia.
No obstante
la caza
y la pesca
furtiva
siguen
siendo
amenazas
importantes
para la
unidad
de conservación.
Otro tanto
ocurre
con la
extracción
de leña.
El perjuicio
que provoca
el efecto
de insularidad,
que más
se siente
en las
áreas
de superficie
pequeña,
no es
acuciante
dado que
en los
alrededores,
si bien
hay muchos
campos
afectados
a las
actividades
agropecuarias,
también
los hay
con parches
de vegetación
nativa
y la zona
de por
sí
es poco
apta para
el usufructo
de la
tierra
por las
grandes
extensiones
inundables.
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de Santa
Fe.TomoI.
- Rozatti,
J. C.
1996.
Reservas
de la
provincia
en la
región
de los
bosques
y esteros
del Chaco
húmedo.
Coedición
Diario
El Litoral
y Dirección
de Ecología
y Protección
de la
Fauna
del MAGIC.
Santa
Fe.
- Rozatti,
J.C. y
E. Mosso.
1997.
Áreas
Naturales
Protegidas
Creadas.
Reserva
Provincial
Cayastá
p. 53-55
. Sistema
Provincial
de Areas
Naturales
Protegidas.
Gobierno
de la
Provincia
de Santa
Fe y A.P.N.
Ed. Asociación
Cooperadora
Estación
Zoológica
Experimental.
Santa
Fe.
- Sistema
Provincial
de Áreas
Naturales
Protegidas.
1997.
Gobierno
de la
Provincia
de Santa
Fe, Administración
de Parques
Nacionales.
Pub. De
la Asociación
Coop.
de la
E.Z.E.
Santa
Fe. Argentina.
- Virasoro,
C. Inventario
Ictiofaunístico
de la
Provincia
de Santa
Fe. Museo
Florentino
Ameghino.
Santa
Fe.
Investigación
y Textos:
Gabriel
Omar Rodríguez
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