Monte León

Parque Nacional - Santa Cruz
 
Descripción

EDICION PROVISORIA - EN PROCESO DE DIAGRAMACION

Parque Nacional
Monte León

Ubicación

El futuro Parque se ubica sobre la costa de la bahía Grande (límite este de la provincia de Santa Cruz) en el kilómetro 2385 de la ruta nacional Nº 3 (26). Se encuentra a 45 km al sudeste de Puerto Santa Cruz (1). Comprenderá un sector costero de 32 km de línea de costa (26) y se extenderá desde casi dos kilómetros al noreste del Pico Quebrado, hasta alrededor de 2,5 km al sudoeste del cañadón Jack (1). Se incluirá también dentro del área protegida un sector marino, que será de 3 millas náuticas medidas desde la costa a lo largo de los kilómetros de costa del Parque Nacional (13). Está previsto incorporar un área marina de al menos la misma extensión que el área continental (1)

Puerto Santa Cruz, cabecera del departamento de Corpen Aike, se halla a los 50º 01' de latitud sur y a los 68º 32' de longitud oeste, sobre la margen sur del río Santa Cruz, a 20 km. de su desembocadura en el mar (13). La ciudad capital de la provincia de Santa Cruz, Río Gallegos, se encuentra aproximadamente a 210 km al sudoeste del futuro parque (1).

Superficie

El proyecto pretende la creación del primer parque nacional costero marino del litoral atlántico. Su superficie total será de 61.700 hectáreas.

Fecha de Creación e Instrumento Legal

El 14 de mayo de 2001, la Fundación Vida Silvestre Argentina compró la estancia Monte León con fondos donados expresamente para este fin (1) por la Fundación “The Patagonia Land Trust”. El Plan de Manejo del área fue aprobado en forma unánime por el Comité de Administración del Plan el 30 de julio de 2002. El 14 de noviembre del mismo año, el terreno fue donado por la FVSA al Estado Nacional a través de la Administración de Parques Nacionales (26). Se agregó luego una porción de la propiedad vecina, Dor-Aike, que adquirieron las mismas instituciones, donde se conectan la ruta provincial Nº 63 con la nacional Nº 3.

Relieve

El Parque ocupará un sector ribereño de la bahía Grande (provincia de Santa Cruz) cuya superficie presenta ondulaciones leves que se recortan en acantilados y valles, desnudando su historia a través de los estratos que quedan expuestos en sus laderas y escarpas (13). Sobre la costa, un monte con perfil de león mira al océano. A su lado se alternan acantilados y playas, frecuentemente recorridas por guanacos (26).

La plataforma que une a los acantilados con el mar es una vasta extensión cubierta de arena gruesa y pequeñas rocas (grava) en los sectores más protegidos del oleaje, conformando así playas con fuertes pendientes. En algunos sectores, sin embargo, las playas están formadas por arenas arcillosas compactas, con inclusión de fósiles marinos. Esta plataforma se ve interrumpida por cuerpos rocosos que han resistido la abrasión del mar y continúan erguidos enfrentando sus olas, erosionándose lentamente. Entre pilotes y arcos de roca, la marea y las olas lamen la superficie de la plataforma modificando el relieve con el paso del tiempo. El mar se interna en los sectores más erosionados, dejando muchas veces pozas de agua sobre la superficie (13).

Estas pozas constituyen microecosistemas en sí, pues sus condiciones varían según las mareas, las lluvias y el tiempo que transcurre hasta que el mar regresa a renovar sus aguas, lo cual ocurre sólo durante las mareas más altas. En promedio, la diferencia entre bajamar y pleamar mareas alcanza los 12 metros de altura, algo que lo que los expertos llaman “régimen macromareal”.

Las extensas mesetas se ven interrumpidas por cañadones profundos que, en su totalidad, desembocan en el mar con dirección NO-SE. Por sus valles corren hilos de agua desproporcionados por lo pequeños, que nos hablan de una época en la que esos enormes cañadones se llenaban de agua para desembocar en un mar seguramente mucho más lejano que el actual. El perfil longitudinal de los ríos es muy abrupto (13), lo cual muestra que fueron labrados en aquella época, cuando el río tenía más energía proveniente de la última deglaciación. La forma de los valles también se encuentra en constante cambio, debido, en parte, a la acción de los vientos, pero principalmente a los aluviones que van tornando a sus laderas cada vez menos empinadas. Sobre las mesetas, el viento actúa severamente, generando turbulencia en las pequeñas depresiones del terreno y llegando a ampliarlas hasta crear cuencas lacustres en muchas ocasiones (13).

Caminemos imaginariamente alrededor de la base de la isla Monte León. Cuando se produce la bajamar, podemos descubrir un mundo de maravillas sobre la arena, mojada pero compacta. Muy cerca del monte con forma de león, una gruta con proporciones de catedral es invadida diariamente por el mar (26). Las rocas enterradas emergen de la arena y dejan al descubierto verdaderos acuarios donde podemos detenernos a observar la fauna y flora que no estamos acostumbrados a ver. Si seguimos paseando, tal vez nos encontremos con alguna gruta cuya belleza nos transporte durante unos minutos a un mundo lleno de fantasías. Por ejemplo, la que, excavada por el agua en la roca viva, es famosa por la abertura que, desde su bóveda, permite el paso de la luz. Por eso se la conoce con el nombre de "La Olla" (13). Las playas de Monte León son, desde hace más de cuarenta años, el balneario elegido por las comunidades vecinas (26).

Clima

El clima de la región es semiárido, por lo cual existe una estrecha relación entre la duración del día y el valor de la temperatura registrada. En verano, cuando la duración del día es prolongada, los registros mercuriales oscilan entre los 13°C y los 20° C, con una máxima en el mes de enero, mientras que en la estación invernal, al acortarse el período de iluminación solar, se produce un notable descenso de la temperatura, que llega a una media de 1º C. La mínima se da durante el mes de julio. Las precipitaciones, muy escasas, promedian los 200 milímetros anuales  y la mayor parte cae en invierno (13).

Datos del Servicio Meteorológico Nacional nos informan cómo son los días en la ciudad de Río Gallegos, a 210 km al sudoeste de Monte León, en cada estación del año. En el verano hay tiempo agradable durante el mediodía y en las primeras horas de la tarde, el aire es fresco durante el resto del día y las noches son frías. Durante el otoño, en cambio, el frío es moderado durante el día, agudizándose mientras el sol desciende para culminar en noches muy frías. El invierno se caracteriza por un frío crudo que, durante la noche, se torna muy intenso (temperatura mínima inferior a 0ºC). Por último, a comienzos de la primavera, durante el día el tiempo sigue siendo frío pero más moderado, aunque las noches continúan siendo muy frías. A fines de la primavera los días son frescos y el frío de las noches es menos intenso, aunque no desaparece (25).

El conocimiento del  clima de una localidad es de primordial importancia para comprender la totalidad de los rasgos que la caracterizan. Se debe considerar la acción ejercida por el clima sobre el hombre y sus actividades, porque algunos de sus elementos le imponen sus particulares condiciones. La costa santacruceña es pobre en precipitaciones al aportar los vientos del oeste influencias continentales, es decir, condiciones más extremas sobre el litoral marítimo. El viento es uno de los principales agentes modeladores del relieve y, como tal, su poder erosivo origina las geoformas típicas de la región (véase Relieve). Las invasiones de aire polar provocan descensos bruscos de la columna de mercurio de los termómetros de la zona. A estas olas polares suelen acompañarlas copiosas nevadas, de influencia decisiva para la agricultura de la región (13).

Los datos extremos registrados en Río Gallegos por el Servicio Meteorológico Nacional durante el período que va de 1961 a 1990 indican que, durante el verano, la máxima promedio es de 35º C y la mínima de 2.1º C, en el otoño, de 32 y 14.5º C respectivamente; en invierno, la máxima media no supera los 17º C y la mínima desciende hasta los -20ºC;  por último, en primavera, las temperaturas medias máxima y mínima son de 30.4 y 7.8º C respectivamente (25).

En la Patagonia, ni la marcha de la nubosidad ni las precipitaciones son muy marcadas, pero es interesante observar que, en algunas ocasiones, se registra en Puerto Santa Cruz una verdadera máxima invernal de nubosidad de entre el 60 y el 70%, sin que ello signifique posibilidades efectivas de lluvias (13). Es necesario recordar en este caso que la proximidad del mar suele estar relacionada con la mayor nubosidad. Sobre las costas, el vapor de agua siempre es más intenso; esto, además, produce un clima general con extremos de temperatura amortiguados en comparación con las condiciones climáticas más continentales, debido a las propiedades intrínsecas del agua (mayor calor específico)

Hidrografía

Los ríos de esta zona son poco importantes a escala regional. Encontramos enormes cañadones que entrecortan las mesetas, pero sus pobres hilos de agua no se corresponden con las dimensiones de aquéllos. Con un rumbo noroeste-sudeste muy marcado, los desproporcionados valles poseen hábitos rectilíneos y conforman una red de drenaje actualmente poco interconectada. Esta red de drenaje se encuentra en constante modificación por la acción de los vientos y los aluviones (proceso denominado “remoción en masa”), por lo cual las laderas de los valles van perdiendo constantemente la pendiente y las pocas lluvias apenas alcanzan a labrar pequeños sectores donde comienzan a generar dibujos dendríticos. Estos enormes valles son un relicto de lo que fueron los ríos durante la última deglaciación, cuando eran mucho más caudalosos y consiguieron labrar en el terreno amplios valles de perfil longitudinal abrupto (véase Relieve). Hoy en día, como ya se dijo, el clima de la región es semiárido, y los cuerpos de agua constituyen cuencas lacustres originadas principalmente por la acción eólica (1, 13).

Flora

La provincia fitogeográfica patagónica comienza en el centro de la precordillera, en Mendoza, y se ensancha paulatinamente hacia el sur hasta ocupar la porción occidental de Neuquén y Río Negro, gran parte de Chubut, casi todo Santa Cruz y parte de Tierra de Fuego. La vegetación dominante en toda esta región es la estepa arbustiva (11).

La permeabilidad del suelo, las temperaturas y la escasa precipitación, unidas a los fuertes vientos, determinan un tipo de vegetación adaptada a condiciones muy adversas. En general, forman matas más o menos densas que alcanzan desde 2 o 3 cm de altura hasta cerca de un metro (1). Los arbustos forman matas áfilas, con hojas reducidas y a veces espinosas, o bien predominan especies de arbustos de forma semicircular adaptada a condiciones aun más extremas de viento y sequía, llamadas plantas en cojín. Entre los arbustos crecen dicotiledóneas herbáceas y gramíneas muy apetecidas por el ganado.

La provincia se divide en seis distritos, y sólo en los más húmedos encontramos estepas graminosas. Como la región es tan extensa, la composición de la estepa arbustiva varía a lo largo de la Patagonia. El sector que comprende el futuro Parque Nacional Monte León se encuentra dentro del Distrito Patagónico Central, que presenta comunidades donde el arbusto predominante es el quilenbai (Chuquiraga avellanedae), pero en el sur del distrito, donde se encuentra Monte León, este arbusto es reemplazado por la mata negra (Junellia tridens), de la familia de las verbenáceas (11, 7). La mata negra es un arbusto característico de Santa Cruz, que mide más de medio metro de altura, tiene hojas en forma de escama y, en la parte posterior de sus ramas, espigas de flores de color rojizo durante la floración. Es muy resinoso, por lo que arde fácilmente. Su humo negro y espeso era un  perfecto telégrafo para los indígenas que habitaban la zona (véase Recursos culturales) y ha salvado a más de un explorador perdido en la estepa, pues puede distinguirse hasta desde 10 leguas de distancia (26). Es común encontrar, asociados a este arbusto, al duraznillo (Colliguaya integerrima), la ameghina patagónica (Ameghinoa patagonica) y el botón de oro (Ranunculus cymbalaria Pursh) (13).

En las mesetas del área por proteger se observan sobre todo matorrales, cuyas  especies dominantes son la mencionada mata negra, la mata verde (Lepidophyllum cupressiforme) en sectores más bajos y cercanos a la costa (26), el neneo (Mulinum spinosum) y el quilenbai. En los cañadones y en las barrancas de los valles patagónicos, la vegetación se encuentra defendida del viento y dispone de cierta humedad. Estas características permiten el desarrollo de arbustos relativamente altos, como el molle o incienso (Schinus sp.), el calafate (Berberis cuneata), y variedades de gramíneas (13).

Cerca del mar y en los suelos de los cañadones por donde discurren los ríos, como así también en lugares bajos del interior, aparece una vegetación adaptada a las condiciones salobres, es decir, halófila, cuya fisonomía es la de una estepa de baja cobertura y pobre en especies. Estas comunidades se denominan edáficas, por estar condicionadas por los suelos del lugar. A la dominante mata verde se le suman Chuquiraga aurea, Puccinela sp., Distichlis sp., y varias especies de Atriplex, como A. sagittifolia, A. rosea (7) y estepas de zampa (A. lampa). Muchas especies de este último género, como otras también halófilas, son plantas carnosas, con hojas muy reducidas, entre las que podemos citar también a Salicornia sp. y  Prosopis patagonica (13).

Fauna

Monte León se encuentra en un sitio de gran belleza escénica y es uno de los más importantes apostaderos de fauna marina de la provincia de Santa Cruz (1). Si tenemos la suerte de visitar ese sitio podremos disfrutar del espectáculo brindado por un imponente número de especies que utilizan el área para la reproducción o como lugar de paso en sus rutas migratorias. Se han registrado al menos 68 especies de aves y 20 de mamíferos en el área del futuro Parque Nacional (26). Gaviotas, albatros y petreles visitan la costa junto al pingüino y a los cormoranes. Dominarán nuestra atención estas aves marinas a medida que nos acerquemos a la isla Monte León, a la que podremos rodear sólo durante las mareas más bajas. Estas mareas no se dan todos los meses, y cuando ocurren, tendremos sólo cinco o seis días para caminar por la superficie que quedó al descubierto (13).

Luego de varios estudios se ha podido determinar que existen al menos nueve variedades de aves marinas que se reproducen allí. La colonia de pingüinos de Magallanes o pingüino patagónico (Spheniscus magellanicus) cuenta más de 6.000 individuos y ocupa 25 hectáreas, lo que la convierte en la cuarta colonia en importancia del país (26). También encontramos en la isla Monte León, asociadas a los acantilados, cuatro especies de cormoranes: el imperial (Phalacrocorax atriceps), el gris (P. gaimardii), el roquero o de cuello negro (P. magellanicus), y el biguá (P. olivaceous). Además, están presentes la gaviota cocinera (Larus dominicanus), la gaviota austral (Leucophaeus scoresbii), la garza bruja (Nycticorax nycticorax), el ostrero negro (Haematopus ater) y el gaviotín sudamericano (Sterna hirundinacea) (13). Con respecto al cormorán gris, cabe subrayar que el área cuenta con una de las trece colonias conocidas para nuestro litoral marino de esta ave escasa (1), inconfundible por su plumaje gris oscuro, con las alas engalanadas de plateado, notables patas de color rojo y la base del pico amarillo (5). Esta hermosa ave constituye una especie de alta prioridad para la conservación, pues hasta hace poco (1984) se creía que las únicas poblaciones que nidificaban en la Argentina eran las de Cabo Blanco, la ría Deseado, y la bahía San Julián, todas en la costa santacruceña. En 1986/7 se realizaron relevamientos en todo el litoral de Santa Cruz que arrojaron esperanzas sobre la vulnerabilidad de esta especie, ya que se encontraron nuevas colonias (6). La creación de un área protegida de la magnitud que tendrá el futuro parque nacional es una de las medidas tal vez más acertadas que pueden tomarse para la conservación de estas aves.

Entre 1993 y 1996 se elaboró el Plan de Manejo Integrado de la Zona Costera Patagónica (PCZMP), un buen ejemplo de lo que debería hacerse regionalmente en otros países (véase Problemas de conservación). El PCZMP incluyó una sección de vida silvestre, para la cual se llevó a cabo un relevamiento de aves y mamíferos marinos a lo largo de 3.000 km de costa (17). En los estudios realizados para dicho Plan se detectó que existen, además de las mencionadas nueve especies de aves marinas que se reproducen en la zona, otras 38 especies de aves marinas, costeras y/o terrestres, 2 de mamíferos marinos cuya reproducción se ha confirmado, y otras 4 especies de mamíferos marinos, algunas de las cuales son comúnmente avistables. También los pinnípedos concurren a las costas de Monte León durante su época reproductiva. Por ejemplo, allí se dan cita cada año miles de lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens), junto a las colonias de nidificación del pingüino magallánico. Este animal  ha sido perseguido por los cazadores durante muchos años para utilización de su cuero. Hasta 1940, el entonces Ministerio de Agricultura de la Nación autorizaba la caza y faena de 10.000 animales por temporada.

Los tehuelches llamaban a este sitio Kimirik Aike, que significa “La Lobería” (véase Recursos culturales). Actualmente, la población de lobos marinos depende principalmente de los recursos de los que disponga en el mar y del impacto que generen los visitantes (26).

Además de las aves y mamíferos marinos, la fauna litoral de la zona está representada por los róbalos (Eleginops maclovinus) y el pejerrey de mar (Odontesthes sp.), entre los peces más comunes. Por otro lado, un  importante número de especies de mamíferos terrestres, como así también de peces, invertebrados y algas, aún no ha sido evaluado en forma completa (13).

La Subsecretaría de Turismo de la Provincia  de Santa Cruz confeccionó la siguiente lista con datos poblacionales de aves y mamíferos marinos que se encuentran dentro del área protegida por crear (13):

Pingüino de Magallanes: Como dijimos, es la cuarta en importancia en cuanto al número de adultos reproductivos, pues la población reproductiva es de 21.110 parejas.

Cormorán Imperial: Esta especie nidifica en Pico Quebrado o Cerro Bayo (límite norte del parque), con un total de 548 parejas reproductivas.

Cormorán Roquero: Esta especie nidifica en Pico Quebrado, con un total de 83 parejas reproductivas.

Cormorán Gris: Nidifica en las cuevas de Monte León con un total de 5 parejas reproductivas.

Gaviota Cocinera: Esta especie nidifica en la isla Monte León, con un total de 85 parejas reproductivas registradas.

Gaviota Austral: Se sabe que esta especie nidifica en la zona pero se desconoce el número de nidos activos.

Garza Bruja: Se sabe que esta especie nidifica en la zona pero se desconoce el número de nidos activos.

Ostrero Negro: Se sabe que esta especie nidifica en la zona pero se desconoce el número de nidos activos.

Gaviotín Sudamericano: Esta especie nidifica en la zona pero se desconoce el número de nidos activos.

Lobo Marino de un pelo: El apostadero reproductivo se encuentra en Pico Quebrado, donde se registró un total de 898 individuos adultos y 135 crías.

Elefante Marino: En la zona de Pico Quebrado y del Monte León pueden observarse ejemplares apostados de esta especie.

Ballena Franca Austral: Se han registrado 19 avistajes de esta especie entre  1986 y 1990.

Tonina Overa: Se observa una población de 20 individuos.

Pero el parque pretende proteger mucho más que fauna litoral y marina, pues su superficie incluirá una buena porción de estepa patagónica, cuya fauna también comparte el litoral marítimo. La fauna de la estepa tiene especies adaptadas a las duras condiciones climáticas de la región. Entre ellas encontramos roedores como la mara o liebre patagónica (Dolichotis patagonum) (1), que se encuentra en vías de extinción, por lo cual ha sido categorizada como especie vulnerable en la Argentina (27). Otros roedores que podemos localizar en la región son el ratón conejo (Reithrodon auritus), un regordete animalito de enormes ojos y aspecto similar al de un pequeño conejo con cola larga, de coloración generalmente gris y hábitos nocturnos, que vive en extensos sistemas de túneles donde duerme de día y sale de noche para pastorear las hierbas tiernas; el tuco-tuco (Ctenomys sp.), por otra parte, pertenece al grupo de roedores llamado Hystricognatos, y  comparte con el ratón conejo el hábito fosorial, por lo que posee enormes uñas que le permiten excavar con facilidad, aunque estos animales suelen ser activos tanto de día como de noche.

El tuco-tuco es conocido por su sonido, “tuc-tuc”, que podría ser una especie de llamado, indicativo de cierta complejidad social en estas especies de roedores. Los cuises chicos (Microcavia australis), por su parte, son un poco más fáciles de avistar porque están activos durante el día y suelen asomarse al borde de los caminos y rutas, llamando la atención con esa típica alarma que emiten, a veces, erguidos sobre sus patas traseras (18).

Pero tal vez el rasgo saliente de la fauna local sea la presencia de otro mamífero mucho más conspicuo, el guanaco (Lama guanicoe), codiciado por el valor de los cueros de sus crías, denominadas “chulengos” (13). El guanaco es bastante abundante en este área (26). Su pelaje es largo y grueso, de color ocre o amarillento, y su altura hasta la cruz es de alrededor de 1.10 m (10). Es típico de los ambientes abiertos, donde se lo puede ver en tropillas de varias decenas en los lugares donde es más abundante, aunque tal vez muchos de estos sitios actualmente se hallen invadidos por especies exóticas, principalmente por el ganado. Como el guanaco, el ganado prefiere pastorear en los mallines, donde las hierbas son más tiernas y la disponibilidad de agua es mayor. Así, esta especie de camélido sudamericano muy posiblemente se encuentre en los sectores más pobres desde el punto de vista nutricional de lo que era su distribución original. El guanaco es un emblema de la Patagonia, y asegurar su perpetuidad a través del cuidado de sus ambientes es una necesidad que atañe a esta generación.

Por otra parte, hay en el futuro parque otra especie de mamífero del grupo de los edentados (orden al que pertenecen también el oso hormiguero y el extinguido gliptodonte, por ejemplo) Nos referimos al piche patagónico (Zaedyus pichiy), que habita hoy en todo el departamento de Corpen Aike (13). Monte León alberga también al grupo de mamíferos tal vez más conocido por la gente, el de los carnívoros, cuyos representantes mayores en este sector del país son el puma (Puma concolor) y el zorro colorado (Dusicyon culpaeus) También son comunes otros carnívoros de menor porte como el zorro gris chico (Dusicyon griseus) y el zorrino patagónico (Conepatus humboldtii) (1).

También las aves se han adaptado a condiciones de vida terrestres en la estepa patagónica, como el ave corredora (orden Rheiformes) típica de la zona, el choique o ñandú petiso (Pterocnemia pennata), que es abundante en ciertos sectores del futuro parque (26) y se desplaza estacionalmente en migraciones locales, junto con el guanaco. Estas especies van en grupos desde la costa hacia sectores más continentales durante el verano, y huyen de estos sitios hacia la costa nuevamente en el invierno, debido a que los suelos allí se congelan menos. También contamos en la zona con dos especies de perdices americanas (orden Tinamiformes), como la martineta común (Eudromia elegans) (1) y la quilula patagónica (Tinamotis ingoufi) (13).

Las aves rapaces están representadas por varias especies de frecuente observación diurna, como el aguilucho común (Buteo polyosoma), también llamado “ñanco” (que significa “águila” en el idioma de los mapuches), cuyos vientre y pecho de un blanco llamativo lo hacen  distinguible en vuelo. Sin embargo, hay que señalar que, como todas las rapaces, esta especie se caracteriza por presentar importantes variaciones de coloración, algo que en dicho género se denomina “fases”. Por ello, por ejemplo, se encuentran ejemplares completamente negros, es decir, melánicos. Cuando presentan su coloración típica, las hembras de esta especie se diferencian a simple vista de los machos por tener la parte superior del dorso rojizo. Otra rapaz diurna cuya distribución llega hasta Monte León es el águila mora (Geranoaetus melanoleucus), una rapaz de mayor tamaño que la anterior y de magnífica presencia, que surca los cielos en busca de corrientes de aire ascendentes, mostrando una silueta característicamente triangular que la hace fácil de distinguir. En el pecho posee un triángulo gris azulado que resalta sobre su vientre blanco y le da a su imagen un carácter brioso. Entre las rapaces nocturnas podemos citar al tucuquere (Bubo magellanicus), un búho de gran tamaño y plumaje jaspeado, no muy oculto por lo general, que presenta las plumas de la cabeza en forma de dos grandes orejas triangulares o cuernos separados, que le valieron el nombre en inglés de “lechuza grande cornuda” (Great Horned Owl).

Si bien los ofidios son escasos en la región, entre los reptiles de la estepa resultan comunes, en cambio, las lagartijas diurnas de la familia Iguanidae, y las de los géneros Liolaemus y Diplolaemus (1). Hasta el momento se registraron 4 especies de reptiles en la zona (26).

Recursos Culturales

A lo largo de la historia, pasaron por Monte León visitantes, exploradores, piratas, loberos, militares, científicos y naturalistas, como Magallanes, Drake, Fitz Roy, Piedrabuena, Py, Spegazzini, Moyano, Lista, Ameghino y Moreno, además del padre De Agostini y Carlos J. Gradín, quien dejó, como muchos otros, el valiosísimo legado de sus relatos (26). Pero pasemos a mencionar algunos hechos que pueden ubicarnos en la historia de este sitio.

Puerto Santa Cruz, a 45 km del futuro Parque Nacional, es la ciudad más antigua de la provincia de Santa Cruz, por lo cual cuenta con una larga historia. Algunos autores nos dicen que el primero en avistar las costas de esta localidad fue el capitán español Juan Serrano, integrante de la expedición de Hernando de Magallanes que, en 1519, cuando buscaba el estrecho que hoy lleva su nombre, entró en la ría Santa Cruz con la nave Santiago (13). El capitán Serrano, al perder el buque en la bahía, la descubrió para la historia (30). Sólo en el siglo XIX se realizan nuevas expediciones. King y Fitz Roy dieron a conocer la “Bahía de Santa Cruz” a la ciencia geográfica después de 1834, cuando el Beagle fondeó cerca de sus costas (30). En 1862 fondea en la bahía la goleta Tilcon, de la cual desembarcaron los misioneros anglicanos Schmidt y Hunzinker, con el propósito de evangelizar a los tehuelches. Los misioneros se instalaron en la margen sur del río Santa Cruz, sobre un cañadón que luego se llamaría cañadón Misioneros. Un año más tarde se retiraron de la zona (13).

En octubre de 1876, Francisco P. Moreno arribaba por segunda vez a la llamada bahía Santa Cruz, y describió su llegada de la siguiente manera: “entrando por el lado norte orillando la costa medanosa, se presenta por la proa el Monte Entrance, siguiendo hacia el oeste, una línea de colinas uniformes. (...) Hacia el sudoeste, entre los barrancos elevados de la costa, se destaca el Monte León. (...) Desde la entrada hacia el oeste-noroeste, una serie de cerros listados, quebradas angostas, colinas cubiertas de arbustos, llegan hasta punta Keel, donde Fitz Roy varó el Beagle para reparar las averías causadas por el arrecife de Puerto Deseado.” (30).

Por ese entonces, la isla Pavón era el punto poblado más austral de la Argentina, y cuando Moreno llegó a esta isla, lo recibieron Isidoro Bustamante, “gaucho santiagueño que el azar de la vida ha conducido (hasta allí)”, según las palabras del mismo Moreno, y el subteniente don C. Moyano, quien le manifestó en ese momento su deseo de acompañarlo en el resto del viaje (30).

El 1° de diciembre de 1878 se creó la Subdelegación Marítima de Puerto Santa Cruz, a cargo del teniente de marina Carlos Maria Moyano. Se instaló también en ese año, por iniciativa del gobierno, una colonia agrícola-ganadera (13). La ubicación del puerto no era la que hoy en día tiene. La isla Pavón mide aproximadamente 2 km de largo, y según cuenta Moreno, en el centro estaba situada la población principal, que contaba únicamente con cuatro piezas pequeñas unidas y un corral para el ganado y los caballos. Estas construcciones estaban rodeadas por una palizada que “en otro tiempo pudo servir como defensa” (30), y por fuera de la misma se encontraban dos piezas separadas más, en las cuales se realizaba el intercambio con los indios: una funcionaba como almacén y la otra como depósito de las materias primas que aquellos traían a los cristianos. En la carta de Fitz Roy, la isla Pavón lleva el nombre de Islet Reach, y pertenecía en los tiempos de Moreno al capitán Piedrabuena, por donación del Gobierno de la Nación (30).

Poco tiempo después, el asentamiento poblacional se traslada de Cañadón Misioneros al lugar donde actualmente se encuentra Puerto Santa Cruz. En ese entonces, Carlos María Moyano era gobernador del territorio y Puerto Santa Cruz, su capital. La primera construcción de la nueva localidad había sido la casa del gobernador y estaba ubicada en lo que ahora se denomina Cañadón Quemado (a escasa distancia del centro urbano actual). En 1887, el entonces gobernador Ramón Lista trasladó la sede del gobierno territorial a su actual localización, Río Gallegos (13). Recordemos que, por aquellas épocas, las provincias patagónicas (al igual que otras del centro y noreste del país) no eran estados autónomos sino que dependían del gobierno central bajo el nombre de “territorios nacionales”.

Por otra parte, muchas veces la historia nos cuenta sobre la diversidad y abundancia de animales a través de las leyendas y costumbres de los nativos. En este caso, como ya dijimos, los tehuelches llamaban a un sector del futuro parque “Kimirik Aike”, que significa “La Lobería”, haciendo de esta manera mención a los lobos marinos, que constituyen hoy día un elemento conspicuo del paisaje de la zona (véase Fauna). En la Patagonia, una buena base analítica de diferenciación étnica es la lingüística. Los tehuelches, cuyo hábitat original era toda la región, desde la cordillera a la costa y desde el río Chubut hasta el estrecho de Magallanes, pueden dividirse en dos grupos según su lengua: uno boreal y otro austral. En la zona de Monte León habitaban los tehuelches meridionales o “ahonikenk”, aunque su carácter nómade permite suponer que no residían permanentemente allí. Estos indígenas hablaban una lengua tehuelche que lamentablemente ya se ha extinguido (28). Llevaban en sus espaldas hermosos “quillangos”, que consistían en cueros de guanaco que usaban con la superficie de pelo hacia adentro para conservar el calor, y pintaban la superficie expuesta con llamativos colores. Las mujeres tehuelches se encargaban de preparar los cueros y también de tejer vinchas de tela que usaban todos. Es interesante notar que cuando el español arribó a las costas argentinas se sorprendió por el porte de los indígenas de la zona, generando leyendas sobre los “gigantes australes” que hoy se traducen en graciosos dibujos donde se caricaturiza a los colonizadores como pequeños hombrecillos frente a los nativos (29).

La isla Monte León fue el yacimiento guanero más importante del país. Entre 1933 y 1960 se extrajeron de allí más de 10.000 toneladas de guano (en el sector Cormoranes). Según relató Carlos Gradín, un cablecarril de acero unía la tierra firme con la isla, a unos 200 m de distancia. Una zorra volante transportaba el guano en bolsas hacia Puerto Santa Cruz, y los obreros que trabajaban en la recolección debían trepar 30 m por una precaria escalera colocada contra un empinado paredón (26).

A fines del siglo XIX, Monte León se convirtió en una estancia de explotación ovina que llegó a albergar hasta 40.000 ovejas (26).

Para terminar, vale citar un pasaje de “Viaje a la Patagonia Austral”, de Francisco P. Moreno, que nos sitúa en un momento de 1876 en las costas de Monte León: “La vida que aquí se pasa es monótona, pero la visita que hacen de cuando en cuando los indios tehuelches, que llegan en procura de los resultados de la industria europea (..) proporciona distracción a sus habitantes, tomando compensación al mismo tiempo del sacrificio que hacen los que viven en este punto” (30).

Cómo Llegar

Los centros urbanos más cercanos al casco de la Estancia Monte León son Comandante Luis Piedra Buena, a 35 km al norte, y Puerto Santa Cruz, a 54 km al noreste (26).

La localidad de Puerto Santa Cruz es la zona urbana más importante próxima al lugar. Esta ciudad se comunica hacia el sur con Río Gallegos (capital de la Provincia) y hacia el norte con la Capital Federal a través de la ruta nacional Nº 3, que corre paralela a la costa atlántica. Además, la ruta Nº 288 la comunica con la localidad de Comandante Luis Piedra Buena y se la utiliza como camino de empalme con la ruta Nº 3  (13).

El área seleccionada para Parque Nacional se divide en dos sectores en función de los accesos a la misma. Uno de ellos es el denominado Monte León, al cual se llega partiendo de Puerto Santa Cruz y siguiendo la ruta nacional Nº 3 hacia el sur, hasta pasar la Estancia Monte León, un importante establecimiento ganadero de la zona. Si continuamos por la ruta llegaremos a la entrada de un camino vecinal de tierra que nos aproximará nuevamente a la costa, distante 19 km del cruce con la ruta N°3. Este camino se encuentra en muy buen estado. Sorteando antiquísimos montes de curiosas formas, entre los que se destaca uno que se asemeja a un inmenso león africano, que le da nombre a la estancia, y luego de recorrer desde la partida 70 km, arribaremos al futuro Parque, un tesoro de nuestra naturaleza enclavado en la costa del Océano Atlántico.

El otro sector se denomina Pico Quebrado. Al norte del parque, sobre la costa, hay un pequeño cabo al cual se llega desde Puerto Santa Cruz, como ya describimos, pero en lugar de seguir hasta la estancia Monte León hay que pasar por el casco de la Estancia Monte Entrance, recorriendo luego 30 km. por un camino de tierra. En las cercanías de este cabo encontramos un monte denominado Pico Quebrado, donde hay una lobería y una colonia mixta de cormoranes. El sector de Pico Quebrado se caracteriza por un paisaje de cerros altos y cañadones profundos que dificulta el trazado de caminos de acceso. Actualmente, en el área no existe ningún tipo de infraestructura. La presencia de la lobería, la colonia de cormoranes, grandes manadas de guanacos y su cercanía a Puerto Santa Cruz hacen del sitio un lugar ideal para el turismo. Allí es donde se ha previsto que el visitante reciba información e instrucciones para una mejor interpretación de la fauna y el paisaje del lugar. Dado que, en este sector, la costa presenta acantilados de bordes abruptos y susceptibles de desmoronarmiento, es imprescindible la construcción de plataformas de observación para la lobería y para la cormoranera (13).

Alternativas Turísticas

El área se dividirá en dos sectores en función de los accesos a la misma (véase Cómo llegar). En el sector de Pico Quebrado hay, como se dijo, una lobería de aproximadamente setecientos animales y una colonia mixta de cormoranes. Aquí, además de observar la lobería y la cormoranera, se podrá realizar una caminata desde Pico Quebrado hasta el sitio denominado "El Barco". Dado que la distancia existente entre ambos puntos es de 3,5 km y la costa es acantilada en ese tramo, este circuito debería llevarse a cabo con un guía autorizado.

El sector de Monte León también se caracteriza por su relieve abrupto y quebrado, con importantes cerros como el Monte León y el Observación y numerosos valles y escarpas, originados por procesos de erosión hídrica. Frente a la isla Monte León existe un sector que se usará para recibir a los turistas y desde aquí se podrá partir para realizar dos interesantes caminatas: 1) recorrer el cerro Monte León, observar cormoranes nidificando en acantilados y lobos marinos apostados en la base del cerro, y 2) caminar por la playa alrededor de la base de la isla, algo que sólo puede llevarse a cabo cuando la marea se encuentra baja. Otro interesante sector de esta zona es la pingüinera, lugar al que se llega por un camino de tierra de aproximadamente 15 kilómetros desde la isla de Monte León (13).

Considerando el uso turístico y el potencial educativo que tendrá el Parque Nacional, se ha propuesto dividir al sector Monte León en tres subáreas. La Subsecretaría de Turismo de la Provincia de Santa Cruz informa, en su sede de Buenos Aires, sobre el plan provisorio de sectorización operativa que tendrá el parque en función de su futura infraestructura, de la siguiente manera:

Zona de viviendas de guardaparques y depósito-garaje común: en esta área también se instalarían tanques para el almacenamiento de agua, generadores de energía, caballeriza, etc. Esta zona no estaría abierta a los visitantes y sería para uso exclusivo del personal del Parque Nacional.

Zona frente a la isla de Monte León: ésta sería el área de llegada de los visitantes y donde se encontraría el centro de interpretación, estacionamiento y plataforma de observación de la isla (guaneras y otras especies que allí nidifican). Dos alternativas interesantes para los visitantes consistirían en caminatas por circuitos que se establecerán y con guías autorizados, desde este sitio hasta: 1) el cerro Monte León, donde se podrán ver cormoranes nidificando en acantilados y lobos marinos apostados en la base del Cerro; 2) la base de la isla Monte León, por la playa. Es  necesario estudiar con más detalle la factibilidad de esta alternativa, dado que puede llevarse a cabo sólo con las mareas más bajas (5 o 6 días por mes) y, como la costa es acantilada, cualquier circuito deberá pasar muy cerca del sector de viviendas del personal de guardaparques, por razones de seguridad.

Zona de Pingüinera: a esta zona el visitante puede llegar por un camino de tierra que comienza en el de acceso principal (ubicado aproximadamente a 7 km de la isla Monte León). La colonia de pingüinos se encuentra aproximadamente a 15 km de la isla. Por tal motivo, es imprescindible la presencia de personal del parque en el lugar. En este sector se deberá trazar el sendero de interpretación, basado en estudios de reacción y comportamiento de los animales, de manera de reducir al mínimo el impacto producido por la presencia humana y, al mismo tiempo, lograr que el visitante vea y comprenda la estructura y dinámica de una colonia de pingüinos de Magallanes.

Existe un segundo asentamiento reproductivo de pingüinos de Magallanes ubicado en las cercanías de la base del cerro Monte León. Dado su pequeño tamaño (en número de nidos y superficie) y su alto grado de deterioro (arbustos quemados y destruidos) no es recomendable permitir las visitas al mismo, por lo que debería cerrarse su acceso a los visitantes (13).

En cuanto a las instalaciones que ofrece el camping de Monte León, hay que señalar que cuenta con agua potable, almacenada en dos tanques australianos de 30.000 litros cada uno. También hay baños públicos para damas y caballeros, con instalaciones completas y piletas para lavar. Distribuidos en distintos lugares de esta zona hay 14 chulengos o parrillas.

Según el plan de manejo aprobado, el galpón de esquila que se encuentra en el casco de la estancia, a metros de la ruta nacional N° 3, será convertido en un centro donde el visitante conocerá los diversos valores del presente y del pasado en el área. Además, en el edificio que fue la casa del administrador se ha habilitado ya una hostería y la antigua carpintería-herrería se acondicionará para oficina de informes (26). En la costa se construirán pasarelas, miradores y otros servicios.

Desde noviembre hasta abril el guardaparque vive en el lugar (ocupa lo que fue la casa del encargado de la estancia) y entre sus tareas se cuenta la de ofrecer información turística. Es importante destacar que se realizará un monitoreo periódico en todos los asentamientos faunísticos, especialmente en los que reciben visitas. A partir de estos estudios se podrá obtener una aproximación del número máximo de visitantes que pueden soportar (13).

Problemas de Conservación

Un importante número de especies utilizan la zona de Monte León para la reproducción o como zona de paso en sus rutas migratorias y/o de dispersión (13).

La Administración de Parques Nacionales ha escogido este magnífico lugar para asentar uno de los nuevos cinco parques nacionales que tendrá la Argentina, debido, entre otros motivos, a la inexistencia de una zona de protección que alcance tanto a la parte costera de nuestro país como a las zonas circundantes y que, además, contenga colonias reproductivas de aves y mamíferos marinos (13).

El área costera es particularmente importante para la sociedad por la industria pesquera y por las poblaciones humanas que alberga. Esto crea problemas porque las mismas áreas que proveen alimento y vivienda también son las que sufren mayores abusos (17).

Estos ecosistemas cumplen, además, una importante función en el almacenamiento y reciclado de nutrientes, la regulación del balance hídrico y el filtrado de contaminantes. Los procesos biológicos contribuyen al clima global removiendo dióxido de carbono y produciendo una importante proporción de la cantidad global de oxígeno. Como otros ambientes marinos del mundo, el Mar Argentino cumple la mayor parte de estas funciones y se encuentra sometido a una serie de actividades humanas que amenazan su conservación (19). Estas actividades generan disturbios tales como contaminación marina, eutroficación, competencia por disponibilidad de presas y aumento del ruido subacuático, que afectan a los mamíferos marinos costeros.

Por lo general, en los planes de manejo de la administración de pesca nacional en Sudamérica estos factores no son considerados para el manejo de las zonas costeras (17), como tampoco lo es la interacción entre las actividades pesqueras y otros elementos del ambiente marino; en los planes de manejo regionales, dicha interacción se tiene en cuenta sólo parcialmente. Por lo tanto, resulta difícil medir con cierta precisión el grado de interacción entre las diferentes especies de cetáceos y las pesquerías (17). Muchas de las especies marinas cumplen parte de su ciclo anual fuera del ámbito de las reservas, desplazándose a lo largo de las jurisdicciones de diferentes provincias o, incluso, traspasando límites internacionales. Esto hace necesaria la coordinación, tanto entre las autoridades de aplicación de las diferentes provincias, como entre las autoridades nacionales y provinciales con las de los países limítrofes, de manera de lograr la efectiva protección de las especies migratorias (19).

Las áreas destinadas a la protección de ambientes marinos en la Argentina son pocas y, en general, relativamente pequeñas. Dado el actual conjunto de AMPs (ambientes marinos protegidos), el porcentaje de superficie marina protegida inferior al uno por ciento de la superficie total del Mar Argentino. Varias especies que mortivaron la creación de muchas de las actuales reservas terrestres dependen del medio marino para su alimentación, descanso o migración y, sin embargo, dichas reservas no incluyen áreas significativas del mar adyacente (19).

En las costas patagónicas de la Argentina, estas interacciones han sido monitoreadas desde 1989. Un buen ejemplo de lo que debería hacerse regionalmente en otros países fue el desarrollo del Plan de Manejo Integrado de la Zona Costera Patagónica (PCZMP), entre 1993 y 1996. Dicho Plan incluyó una sección de vida silvestre, para la cual se relevaron los asentamientos de aves y mamíferos marinos a lo largo de 3.000 km de costa (17). Además, se ha puesto en marcha un proyecto del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, denominado “Consolidación e implementación del plan de manejo de la zona costera patagónica para la conservación de la biodiversidad”, con el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto como agencia ejecutora y la Fundación Patagonia Natural como unidad técnica. Este proyecto, de cinco años de duración, incluye objetivos directamente relacionados con las AMPs. Por medio de ellos se intentará resolver algunos de los problemas arriba mencionados, incluyendo la creación de nuevas AMPs, la elaboración y actualización de planes de manejo, el establecimiento de las bases para una red regional de AMPs y el fortalecimiento de aspectos institucionales. Estos objetivos se llevarán a cabo en colaboración con los gobiernos e incorporando un proceso participativo en el marco de un programa regional de manejo integrado de la zona costera (19).

Es interesante destacar que, a diferencia de muchos otros lugares del mundo, no se han declarado hasta el momento áreas marinas protegidas con el objetivo específico de lograr la sustentabilidad de las actividades pesqueras. No obstante, existen tres zonas de veda que en la práctica están sujetas a un control similar al de las AMPs para la actividad pesquera. Estas zonas de veda protegen durante períodos determinados del año las áreas de desove y crianza de especies de importancia comercial, tales como la merluza común en la zona de Isla Escondida (Chubut), el langostino en el Bajo Mazarredo (Santa Cruz) y la vieira patagónica sobre la isobata de 100 metros, frente a las provincias de Buenos Aires, Río Negro y Chubut (19).

Por otra parte, la búsqueda de petróleo y las operaciones para su extracción llevadas a cabo cerca de las costas pueden tener efectos negativos sobre las comunidades residentes de pequeños cetáceos, además acentuar el disturbio de los patrones de migración de las ballenas y otras especies migratorias. En la Argentina y Chile, la explotación de hidrocarburos a gran escala tiene consecuencias ecológicas aún desconocidas (17).

La mayoría de las AMPs carece de planes de manejo o bien éstos no están actualizados o no se han puesto en práctica. En este sentido, la provincia de Chubut se encuentra más avanzada que el resto. Cabe destacar que tanto Chubut como Santa Cruz han comenzado recientemente con un programa de actualización de estos planes. Por otro lado, menos de la mitad de las reservas del litoral posee personal, y para muchas de ellas éste es aún insuficiente (19).

La enunciación de objetivos claros permite definir mejor las estrategias de implementación, incluyendo la elaboración de planes de manejo, controles, monitoreos y mecanismos para evaluar el éxito de las AMPs (19). El objetivo principal del proyecto de protección de esta área es brindar la posibilidad de conservar y preservar la diversidad biológica de un sector representativo de costas marítimas patagónicas, pero también intentar generar un modelo para la posible creación de áreas similares, tanto provinciales como municipales, fortalecer la formación de personal para el manejo de recursos naturales, desarrollar estudios de conservación de especies que se puedan implantar en otros sectores costeros y crear un programa de educación sobre la problemática ambiental de la costa patagónica (13).

La creación de un área protegida con categoría de Parque Nacional en la zona de Monte León reviste una importancia enorme, tanto a escala nacional como provincial. Hasta el momento, en el país existe sólo un Parque Nacional que alcanza la zona costera (Tierra del Fuego) y ninguno que involucre aguas circundantes y que contenga colonias reproductivas de aves y mamíferos marinos. Por lo tanto, este parque hará un importante aporte al desarrollo de una estrategia nacional de conservación de la biodiversidad por parte de la Administración de Parque Nacionales. A escala regional o provincial, la creación de un parque nacional costero y marino será de gran relevancia, pues si bien existen numerosas reservas naturales provinciales a lo largo de la costa patagónica, ninguna de ellas involucra un sector de aguas costeras. Por otro lado, en muchas oportunidades las provincias carecen de los recursos económicos suficientes para el mantenimiento y control de sus áreas protegidas, por lo que muchas de ellas no funcionan como tales. Esta escasez de recursos económicos afecta también la capacitación de personal en las provincias, que a pesar de sus grandes esfuerzos no logra alcanzar el  grado de formación que una buena gestión exige. En este sentido, la existencia de un parque nacional costero equipado y con personal idóneo resultará de gran utilidad para la capacitación de personal técnico provincial (13).

Bibliografía

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Investigación y Textos: Ana Laura Monserrat
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez

 


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