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Telteca

Reserva Florística y Faunística - Mendoza
 

EDICION PROVISORIA - EN PROCESO DE DIAGRAMACION

Telteca

Es un área de unas 20.000 hectáreas, ubicada en el noreste mendocino, en plena Eco-región del Monte, con bosques de algarrobo dulce (Prosopis flexuosa) en óptimo estado de conservación como no hay muchos que perduren en territorio argentino por su alto grado de explotación.  Lo acompañan varias especies de flora y fauna comúnmente asociadas a estos bosques, algunas de las cuales son exclusivas de la región. El grado de control que presenta el área es bueno, la infraestructura es incipiente y  se puede llegar hasta el ingreso donde está la seccional de los guardaparques por asfalto. La circulación vehicular dentro de la reserva es dificultosa por lo que sólo se recomienda hacerlo con vehículos 4x4. El período de visitas está restringido a los meses que transcurren entre marzo y noviembre, dado que en pleno verano el calor es muy fuerte.

Categoría

El Artículo 1º de la ley de creación utiliza los términos Reserva Faunística y Florística.

Ubicación

Se sitúa en el noreste de la provincia de Mendoza, no muy lejos del  límite interprovincial con San Juan, en el Departamento Lavalle, a 170 kilómetros aproximadamente de la ciudad capital. Las localidades próximas son pequeños pueblos como Capilla del Covadito a unos pocos kilómetros del límite sur y la localidad de Encón, en territorio sanjuanino, dista a unos 18 kilómetros del perímetro norte del área. Sus coordenadas geográficas son 32º 23’ 27” Lat S  y  68º 01’ 30” de Long O.

Superficie

La unidad de conservación que se analiza posee una extensión de 20.400 hectáreas. El objetivo específico de su creación es la preservación de un importante relicto de bosques de Prospis flexuosa, poco impactados por la actividad humana, y su  fauna asociada. El objetivo general  de la puesta en marcha de esta área protegida fue la preservación de las especies de flora, fauna y gea  presentes  en el lugar.

Fecha e instrumento legal de creación

La Ley Provincial Nº 5061, sancionada en la ciudad de Mendoza en 26 de noviembre de 1985, sienta la base legal de la  Reserva Telteca. El dominio  de la tierra y su jurisdicción  son provinciales.

Relieve

La constitución geológica-estructural de la cordillera es compleja y está asociada estrechamente a su agitado pasado geológico, que originó distintas unidades de relieve sobre las que actuaron intensamente los agentes climáticos dando forma al actual paisaje (Chiozza  y  Figueira, 1982). Para su análisis, el sector montañoso – al oeste - permite ser dividido en tres partes en el territorio mendocino. La Cordillera principal o del límite, que en la Argentina comienza aproximadamente en el paralelo de los 32° Lat. S. y  cuyo límite oriental pasa por el valle del río Blanco, los faldeos orientales de los cerros Mercenario, Aconcagua y Puente del Inca;  y  al sur del río Diamante está directamente en contacto con los llanos de los ríos Atuel y Malargüe. El límite continúa por el valle del río Grande, la sierra de Vaca Muerta, girando hacia el oeste hasta alcanzar los 39° de Lat. S. (Lorenzini y Rey Balmaceda,1993). El cordón principal o del límite  posee  unos 70 kilómetros de ancho al sur del río Diamante y va estrechándose hacia el norte, donde sólo alcanza los 30 kilómetros en la parte media de la provincia de Mendoza. Geológicamente, en el sector oeste de los macizos montañosos, se reconoce el ambiente del geosinclinal mesozoico, producto de una invasión marina de origen pacífico, en el cual ocurrieron dos ciclos completos de sedimentación que, junto con mantos de rocas eruptivas, fueron plegados y elevados durante la orogenia andina formando la Cordillera Principal (Chiozza y Figueira, 1982).
La otra formación se denomina Cordillera Frontal, y se extiende entre la precordillera y la Cordillera Principal. Una gran parte del recorrido de este  alineamiento orográfico de desarrolla en territorio chileno. Esta formado por cordones que en su mayoría presentan una orientación noroeste-sudeste   y  noreste-sudoeste,  separados por los valles de los ríos que forman el sistema del Desaguadero. Esta cadena de cordones separados y con distintas orientaciones se formó por las grandes presiones ejercidas al elevarse la Cordillera Principal. El punto de anulación de ambas fuerzas es lo que produjo las máximas elevaciones, entre las que  se destaca el cerro Bonete con 6872 m.s.n.m., dentro de esta formación.
Es significativo aclarar que estas dos cadenas no poseen una división bien definida entre ellas, a excepción de unos pequeños trechos, y que ambas secciones están perfectamente unidas entre si. La principal diferencia que existe entre ellas es el tipo de rocas que la componen. La Cordillera Principal está formada por capas de sedimentos marinos con fósiles de edad jurásica y cretácica y del lado occidental rocas piroclásicas (González Bonorino, 1958). A la vez la separan de la Precordillera – una formación montañosa distinta -  varios valles  que reciben distintos nombres, siendo el de Uspallata uno de los más renombrados.
El cerro Aconcagua está situado en extremo sur de la cadena denominada los Penitentes y con sus 6.959 m.s.n.m. se lleva el atributo del ser la mayor elevación del continente americano y su gran altura, como la de otros cerros próximos, no corresponde a estructuras volcánicas activas como el Tupungato, sino que su altitud actual resulta del levantamiento tectónico de la cordillera. Existen otros cerros de gran altura como el Catedral  con 5.200 m.s.n.m , el Cuerno (5.450), el Juncal (6.060), el San Juan (6.111), el Tupungato (6.800), el Nevado del Plomo (6.120), el Maipo (5.323) y varios más cuyas alturas superan los 5.000 metros. Entre los 27º y los 33º 30’ no se observa vulcanismo cuaternario y la actividad sísmica se concentra en una franja delgada a lo largo del borde occidental, que coincide con la zona geotectónica más activa donde ocurren los grandes terremotos.
Una característica destacable es que sólo las cumbres muy altas están cubiertas por glaciares, que tuvieron lugar durante una serie de avances ocurridos durante el Cuaternario, dado que el límite inferior de las nieves eternas es muy elevado debido a la aridez y la fuerte insolación. Esto da lugar a que se erijan los penitentes, formación muy característica de los Andes, consistente en  montículos de nieve de unos 3 metros de alto con aspecto de monjes, ocasionados por la fusión de las capas superficiales de nieve debida a la fuerte insolación que al  formar surcos que se van ahondando con el paso del tiempo, queda la zona  cubierta de esos agudos montículos alineados. Estas formaciones dan nombre por su aspecto a la cadena de elevaciones Los Penitentes.
El avenamiento se produce en las altas cimas por una vasta red a la que se agrega la fusión del hielo y la nieve, lo que conforma un material muy denso que  origina los taludes de escombros  - piedra desintegrada por factores exógenos – que son muy frecuentes.
La Precordillera, producto de la orogenia andina, es la tercera de las formaciones antedichas y está constituida por un macizo compuesto principalmente de metamorfitas y sedimentos paleozoicos, período en el cual se formó- aunque hacia el Pérmico- esta unidad orográfica, para ser luego reactivada y elevada durante el Terciario y Cuaternario.  Toda la zona presenta  alta sismicidad  y  fallamientos activos que ocasionan movimientos frecuentes. La Precordillera forma las sierras de Villavicencio y Uspallata y finaliza sobre la margen derecha del río Mendoza cerca de Cacheuta. Su relieve muestra signos de mucha acción erosiva  por la desagregación mecánica de las rocas provocada por efecto del clima árido y de las grandes amplitudes térmicas.
La acción glaciaria fue mucho mayor en el pasado y la geomorfología que se aprecia en la actualidad está modificada por la acción de procesos ulteriores como la remoción en masa y la acción fluvial. Los glaciares actuales de la zona cordillerana en general se los clasifica como glaciares de valle, glaciares de montaña y manchones de nieve y estos, a su vez, pueden presentarse como descubiertos, cubiertos por detritos y glaciares de escombros.
Por último encontramos en lo que sería, longitudinalmente, la mitad oriental, una zona de llanos cuya superficie está cubierta por depósitos terciarios y cuaternarios de gran espesor, que recubren, en buena parte, rocas precámbricas. Estas planicies y depresiones que dominan el oriente mendocino, desde el piedemonte hasta el río Desaguadero - que actúa como demarcador del límite con la provincia de San Luis- están interrumpidas por las denominadas huayquerías  y guayquerías, que son zonas áridas con suelo de sedimentos rocosos en las que se forman canaletas o surcos. En la parte norte de esta llanura hay una extensa zona conocida como La Travesía, muy árida en la que se forman médanos y no hay casi drenaje superficial, estando salpicado por las lagunas de Guanacache, hoy reducidas enormemente por el uso para riego del agua y convertidas en salitrales. En la zona sur, como transición al ambiente patagónico, se encuentra el dominio volcánico de la Payunia.
La fisonomía de la Reserva Telteca puede definirse a grandes rasgos como una planicie arenosa con médanos vivos y cauces abandonados de época postglacial. Hay aguas freáticas a relativamente poca profundidad, hecho que incide notoriamente en  la vegetación, y un sector se conoce como “Los Altos Limpios”, por tratarse de un conjunto de médanos fijos que alcanza los 15 metros de altura. Estos están totalmente desprovistos de vegetación y no tienen características que los señalen como fijos, pero esto ocurre, según la opinión de algunos técnicos, por las condiciones de los vientos en la zona (Manssur  y Gonnet, 2002).

Hidrografía
Casi toda la red fluvial de Mendoza corresponde a la cuenca del Desaguadero formada por los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel. Sólo en la parte sur, los ríos Barrancas y Grande que forman el Colorado, no integran la mencionada cuenca. Todos estos cursos de agua nacen en la zona montañosa y descienden hasta las llanuras donde interrumpen sus cuencas debido al intenso aprovechamiento que se hace de los mismos para el riego. Son ríos antecedentes (que conservaron sus cursos desde antes de las formaciones orográficas) que atraviesan las montañas por medio de enormes gargantas erosionadas durante los movimientos terciarios y prácticamente muchos de ellos carecen de agua durante buena parte del año y con el deshielo primaveral sus cauces se hacen muy torrentosos.
El río Mendoza se forma de la unión de los ríos Tupungato y de las Cuevas y recibe las aguas de los arroyos Horcones, Santa María y del río Vacas que desciende del Aconcagua. Nótese la diferencia del caudal de un río que se alimenta de los deshielos como lo es el Mendoza, comparando su caudal medio, calculado en aproximadamente 55 m3/ seg., con los 750 m3/ seg. que alcanza en el verano.
El río Diamante nace al pie del Maipo, en la gran laguna del mismo nombre, aumenta su caudal en su tramo medio por el aporte de las aguas de varios pequeños afluentes y atraviesa la zona árida llegando al Desaguadero con menor cauce (Chiozza y Figueira, 1982). El río Atuel,  presenta en una parte estrecha de su cauce una pequeña cascada, llamada Saltos del Nihuil, aguas arriba de las cuales se erigió la represa del mismo nombre y varias usinas hidroeléctricas que aprovechan su cauce. Los dos grandes lagos artificiales que hoy posee la Provincia son El Nihuil y el Carrizal, y hay otros de menor tamaño.
En la parte norte del río Desaguadero perviven  dos espejos de aguas permanentes de considerable tamaño que son la Laguna Silverio y la Grande o del Quebrachito. En la parte centro-sur hay otra laguna, Llancanelo, que posee una diversidad muy importante de aves acuáticas que dio lugar a que se le otorgue jerarquía internacional como reserva natural.

Clima
A pesar de la gran distancia que la separa del Atlántico, la parte cordillerana recibe de ese sector la escasa humedad que se precipita generalmente en forma de grandes nevadas en las partes más elevadas, durante los meses de mayo a agosto mayoritariamente. Su frecuencia y magnitud decrecen hacia el este.
Desde el Pacífico el clima recibe la mayor influencia por la acción del anticiclón del Pacífico que genera vientos del oeste. Estos vientos se elevan y al chocar con los cerros de la cordillera se enfrían y precipitan su humedad en forma de nieve. En la cordillera la ascensión del aire se hace marcadamente a través de los valles y los faldeos de los cerros y por la baja presión que hay en las cumbres este aire asciende durante las tardes generalmente y forma cúmulos pero no llegan a producirse. De noche ocurre el fenómeno contrario y el viento sopla desde la cima hacia los valles.
Como todas las regiones con marcadas variaciones altitudinales, la temperatura es un factor climático totalmente dependiente de las mismas.
En toda la cordillera cuyana ocurren en invierno fuertes vientos fríos provenientes del sector oeste y sudoeste, que cuando soplan conjuntamente con nevadas se forma el tan temido viento blanco. Estos mismos vientos, bajo condiciones atmosféricas particulares, cruzan los Antes sufriendo bruscos cambios que los transforman al llegar a las zonas bajas en cálidos y secos, como ocurre con el folklórico viento zonda.
Las precipitaciones varían con la altura pero en sentido inverso al de la temperatura, como ejemplo se menciona la localidad de San Martín a 650 m.s.n.m. que recibe lluvias cercanas a los 200 mm anuales y  en Puente del Inca a 3.700 m, cae en forma de lluvia o nieve más de 300 mm.
La parte noreste, donde se sitúa la Reserva Telteca, es árida, con precipitaciones que no superan los 150 mm anuales y las temperaturas son muy elevadas durante el verano, con medias máximas con oscilan entre 40 y 42 º C  y  en invierno se pueden registrar mínimas extremas de hasta -10º C.

Flora
La provincia de Mendoza está ocupada por cuatro Eco-regiones, según la clasificación de Burkart et al. (1999). Todo el oriente, algo más de la mitad  si dividiéramos longitudinalmente en dos partes iguales el territorio provincial, corresponde a la  Eco-región Monte de Llanuras y Mesetas; una franja relativamente angosta que corre paralela a la cordillera pertenece a la Eco-región Altos Andes y,  en medio de ambas, ensanchándose  mucho hacia el sur, hay un espacio  que está ocupado por la Eco-región Estepa Patagónica en su manifestación más septentrional. La cuarta bio-región pertenece a la denominada Monte de Sierras y Bolsones y se sitúa en una superficie que en forma de U, penetra por el noroeste llegando hasta aproximadamente la latitud de la ciudad de Mendoza.
El sector que ocupa la Reserva Telteca en el noreste provincial, corresponde biogeográficamente a la Eco-región Monte de Llanuras y Mesetas que en términos generales podemos distinguir por algunas características propias: posee un clima semiárido con precipitaciones que no superan los 200 mm anuales y con mayores lluvias en verano: fenómeno que en la parte sur de la biorregión se produce a la inversa. Diversas morfologías presenta el terreno donde se extiende esta gran región, mostrando principalmente amplias zonas con mesetas, llanuras, bolsones y faldas de montañas. La comunidad vegetal característica es la estepa arbustiva xerófila, con predominio de arbustos de la familia zigofiláceas- siendo las jarillas la especie dominante en forma notoria- y con presencia de suelo desnudo, de arenales y terrenos salinos. Los bosques – donde predominan los algarrobos y el maitén - están cerca de los pocos ríos existentes y en el verano se cubre de herbáceas efímeras (Burkart, et al, 1999).
La flora de la Reserva Telteca reviste importancia por tener algunas especies que son de exigua distribución y el bosque de algarrobo dulce (Prosospis flexuosa) está escasamente representado con las características que, desde el punto de vista ecológico, cumple en esta árida región donde las precipitaciones apenas alcanzan los 150 mm anuales. Pero, en primer lugar, se definen los caracteres de este árbol y su utilidad. El uso del algarrobo por el hombre se confirma a través de las diversas relaciones de los antiguos viajeros y la frecuencia con que aparecen restos de vainas de algarrobo dulce en los yacimientos arqueológicos (Roig, 1987). El valor nutritivo es alto dado que sus vainas son muy ricas en calcio, importante fuente de proteínas (7 al 11%) y  también poseen algunas vitaminas (Roig, 1987). La algarroba – nombre que se da a la semilla- es utilizada de distintas formas; desde su ingesta directa hasta preparados especiales para beber como la renombrada aloja, bebida hecha con este fruto y luego fermentada que es más común en provincias de más al norte; el patay,  es un pan que se prepara de diversas maneras y el  arrope que es una especie de dulce de muy rico sabor. Para describir sus caracteres externos podemos señalar que es un árbol mediano, aunque en la Reserva analizada se da la particularidad que alcanzan una altura cercana a los 15 metros los ejemplares muy añejos (Manzur y Gonnet, 2002), de copa rala y afarolada, con el fuste muy ramificado, hojas bipinaticompuestas (doblemente pindaticompuesta), con la distancia entre los foliolulos o pinnas bastante mayor que el ancho de las mismas, detalle que se aporta como elemento para su identificación. Las ramas son tortuosas, con fuertes espinas y de color castaño claro y la corteza de descascara en pequeñas partes que suelen quedar adheridas al tronco (Demaio, et al, 2002). El fruto es una vaina o chaucha carnosa, casi cilíndrica, con estrangulamiento entre semilla y semilla, las que son de color violáceo. Tiene una amplia distribución por el oeste del territorio argentino llegando hacia el norte hasta el sur de Brasil y Bolivia y también se lo ve en Chile. En la región que nos ocupa, se desarrolla en las márgenes de los ríos, estacionales generalmente, y en zonas deprimidas que pueden hallarse entre dos médanos por ejemplo. Es decir, busca la humedad para lo cual desarrolla una extensísima raíz con la que puede llegar a la capa freática, motivo que le valió el nombre de “bosque freatófito”.
Al comienzo del texto se decía que cumplía múltiples funciones ecológicas por ser  el único árbol de la zona con un número importante de ejemplares, las otras pocas especies que se ven son de ejemplares aislados. Es así como cumple el rol de brindar sombra en un lugar donde las temperaturas sobrepasan los 40 º C habitualmente; se constituye es un importante alimento para la fauna herbívora e incluso sus ramas periféricas comunmente llegan al piso y sirven de refugio a los animales; y su follaje, por la razón antes expuesta, es la única posibilidad de anidar que tienen varias especies de aves (Manzur y Gonnet, 2002). Por último, sin que esto signifique que se agotaron las interrelaciones con el medio, es importante señalar que actúa como fertilizante del suelo al formar el cúmulo de hojas y frutos caídos. O sea, su situación de “exclusividad”, hace que “monopolice” el gran número de funciones que cumplen los árboles con su entorno. En otras palabras, la biodiversidad del lugar en buena medida es atribuible al los algarrobales de la Reserva. La madera, de gran dureza, lo hace útil para muchas funciones, entre las que se destaca localmente el uso como puntales en los viñedos y como leña y carbón. Esto provocó que desde principios del siglo XX se iniciara una sobreexplotación de estos algarrobales que dejó grandes páramos en el norte mendocino y, probablemente, la zona  del área prospectada escapó en buena medida a este desmonte por su accidentado terreno arenoso. Los arbustos están representados principalmente por  retamo (Bulnesia retama), una especie exclusiva de una amplia extensión del oeste argentino, con sus ramas sin hojas y que cumplen la función de fotosintetizar, aunque durante un período muy breve le crecen algunas hojitas. Durante el siglo XX, los retamales fueron intensamente podados y cortados al ras para extraer la cubierta cerosa de sus tallos, fuente de la cera para pisos (Haene y Aparicio, 2001). Otras especies conspicuas de porte arbustivo son las renombradas jarillas (Larrea divaricata y L. cuneifolia), el atamisqui, también llamado “matagusanos” (Capparis atamisquea), el llaullín o yauyín (Lycium chilense), que presenta tres variedades en la región, el zampa (Atriplex lampa) muy característico de la región del Monte, el chañar (Geoffroea decorticans), que suele alcanzar porte arbóreo cuando las condiciones para su desarrollo son favorables y se cubre de una floración amarillo intenso, el algarrobo del guanaco (Prosopis argentina), cactáceas como la penca (Opuntia sulphurea) y el quisco (Echinpsis leucantha). En los médanos crecen, entre otras especies,  la paja viscachera (Stipa ichu), la tola (Fabiana peckii), jarilla (Larrea divaricata) y  Glandularia flava. El estrato herbáceo presenta varias especies como el pasto de hoja o pasto plumero (Trichloris crinita), las flechillas (Asistida inversa  y  A. mendocina) y el pasto oveja (Scleropogon brevifolius), entre otras.

Fauna

Desde el punto de vista biogeográfico se distinguen en la Provincia de Mendoza tres distritos diferentes, el Andino, Subandino y Patagónico. Existen zonas marginales que pueden considerarse influenciadas por la fauna del distrito Pampásico y la composición faunística se caracteriza por la concurrencia de grupos de origen biogeográfico del último distrito nombrado, del patagónico, chaqueño y andino (Roig, 1965). No se obtuvo de la bibliografía utilizada una lista detallada de los vertebrados de la Reserva Telteca, pero por menciones esporádicas en escritos de distinto tipo referidos al área y por razones biogeográficas se enuncian algunas especies cuya presencia es  segura en algunos casos o al menos muy probable, en otros. Se hará la mención sin observar el  orden taxonómico. Entre los herbívoros está presente la mara (Dolichotis patagona) considerada Vulnerable por la SAREM (2000), otro herbívoro, pero en este caso roedor que merodea la zona es la vizcacha (Lagostomus maximus), el cuis chico (Microcavia australis) es relativamente abundante y muy característico de zonas áridas o semiáridas, adaptánodose fácilmente a la carencia de agua. En la Eco-región del Monte, las comunidades de piquillín (Condalia microphylla) generan óptimas condiciones para su instalación (Parera, 2002). También podría estar presente otro cuis (Galea musteloides) que puede compartir a veces las mismas zonas y es, al igual que su pariente, presa preferida de varios ofidios. Entre los ratones de campo se puede nombrar a Calomys musculinus y Akodon varius. Los carnívoros están representados por el zorro gris (Lycalopex gymnocercus), el gato montés (Oncyfelis geoffroyi), el gato de pajonal o pajero (Lynchailurus pajeros), considerado Vulnerable (SAREM, 2000), y el puma, el mayor predador de la zona, (Puma concolor), el hurón (Galictis cuja) y el zorrino (Conepatus chinga), Y entre los mamíferos es importante la presencia de  quirquincho blanco o pichiciego menor (Chlamyphorus truncatus), que por sus hábitos subterráneos se adapta  a la falta de humedad  y es también considerado Vulnerable.
Comentando el grupo de los reptiles se puede señalar que está bien representado en el área protegida analizada. Dentro del Orden Lacertilia hay varias especies conocidas vulgarmente en su mayoría como lagartijas, dentro de las que se puede mencionar como de muy probable presencia a Liolaemus darwini, L. gracilis y  Homonota horrida y otras. Está presente la iguana colorada (Tupinambis rufescens) y varias culebras, entre las que se destacan las del género Philodryas y Lystrophis. Entre las víboras ponzoñosas estaría presente la yarará ñata (Bothrops ammodytoides), la yarará chica (Bothrops neuwiedi) y la coral (Micrurus pyrrhocrypterus). Y curiosamente en una zona tan árida, vive una ranita (Pleurodema nebulosa), espléndidamente adaptada a estas condiciones, permaneciendo refugiada y reapareciendo fugazmente cuando se producen precipitaciones y donde se forman charcos deposita sus huevos y los renacuajos cumplen su ciclo en muy poco tiempo.
Las aves poseen especies que, como el resto de los vertebrados, se adaptan a la rigidez del clima y denotan su presencia por el colorido de sus plumajes y el trino de sus cantos, es la fauna que “se hace ver”. Son conspicuas las siguientes especies, entre otras: el vistoso carpintero de los cardones (Melanerpes cactorum);  el gran ñacurutú o búho (Bubo virginianus), palomas como  la picazuró o paloma picaza (Columba picazuro), y rapaces como el gavilán mixto (Parabuteo unicinctus) y el águila mora (Geranoaetus melanoleucus), los jotes de cabeza colorada y negra (Cathartes aura y  Coragyps atratus respectivamente), el inambú de monte (Nothoprocta cinerascens). Entre los Passeriformes se puede mencionar al curutié (Certhiaxis pyrrohophia),al pepitero chico (Saltatricula multicolor), la diuca (Diuca diuca), al crestudo (Coryphistera aluadina, al vistoso gallito de monte (Rhynocrypta lanceolada), la monterita canela (Poospiza ornata), el titirití (Serpophaga griseiceps), el chingolo (Zonotrichia capensis), el tontilo gris ( Empidonomus cristatus), y muchos otros algunos endémicos de esta región.

Recursos culturales

Aunque aún permanecen dudas sobre algunos aspectos de los habitantes prehispánicos de la zona de Cuyo, se puede afirmar con suficiente certeza que ya al comienzo del Holoceno el territorio estaba poblado. En este período bandas de cazadores y recolectores no especializados recorrían el actual territorio mendocino. Su instrumental, constituido por un corto número de artefactos  muy diferenciados, era fabricado sobre lascas y núcleos y no conocían las hachas de mano ni las puntas de flecha (Rodríguez,D, 1976). Las excavaciones realizadas por el arqueólogo Lagiglia  en los valles de los ríos  Diamante y Atuel  sirvieron de testimonio para conocer que más tardíamente en la zona indicada ya se utilizaba el hacha y puntas de proyectil bifaciales (estas fueron posteriores al empleo del hacha). Más tarde aún, hacia el 2.000 a.C., fecha establecida por registro con carbono 14, se determina la presencia de un grupo distinto a los anteriores y utilizan la llamada Gruta del Indio para fines ceremoniales o funerarios y presumiblemente vendrían de los Andes del sur peruano y de  el actual territorio de Chile. Hay  estudios que hacen referencia a otras culturas prehispánicas que en distintos períodos ocuparon la zona del territorio mendocino; en el sector sur por ejemplo, más recientemente, la influencia de la cultura e idioma araucanos ha sido intensa ( Serrano, 2000).
En el período hispánico los aborígenes que ocupaban la zona de cuyo fueron los Huarpes. Estaban divididos en dos grupos con características distintas. Los huarpes de San Juan hablaban una lengua llamada allentiac y los mendocinos un codialecto llamado millcayac (Canals Frau, 1986).El idioma de los huarpes es hoy  conocido gracias a los textos elaborados por el Padre Valdivia y a grandes rasgos se puede referir que los del sector occidental, o sea que ocupaban en territorio del la Reserva El Diamante eran agricultores en escaso grado pero utilizaban irrigación artificial, como armas usaban el arco y la flecha y no fueron un pueblo guerrero. En cuanto a la vestimenta según dice el  Padre Ovalle que vestían con buenas prendas y los hombres utilizaban como distinción de su sexo una vestimenta similar a lo que hoy conocemos como camiseta. Las mantas y las prendas tejidas también componían su indumentaria.

El ingreso de los incas al actual territorio argentino tuvo lugar a mediados del siglo XV, produciéndose por el noroeste y llegando, en su extremo austral, aproximadamente hasta en territorio mendocino. En los primeros momentos esta expansión no parece haber tenido como objetivo preponderante intereses económicos o estratégicos definidos, sino a un conjunto de motivaciones corporativas de sectores dominantes de la sociedad cuzqueña (Tarragó, 2000). Esta ocupación abarcó menos de un siglo, de acuerdo con la cronología aceptada. Sin embargo en este breve período la impronta sociocultural del Imperio Inca fue significativa. En primer lugar el legado de la lengua quichua que se impuso en vastas zonas del noroeste argentino, una cerámica de excelente factura y fina terminación, en zona andina se percibió el empleo del bronce de cobre y estaño en lugar del de cobre y arsénico utilizado previamente, amén de  sistemas innovadores de cultivo y caza, entre otros muchas cosas.

Epopeya emancipadora

Sin lugar a dudas, uno de los mayores valores culturales – al menos desde el punto de vista de la historia contemporánea – que tiene la zona de los Altos Andes próxima al área de la Reserva Provincial prospectada es el cruce del cordón montañoso más largo del mundo por parte del ejército argentino al mando del General José de San Martín a mediados de enero de 1817. Prestigiosos estrategas militares consideran a este emprendimiento como una proeza desde el punto de vista estratégico y humano, por cuando en algunos sectores tuvieron que transitar por los 3.000 m.s.n.m, como fue el caso del ala del ejército que condujo el General Juan Gregorio de Las Heras a través del paso de Uspallata, donde la resistencia física y en temple del espíritu tuvieron que ser óptimos para sobrellevar las inclemencias del tiempo, el aire con menos oxígeno, una cuantiosa carga de artillería, víveres y enseres de todo tipo y cerca de 20 días de marcha por caminos sumamente dificultosos. El General José Francisco de San Martín cruzó por el Paso de los Patos, algo menos accidentado pero más largo que el antes mencionado, y el 12 de febrero del mencionado año triunfaba en la batalla de Chacabuco contra el ejército realista. Simultáneamente ese día tres escuadrones más que cruzaron por pasos distintos tomaban exitosamente poblados de Chile ocupados por los españoles. Con éstas operaciones ya se había avanzado enormemente en la liberación de Chile.

Alternativas turísticas

Las posibilidades turísticas que ofrece la provincia de Mendoza son excelentes. Comenzando con la visita a su Capital, que fue sede del gobierno de Cuyo y es la ciudad más importante de todo el oeste argentino. Fundada en 1561, esta importante ciudad argentina posee un amplio desarrollo comercial, industrial y cultural.  Es a su vez el centro del turismo al cerro Aconcagua, el más alto del continente americano, que atrae cientos de andinistas de todo el mundo que se inscriben en la larga lista de los que aspiran  llegar a su cima. Con amplias calles arboladas, sus acequias tradicionales, importantes espacios verdes muy bien cuidados como el inmenso Parque General San Martín, conocido más allá de las fronteras de la ciudad, y museos y monumentos históricos debidamente señalados de acuerdo a lo establecido en un convenio nacional para destacar tales lugares mediante la señalización adecuada, detallando tanto sus características arquitectónicas como culturales en tres idiomas: español, inglés y portugués. Posee además  un gran desarrollo edilicio, excelentes restaurantes, shoppings,  galerías comerciales, una importante infraestructura hotelera, cines, teatros,  galerías de arte, discotecas y comercios de artículos regionales.

En el Gran Mendoza, que abarca los departamentos de Godoy Cruz, Guaymallén, Las Heras y las ciudades de Maipú y Luján de Cuyo, se ha establecido una zona industrial separada de las áreas residenciales como lo indican las modernas concepciones urbanísticas. Es una  región vitivinícola por excelencia, cuenta con numerosas bodegas para la producción de vinos  de la más alta calidad que son exportados a todo el mundo y que  pueden ser visitadas por el turista.
De esta manera, Mendoza, posee un abanico de posibilidades para el turista, tanto para la vida urbana como para el turismo ecológico y natural. En tal sentido se puede practicar del esquí en invierno, y el termalismo en cualquier época del año, el andinismo, la pesca deportiva y el turismo aventura en numerosos lugares de la cordillera entre los que se encuentra una vasta red de Áreas Naturales Protegidas como lo son el Parque Provincial Volcán Tupungato, el Parque Provincial Aconcagua, la Reserva Natural Laguna de Llancanelo, Reserva Provincial La Payunia, Reserva Natural Divisadero Largo y Reserva Laguna del Diamante, entre otras.

Cómo llegar

Se toma como punto de partida para acceder al área protegida la ciudad de Mendoza, capital provincial. Por tal motivo se indican en primer término  los itinerarios para llegar a la misma desde distintos puntos del país, para luego indicar cómo llegar desde esta ciudad  a la unidad de conservación.

Desde Córdoba se arriba a la ciudad de Mendosa por la Ruta Nacional Nº 20 que luego de la localidad de Luján – San Luis- empalma con la R.N. 146. Por esta última se continúa hasta su intersección con la R.N. 7 en los alrededores de San Luis  capital , y por la mencionada ruta nacional se llega a la ciudad de Mendoza.

Desde Buenos Aires hay dos alternativas: la Ruta Nacional 7 directamente o la 188 – también nacional- hasta San Rafael y desde aquí se toma R.N. 143 que se fusiona con la 40 hasta llegar a la capital provincial .
Desde la capital pampeana, San Rosa, lugar de referencia para los que provienen de las provincias patagónicas, se toma la RN 35 hacia el norte hasta su empalme con la RN 7, muy próximo a la localidad de Vicuña Mackenna. En este sitio habrá que girar a la izquierda (oeste) hasta que la nombrada ruta ingresa a la ciudad de Mendoza.
Desde la ciudad de San Juan nos lleva la RN 40.
Partiendo de San Miguel de Tucumán, de San Fernando del Valle de Catamarca  o desde La Rioja nos conduce la RN 38.
La Mesopotamia está conectada con la ciudad de Córdoba a través de la  RN 19 que se inicia en la ciudad de Santa Fe. Esta última se comunica con la entrerriana Paraná por medio del Túnel Subfluvial Hernandarias. Desde Córdoba ya se señaló el recorrido precedentemente.
Partiendo de la ciudad de Mendoza se deberá transitar hacia el norte por la RN 40 hasta la  intersección de esta última con la RP 34, muy próximo al pueblo  Jocolí Viejo. En este lugar se gira hacia la derecha (este) y se circula por la última arteria mencionada hasta  Costa de Araujo, sitio desde donde parte hacia el noreste la RN 142 que nos conduce hasta el ingreso a la unidad de conservación prospectada.

Problemas de conservación

Se conoce con bastante aproximación a la verdad, que los huarpes,   habitantes originarios de estas comarcas, consumían los productos naturales que les proveía la región, sean estos de origen animal o vegetal, el fruto del algarrobo por ejemplo, y también  utilizaban leña como es de suponer, sin que hubiere habido - al menos de lo que se tiene conocimiento- un período en el cual estos recursos hayan escaseado notoriamente. Un argumento para presuponer esto es que las numerosísimas crónicas que escribieron los viajeros durante al menos dos siglos, hablan en su mayoría de la abundancia de animales, incluso señalándolo con énfasis, y vegetales en todas las regiones del Río de la Plata, no sólo en la región de Cuyo. Esto indica claramente que se hacía un uso racional de esos recursos, es decir no se extraía más de lo que la propia naturaleza era capaz de restituir. Esto se debería a que las poblaciones eran menos numerosas, a su modalidad de cambiar de lugar cuando los recursos mermaban y muchas otras conjeturas que se pueden hacer al respecto. Pero lo que no se puede poner en duda es que a partir de un determinado momento de nuestra historia, que podría  estimarse entre mediados del siglo XVIII y el mismo período del  XX, en distintos lugares se produjeron verdaderos exterminios de especies animales y forestales, donde hasta hubo cambios climáticos debidos a esta modificación en la fisonomía del paisaje. Uno de estos casos es el que ocurrió – a principios del siglo XX- en la zona analizada. Se hizo una extracción indiscriminada y brutal de los ejemplares de algarrobo dulce (Prosopis flexuosa) principalmente, y de otras especies arbóreas para la industria del carbón, leña y madera. Esto ocurrió en un amplio sector del noreste mendocino, mucho más allá de los límites de la Reserva analizada. La recuperación total no se produjo nunca y este relicto que llamamos Reserva Telteca escapó a esta situación en buena medida. Algunos suponen – y es muy probable que así sea- que se debió a que el suelo de esta zona es demasiado arenoso y accidentado, lo que dificultaba más los trabajos que en las inmediaciones y por ello fueron marginando el sector. Este es el gran valor que tiene esta área protegida: posee una de los pocos montes nativos de algarrobo dulce que existen en la Argentina. Otro importante bosque se sitúa protegido en la Reserva Natural Formosa.  Estos algarrobales están bien conservados - es muy poca la extracción clandestina que se realiza- con lo cual se estaría cumpliendo con uno de los principales objetivos de preservación que cumple el área protegida y por esto se puede definir el grado de control como aceptable (Ficha del área del SIFAP). Sí sucede el sobrepastoreo en  algunos sectores del área y es una cuestión a resolver. Es bien conocido el daño que el exceso de pastoreo provoca es los suelos, máxime en sistemas frágiles como en que se trata. También hay que controlar aún más la caza furtiva que continúa produciéndose, como ocurre en muchas de nuestras unidades de conservación.

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Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez


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