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Casa de Piedra

Área Natural Provincial -Río Negro
 

EDICION PROVISORIA - EN PROCESO DE DIAGRAMACION

Dique Casa de Piedra

Categoría

De acuerdo a lo indicado en la ley Provincial N° 2669 que establece el Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas, cada área deberá llevar la categoría que se le asigne en el Plan de Manejo. Dado que la presente unidad de conservación aún no tiene finalizado dicho documento, se interpreta que por las características de la misma debería corresponderle la calidad que enuncia la mencionada Ley : “CATEGORIA VII : Ambientes Artificialmente Generados: Se consideran como tales a los ambientes y hábitats generados por el hombre como consecuencia de obras que modifican la naturaleza de un sitio o área en particular. Los objetivos básicos serán la investigación, seguimiento y monitoreo de los procesos evolutivos, orientados a la búsqueda de conocimientos y técnicas apropiadas para el manejo de estos nuevos recursos. La autoridad de aplicación podrá prohibir la introducción de especies exóticas; actividades recreativas y asentamiento humanos, si atentan contra los objetivos de conservación, siempre que no estén vinculados a la función técnica y objetivos propios de la obra u obras que modificaron el área. Si el Estado Provincial no detenta el dominio del área, realizar convenios para dictar pauta conjuntas de manejo, en la búsqueda de permitir la continuidad de los procesos evolutivos naturales. De la misma manera, para aquellos casos en que la generación de éstos ambientes artificiales originaron daños irreparables sobre grandes espacios naturales, la autoridad de aplicación podrá obligar a los responsables a crear a su costo Áreas Naturales Protegidas de la misma superficie afectada o su equivalente ecológico”.

 Ubicación

 El Dique Casa de Piedra se encuentra en el centro-norte de la Provincia de Río Negro, sobre el Río Colorado, a 100 kilómetros aguas arriba del paraje La Japonesa, en el Departamento General Roca. Las coordenadas donde se ubica el embalse son 38° 15’ Lat S. y  67°  30’ Log.O.

Superficie

El embalse posee a cota máxima una superficie de 36.000 hectáreas, dividada más o menos en partes proporcionales entre Río negro y La Pampa, dado que el límite interprovincial pasa por las aguas del lago.

 

Fecha e instrumento legal de creación

El Área  Natural Protegida Embalse y Costa Dique Casa de Piedra fue creada en 1993 mediante la sanción del Decreto N° 1345 del Ejecutivo Provincial.

Relieve

La Provincia de Río Negro a lo largo de su historia geológica sufrió procesos tectónicos, sedimentarios, erosivos que configuraron su complejo relieve. Al oeste está de la Cordillera de los Andes, donde la altitud de los cerros es inferior a la de la cordillera central, siendo la máxima altura del territorio rionegrino el Cerro Tronador de 3.554 m.s.n.m. Hacia el este la altura decrece hasta formarse un relieve mesetiforme interrumpido por depresiones denominadas bajos y otras formaciones que se enuncian luego. Esta meseta finaliza en la costa marítima con altos acantilados de hasta 70 metros de altura y las formas asociadas como barras, playas, cordones litorales y planicies de marea, producto de la acumulación.
La cadena de los Andes está separada de la zona mesetaria por una serie de sierras bajas, algunas formadas simultáneamente con el plegamiento andino y otras más antiguas llamadas sierras de los Patagónides. Ninguno de los dos bloques se suceden sin interrupción, sino que ambos forman bloques aislados separados por depresiones ocupadas por valles fluviales y por extensos lagos. En la parte mesetaria podemos distinguir cuatro tipos de relieve diferenciados (Chiozza y Figueira,1982): la mesetas volcánicas que están aisladas entre sí, siendo la más representativa por su extensión la de Somuncurá, con unos 900 m.s.n.m., y  cumplen un rol muy importantes como distribuidoras de agua al drenar la misma hacia zonas periféricas más bajas. El segundo tipo de relieve de meseta son los ya mencionados bajos , leves depresiones en donde generalmente se forman salinas, como el Bajo de los Menucos  y  el Gran Bajo del Gualicho, entre otros. En tercer lugar la zona extraandina presenta valles fluviales , que son extensas depresiones que se forman junto a los cauces de los ríos y exceden en mucho al caudal de agua transportada. Esto se debe a que dichos cauces responden a los cursos del agua actuales y a los del pasado. En última instancia la meseta nos muestra serranías, originadas en la acción combinada de movimientos de ascenso y descenso de la corteza  y por la acumulación de sedimentos, paisaje que fue modelado por la acción erosiva del viento y del agua. Algunos elevaciones son las Sierras de Pailemán, Sierra Blanca de la Totora, los Cerros Colorados, Sierra Campana Mahuida, Sierra de Somuncurá y varias más que, en general, se desarrollan en el tercio central de la Provincia, dividiéndola de norte a sur. Según estudios del INTA, la Provincia de Río Negro ha permitido reconocer 6 Ordenes de suelos, divididos en 14 Subórdenes.

Hidrografía

La red hidrográfica está compuesta por dos ríos principales: el Colorado que es el límite norte de la provincia y la separa de La Pampa,  y el río Negro que corre en forma más o menos paralela un poco más al sur que el primero. Ambos vierten sus aguas en el Atlántico y se nutren del deshielo de los Andes, lugar de sus nacientes.  Su  sentido de circulación es noroeste a sudeste. Al atravesar la zona mesetaria pierden parte de su caudal por evaporación, sin recibir afluentes de importancia en su recorrido. El río Negro recibe las aguas de los ríos Limay y Neuquén que confluyen a la altura de la capital neuquina y recorre unos 600 kilómetros – con ancho variable- hasta desembocar en el mar con un caudal medio de aproximadamente 1.000 m3/seg. Los bordes del cauce – localmente llamadas bardas – son muy altas en el alto valle y en el medio, lo que influye sobre el clima al frenar el viento, fenómeno que sumado a la gran amplitud del valle hacen de la zona una de las mejores del país para el cultivo de frutales bajo riego. El río Neuquén circula por la frontera entre Río Negro y Neuquén y  sobre el mismo se construyó el dique Ingeniero Ballester a partir del cual, mediante un canal, se derivan las aguas de este curso  hacia el Lago Pellerini. El caudal de este último río es de unos 300 m3/seg., aunque en épocas de grandes deshielos y lluvias puede aumentar muchísimo ese guarismo. El Limay, que aporta cerca de un 70% del agua que posee el río Negro (Chiozza y Figueira, 1982), es un afluente del Lago Nahuel Huapi y corre en un valle muy encajonado con bardas altas. En la provincia de Río Negro el Limay recibe aguas de varios cursos pequeños, siendo los mayores el Pichí Leufú y el Comallo, y desde Neuquén recibe las aguas del río Collón Curá. En el territorio rionegrino nacen el río Chubut y el Azul, que vierten sus aguas en el Lago Puelo.

Lagos

La zona cordillerana alberga una gran cantidad de lagos, originados por la acción de los glaciares que al retroceder dejaron en el lugar de mayor extensión una importantes cantidad de sedimentos y por otra parte una profunda depresión originada por la erosión ejercida por la masas  de hielo. La acumulación de sedimentos actuó como contención de las aguas una vez que gradualmente se produjo el derretimiento de los hielos, y así fueron dejando profundos lagos, generalmente de forma alargada. Entre los espejos de agua de este origen se encuentra el renombrado Lago Nahuel Huapi, con una superficie de 55.000 hectáreas y ubicado a 767 m.s.n.m. El lago Mascardi tiene una amplia superficie, el Gutiérrez, el Hess, el Roca , el Moreno, el Martín, el Steffen, el Guillelmo, el Fonk , el Escondido y otros de menor importancia dan marco a paisajes de gran belleza. Estos lagos tienen importancia como reguladores del agua dado que por su gran tamaño sólo vierten sus aguas cuanto colman su capacidad, por ende nunca ocasionan crecientes repentinas.

El  Río Colorado

Su nombre más remoto está indicado en el mapa del padre Tomás Falkner de 1772, donde figura como Huaranca Leuvu o Curu Leuvu. Estanislao Cevallos le da el nombre de Colu Leuvú en su prestigiosa obra “La conquista de quince mil leguas”. La palabra colu en araucano significa colorado. Este gran río patagónica está formado por la unión de los ríos Grande y Barrancas y recorre 923 kilómetros hasta llegar a su desembocadura en el Atlántico recibiendo muy escasos aportes de ríos tributarios, como los ríos Barrancas y Grande que se unen por su margen derecha y el río Curacó con escasísimo caudal – se construyó una represa sobre el Desaguadero que lo alimentaba-. En Buta Ranquil, a menos de 30 kilómetros de su naciente, tiene un ancho de unos 70 metros y corre rodeado de afloramientos rocosos y en la zona de Las Torrecillas las barrancas alcanzan unos 100 metros de alto. A medida que avanza hacia el sudeste el río Colorado muestra una paulatina disminución de la altura de sus barrancas y a la altura de Colonia Gdor. Ayala se expande y forma meandros. Más adelante vuelve a encajonarse en Barda del Medio. Su cauce originario ocupa entre 2 y 4 kilómetros de ancho, de los que sólo 200 a 300 metros están ocupados por las aguas del cauce actual. El tramo final podría calificarse como un delta, que se inicia a unos 90 km. de su desembocadura con un ancho de 3 km.  y  termina en el Atlántico con más de 30 kilómetros de desembocadura que se dispersa en distintos riachos o ríos como el Azul, Colorado Chico, Colorado Viejo, Zanjón Chico y Grande entre otros de menor importancia. La costa marítima donde desemboca el río es baja y limitada hacia el Atlántico por médanos de considerable altura.

El embalse

El espejo de agua tiene una longitud de unos 55 kilómetros de largo, presentando forma bastante alargada. La superficie alcanza los 360 km2 y el volumen se estima en 4.000 hm3. La profundidad máxima es de unos 40 metros y la media es de 11.1 m.(Instituto Argentino de Recursos Hídricos, 1995). La longitud de la costa alcanza los 175 kilómetros y permite irrigar una zona de aprovechamiento agrícola de más de 3.000 km2 entre territorios de las provincias de La Pampa y Río Negro. Está emplazado en una zona árida, en la que precipitan algo más de 200 mm. anuales y los suelos son de tipo fluvisoles eutricos (Quirós et al., 1983)

Clima

La provincia de Río Negro se encuentra en una posición donde se da la transición entre el clima frío de gran parte de la Patagonia y templado al norte del río Colorado. Las precipitaciones pasan de muy abundantes en la zona cordillerana a muy escasas en la región de la meseta patagónica. . La gradiente de precipitaciones queda bien de manifiesto con los siguientes registros:en la Isla Victoria precipitan casi 1.700 mm. de lluvia al año, en el Aeródromo Bariloche, sólo 35 kilómetros al este, se registran menos de 800 mm. y en la localidad de Maquinchao, unos 220 kilómetros hacia el este apenas llegan a caer aproximadamente 200 mm. al año.  También se produce en su territorio la transición de la zona con mayores lluvias estivales - en el norte – y la de mayor pluviosidad durante los meses de abril a agosto como sucede en sectores patagónicos. Las precipitaciones nivales son comunes en toda la provincia durante el invierno, a excepción del margen de la costa donde este fenómeno es ocasional. Las temperaturas medias de enero, exceptuando la parte de la cordillera, oscilan entre los 20 y 24 °C  y  en la zona andina esa cifra se sitúa en los 15° C , dependiendo de la altura.
Los fuertes vientos que caracterizan a toda la Patagonia, no son excepción en Río Negro. Este agente metereológico es responsable, en buena medida, de la aridez, por favorecer notoriamente la evaporación en lugares de escasas precipitaciones y también otorga característica peculiares a la flora que crece con adaptaciones para resistir el embate del viento que predominantemente sopla del oste, sudoeste y noroeste. La mayor cantidad de días nublados se da en la zona cordillerana con un porcentaje que ronda entre el 50 y 60 % de las jornadas, disminuyendo a un 40 % en la costa marítima. En el centro de la provincia es aún mayor el porcentaje de días soleados que en la costa.
La zona donde está emplazada la represa es de clima árido, con pricipitaciones que apenas alcanzan los 200 mm. y la temperatura máxima media es de 42.5° C,  la media anual de 14,5 ° C  y la mínima media es de –16° C. El me más lluvioso es octubre – 0,63 mm - y el de menos precipitaciones es junio con 0,9 mm.(Quirós et al. 1983).

Flora

En estos trabajos que presentamos hemos adoptado generalmente la clasificación en Eco-regiones propuesta por Burkart et al. (1999) dentro del Programa de Desarrollo Institucional Ambiental (PRODIA), propiciado por la ex Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de la Nación y la Administración de Parques Nacionales. En el mismo se divide al Territorio Argentino en 18 eco-regiones, correspondiéndole a la provincia de Río Negro cuatro categorizaciones: una angosta franja sobre el límite occidental de la provincia indica la Eco-región de los Bosques Patagónicos; luego, una amplia zona que ocupa la mitad sur del territorio, exceptuando una porción en el este, es la que se identifica como Eco-región de la Estepa Patagónica.  La Eco-región de los Montes de  Llanuras y Mesetas  ocupa el resto de la provincia menos una pequeña parte en el límite este que representa una incursión de la Eco-región de la Pampa en el territorio rionegrino. Es oportuno aclarar que esta clasificación concuerda bastante con la clásica división fitogeográfica realizada por Cabrera (1976). A continuación se muestra un cuadro demostrativo de las equivalencias entre ambos sistemas para Río Negro:

                                 Nombres asignados a la regiones                                        

  Burkart et al. ( Eco-regiones)       Cabrera (Provincias Fitogeográficas )                        

  1 Bosques Patagónicos.                   Altoandina (superficies coincidentes)
  2 Estepa Patagónica.                  Patagónica (leve diferencia en su límite norte)
  3 Montes de Llanuras y Mesetas.  Del Monte (leve diferencia en su límite   sureste)
  4 De la Pampa                                Pampeana  (superficies coincidentes)

Los bosques templado-fríos patagónicos se caracterizan por estar formados por especies de maderas semiduras, con árboles de fuste recto y  hojas caducas en muchos casos  y un sotobosque relativamente pobre. Hacia el este los ejemplares se encuentran más dispersos y desarrollan menos altura dando paso gradual al contrastado paisaje de la estepa. Los cordones montañosos influyen notoriamente en las precipitaciones al actuar como barreras de los vientos del oeste. Es por esta razón que conforme se desarrollen estos cordones en cuanto a su orientación hay lugares con mayores precipitaciones y por ende, mayor vegetación. Un ejemplo bien notorio lo tenemos en la provincia de Río Negro, en Puerto Blest, donde se registran precipitaciones de más de 4.000 mm. anuales y  que dan lugar a la formación de lo que se denomina Selva Valdiviana; con helechos, epífitas, enredaderas y hongos, entre los que se destaca el renombrado llao llao (Cittaria darwinii). En esta selva – más desarrollada del lado chileno- el árbol más representativo es el  alerce (Fitzroya cupressoides), especie gigante que puede llegar a los 60 m. de alto y 3 de diámetro, con edades que pueden alcanzar los 3.000 años (Erize et al., 1993) el que es acompañado por el fuinque (Lomatia ferruginea), el len o ciprés de las guayteras (Pilgerodendron uviferum), el mañiú hembra (Saxegothaean conspicua), el mañiú macho ( Podocarpus nubigenus), el olivillo o  tique (Aextoxicon punctatum) y el laurel (Laurelia philippinia)  y otras especies. Entre las enredaderas se destaca por su grosor el pahueldín (Hydragea integerrina) y la pil pil voqui (Campsidium valdevianum) con típicas hojas tubulares rojas. En el estrato arbustivo predominan las cañas colihue (Chusquea culeou), el michay (Berberis darwini), el espino negro (Colletia spinosissima)  y  el  estrato herbáceo está formado por varias especies como la aljaba (Fucsia magellanica), el corcalén (Azara lanceolata) y el notro (Embothrium coccineum) con flores rojas muy vistosas, entre muchas otras especies. En los bosques menos intrincados que los de las zonas ocupadas por la llamada selva valdiviana, se observan ejemplares de árboles de gran porte como el coihue (Nothofagus dombeyi) que puede alcanzar los 45 metros de altura y 2 de diámetro en su tronco (Demitri, 1973) y es exclusivo de esta región;  la lenga (Nothofagus pumilio), que también recibe los nombres comunes del roble o roble blanco y que en zonas muy elevadas crece en forma achaparrada, siendo también endémico de los bosques andino-patagónicos. El ciprés de la cordillera (Austrocedrus chilensis) es otro árbol exclusivo de esta región, a veces mezclado con el maitén (Maytenus boaria); el roble o pillín (Nothofagus oblicua), aunque muy escaso dado que su distribución se limita al sur del territorio neuquino, el arrayán (Myrceugenella apiculata) que crece en forma escasa y es conspicuo en la Isla Victoria del P.N. Los Arrayanes; el radal (Lomatia hirsuta) que se caracteriza por presentar forma arbustiva y de árbol de unos 15 metros de altura; el ñire o ñirre (Nothofagus antarctica) que presenta un follaje de tonalidad rojizo de gran belleza en otoño, los que son sólo algunas de las especies arbóreas que habitan los bosques andinos del sur.
En la zona de transición del bosque montano hacia la estepa patagónica se tornan conspicuas algunas especies arbóreas ya mencionadas como Nothofagus antarctica,  Nothofagus pumilio,Austrocedrus chilensis, especies que ingresan en la estepa bordeando los cursos de agua junto con el maitén (Maytenus boaria), el chacay (Chocaya trinervis), entre otros.
Hacia el este del la  región de los bosques andino-patagónicos comienza la estepa patagónica que ocupa grandes superficies en toda la Patagonia, siendo algo menor en la provincia de Río Negro por la presencia de otras dos eco-regiones. Esta meseta está libre de árboles y en forma  escasa pueden encontrarse algunos arbustos como el molle (Schinus johnstoni) y en las márgenes de los ríos Colorado y Negro también suelen verse ejemplares de sauces colorados (Salix chilensis). La mayor parte de la estepa está ocupada por gramíneas que crecen en matas bajas, con hojas enrolladas y punzantes que reciben el nombre común de coirones . Otras plantas crecen como cojines hemisféricos, estructura que resiste bien el viento. En la zona septentrional de la estepa, lo que incluye parcialmente a Río Negro, predominan el colapiche (Nassauvia glomarulosa) , el quilembai (Chuquiraga avellanedae)  y el coirón amargo (Stipa humilis).
 La tercera eco-región que demarca el territorio rionegrino es la del Monte de Llanuras y Mesetas. La vegetación de esta región esta caracterizada por la presencia de jarillas de varias especies (Larrea divaricata, Larrea ameghinoi, Larrea nitida) como uno de los componentes más conspicuos dentro del estrato arbustivo. También se desarrollan el alagarto (Acantolippia seriphioides), el ala de tero, mata sebo o retamo (Montea aphyla), entre otros nombre vulgares, el alpataco (Prosopis alpataco), el neneo o hierba negra (Mulinum spinosum), con sólo citar las más comunes de observar. La última eco-región, que apenas afecta a la superficie de Río Negro, en una porción pequeña de su extremo este, es la pampa donde predomina el pastizal con gran número de gramíneas de los géneros Stipa, Poa, Paspalum, entre otros. En la zona de la costa marítima las algas son las principales vegetales. Algunas forman verdaderos mantos que generalmente tapizan las costas rocosas, muchas veces con hermosos colores debido a los pigmentos que se hallan en sus células. Según el tipo de pigmento o combinación de éstos son las algas de distinta coloración lo que permite su clasificación:  azul-verde, verde, parda y roja o amarillo –verde. En el sector que nos ocupa, y en general en toda la costa patagónica, existen gran cantidad de algas pardas, denominadas “cachiyuyo” que cubren amplias extensiones en las proximidades de las costas. En la zona comprendida entre los límites de la alta y baja marea, llamado piso mesolitoral, habitan algas de tamaño reducido, por debajo del límite inferior, llamado piso infralitoral, se desarrollan, por el contrario, algas de gran tamaño como el mencionado cachiyuyo ( Macrocystis periferia), que se extienden hasta los 30 o más metros de profundidad. Y en el límite superior del piso mesolitoral comienza el supralitoral que incluye toda la zona costera muy próxima al comienzo del agua en pleamar y más alejada en bajamar. Las algas se fijan generalmente en las rocas del fondo marino pero no descartan utilizar como bases de asentamiento a valvas de caracoles, de bivalvos, cangrejos u otras macroalgas (De la Vega, 2000). Los géneros más comunes que habitan esta zona del Atlántico son Ulva, Enteromorfha, Lessonia, Macrocystis y muchos otros. En las costas costeras crecen pastos que se adaptaron al agua salada e incluso se ven a veces cubiertos por agua, siendo las especies de los géneros  Spartina y Salicornia las más conspicuas.
En cuanto a la flora del Área Protegida Embalse Casa de Piedra no se puede agregar mucho a lo ya mencionado para la zona de Montes de Llanuras y Mesetas. En las inmediaciones del entorno del lago predominan las jarillas (Larrea divaricata), la zampa (Atriplex lampa) y algunos bosquecillos de chañar (Geoffrea decorticans) y alpataco (Prosopis alpataco). Entre las hierbas son conspicuas el tomillo (Acantholipia seriphioides), el alfilerillo (Erodium cicutarium),  la flechilla (Stipa longiglumis) y la chilca (Bccharis salicifolia) sobre la costa del lago (Llanos y García, 2005).

Fauna

Tomando la clasificación de Cabrera (1980) en regiones zoogeográficas, la provincia de Río Negro, como todo el Territorio Argentino, está incluida dentro de las Regiones Neotropical y Antártica, las que se dividen a su vez Dominios y estos en Provincias. La primera región mencionada tiene un solo Dominio, el Andino-Patagónico que afecta al territorio rionegrino. La región nombrada en segundo término también posee sólo un Dominio, el Subantártico, que incluye parte de la provincia tratada.
El Dominio Andino-Patagónico abarca en  Río Negro a la Provincia Altonadina, que ocupa las altas montañas de la Cordillera desde Venezuela hasta Tierra del Fuego, y a la Provincia Patagónica que se extiende hacia el sur por la Argentina desde el centro de la precordillera de Mendoza y se ensancha paulatinamente hasta ocupar la parte occidental de Neuquén y Río negro (Cabrera, 1980). Resta el denominado Dominio Subantártico, con la Provincia del mismo nombre, que se extiende más o menos desde el paralelo 35 hacia el sur, ocupando mayor superficie al oeste de la Cordillera Central que hacia es este – es decir en territorio argentino-, finalizando en Tierra del Fuego e Islas de los Estados, Malvinas, Georgias del Sur y Juan Fernández. Esta última Provincia posee muchas especies de fauna endémicas.

Región Bosques Andinopatagónicos

En la zona se encuentran especies de gran valor biológico por tener distintos rangos de amenaza. Tal es el caso, entre los mamíferos, del huemul (Hippocamelus bisulcus) ), con estatus nacional de Amenazado y fue declarado Monumento Natural en la provincia de Río Negro y en el ámbito nacional, el monito de monte o kongoy (Dromiciops gliroides), especie considerada Vulnerable (SAREM, 2000), también es endémico de la Patagonia (en Chile habita una subespecie) con una distribución aún no precisa, auque se estima que habitaría desde el P.N. Lanín en Neuquén hasta el norte de Chubut . Otro caso similar lo constituye el pudú (Pudu pudu) considerado especie Rara (Reca et al. 1996) y de Riesgo bajo (SAREM, 2000) en el ámbito nacional, que habita los cañaverales de bambúes y el sotobosque en general, y  el gato huiña (Oncifelis guigna) categorizado como Vulnerable (SAREM, 2000). También se cita la presencia del gato yaguarundí (Herpailurus yaguarondi), que sería su distribución más austral y se lo considera con Riego bajo (SAREM, 2000), siendo la subespecie Herpailurus yaguarondi ameghinoi (Parera, 2002) la que habita en Río Negro . Otro mamífero destacable es el zorro colorado (Lycalopex culpaeus magellanicus o  L.c. culpaeus) que son las subespecies que pueden encontrarse en Río Negro y está considerado por la SAREM (2000) como Riesgo bajo. Varias otras especies de mastofauna habitan la zona de los bosques andinopatagónicos como el zorro gris chico (Lycalopex gymnocercus), el huillín (Lontra provocax) cuyo estatus nacional lo considera En peligro (SAREM, 2000) y es una especie exclusiva de Chile y Argentina, siendo relativamente común en el Lago Nahuel Huapi; la rata topo valdiviana (Geoxus valdivianus); el murciélago patagónico (Myotis chiloenses);  el tucu-tucu patagónico (Ctenomys haigi), endémico de esta región; el ratón de oreja negra (Irenomys tarsalis); el ratón endémico (Irenomys tarsalis),  y algunas especies más  de micromamíferos.
Haciendo lugar a la ornitofauna de estos bosques también cabe consignar que existen endemismos como los es el chucao (Scelorchilus rubecula), el huet-huet (Pteroptochos tarnii)  y el churrín grande (Eugratta paradoxa), todos integrantes dela familia Rhinocryptidae con una típica silueta de gallo pequeño. A continuación se enumeran algunas especies de aves  mas conspicuas de la región: la paloma araucana (Columba araucana), el carpintero gigante (Campephilus magellanicus) de gran tamaño y vistoso colorido negro con la cabeza y cuello de color rojo fuerte para el macho (la hembra casi uniformemente negruzca ), rapaces como el esparvero variado (Accipiter bicolor) y el aguilucho cola rojiza (Buteo ventralis) desarrollaron alas cortas y anchas para volar entre la vegetación; el pato de los torrentes ( Merganetta armata) de extraña cola larga que utiliza para nadar contra la corriente aún en los rápidos. Dentro de los passeriformes cabe citar al zorzal patagónico (Turdus falcklandii); el cabecita negra austral (Carduelis barbata); el siete colores patagónico (Phrygilus patagonicus), con vistosos colores amarillo, anaranjado y celeste entre otros;  el tordo patagónico (Curaeus curaeus); el fío fío silvador (Elaenia albiceps) y el diucón (Xolmis pyrope).  Sin seguir un orden taxonómico se dejóa para el final a los anfibios y reptiles por ser ambos grupos poco representativos en estas latitudes, al menos en relación a las aves y mamíferos. Entre lo batracios se observa la rana  (Pleuroderma bufonina), la ranita de Darwin (Rhinoderma darwin), el sapo del bosque (Bufo variegatus) y especies endémicas y de escasa distribución como Batrachyla leptopus y la ranita Hylorina Sylvatica. Los reptiles se hacen presentes con una culebra conspicua, la culebra andina (Tachymenis peruviana) y varias lagartijas del género Liolaemus.
La ictifauna de los ríos, arroyos y lagos es pobre en cantidad de especies y ,en general,  predominan las especies de salmónidos introducios. Varias especies conocidas como puyén son los peces más comunes: tal es el caso de  Galaxias platei, G. Attenuatus( aunque estaría sólo en el extremo austral) y G. Variegatus.

Estepa patagónica

Algunos ríos de la provincia rionegrina al estar comunicados entre sí, como ocurre con el Río Limay que al unir sus aguas con el Neuquén  forma el cauce del Negro, poseen en algunos sectores especies de fauna ictícola introducida, al ser el Limay alimentado por las aguas del Lago Nahuel Huapi donde se efectuaron las primeras siembras de trucha marrón (Salmo trutta), el salmón rey (Oncorhynchus tshawytscha), la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss), trucha de arroyo (Salvelinus fontinalis) y el salmón encerrado (Salmo salar). Si bien algunas de estas especies optan mayormente por las aguas mansas de los lagos, otras también optan por los cursos de agua torrentosos. Esta fauna exótica comparte el hábitat con especies autóctonas como la perca (Percichthys vinciguerrai), el puyén chico (Galaxias maculatus), el puyén grande (Galaxias platei), el madre de agua (Jenynsia lineata), el bagre pintado (Trichomycterus areolatus), la peladilla (Aplochiton zebra) y varias especies más, aunque es oportuno reiterar que la zona patagónica no se destaca por diversidad de su ictiofauna. Los batracios están poco representados pero no dejan de mostrar también especies endémicas de la provincias rionegrina y chubutense como la ranita (Telmatobius reverberii), una vistosa rana de piel moteada y la rana (Telmatobius somuncurensis) , que como su nombre específico lo indica habita la meseta de Somuncurá (Erize, 1993).
Entre la herpetofauna se destacan los lagartos y lagartijas y en menor medida los ofidios. Entre estos cabe señalar la presencia de la yarará ñata (Bothrops ammodytoides), de pequeño tamaño y su característica nariz respingada, y culebras de los géneros Tomodon, Leimadophis y Chlorosoma (Cabrera, 1980). De los gekos y lagartijas hay que destacar endemismos como el geko patagónico (Homonata darwinii), la lagartija (Liolaemus kingi) y otra lagartija sin nombre común (Liolaemus fitzingeri) y el chelco o matuasto (Diplolaemus darwin).
Siguiendo en este apartado un orden taxonómico, corresponde el lugar a la ornitofauna. Las aves en general son fáciles de observar, aunque el número de especies e individuos no es elevado (Narosky e Izurieta, 2003). El ave más conspicua es el choique o ñandú petiso (Pterocnemia pennata), entre las rapaces es muy conspicuo el aguilucho comun (Buteo polyosoma),  y pertenecientes a la eco-región del Monte de Llanuras y Mecetas,  se observa el águila mora (Geranoaetus melanoleucus), el carancho (Polyborus plancus), el halcón plomizo (Falco femoralis), el lechuzón campestre (Asio flammeus) y otras más. Otras aves comunes de las eco-regiones Estepa Patagónica y Montes de Llanuras y Mesetas son el chorlo cabezón (Oreopholus ruficollis),  gaucho pardo (Agriornis murina), la martineta común (Eudromia elegans), la dormilona común (Muscisaxicola macloviana), el canastero de garganta negra (Thripophaga  patagonica), la monjita castaña (Neoxolmis rufiventris),la quiula patagónica (Tinamotis ingoufi), el torito pico negro (Anairetes parulus), la diuca común (Diuca diuca), el cabecita negra de corbata ( Spinus barbatos o Carduelis barbatos según los autores),el canastero coludo (Astenes pyrrholeuca), el pecho colorado grande (Sturnella loyca), el yal amarillo ( Phrygilus carbonarus),la bandurria patagónica (Eremobius phoenicurus) exclusiva de estos ambientes, la caminera patagónica ( Geositta antarctica) también habita sólo zonas de la estepa patagónica, entre varias especies más. Una mención aparte merecen las aves acuáticas no costeras, que habitan los espejos de agua en forma conspicua como el cauquén común (Chloephaga picta), el pato crestón (Lophonetta specularioides), aunque es más común en lagos de montaña, el quetro o pato volador (Tachyeres patachonicus), el chorlito ceniciento (Pluvianellus socialis), el pato overo (Anas sibillatrix), el macá común (Podiceps rolland), el flamenco (Phoenicopterus chilensis) y muchas especies más que son exclusivas del sur argentino o bien de distribución mucho más amplia.

Los mamíferos de estas dos eco-regiones son variados y sobresale por su vistosidad y tamaño el guanaco (Lama guanicoe), que recorre estas amplias planicies en grupos numerosos, la mara (Dolichotis patagonum), otro herbívoro que junto al guanaco son los principales mamíferos que tienen este tipo de dieta; su  grado de amenaza la considera Vulnerable (SAREM, 2000); la comadrejita patagónica (Lestodelphys halli) que ostenta el mismo rango de amenaza de la especie anterior; el moloso gris de orejas anchas ( Tadarida brasiliensis); el zorrino patagónico (Conepatus humboldtii), (Canevari y Balboa, 2003). Completan la nómina , entre otras, el gato del pajonal (Lynchailurus pajeros)- Vulnerable-, el gato montés común (Oncifelis geoffroyi), el puma (Puma concolor), el zorro colorado o zorro patagónico (Dusicyon gymnocercus), el zorro gris (Dusicyon gymnocercus), el hurón menor (Galictis cuja), el huroncito patagónico (Lyncodon patagonicus) y el  puma (Puma concolor). Respecto al chichillón o pilquín (Lagidium viscacia) posee varias subespecies en Argentina y su hábitat preferido son las zonas serranas pobres de vegetación desde el extremo norte del país hasta Santa Cruz. Hay una subespecie – Lagidium viscacia somuncurensis- que es endémica de las gran Meseta de Somuncurá.

Costas marinas

La fauna marina invertebrada que ocupa el espacio intermareal  o supralitoral, compuesta principalmente por mejillones como Mytilus platensis o M. edulis, algunos de los más comunes en nuestras costas; los denominados mejillines como Brachidontes rodriguezi o Perumytilus purpuratus;   lapas; cholgas, siendo Aulacomya ater una de las más comunes;  cangrejos representados por uno de sus géneros más comunes el Cyrtograpsus;  cirripedios como los conspicuos del género Balanus; caracoles como la nasa globosa (Buccinanops globulosum), o los integrantes de la Familia Muricidae muy abundantes en las costas patagónicas;  las fisurelas, es decir lapas con su caparazón que presenta un orificio superior; vieiras como la abundante Chlamys tehuelchus; quitones;  almejas; estrellas de mar con un total de especies registradas que asciende a las 1.500 aproximadamente, erizos también muy numerosos con casi un millar de especies reconocidas, centollas y otros.
Continuamos con la ictiofauna marina que también presente una gran diversidad de especies En las aguas más o menos próximas a las costas pueden observarse ejemplares de mero ( Acanthistius brasilianus), el róbalo (Eleginops maclovinus), la merluza común (Merluccius hubssi), el lenguado- tres especies reciben este nombre- Oncopterus darwini, Paralichthys isósceles, Paralichthys patagonicus, la liza (Mugil platamus), el pejerrey panzón (Odontesthes platensis), el pez palo (Percophis brasiliensis), anchoa de banco (Pomatomus saltador), el salmón de mar (Pseudopercis semifasciata), la caballa (Scomber japonicus), el savorín (Seriolella porosa) muy codiciado por el sabor de su carne, el besugo (Sparus pagrus), la brótola (Urophycis brasilensis) y el tiburón gatopardo (Notorhynchus cepedianus) entre muchísimas especies más.

De la fauna de este ámbito no se hará mención de los reptiles y anfibios por cuanto muy raramente se acercan a las costas y de hacerlo serían las especies mencionadas para la zona esteparia. Los mamíferos marinos que pueden observarse en forma permanente  u  ocasional en la costa de la provincia de Río Negro son: el elefante marino (Mirounga leonina),que no tiene asentamientos en las costas pero  en sus desplazamientos pelágicos, de magnitud y trayectoria poco conocidas, pueden alejarse mucho de sus áreas de cría (Parera, 2002). En virtud del aumento poblacional registrado en las últimas décadas en el norte de la Patagonia (Chubut, estimándose una población de 45.000 individuos), resulta frecuente ver ejemplares vagantes por toda la costa de la provincia de Buenos Aires, Uruguay y sur de Brasil (Bastida y Rodríguez, 2003). Otro pinnípedo observable es el lobo marino de un pelo o también llamado león marino sudamericano (Otaria flavescens), cuya distribución es exclusivamente sudamericana ocupando la costa atlántica desde el sur de Brasil hasta el canal del Beagle y por las costas del pacífico hasta Perú (Parera, 2002). Similar distribución tiene el lobo marino de dos pelos o lobo fino patagónico (Arctocephalus australis), con 17 apostaderos identificados desde Mar del Plata hasta Tierra del Fuego. La SAREM (2000) lo califica de Riesgo bajo. Hay otros pinnípedos cuya presencia es ocasional como el leopardo marino (Hydrurga leptonyx), sólo accidentalmente individuos errantes, la foca cangrejera (Lobodon carcinophagus) algo menos rara que la especie anterior y la foca de Weddel (Leptonychotes weddellii). Algunas de estas especies tienen distribución cosmopolita y otras son de regiones más meridionales como la Antártida.
Del grupo de las ballenas se destaca la presencia en un período del año de la ballena franca austral (Eubalaena australis), considerada Vulnerable en Argentina. En el año 1984 se sanciona la Ley Nacional N° 23.094 por la  cual se declara a la mencionada especie Monumento Natural, con los que se garantiza su protección absoluta, sólo permitiéndose visitas explicativas o la investigación científica. De la misma forma que ocurría con los pinnípedos, en las ballenas también encontramos especies conspicuas como la ballena franca austral y otras que pueden ocasionalmente acercarse a las costas rionegrinas. Ellas son : la ballena minke (Balaenoptera acutorostrata) – categorizada con Riesgo bajo- con registros en todas las provincias litorales argentinas (Parera, 2002); la ballena azul (Balaenoptera musculus) el mamífero más grande entre los sobrevivientes, considerada En peligro por la SAREM (2000) y con muy pocos registros en las costas argentinas. También se aproximan esporádicamente el rorcual común (Balaenoptera physalus) y la ballena jorobada (Magaptera novaeangliae), con estatus de Vulnerables según la SAREM (2000). Con la ballena franca pigmea (Caparea marginata), que  es de muy rara aparición, y la ballena de esperma o cachalote (Physeter catodon), que tiene varios registros de varamientos en costas litorales de Argentina, finaliza la lista de las denominadas vulgarmente ballenas, aunque dentro del mismo orden Cetacea (dividido en dos Subordenes:  Mysticeti y Odontoceti que algunos autores los consideran Ordenes a cada uno de ellos) hay otras especies que pueden observarse desde las costas rionegrinas y de otras provincias con litoral marítimo o en el Río de la Plata. Por ejemplo la marsopa espinosa (Phocoena spinipinnis) que en 1996, llevaba registrados 18 varamientos en las costas de Argentina (Parera, 2002), la marsopa de anteojos (Phocoena dioptrica), presente en todo el litoral aunque más común en Tierra del Fuego; la tonina camún (Tursiops truncatus) que llega en su extensión meridional hasta el Chubut; la tonina overa (Cephalorhynchus commersonii), que en las costa atlántica se la observa desde Río Negro hasta Tierra del Fuego. Siempre dentro del orden Cetacea y suborden Odontoceti, se mencionarán  las principales especies de los llamados comúnmente delfines que deambulan por las costas patagónicas. Tal es el caso del delfín del Plata o franciscana (Pontoporia blainvillei), que recorre las costas atlánticas desde el hemisferio norte hasta la plataforma continental rionegrina, con tendencia a penetrar en los estuarios de los grandes  ríos; el delfín oscuro (Lagenorhynchus obscurus) que en Argentina recorre las costas atlánticas desde la provincia de Buenos Aires hasta la de Tierra del Fuego; el delfín liso (Lissodelphis peronii), que como la especie anterior recorre las costas argentinas desde el sur de la provincia de Buenos Aires hasta Tierra del Fuego; el delfín piloto o calderón (Globicephala melas), cosmopolita, relativamente común en las costas del litoral atlántico argentino;  la orca (Orcinus orca) que es un gran delfín que se la observaba desde las costas de la   provincia de Buenos Aires hasta  Tierra del Fuego, aunque con mayor frecuencia se lo observa en el norte de Patagonia y sur de Buenos Aires y  el delfín picudo de Layard (Mesoplodon layardii), también presente en todo el litoral atlántico de Argentina. La nómina precedente no excluye otras especies que puedan circunstancialmente acercarse a las costas patagónicas.

Respecto a las aves de las costas rionegrinas también se enunciarán las más conspicuas, no descartando especies menos comunes de observar y de presencia ocasional. Tampoco se hará referencia a las aves marinas, o de mayor permanencia en este medio, como los  albatros y petreles (familias Procellariidae, Diomedeidae, Hydrobatidae). En las costas se observan el pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus), raro, dado que su distribución más notable comienza a partir del norte chubutense, el biguá (Phalacrocórax olivaceus o brasilianus para otros autores), el cormorán imperial (Phalacrocorax atriceps),  el pato crestón ( Lophonetta specularioides). De las familias Laridae y Sternidae se observan   la gaviota cocinera (Larus dominicanus), la gaviota cangrejera (Larus atlanticus), la gaviota capucho de café ( Larus maculipenis), el  gaviotín golondrina grande ( Sterna hirundinacea), el ostrero común (Haematopus palliatus)  y el gaviotín real ( Sterna maxima). Entre los chorlos que muchos son migradores desde el hemisferio norte, encontramos al chorlito vuelve piedras (Arenaria interpres), al chorlo pampa (Pluvialis dominica), chorlito de doble collar (Charadrius falklandicus), el chorlito semipalmado (Charadrius semipalmatus), el chorlito unicolor (Calidris bairdii).

Para desarrollar el tema de la fauna del Área Natural Protegida Embalse Casa de Piedra se tomará como principal referencia el trabajo “Biodiversidad de Aves, Mamíferos y Reptiles del  ANP Costa y Embalse Dique Casa de Piedra” (excluye los otros grupos de tetrápodos)
, elaborado por F.A. Llanos y J.G. García, Dirección de Fauna Silvestre de Río Negro. Este trabajo se desarrolló entre diciembre de 2002 y noviembre de 2004, cubriendo todas las estaciones climáticas, totalizando 9 campañas de dos días de duración cada una. Del mismo surge la presencia constatada de 63 especies de aves, 15 de mamíferos y 5 reptiles, no excluyendo la presencia de mayor número de especies en sucesivos relevamientos posteriores, teniendo en cuenta que es el primer esfuerzo tendiente a relevar sus recursos naturales que se realiza en esta área. En referencia a las aves se mencionarán las más conspicuas, las que tengan algún grado de amenaza y sean exclusivas de la región.
La martineta (Eudromia elegans), el macá grande (Podiceps major), el biguá (Phalacrocorax olivaceus o brasilianus, para algunos autores), 4 especies de garzas -Familia Ardeidae-, el flamenco (Phoenicopterus chilensis), el cisne de cuello negro (Cygnus melancoryphus), el cocoroba (Coscoroba coscoroba), el cuervillo de cañada (Plegadis chihi), el pato colorado (Anas cyanoptera) , menos común que muchos de sus congéneres, el pato overo (Anas sibilatrix) y otras especies de anátidos conspicuas en gran parte del territorio argentino. Otras especies a citar son la gallareta chica (Fulica leucoptera), la gallareta escudete rojo (Fulica rufifrons), el tero real (Himantopus melanurus), el loro barranquero (Cyanoliseus patagonus), muy abundante, y del orden Passeriformes se destaca el canastero patagónico (Asthenes patagonica) exclusivo de la parte norte de Patagonia, llegando por el este aún más al norte, la golondrina patagónica ( Tachycineta leucopyga), la calandria mora (Mimus patagonicus), el yal negro (Phrygilus fruticeti) y la loica común (Sturnella loyca) entre otras muchas especies más.
Entre los mamíferos en mencionado trabajo identificó 15 especies que se enuncian a continuación:
                                                                                      Estatus
Nombre común                      Nombre científico      s/SAREM,2000

Peludo,quirquincho grande           Chaetophractus villosus     LC
Piche patagónico                         Zaedyus pichiy                  LC
Puma                                          Puma concolor                 NT
Gato montés                                Oncifelis geoffroyi            NT
Zorro gris                                    Pseudalopex griseus         LC
Zorrino patagónico                       Conepatus humboldtii       NT
Huroncito                                    Lyncodon patagonicus       NT
Hurón menor                               Galictis cuja                      NT
Ratón rojizo o pajizo                    Akodon molinae                LC
Laucha colilarga baya                   Eligmodontia puerulus       LC
Mara                                           Dolichotis patagpnum        VU
Cuis común                                  Galea musteloides             LC
Coipo                                           Myocastor coipus              LR
Tucu tucu de Río Negro                 Ctenomys rionegrnsis        NT

EXÓTICAS
Liebre europea                             Lepus eropaeus                 ---
Jabalí                                          Sus scrofa                         ---

Significado de las letras utilizadas para indicar el rengo del estatus: VU = Vulnerable; LR = Riego Bajo; LC = Riego Bajo sin aproximarse a Casi amenazados o Dependientes del desarrollo de la conservación; NT =  se aproximan a ser calificados como Vulnerables.

Los reptiles censados son la lagartija (Liolaemus Darwin), la yarará grande (Bothrops alternatus), una coral o falsa coral sin determinar la especie y la tortuga (Chelonoides donosobarrosi).

Recursos culturales

Los primitivos habitantes del territorio que hoy ocupa la provincia de Río Negro fueron los puelches-guénaken o también llamados patagones del norte.
Los primeros datos fidedignos sobre estos habitantes los tenemos gracias al relato del gran naturalista francés Alcides D’Orbigny, que estando en Carmen de Patagones, en el año 1830, entró en contacto con estas poblaciones y le dijeron llamarse puelches, palabra que en lengua araucana significa “hombres del este” –  respecto al otro lado de los Andes-. Luego, el Perito Moreno nos dice que los habitantes de esas latitudes se llamaban a si mismos guénekan, de ahí que para distinguirlos de otros grupos patagónicos se los llama con ambas denominaciones (Canals Frau, 1986).
Respecto a estos pueblos que ocupaban la parte septentrional de la patagonia tenían una economía basada esencialmente en la caza, como las de las otras culturas que habitaron la región. La vivienda es el toldo, tan generalizado entre las tribus pampas, siendo diferentes en su formato, dado que algunos eran cuadrangulares, cupuliniformes o piramidales. Según testimonios de Sánchez Labrador, en el siglo XVIII ya se veía el uso de cuero de caballo en las tolderías. Referencias de distintas épocas coinciden en que se pintaban el cuerpo y la cara y que a semejanza de los patagones del sur o chónik su vestimenta estaba compuesta por una manta cuadrangular hecha con cuero de guanaco, y por debajo de él, los hombres el taparrabo y las mujeres el delantalcito que llegaba hasta las rodillas (Serrano, 2000). Algunas referencias históricas dicen que las tribus del actual territorio de Río Negro conocían la alfarería. Tomaron de los araucanos la costumbre de fumar y hacían una bebida fermentada, pero supuestamente no conocían sustancias narcotizantes. La mayoría de los autores coincide en afirmar que los guénaken eran de gran estatura. D’Orbigny que los estudia con criterios más científicos dice que los varones tenían una estatura media de 1,70 metros y las mujeres de 1,62. Un  cambio significativo se produjo con la introducción del caballo por los españoles, ya que este animal se utilizó para la caza adoptaron las boleadores como elemento para ese fin y diversas formas de vida cambiaron a partir de ese momento.
 Es un hecho conocido que los pueblos patagónicos y de más al norte aún, recibieron una gran influencia de habitantes que vivían al oeste de la cordillera. Estos eran los araucanos – llamados a si mismos mapuches- y fueron el último asentamiento indígena que se produce en territorio argentino. Provenientes de Chile, su inmigración ha sido relativamente reciente y  ha ocasionado grandes cambios culturales en los pueblos que habitaban las llanuras pampeanas, partes de las patagónicas ( noroeste) y  también un amplio sector ocupado por los Andes, teniendo, aproximadamente, como límite sur el norte de la actual provincia de Santa Cruz. Al pasar al este de los andes los araucanos abandonaron el hábito del cultivo y se dedicaron a la caza, la recolección y a la rapiña (Canals Frau, 1986). Sus armas fueron las boleadoras, una especie de honda y lanzas muy largas. La alfarería estaba poco desarrollada y las mujeres practicaban el tejido. La lengua fue la misma que se utilizaba al oste de la cordillera y es muy empleada en la toponimia de Argentina como de Chile. Entre 1875 y 1879 se llevaron a cabo numerosas incursiones militares al territorio de los puelches-guénaken – conocidas históricamente como la Conquista del Desierto- encabezadas las últimas por el General julio A. Roca, quien luego fuera por dos períodos Presidente de la República. Estas luchas prácticamente exterminaron a una gran cantidad de aborígenes y son motivo de polémica hasta nuestros días. La mayoría de las tierras fueron repartidas por el gobierno central entre los combatientes de la conquista del desierto y empezó así la historia de la colonización europea en estas latitudes. El primer intento por parte del gobierno colonial para explorar la región  se llevó a cabo en 1778, cuando el virrey Vértiz envió una expedición para levantar varios fuertes al mando de Francisco de Viedma quien funda Carmen de Patagones  y luego Mercedes de Patagones al afectar las crecidas del río Negro a la primera población. En 1879, Mercedes cambió su nombre por Viedma en homenaje a su fundador. Luego fueron importantes por los relevamientos obtenidos las expediciones de Ambrosio Crámer en 1822, en 1830 la de Alcides D’Orbigny, la de Juan Manuel de Rozas en 1833, tiempo más tarde Musters – en 1869- deja un interesantísimo relato titulado “Vida entre los patagones”, recorriendo desde el Río negro hasta el estrecho de Magallanes  y muchas otras más.  En julio de 1865 desembarcaron en Golfo Nuevo un centenar y medio de galeses y se diseminaron en pequeños poblados agrícolas como Trelew, Bryn Crwn, Puerto Madryn y Gaiman, entre otros. En 1893 el número de colonos ya superaba los dos millares y luego se sumaron inmigrantes españoles,  italianos y alemanes. Entre 1895 y 1903, el naturalista Francisco P. Moreno realizó varios viajes a la zona del lago Nahuel Huapi, estudiándola y promocionando sus bellezas y recursos naturales.
San Carlos de Bariloche, en la margen del Nahuel Huapi, fue fundada en 1895 por iniciativa de Carlos Wiederhold, quien inició las primeras construcciones en la localidad. Años más tarde el Perito Moreno dona – en 1903- las tierras que le habían sido asignadas en retribución a su arduo trabajo de fijar los límites con la República de Chile, y con ellas se crea, en 1934, el primer Parque Nacional de Argentina.
El siglo XX fue protagonista del nacimiento de nuevas colonias agrícolas en la zona de los valles, especialmente en el llamado Alto Valle. El primer turno le correspondió a Cipolletti en 1903, Allen en 1907, Ingeniero Huergo en 1912  y Villa Regina, por iniciativa de la  Compañía Italo Argentina de Colonización.

Alternativas turísticas

La multiplicidad de atractivos que ofrece la provincia de Río Negro la convierte en uno de los destinos preferidos de la Patagonia. Otras provincias de este recóndito lugar del planeta ofrecen también inmejorables paisajes de lagos y montañas nevadas, pero la única que a ello puede agregar playas sobre el Atlántico con aguas templadas es la de Río Negro. En efecto, el Balneario Las Grutas ofrece absolutamente todo lo poseen los centros de este tipo ubicados más al norte. Una corriente marina hace las aguas más templadas y el viento no es superior al que presenta cualquier zona de nuestra costa marítima. Se trata de una villa  turística con confortables hoteles, departamentos y casas en alquiler, bungalows y camping. No faltan las discotecas, buena gastronomía en restaurantes, un hermoso casino y centros de compras. La práctica de deportes acuáticos como la pesca, el submarinismo, el surf  y la vela son el complemento ideal para una zona balnearia. Continuando por la Ruta Nacional 3 hacia el sur a menos de 100 kilómetros está la localidad de Sierra Grande donde se pueden visitar las deslumbrantes minas de hierro y apreciar lo que pocas veces se puede ver: el interior de una mina, con sus historias, con la posibilidad de percibir la rudeza de ese trabajo, conocer y ver de cerca aspectos de la geología, métodos de extracción del mineral y una exhibición de fotos que contribuye al conocimiento de este misterioso mundo subterráneo. La visita a estas minas se puede realizar todo el año y todos los días en el horario de 8.00 a 17 horas aproximadamente. De San Antonio Oeste podemos recorrer unos 170 kilómetros hacia la costa (este) por la ya mencionada ruta 3 y llegar a Viedma, la capital provincial. Aquí comenzó, realmente, la historia de la Patagonia. Se encuentra situada en la margen del río homónimo – enfrente de Carmen de Patagones- y tiene un legado histórico de los más interesantes de la Patagonia. Ambas ciudades forman una sola unidad turística con sitios de interés dentro del casco urbano:  la Manzana Histórica de Viedma, el Casco Histórico de Patagones, el Museo Gobernador Tello en Viedma, el Museo Salesiano Cardenal Cagliero, el Cerro de la Caballada, el Museo Tecnológico del Agua y el Suelo y la casona La Carlota. En sus proximidades, existen diversos balnearios y un apostadero con una colonia permanente de lobos marinos en la Reserva Provincial Punta Bermeja. Ambas ciudades cuentan con hotelería y todos los servicios que requiere un turista exigente y circuitos para recorrer los alrededores con interesantes puntos de interés, cuyo detalle escapa al tenor de este texto. En la zona centro-sur de la provincia esta la Meseta de Somuncurá, que fue convertida en una Reserva Provincial por el atractivo paisaje que muestra y por hospedar una fauna muy particular. La Ruta Nacional 23 desde San Antonio Oeste nos lleva a Ingeniero Jacobacci, una bonita ciudad donde se puede realizar el recorrido en el tren La Trochita desde esta última localidad hasta el Maitén en la provincia del Chubut, con paradas en la localidad rionegrina de Fitalancao y en la  chubutense de El Maitén. En Ing. Jacobacci estamos ya acercándonos a San Carlos de Bariloche – unos 170 kilómetros entre ambas localidades – la “Meca” de todo aquel que por primera vez se decide a conocer los “lagos del sur”, nombre genérico con el que designamos al gran complejo lacustre montañoso que se extiende desde Neuquen hasta el extremo sur patagónico. La arquitectura peculiar, sea tal vez , el rasgo que más llame la atención al visitante. Su Centro Cívico, con construcciones que recuerdan a las aldeas alpinas y perviven aún casas de madera, con techos de gran pendiente y también lucen construcciones de impecable estilo moderno. El Hotel Llao Llao también se destaca por la arquitectura muy vistosa y es valuarte de la región, desde el cual hay una excelente vista del Lago Nahuel Huapi, sobre el que se construyó la ciudad. Son muchas la excursiones que tienen como punto de partida Bariloche, que recorren distintos puntos del Parque Nacional Nahuel Huapi, el más antiguo del país y cuyo nombre trasciende las fronteras de Argentina. Muchos turistas extranjeros llegan al Aeropuerto de Bariloche para disfrutar de paisajes realmente sorprendentes, las pesca deportiva de salmónidos y el esquí. Los típicos recorridos que parten de esta prestigiosa ciudad son el Cerro Catedral, el Cerro Otto, el Cerro Tronador, los Circuitos Grande y Chico, Villa La Angostura, Isla Victoria y el Parque Nacional Los Arrayanes, entre muchísimos paseos más. La ciudad de Bariloche está a 830 kilómetros de Viedma.
Otro punto de interés turístico es El Bolsón cuya ruta de acceso atraviesa un espectacular escenario natural, ya que se bordean los lagos Gutiérrez, Mascardi y Guillelmo.  Esta Villa cuenta con una buena infraestructura que le permite ser  un punto de apoyo turístico importante de la llamada Comarca Andina del paralelo 42º, que incluye el territorio rionegrino y chubutense. Sus primeros habitantes se asentaron hacia fines del siglo XIX, procedentes de Chile en su mayoría. La ciudad está asentada sobre una depresión ubicada entre los cerros,  a sólo 300 m sobre el nivel del mar, mientras que al Este las elevaciones alcanzan los 2.200 m de altura. Es un lugar ideal para el descanso con hoteles y restaurantes que ofrecen comidas regionales de fina elaboración, granjas en las que se puede observar la elaboración y adquirir dulces, quesos, yogurt, helados y otras variedades artesanales de origen europeo muchas veces. Hay una Feria Regional que funciona los días martes, jueves y sábados de 10 a 14 horas, donde se pueden adquirir los productos de mayor calidad de la región. Esta reseña sólo pretende dar una semblanza general sobre la oferta turística de la provincia pero está muy lejos de mencionar todos los lugares de enorme belleza paisajística y de atracción para el visitante, como es el caso de las pistas de esquí del Cerro Catedral – el primer centro de esquí del hemisferio sur con 74 elevadores y 250 instructores- y del Cerro Perito Moreno en El Bolsón y el de la pesca de truchas que es motivo de viajes para ese fin por parte de turistas del Hemisferio Norte.

Problemas de conservación
Muchas áreas provinciales adolecen de la falta de implementación de infraestructura, planes de manejo, marcación de límites, vigilancia e información a la población de las localidades aledañas sobre el significado y  el valor de un área protegida, entre otras falencias. Generalmente las razón para llegar a estas situaciones son la falta de presupuesto, provincial o comunal según la reserva que se trate, lo que no sólo responde a la carencia de dinero sino que, muchas veces, a pesar de contar algunas  provincias con presupuestos no tan magros, subestiman por desconocimiento el valor de las áreas protegidas. A esto se suma que si no son factibles de explotar turísticamente, se estaría haciendo una inversión a largo plazo, cosa que a los gobiernos de turno no les acarrea ningún rédito político en su trayectoria. Pero, como muchas otras resoluciones postergadas, este aplazamiento responde a un problema cultural de fondo: la no comprensión del valor e importancia de la preservación de los recursos naturales y los ecosistemas, cuya desatención traerá consecuencias inexorables para las jóvenes generaciones actuales y para las venideras, las que están o estarán formadas por descendientes de los mismos políticos que las creyeron postergables indefinidamente. Pese a lo molestas que son las comparaciones, no en vano las naciones desarrolladas prestan gran atención a esta temática e incluso, muchas veces, ayudan con fondos propios a países en vía de desarrollo para que implementen acciones tendientes custodiar los aludidos recursos.
En el caso particular del área prospectada, hay carencia de infraestructura en casi todos los aspectos. Un área protegida sin límites es un absurdo que entra en el terreno de la lógica pura, dado que habría que responder esta pregunta ¿ se puede proteger la flora, la fauna, la gea, los yacimientos arqueológicos y paleontológicos  de un lugar que nadie sabe donde está?. Entonces los funcionarios públicos encargados de estos asuntos tendrán que imaginar alternativas para avanzar en la implementación concreta de las Áreas Naturales Protegidas produciendo la menor erogación posible. Siempre existe la posibilidad de hacer participar a empresas para que aporten recursos a cambio de la difusión masiva de su acción, o dar participación en el manejo de la reserva  a las numerosas Organizaciones No Gubernamentales dedicadas al medio ambiente. Y en este sentido, es aún más importante el aporte que puedan hacer  las Universidades de todo  el país que tienen Carreras afines a estos temas, ya sea efectuando inventarios de fauna, realizando estudios de campo en el área, incentivando la confección de tesis finales de estudios sobre aspectos que involucren a las unidades de conservación, y muchas otras alternativas que con buena voluntad pueden encontrase.

Cómo llegar

Tomando como punto de referencia la ciudad de Viedma se indican a continuación los itinerarios para llegar a la capital de Río negro. Desde las ciudades ubicadas más al sur sobre la costa atlántica o próximas a ella, la RN N° 3 es la más adecuada para acercarse al lugar propuesto.
Desde las provincias litoraleñas deberán aproximarse primero a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y desde ésta  parte le mencionada RN  N°3, que nos lleva al destino luego de pasar por Bahía Blanca, Carmen de Patagones y, río Negro de por medio, está Viedma.
Desde la ciudad de San Juan habrá que pasar previamente por la capital mendozina a la que la comunica la RN N° 40. De Mendoza hay que tomar la  RN N° 143 hasta su intersección, ya en territorio pampeano, con la RN N° 35 hasta Bahía Blanca y luego seguir por la RN N°3, que como se ha indicó, es camino obligado para buena parte de los que provengan del este de Argentina.
Desde las ciudades de San Luis, Córdoba, La Rioja, Santiago del Estero y otras localidades próximas a las mismas, deberán pasar previamente por Santa Rosa, la capital de La Pampa, y dirigirse hacia el sur por la RN N° 35 hasta la ciudad de Bahía Blanca desde donde ya se indicó como arribar a Viedma.
Para llegar a San Carlos de Bariloche desde toda la zona occidental de Argentina hay que utilizar la RN 40, hasta su intersección con la RN 237 ya dentro de la provincia del Neuquén, y próximos al límite con Río Negro, donde enseguida de traspasarlo  aparece Bariloche.
Desde la ciudad de Buenos Aires hay distintas alternativas para llegar a Bariloche . Una de las más utilizadas es la RN 5 hasta Santa Rosa – La Pampa- . Desde esta capital provincial hay que dirigirse hacia el sur por la RN 35- pocos kilómetros- hasta que a nuestra derecha (oeste) parte la RN 152. Se toma esta ruta hasta que en la provincia de Río Negro es interceptada por la RN 22 en la localidad de Chelforó. En este punto de gira a nuestra derecha, dirección oeste, hasta arribar a la ciudad de Neuquén, donde hay que circular por la ya mencionada RN 237 que nos lleva a destino.
Para llegar al  Dique Casa de Piedra desde el norte se toma la RN 35 desde Santa Rosa hacia el sur hasta que es interceptada por la RN 152 - ya mencionada -  y tomado rumbo suroeste por esta última en la localidad de Puelches, con  rumbo oeste, se continúa un breve tramo por la  152 que luego continúa en la  RP 28 (la RN 152 gira casi en 90° hacia el sur) que tras recorrer unos 90 kilómetros nos deja en la represa.

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Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez


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