EDICION
PROVISORIA
- EN PROCESO
DE DIAGRAMACION
Tupungato
El Parque Provincial Volcán Tupungato está situado en las Cordilleras Principal y Frontal, en la Eco-región de los Altos Andes, teniendo como punto principal al volcán inactivo que lleva el nombre del área. Este cerro de alza a 6.820 m.s.n.m., rodeado de una sucesión de rocas volcánicas que están a la vista y desde su cumbre se observan extensos glaciares que alimentan importantes ríos mendocinos. El paisaje es imponente y de gran belleza lo que le otorga al área un alto valor en ese concepto. Las condiciones climáticas notoriamente adversas para la vida hacen que esta área no se destaque por su biodiversidad, pero esto no significa que en su lucha por la sobrevivencia los vegetales y animales no desarrollen sofisticados mecanismos de adaptación para la vida en esas alturas. Las plantas toman el típico aspecto achaparrado y forman cojines que les permiten resistir mejor los fuertes vientos. El cóndor es realmente el rey en estas soledades dada su gran plasticidad para soportar las bajas temperaturas, vientos sumamente fuertes, menor cantidad de oxígeno en el aire y escasez de alimento, lo que se compensa grandemente con la poca competencia que tiene en su nicho ecológico. A esto se suma su destreza para el vuelo en esas condiciones, donde planea con una facilidad que un observador agudo no puede menos que quedar sorprendido. Por lo expuesto estamos ante la presencia de un área en la que hay que estar muy alertas para que no sea alterada por ninguna actividad humana.
Categoría
Parque provincial. La Ley Nº 6045, que establece el sistema provincial de áreas naturales protegidas, en su Artículo 20 establece que se adoptan las categorías sugeridas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Ubicación
El área protegida prospectada se sitúa en el noroeste de la Provincia de Mendoza, ocupando partes de los Departamentos Luján de Cuyo y Las Heras. Está a unos 130 kilómetros de la ciudad de Mendoza y a 30 km de la Villa Tupungato, lindando el sector occidental con la República de Chile. Las coordenadas geográficas de su parte central son 33º 21’ de Lat. S y 69º 43’ de Long. O.
Superficie
El Parque Provincial Volcán Tupungato posee una superficie que se aproxima a las 170.000 hectáreas.
El motivo no específico de creación de esta reserva es la preservación de sus características naturales que la distinguen y el objetivo específico es brindar protección a la zona donde yace el volcán de mayor altura de toda la Cordillera de los Andes y el entorno de gea que lo circunda, con alto valor geológico por la exposición de elementos como rocas ígneas y enormes glaciares.
Fecha e instrumento legal de creación
El Parque Provincial Volcán Tupungato fue creado con la sanción de la Ley Nº 5026 que tuvo lugar el 20 de agosto de 1985. Luego, la Ley Nº 6116 publicada en el Boletín Oficial del 26 de abril de 1994, modifica los límites expresados en el Artículo 2 de la primera normativa mencionada.
Relieve
Las formas del terreno de la provincia de Mendoza están muy estrechamente vinculadas a su agitado pasado geológico, que originó las grandes unidades de relieve sobre las cuales se ejerció un intenso modelado por parte de agentes climáticos (Chiozza y Figueira, 1982).
Para su análisis, el sector montañoso – oeste - permite ser dividida en tres partes en el territorio mendocino. La cordillera principal,que en la Argentina comienza aproximadamente en el paralelo de los 32° Lat. S. y cuyo límite oriental está conformado por el valle del río Blanco, los faldeos orientales de los cerros Mercenario, Aconcagua y Puente del Inca; y al sur del río Diamante está directamente en contacto con los llanos de los ríos Atuel y Malargüe. El límite continúa por el valle del río Grande, la sierra de Vaca Muerta, girando hacia el oeste hasta alcanzar los 39° de Lat. S. (Lorenzini y Rey Balmaceda, 1993). El cordón principal - o del Límite como también se lo llama- posee unos 70 kilómetros de ancho al sur del río Diamante y va estrechándose hacia el norte, donde sólo alcanza los 30 kilómetros en la parte media de la provincia de Mendoza. Geológicamente, en el sector oeste de los macizos montañosos, se reconoce el ambiente del geosinclinal mesozoico, producto de una invasión marina de origen pacífico, en el cual ocurrieron dos ciclos completos de sedimentación que, junto con mantos de rocas eruptivas, fueron plegados y elevados durante la orogenia andina formando la Cordillera Principal (Chiozza y Figueira, 1982).
La otra formación se denomina Cordillera Frontal, y se extiende entre la Precordillera y la Cordillera Principal. Una gran parte del recorrido de este alineamiento orográfico de desarrolla en territorio chileno. Esta formado por cordones que en su mayoría presentan una orientación noroeste-sudeste y noreste-sudoeste, separados por los valles de los ríos que forman el sistema del Desaguadero. Esta cadena de cordones separados y con distintas orientaciones se formó por las grandes presiones ejercidas al elevarse la Cordillera Principal. El punto de anulación de ambas fuerzas es lo que produjo las máximas elevaciones. De esta cadena montañosa se destaca el cerro Bonete con 6872 m.
Es significativo aclarar que estas dos cadenas no poseen una división bien definida entre ellas, a excepción de unos pequeños trechos, y que ambas secciones están perfectamente unidas entre si. La principal diferencia que existe entre ellas es el tipo de rocas que la componen. La Cordillera Principal está formada por capas de sedimentos marinos con fósiles de edad jurásica y cretácica y del lado occidental rocas piroclásicas (González Bonorino, 1958). Esta unión entre ambas formaciones orográficas se superponen rocas características de uno u otro ambiente. Tal es el caso de del cerro Mercenario, el de la sierra de la Ramada y del Tupungato, elevaciones en cuyos flancos orientales se encuentran rocas del ambiente de la cordillera frontal sirviendo de base a los estratos mesozoicos que se desarrollan hacia occidente (Leanza, 1958).
La Cordillera Principal está separada de la Precordillera – una formación montañosa distinta- por varios valles que reciben distintos nombres, siendo el de Uspallata uno de los más renombrados.
El cerro Aconcagua está situado en extremo sur de la cadena denominada los Penitentes y con sus 6.959 m.s.n.m. se lleva el atributo del ser la mayor elevación del continente americano y su gran altura, como la de otros cerros próximos, no corresponde a estructuras volcánicas como el Tupungato, sino que su altitud actual resulta del levantamiento tectónico de la cordillera. Existen otros cerros de gran altura como el Catedral con 5.200 m.s.n.m , el Cuerno (5.450), el Juncal (6.060), el San Juan (6.111), el Tupungato (6.800), el Nevado del Plomo (6.120), el Maipo (5.323) y varios más cuyas alturas superan los 5.000 metros. Entre los 27º y los 33º 30’ no se observa vulcanismo cuaternario y la actividad sísmica se concentra en una franja delgada a lo largo del borde occidental, que coincide con la zona geotectónica más activa donde ocurren los grandes terremotos.
Una característica destacable es que sólo las cumbres muy altas están cubiertas por glaciares, que tuvieron lugar durante una serie de avances ocurridos durante el Cuaternario, dado que el límite inferior de las nieves eternas es muy elevado debido a la aridez y la fuerte insolación. Esto da lugar a que se erijan los penitentes, formación muy característica de los Andes, consistente en montículos de nieve de unos 3 metros de alto con aspecto de monjes, ocasionados por la fusión de las capas superficiales de nieve debida a la fuerte insolación que al formar surcos que se van ahondando con el paso del tiempo, queda la zona cubierta de esos agudos montículos alineados. Estas formaciones dan nombre por su aspecto a la cadena de elevaciones Los Penitentes.
El avenamiento se produce en las altas cimas por una vasta red a la que se agrega la fusión del hielo y la nieve, lo que hace un material muy denso lo que origina los taludes de escombros - piedra desintegrada por factores exógenos – son muy frecuentes.
La Precordillera, producto de la orogenia andina, es la tercera de las formaciones antedichas y está constituida por un macizo compuesto principalmente de metamorfitas y sedimentos paleozoicos, período en el cual se formó- aunque hacia el Pérmico- esta unidad orográfica , para ser luego reactivada y elevada durante el Terciario y Cuaternario. Toda la zona presenta alta sismicidad y fallamientos activos que ocasionan movimientos frecuentes. La Precordillera forma las sierras de Villavicencio y Uspallata y finaliza sobre la margen derecha del río Mendoza cerca de Cacheuta. Su relieve muestra signos de mucha acción erosiva por la desagregación mecánica de las rocas provocada por efecto del clima árido y de las grandes amplitudes térmicas.
La acción glaciaria fue mucho mayor en el pasado y la geomorfología que se aprecia en la actualidad está modificada por la acción de procesos ulteriores como la remoción en masa y la acción fluvial. Los glaciares actuales de la zona cordillerana en general se los clasifica como glaciares de valle, glaciares de montaña y manchones de nieve y estos, a su vez, pueden presentarse como descubiertos, cubiertos por detritos y glaciares de escombros.
Por último encontramos en lo que sería, longitudinalmente, la mitad este, una zona de llanos cuya superficie está cubierta por depósitos terciarios y cuaternarios de gran espesor, que recubren, en buena parte, rocas precámbricas. Estas planicies y depresiones que dominan el oriente mendocino, desde el piedemonte hasta el río Desaguadero - que actúa como demarcador del límite con la provincia de San Luis- están interrumpidas por las denominadas huayquerías y guayquerías, que son zonas áridas con suelo de sedimentos rocosos en las que se forman canaletas o surcos. En la parte norte de esta llanura hay una extensa zona conocida como La Travesía, muy árida en la que se forman médanos y no hay casi drenaje superficial, estando salpicado por las lagunas de Guanacache, hoy reducidas enormemente por el uso para riego del agua y convertidas en salitrales. En la zona sur, como transición al ambiente patagónico, se encuentra el dominio volcánico de la Payunia.
El Tupungato, con sus 6.800 metros es uno de los picos más elevados de América y pertenece al ambiente de la Cordillera Frontal. En realidad, su perfil cónico lo debe más a la erosión y que al origen volcánico y las rocas que lo forman, en gran parte volcánicas, son del Triásico (González Bonorino, 1958). En la región se encuentran sedimentos de origen marino y un conjunto de rocas volcánicas pertenecientes al Paleozoico. Posteriormente se produjo acumulación de sedimentos continentales y marinos durante el Mesozoico (Manzur, 2002). En el período Plioceno se produjeron fracturas que favorecieron la formación de volcanes, debidas a las enormes fuerzas que dieron lugar a la elevación de los Andes. Desde el Cuaternario tuvieron lugar una serie de avances de glaciares y se perciben altas tasas de erosión y sedimentación producto de eventos cíclicos episódicos a través del tiempo (Manzur, 2002). Una sucesión de rocas volcánicas forman este cerro gastado por la erosión y que presenta en su cima una serie de cráteres que confirman que el Cerro Tupungato es un antiguo volcán apagado, rodeado por extensos glaciares.
Hidrografía
Casi toda la red fluvial de Mendoza corresponde a la cuenca del Desaguadero formada por los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel. Sólo en la parte sur, los ríos Barrancas y Grande que forman el Colorado, no integran la mencionada cuenca. Todos estos cursos de agua nacen en la zona montañosa y descienden hasta las llanuras donde interrumpen sus cuencas debido al intenso aprovechamiento que se hace de los mismos para el riego. Son ríos antecedentes (que conservaron sus cursos desde antes de las formaciones orográficas) que atraviesan las montañas por medio de enormes gargantas erosionadas durante los movimientos terciarios y prácticamente muchos de ellos carecen de agua durante buena parte del año y con el deshielo primaveral sus cauces se hacen muy torrentosos.
El río Mendoza se forma de la unión de los ríos Tupungato y de las Cuevas y recibe las aguas de los arroyos Horcones, Santa María y del río Vacas que desciende del Aconcagua. Nótese la diferencia del caudal de un río que se alimenta de los deshielos como lo es el Mendoza, comparando su caudal medio, calculado en aproximadamente 55 m3/ seg., con los 750 m3/ seg. que alcanza en el verano.
El río Diamante nace al pie del Maipú, en la gran laguna del mismo nombre, y aumenta su caudal en su tramo medio por el aporte de las aguas de varios pequeños afluentes y atraviesa la zona árida llegando al Desaguadero con menor cauce. El río Atuel presenta en una parte estrecha de su cauce una pequeña cascada, llamada Saltos del Nihuil, aguas arriba de las cuales se erigió la represa del mismo nombre y varias usinas hidroeléctricas que aprovechan su cauce. Los dos grandes lagos artificiales que hoy posee la Provincia son El Nihuil y el Carrizal, y hay otros de menor tamaño.
En la parte norte del río Desaguadero perviven dos espejos de aguas permanentes de considerable tamaño que son la Laguna Silverio y la Grande o del Quebrachito. En la parte centro-sur hay otra laguna, Llancanelo, que posee una diversidad muy importante de aves acuáticas que dio lugar a que se le otorgue jerarquía internacional como reserva natural.
Decíamos que las redes hidrográficas mayoritariamente se alimentan del derretimiento de hielo y de la nieve, insumiéndose una gran parte de sus caudales en el piedemonte, abasteciendo las napas de agua subterránea, siendo esta una de las funciones importantes que cumple al Parque Provincial Volcán Tupungato, al contribuir de esta forma al reservorio de aguas dulces (Manzur, 2002). Los ríos principales del área protegida prospectada son el Tupungato, que corre hacia el norte del cerro del mismo nombre, el Tunuyán hacia el sur y los ríos Tunas y Anchayuyo que drenan hacia el río Tunuyán.
Clima
A pesar de la gran distancia que la separa del Atlántico, la parte cordillerana recibe de ese sector la escasa humedad que se precipita generalmente en forma de grandes nevadas en las partes más elevadas, durante los meses de mayo a agosto mayoritariamente. Su frecuencia y magnitud decrecen hacia el este.
Desde el Pacífico el clima recibe la mayor influencia por la acción del anticiclón del Pacífico que genera vientos del oeste. Estos vientos se elevan y al chocar con los cerros de la cordillera se enfrían y precipitan su humedad en forma de nieve. En la cordillera la ascensión del aire se hace marcadamente a través de los valles y los faldeos de los cerros y por la baja presión que hay en las cumbres este aire asciende durante las tardes generalmente y forma cúmulos pero no llegan a producirse. De noche ocurre el fenómeno contrario y el viento sopla desde la cima hacia los valles.
Como todas las regiones con marcadas variaciones altitudinales, la temperatura es un factor climático totalmente dependiente de las mismas.
En toda la cordillera cuyana ocurren en invierno fuertes vientos fríos provenientes del sector oeste y sudoeste, que cuando soplan conjuntamente con nevadas se forma el tan temido viento blanco. Estos mismos vientos, bajo condiciones atmosféricas particulares, cruzan los Antes sufriendo bruscos cambios que los transforman al llegar a las zonas bajas en cálidos y secos, como ocurre con el folklórico viento zonda.
Las precipitaciones varían con la altura pero en sentido inverso al de la temperatura, como ejemplo se menciona la localidad de San Martín a 650 m.s.n.m. que recibe lluvias cercanas a los 200 mm anuales y en Puente del Inca a 3.700 m, cae en forma de lluvia o nieve más de 300 mm.
Flora
El Parque Provincial Volcán Tupungato está ubicado, según Cabrera (1976), en la Provincia Altoandina, que abarca todas las altas montañas que se ubican al oeste de la Argentina desde el territorio boliviano hasta Tierra del Fuego. Según la latitud este bioma esta sectorizado en distritos, denominándose Distrito Altoandino Cuyano al que ocupa los Andes de las provincias de San Juan y Mendoza. La otra clasificación que se utiliza en estos trabajos es la desarrollada por Burkart, et al. (1999), que sólo difiere de la mencionada anteriormente, en que la última a partir de los 38º de Lat. S. aproximadamente, hacia el sur, deja de denominarse Eco-región de los Altos Andes para llamarse Eco-región Bosques Patagónicos, por la presencia de la selva Valdiviana en este sector.
En cuando a la vegetación se refiere, la misma está altamente influenciada por el clima frío y seco de la gran altura del Cerro Tupungato que sólo le permite su desarrollo en las laderas algo protegidas y muy escarpadas. La escasa vegetación es arbustiva, achaparrada o rastrera, y en las pequeñas zonas de declive suave, la vegetación dominante es la estepa arbustiva, baja y esparcida, con predominio de los iros (Festuca spp.), que son matas compactas de pastos duros. Son variados y sofisticados los mecanismos de defensa que desarrolla la flora para adaptarse a sobrevivir en condiciones totalmente adversas, por la bajísima temperatura reinante, los muy fuertes vientos y la escasa humedad, entre otros. Una de las formas que adoptan es la reducción al máximo de la superficie foliar para restringir la evaporación, también reducción de los estomas – los pequeños orificios en la epidermis de las hojas- que reduce el intercambio gaseoso sin afectar la fotosíntesis, extensísimas raíces para obtener humedad y soporte en suelo generalmente blandos, minimizan sus órganos aéreos presentando tallos de pocos centímetros de longitud y otras sistemas fisiológicos más complejos que las defienden de la gran inclemencia. En las zonas más altas encontramos roquedales donde la hostilidad del clima impide el desarrollo de cualquier tipo de vegetación. Sólo se observan algunos vegetales en las zonas húmedas que se forman por alguna oquedad del suelo o características del relieve que propicien la permanencia de humedad. En estos lugares – denominados vegas – crecen escasos pastizales compuestos por vegetales de las familias de las ciperáceas y juncáceas. Descendiendo aparecen algunas plantas que representan principalmente a las familias compuestas como Caliceráceas, Portulacáceas, Leguminosas y Verbenáceas. Cuando descendemos en altura aparecen algunas especies leñosas, siendo la más común de observar la llamada leña amarilla (Adesmia pinifolia) que desarrolla poco más de un metro de alto y otras especies del género Adesmia que reciben el nombre de cuerno de cabra. Toda la flora desarrolla su ciclo vital en forma repentina y por el escaso tiempo en que las condiciones climáticas merman su rigurosidad. Algunas especies conspicuas son el huecú (Poa holciformis), Junellia uniflora, Stipa chrysophylla, Pernetya mucronata, comúnmente la llaman chaura, Oreopolus glacialis, entre otras (Martínez Carretero, et al. 1999). Son comunes en las vegas la Festuca desvauxii, el hunco tierno (Eleocharis albibracteata), Oxychloe andina, Festuca argentina, Werneria pygmaea y algunas especies más, menos conspicuas.
Fauna
De acuerdo a la clasificación en biorregiones que presenta Cabrera y Willink (1980), la zona en estudio está comprendida dentro de la Región Neotropical, Dominio Andino Patagónico, Provincia Altoandina - en concordancia con la división fitogeográfica- que de norte a sur su cota de presencia faunística va descendiendo en altura. Así mientras en los Andes Venezolanos la misma se sitúa aproximadamente en los 4.000 m.s.n.m. en la latitud donde se ubica la provincia de Mendoza esta se sitúa en los 3.000 metros aproximadamente. No es mucha la fauna que se encuentra en estos parajes pero vale la pena señalar algunas especies presentes que son típicas o al menos comunes en estas alturas. En primer término hay que nombrar al cóndor andino (Vultur gryphus), que se distribuye a lo largo de la Cordillera de los Andes, aunque está ausente en mucho lugares, y es el ave voladora de mayor tamaño. Resulta admirable observar su extraordinaria habilidad para volar a grandes alturas aprovechando las corrientes de aire que le permiten un gran ahorro de energía al hacer mínimo movimientos con sus alas durante largo rato. También se ve con frecuencia a otro coloso entre las aves que es el águila mora (Geranoaetus melanoleucus), también de gran porte aunque no comparable al del cóndor, y generalmente se la observa planeando a gran altura. Continuando con el grupo de las aves es oportuno aclarar que la región altoandina posee varios endemismos como el comosebo andino (Phrygillus gayi), la dormilona cenicienta (Muscisaxicola cinerea) que frecuenta la cercanía de los ríos y arroyos de montaña, el yal plomiso (Phrygilus unicolor), la palomita cordillerana ( Metriopella melanoptera), la agachona de collar (Thinocorus orbignyianus), cuyo nombre común hace referencia a la costumbre de “achatarse” contra el suelo y su aspecto recuerda a una paloma, la monterita pecho gris ( Poospiza hypochondria) . También se observa a la gaviota serrana (Larus serranus) y dentro de la familia Trochiidae también encontramos un representante que frecuenta los altos cerros de los Andes, el picaflor andino (Oreotrochilus leucopleurus), la caminera grande (Geositta isabellina), la dormilona frente negra (Muscisaxicola frontalis), la dormilona chica (Muscisaxicola muculirostris), entre algunas otras especies. Es destacable la presencia de varias especies de aves acuáticas que frecuentan lagunas altoandinas, muchas de las cuales son exclusivas de estos ambientes.
La mastofauna del área prospectada – casi no relevada- sólo es relativamente abundante dentro del orden de los roedores con varios integrantes de la familia Muridae como la laucha andina (Calomys lepidus ) y el ratón andino (Akodon andinus). Entre mamíferos de tamaño grande hay algunas poblaciones del zorro gris (Lycalopex gymnocercus), que prácticamente se lo ve el cualquier ambiente de la Argentina hasta los 5.000 m.s.n.m., y podría estar también el zorro colorado (Lycalopex culpaeus) dado que su distribución dentro del territorio argentino abarca toda la zona cordillerana y patagónica – hasta los 4.500 m.s.n.m.-, cuyo estatus nacional lo considera próximo a ser vulnerable y figura en el Apéndice II de la Cites.
También entre los roedores de mayor tamaño se destacan el chinchillón (Lagidium viscacia) o y la rata chinchilla (Abrocoma cinerea). Un lugar relevante lo ocupa el guanaco ( Lama guanicoe) cuya capacidad para vivir en terreno escarpados es superior a la de la vicuña y también se encuentran poblaciones del emblemático puma ( Puma concolor). Además, dentro de la fauna exótica, es abundante la liebre europea (Lepus eropaeus).
Entre los vertebrados correspondientes a la ictiofauna, herpetofauna y la batracofauna del Parque Provincial Volcán Tupungato, no se ha logrado obtener un listado completo por lo que preferimos omitir nóminas aisladas.
Recursos culturales
Aunque aún permanecen dudas sobre algunos aspectos de los habitantes prehispánicos de la zona de Cuyo, se puede afirmar con suficiente certeza que ya al comienzo del Holoceno el territorio estaba poblado. En este período bandas de cazadores y recolectores no especializados recorrían el actual territorio mendocino. Su instrumental, constituido por un corto número de artefactos muy diferenciados, era fabricado sobre lascas y núcleos y no conocían las hachas de mano ni las puntas de flecha (Rodríguez, 1976). Las excavaciones realizadas por el arqueólogo Lagiglia en los valles de los ríos Diamante y Atuel sirvieron de testimonio para conocer que más tardíamente en la zona indicada ya se utilizaba el hacha y puntas de proyectil bifaciales (estas fueron posteriores al empleo del hacha). Más tarde aún, hacia el 2.000 a.C., fecha establecida por registro con carbono 14, se determina la presencia de un grupo distinto a los anteriores y utilizan la llamada Gruta del Indio para fines ceremoniales o funerarios y presumiblemente vendrían de los Andes del sur peruano y del actual territorio de Chile. Hay estudios que hacen referencia a otras culturas prehispánicas que en distintos períodos ocuparon la zona prospectada; en el sector sur por ejemplo, más recientemente, la influencia de la cultura e idioma araucanos ha sido intensa (Serrano, 2000).
En el período hispánico los aborígenes que ocupaban la zona de Cuyo fueron los Huarpes. Estaban divididos en dos grupos con características distintas. Los huarpes de San Juan hablaban una lengua llamada allentiac y los mendocinos un codialecto llamado millcayac (Canals Frau, 1986).El idioma de los huarpes es hoy conocido gracias a los textos elaborados por el Padre Valdivia y a grandes rasgos se puede referir que los del sector occidental, o sea que ocupaban en territorio del Parque Provincial Aconcagua, eran agricultores en escaso grado pero utilizaban irrigación artificial; como armas usaban el arco y la flecha y no fueron un pueblo guerrero. En cuanto a la vestimenta, según dice el Padre Ovalle, vestían con buenas prendas y los hombres utilizaban como distinción de su sexo una vestimenta similar a lo que hoy conocemos como camiseta. Las mantas y las prendas tejidas también componían su indumentaria.
Expansión incaica. El ingreso de los incas al actual territorio argentino tuvo lugar a mediados del siglo XV, produciéndose por el noroeste y llegando, en su extremo austral, aproximadamente hasta el territorio mendocino. En los primeros momentos esta expansión no parece haber tenido como objetivo preponderante intereses económicos o estratégicos definidos, sino a un conjunto de motivaciones corporativas de sectores dominantes de la sociedad cuzqueña (Tarragó, 2000). Esta ocupación abarcó menos de un siglo, de acuerdo con la cronología aceptada. Sin embargo, en este breve período, la impronta sociocultural del Imperio Inca fue significativa. En primer lugar el legado de la lengua quichua que se impuso en vastas zonas del noroeste argentino, una cerámica de excelente factura y fina terminación, en la zona andina se percibió el empleo del bronce de cobre y estaño en lugar del de cobre y arsénico utilizado previamente, amén de sistemas innovadores de cultivo y caza, entre otros muchas cosas.
Alternativas turísticas
En un marco de gran belleza escénica, el volcán más antiguo de macizo andino se yergue con su cima rodeada de extensos glaciares que alimentan muchos cauces de agua, lo que en su conjunto brinda paisajes esplendorosos. Las posibilidades que ofrece el área son múltiples pero hay que mencionar que el acceso presenta ciertas dificultados por el confinamiento del área y la topografía del terreno. Esta circunstancia, generalmente, actúa como mayor atractivo para los que gustan del turismo aventura y evitan los centros turísticos donde está todo pautado y con presencia de mucho público. Es un lugar excepcional para practicar trekking por la riqueza escénica, donde a cada paso se descubre un detalle del entorno que no habíamos percibido antes y por la sensación, tan difícil de describir con palabras, que se experimenta ante una naturaleza agreste, hostil, majestuosa e inmensamente bella. Otro tanto habría que decir para los que gustan de la fotografía de naturaleza tanto por los amplios paisajes, como por los detalles que una saliente de la ladera, un pequeño torrente de agua, piedras de distintos tonos y formas, escasa pero vistosa vegetación que lucha tenazmente contra la inclemencia del tiempo, valles como el De las Taguas, el Termas de Polleras o el Paso de Pircas o ventisqueros con el Del Plomo, por sólo mencionar algunos accidentes geográficos al azar, la silueta de algún cóndor, águila mora y una manada de guanacos puede permitirnos incursionar en el safari fotográfico, y muchos comentarios que podrían hacerse sobre los recónditos lugares que muy probablemente si no quedaron plasmados en una fotografía, muy difícilmente se borrarán de nuestra memoria.
Hay tras vías de acceso principales cuyo detalle pormenorizado escapa al tenor de estas líneas pero las Direcciones de Turismo Provincial y las pertenecientes a los Departamentos Tupungato y Luján de Cuyo, poseen la información detallada y datos vinculados con la época de año para acceder e indumentaria e equipamiento adecuados.
Cómo llegar
De indica a continuación la forma de llegar, como primer paso, a la ciudad de capital provincial y luego, como acceder de esta al área analizada.
A la ciudad de Mendoza se llega desde Córdoba por la Ruta Nacional Nº 20 que luego empalma con la R.N. 146 y por ésta se continúa hasta su intersección con la R.N. 7, muy próxima a la ciudad de San Luis.
Desde Buenos Aires hay dos alternativas: la Ruta Nacional 7 directamente o la 188 – también nacional- hasta San Rafael y desde aquí se toma R.N. 143 que se fusiona con la 40 hasta llegar a la capital provincial. Desde ésta se retoma la R.N. Nº 7 –que cruza la frontera hasta territorio chileno- en dirección a Puente del Inca por una carretera de cómoda circulación que en las proximidades de ésta última localidad nos lleva al ingreso al Parque Provincial Aconcagua.
Partiendo del litoral, una de las posibilidades es cruzar desde Paraná por el túnel subfluvial y arribar a la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, para seguir desde ésta por la RN 19 hasta Córdoba y luego se sigue como se indicó en el primer párrafo. De Corrientes y Misiones, es conveniente pasar el Puente General Belgrado que une las ciudades de Corrientes y Resistencia, y, desde ésta última, tomar con rumbo sur la RN 11 que en forma bastante rectilínea nos conduce a la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz. Luego se sigue como se señaló precedentemente.
Una vez que nos encontramos en la ciudad de Mendoza, una de las vías de acceso más utilizadas es a través de la localidad de Tupungato, a la que se arriba por la RN 40, yendo con rumbo sur unos 90 kilómetros aproximadamente. Instalados en la villa de Tupungato, debemos preguntar allí los detalles del acceso en el lugar, dado que hay que combinar tramos por agua y tierra.
Problemas de conservación
Por la dificultad de acceder al área y por las características topográficas y climáticas el Parque sufre poco impacto ambiental de origen antrópico, situación que lo distingue de la inmensa mayoría de las áreas naturales protegidas. No obstante siempre existen pobladores que utilizan estos espacios para permitir el pastoreo de cabras u otro tipo de ganado y el Parque debería contar con una estación de vigilancia al menos en época estival cuando acceden turistas, montañistas o investigadores.
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Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez
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