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Castillos de Pincheira

Monumento Natural Provincial - Mendoza
 

EDICION PROVISORIA - EN PROCESO DE DIAGRAMACION

Castillos de Pincheira

Es un área protegida de unas 650 hectáreas, situada en el Departamento de Malagüe, cuyas formaciones geológicas, conocidas como “castillos”, fueron declarados Monumentos Naturales por su gran belleza escénica y su valor geomorfológico. La unidad de conservación está comprendida dentro de la eco-región patagónica, que en este sector de Mendoza tiene su expresión más septentrional. Tres de sus cuatro límites, estás formados por cursos de agua, entre los que se encuentra el río Malargüe que recibe importantes aportes hídricos del deshielo y de la nieve y así, con su caudal enriquecido, da un marco de gran belleza al transcurrir por el piedemonte de los estribaciones Castillos de Pincheira. La reserva cuenta con la presencia del pato de los torrentes (Merganetta armata), cuyas poblaciones no son abundantes por lo que se lo considera Vulnerable y varias especies de cada grupo de la fauna vertebrada.

Categoría

Monumento natura Provincial.

Ubicación

El área natural protegida “Castillos de Pincheira” está en el centro-oeste, levemente hacia el sur de una línea imaginaria central, de la Provincia de Mendoza, en el Departamento Malargüe, a unos 30 kilómetros al oeste  de la ciudad del mismo nombre. De acuerdo al Artículo 1º de la ley de creación del área, sus límites son:

Norte: tramo del cauce del rio Malargüe entre las desembocaduras de los arroyos Seco y del Sauce; Sur: línea recta que parte desde las nacientes del arroyo Seco hasta las nacientes del arroyo del Sauce. Este: arroyo del Sauce desde sus nacientes hasta su desembocadura en el río Malargüe; Oeste: arroyo Seco desde sus nacientes hasta su desembocadura en el río Malargüe.

Superficie

La reserva prospectada posee una extensión de 650 hectáreas. El objetivo general de creación del área fue la preservación de los ecosistemas que la integran y la finalidad específica fue la protección del valor escénico y del tramo del río Malargüe que está es buen estado de conservación y  provee de agua a la ciudad de Malargüe.

Fecha e instrumento legal de creación

El 22 de junio de 1999 de sanciona la Ley Nº 6691 por la cual se crea la Reserva Castillos de Pincheira.

Relieve

El área analizada ocupa los faldeos orientales, de la cordillera Principal o del Límite, y se destaca por una curiosa formación rocosa de origen sedimentario-volcánico que denominan castillos,  ubicada sobre la margen derecha del río Malargüe y en las vertientes del Cerro Algodón, de 2163 m.s.n.m. Se los llama “castillos” por las caprichosas formas que elaboró la erosión que le otorgan similitud con este tipo de construcciones humanas. Su origen se debe a erupciones explosivas de volcanes vecinos, ocurridas posiblemente a fines de la Era Terciaria (Manzur y Gonnet, 2004). En el área abundan las bardas, que son formaciones rocosas con pendientes abruptas de escasa altura y que pueden considerarse como sectores de la meseta patagónica que resistieron la acción de los agentes erosivos. Al pie de los “castillos” se observa una gran variedad de conos de derrubio, es decir acumulaciones de fragmentos de roca que proceden de lugares más elevados, desplazados generalmente  de su sitio originario. La acción combinada de los agentes erosivos, principalmente agua y viento, provocaron esta multiplicidad de formas que le dan gran belleza al paisaje. En cuanto al relieve general de la provincia poseedora de los cerros más altos de los Andes, se repite el texto empleado en otras áreas mendocinas.
La constitución geológica-estructural de la cordillera es compleja y está asociada estrechamente a su agitado pasado geológico, que originó distintas unidades de relieve sobre las que actuaron intensamente los agentes climáticos dando forma al actual paisaje. Para su análisis, el sector montañoso – oeste - permite ser dividida en tres partes en el territorio mendocino. La cordillera principal, que en la Argentina comienza aproximadamente en el paralelo de los 32° Lat. S. y  cuyo límite oriental está conformado por el valle del río Blanco, los faldeos orientales de los cerros Mercenario, Aconcagua y Puente del Inca;  y  al sur del río Diamante está directamente en contacto con los llanos de los ríos Atuel y Malargue. El límite continúa por el valle del río Grande, la sierra de Vaca Muerta, girando hacia el oeste hasta alcanzar los 39° de Lat. S.(Lorenzini y Rey Balmaceda,1993). El cordón principal - o del Límite como también se lo llama- posee  unos 70 kilómetros de ancho al sur del río Diamante y va estrechándose hacia el norte, donde sólo alcanza los 30 kilómetros en la parte media de la provincia de Mendoza. Geológicamente, en el sector oeste de los macizos montañosos, se reconoce el ambiente del geosinclinal mesozoico, producto de una invasión marina de origen pacífico, en el cual ocurrieron dos ciclos completos de sedimentación que, junto con mantos de rocas eruptivas, fueron plegados y elevados durante la orogenia andina formando la Cordillera Principal (Atlas Físico, 1982).
La otra formación se denomina Cordillera Frontal , y se extiende entre la precordillera y la Cordillera Principal. Una gran parte del recorrido de este  alineamiento orográfico de desarrolla en territorio chileno. Esta formado por cordones que en su mayoría presentan una orientación noroeste-sudeste   y  noreste-sudoeste,  separados por los valles de los ríos que forman el sistema del Desaguadero . Esta cadena de cordones separados y con distintas orientaciones se formó por la grandes presiones ejercidas al elevarse la Cordillera Principal. El punto de anulación de ambas fuerzas es lo que produjo la máximas elevaciones. De esta cadena montañosa se destaca el cerro Bonete con 6872 m.
Es significativo aclarar que estas dos cadenas no poseen una división bien definida entre ellas, a excepción de unos pequeños trechos, y que ambas secciones están perfectamente unidas entre si. La principal diferencia que existe entre ellas es el tipo de rocas que la componen. La Cordillera Principal está formada por capas de sedimentos marinos con fósiles de edad jurásica y cretácica y del lado occidental rocas piroclásicas (González Bonorino, 1958). A la vez la separan de la Precordillera – una formación montañosa distinta-  varios valles  que reciben distintos nombres, siendo el de Uspallata uno de los más renombrados.
El cerro Aconcagua está situado en extremo sur de la cadena denominada los Penitentes y con sus 6.959 m.s.n.m. se lleva el atributo del ser la mayor elevación del continente americano y su gran altura, como la de otros cerros próximos, no corresponde a estructuras volcánicas activas como el Tupungato, sino que su altitud actual resulta del levantamiento tectónico de la cordillera. Existen otros cerros de gran altura como el cerro Catedral  con 5.200 m.s.n.m , el Cuerno (5.450), el Juncal (6.060), el San Juan (6.111), el Tupungato (6.800), el Nevado del Plomo (6.120), el Maipo (5.323) y varios más cuyas alturas superan los 5.000 metros. Entre los 27º y los 33º 30’ no se observa vulcanismo cuaternario y la actividad sísmica se concentra en una franja delgada a lo largo del borde occidental, que coincide con la zona geotectónica más activa donde ocurren los grandes terremotos.
Una característica destacable es que sólo las cumbres muy altas están cubiertas por glaciares, que tuvieron lugar durante una serie de avances ocurridos durante el Cuaternario, dado que el límite inferior de las nieves eternas es muy elevado debido a la aridez y la fuerte insolación. Esto da lugar a que se erijan los penitentes, formación muy característica de los Andes, consistente en  montículos de nieve de unos 3 metros de alto con aspecto de monjes, ocasionados por la fusión de las capas superficiales de nieve debida a la fuerte insolación que al  formar surcos que se van ahondando con el paso del tiempo, queda la zona  cubierta de esos agudos montículos alineados. Estas formaciones dan nombre por su aspecto a la cadena de elevaciones Los Penitentes.
El avenamiento se produce en las altas cimas por una vasta red a la que se agrega la fusión del hielo y la nieve, lo que hace un material muy denso   lo que origina los taludes de escombros  - piedra desintegrada por factores exógenos – son muy frecuentes.
La Precordillera, producto de la orogenia andina, es la tercera de las formaciones antedichas y está constituida por un macizo compuesto principalmente de metamorfitas y sedimentos paleozoicos, período en el cual se formó- aunque hacia el Pérmico- esta unidad orográfica , para ser luego reactivada y elevada durante el Terciario y Cuaternario.  Toda la zona presenta  alta sismicidad  y  fallamientos activos que ocasionan movimientos frecuentes. La Precordillera forma las sierras de Villavicencio y Uspallata y finaliza sobre la margen derecha del río Mendoza cerca de Cacheuta. Su relieve muestra signos de mucha acción erosiva  por la desagregación mecánica de las rocas provocada por efecto del clima árido y de las grandes amplitudes térmicas.

La acción glaciaria fue mucho mayor en el pasado y la geomorfología que se aprecia en la actualidad está modificada por la acción de procesos ulteriores como la remoción en masa y la acción fluvial. Los glaciares actuales de la zona cordillerana en general se los clasifica como glaciares de valle, glaciares de montaña y manchones de nieve y estos, a su vez, pueden presentarse como descubiertos, cubiertos por detritos y glaciares de escombros.
Por último encontramos en lo que sería, longitudinalmente, la mitad este, una zona de llanos cuya superficie está cubierta por depósitos terciarios y cuaternarios de gran espesor, que recubren, en buena parte, rocas precámbricas. Estas planicies y depresiones que dominan el oriente mendocino, desde el piedemonte hasta el río Desaguadero - que actúa como demarcador del límite con la provincia de San Luis- están interrumpidas por las denominadas huayquerías  y guayquerías, que son zonas áridas con suelo de sedimentos rocosos en las que se forman canaletas o surcos. En la parte norte de esta llanura hay una extensa zona conocida como La Travesía, muy árida en la que se forman médanos y no hay casi drenaje superficial, estando salpicado por las lagunas de Guanacache, hoy reducidas enormemente por el uso para riego del agua y convertidas en salitrales.
En la zona sur, como transición al ambiente patagónico, se encuentra el dominio volcánico de la Payunia.

Hidrografía
El curso de agua más importante que afecta a la Reserva es el Malargüe que nace en las altas cumbres y va a desembocar en la Laguna Llancanelo, a la vez que cumple el rol de constituirse en el límite norte del área protegida. También bañan la reserva dos pequeños arroyos que la circundan uno por el este, el arroyo Seco, y otro  por el oeste, el arroyo Del  Sauce y muy próximo está también el arroyo Pincheira. Los causes de estos cursos están influidos por aguas provenientes del deshielo por lo que sus caudales dependen de este factor. La mayoría de los ríos de la provincia tienen una alimentación mixta, es decir reciben el aporte de la nieve en la zona montañosa, favorecida por el deshielo de glaciares y nieves de altura,  y  pluvial, en mucha menor cuantía, en las planicies, la que ocurre en verano y en forma violenta.
La red  fluvial de Mendoza, en gran parte, corresponde a la cuenca del Desaguadero formada por los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel. Sólo en la parte sur, los ríos Barrancas y Grande que forman el Colorado, no integran la mencionada cuenca. Todos estos cursos de agua nacen en la zona montañosa y descienden hasta las llanuras donde interrumpen sus cuencas debido al intenso aprovechamiento que se hace de los mismos para el riego. Son ríos antecedentes (que conservaron sus cursos desde antes de las formaciones orográficas) que atraviesan las montañas por medio de enormes gargantas erosionadas durante los movimientos terciarios y prácticamente muchos de ellos carecen de agua durante buena parte del año y con el deshielo primaveral sus cauces se hacen muy torrentosos. El río Mendoza se forma de la unión de los ríos Tupungato y de las Cuevas y recibe las aguas de los arroyos Horcones, Santa María y del río Vacas que desciende del Aconcagua. Nótese la diferencia del caudal de un río que se alimenta de los deshielos como lo es el Mendoza, comparando su caudal medio calculado en aproximadamente 55 m3/ seg., con los 750 m3/ seg. que alcanza en el verano.
El río Diamante nace al pie del Maipú, en la gran laguna del mismo nombre, aumenta su caudal en su tramo medio por el aporte de las aguas de varios pequeños afluentes y atraviesa la zona árida llegando al Desaguadero con menor cauce. El río Atuel  presenta en una parte estrecha de su cauce pequeñas cascadas, llamadas Saltos del Nihuil, aguas arriba de las cuales se erigió la represa del mismo nombre y varias usinas hidroeléctricas que aprovechan su cauce. Los dos grandes lagos artificiales que hoy posee la Provincia son El Nihuil y el Carrizal, y hay otros de menor tamaño.
En la parte norte del río Desaguadero perviven  dos espejos de aguas permanentes de considerable tamaño que son la Laguna Silverio y la Grande o del Quebrachito. En la parte centro-sur hay otra laguna, Llancanelo, que posee una diversidad muy importante de aves acuáticas que dio lugar a que se le otorgue jerarquía internacional como reserva natural y que no está muy distante de Castillos de Pincheira (unos 50 kilómetros).

Clima
Se trata de un clima Semiárido el que afecta a la provincia de Mendoza, con temperaturas muy elevadas en el verano y muy bajas en el invierno y con una precipitación media que apenas ronda los 250 mm anuales  (Chimirri et al.,  1995). El desarrollo norte-sur de las principales cadenas montañosas no impide que pase aire polar del sur o tropical del norte. Por este motivo y por la altura, se dan algunas condiciones apropiadas para el desarrollo del viento zonda. La causa de aridez es la distancia al océano Atlántico y la existencia de la cordillera de los Andes que actúa como gran barrera orográfica, impidiendo la llegada de vientos húmedos a la región.
Se observa un índice de precipitaciones que aumenta conforme nos desplazamos hacia el sur, ante una mayor influencia anticiclonal del oeste y suroeste, que presiona sobre la cordillera hasta rebasarla (Chimirri, et al, 1995). Del lado argentino estos vientos descargan su humedad en la Cordillera Principal. O sea que el macizo andino en esta latitud actúa como modelador del clima, eliminado la incidencia sobre éste del Océano Pacífico. Como todas las regiones con marcadas variaciones altitudinales, la temperatura es un factor climático totalmente dependiente de las mismas. En toda la cordillera cuyana ocurren en invierno fuertes vientos fríos provenientes del sector oeste y sudoeste, que cuando soplan conjuntamente con nevadas se forma el tan temido viento blanco. Estos mismos vientos, bajo condiciones atmosféricas particulares, cruzan los Antes sufriendo bruscos cambios que los transforman al llegar a las zonas bajas en cálidos y secos, como ocurre con el ya mencionado viento zonda.

Flora

La Reserva Castillos de Pincheira ocupa la Provincia Patagónica, según la clasificación fitogeográfica de Cabrera (1976), en una incursión que esta bio-región realiza en el sur de la provincia de Mendoza, lo  que constituye la porción más septentrional de dicha región. Al hablar de Provincias fitogeográficas nos referimos a agrupamientos de vegetales en base - fundamentalmente- a sus afinidades sistemáticas y no a la fisonomía, aunque las semejanzas en este aspecto muchas veces ocurren por la filogenia. Por otra parte hay que considerar que esta lonja patagónica que penetra en el territorio mendocino esta marginada al este por la Provincia de Monte y al oeste por la  Altoandina, por lo que puede considerarse, en parte ,una zona econotal. En términos generales podemos decir que predomina la vegetación arbustiva de forma achaparrada con pocos representantes de porte arbóreo y arbustivo. Entre estos últimos vemos molles o huingán (Schinus fasciculata), la chirriadera o ardegrás  (Chuquiraga rosulata), Chuquiraga erinacea, el solupe (Ephedra ochreata). Los pastizales generalmente están compuestos por los llamados coirones como Stipa speciosa, S. chrysophyllaMulinum spinosum (Roig,1960). Podemos mencionar otras especies que son comunes en la región como la mata amarilla (Grindelia chiloensis), Cassia arnottiana, Prosopis lealii, Pantacantha ameghinoi, la barba de viejo (Junellia asparagoides), Grisebachiella hieronymi, Mulinum spinosum y la cortadera (Cortaderia araucana). El duraznillo (Colliguaya integerrima) abarca toda el área y llega al norte sanjuanino, el coirón blanco o dulce también llamado (Festuca pallescens) y Pleurophora patagonica, son típicamente patagónicas.  En los lugares donde se concentra  agua – denominados vegas – como ocurre en las márgenes de los cursos de agua crece una gran variedad vegetal debido a la existencia de agua casi permanente  como leña amarilla (Adesmia pinifolia), el hunco tierno (Eleocharis  albibracteata), la chaura (Pernetya mucronata), Festuca desvauxii, Oxychloe andina y la Festuca argentina, entre otras.

Fauna

La Reserva Castillos de Pincheira, de acuerdo a la clasificación  en bio-regiones que presenta Cabrera y Willink (1980), está comprendida dentro de la Región Neotropical, Dominio Andino Patagónico, Provincia Patagónica, Distrito de la Payunia.
No hay censos de fauna del área prospectada. Se mencionan algunas especies aludidas en  el trabajo “Red de Áreas Protegidas de la Provincia de Mendoza” (Manzur y  Gonnet, 2004) y citas aisladas para la zona mencionadas en distintos trabajos. Entre la ictiofauna habría más de una especie de bagre del Orden Siluriformes, el bagre otuno (Dyplomistes viedmensis) que figura en la Lista Roja de UICN, con prohibición total de su pesca por Resolución Provincial, el pejerrey patagónico (Odontesthes hatcheri), el bagre anguila (Trichmycterus areolatus)-(Menni, 2004) y hay alguna de las especies de trucha introducidas pero no se indica la especie.  
Entre los batracios cabe mencionar a la rana común (Leptodactylus ocellatus) y los reptiles se destacan por la variedad de lagartijas y gekos como Leiosaurus catamarcensis, Liolaemus cuyanus, Liolaemus wiegmannii entre varias especies más. Los ofidios también presentan varias especies siendo algunas de ellas la yarará ñata (Botthrops ammodytoides), Elapomorphus cuyanus, Lystropis semicincus, Tomodon ocellatus, entre otros.
Las aves de la región prospectada son abundantes y cuentan con varios endemismos. En el área está presente el pato de los torrentes (Merganetta armata), cuyas poblaciones no son abundantes por lo que se lo considera Vulnerable, y su presencia realza el valor del área para la conservación.  Algunas de las aves más conspicuas son: la gachona grande (Attagis gayi), la paloma dorada (Metriopelia aymara), la gaviota andina ( Larus serranus), la guayata (Chloephaga melanoptera), la palomita cordillerana (Metripella melanoptera), la lechucita  viscachera (Athene cunicularia), dos especies de gallaretas del gènero Fulica. También hay dos de picaflores, algunos  carpinteros,   camineras del gènero  Geositta, el  pato crestón (Lophonetta  speculariodes), la aboceta andina (Recurvirostra andina), jote de cabeza colorada (Cathartes aura) y el de cabeza negra (Coragyps atratus), el matamico andino (Polyborus megalopterus) y el cóndor (Vultur gryphus), el águila mora (Geranoaetus melanoleucus) entre muchas otras especies de distintas familias.
Entre la mastofauna podría encontrarse la comadreja común (Didelphys albiventris) y la comadrejita enana o achocaya (Thylamis pusilla); habría  varias especies de ratones y ratas, principalmente de los géneros Akodon, Andinomys, Nectomys, Calomys y Phyllotis y Andinomys.  También se observan chinchillones del gènero Lagidium, varios tuco-tucos del género Ctenomys y  cuises de los géneros Cavia, Microscaviam  y Galea. Entre mamíferos de mayor tamaño se destaca que el guanaco (Lama guanicoe) hasta no hace demasiado tiempo aún se lo veía, pero actualmente habría abandonado la zona, el zorro colorado (Dusicyon culpaeus) que figura en el apéndice I de la CITES ha sido observado y también el puma (Puma concolor). Hay varias especies más de mamíferos que pueden estar presentes en el área teniendo en cuenta su distribución.

Recursos culturales

Los primitivos habitantes

Se puede afirmar con suficiente certeza que ya al comienzo del Holoceno la zona de cuyo estaba poblado. En este período bandas de cazadores y recolectores no especializados recorrían el actual territorio mendocino. Su instrumental, constituido por un corto número de artefactos  muy diferenciados, era fabricado sobre lascas y núcleos y no conocían las hachas de mano ni las puntas de flecha (Rodríguez, D, 1976). Las excavaciones realizadas por el arqueólogo Lagiglia  en los valles de los ríos  Diamante y Atuel  sirvieron de testimonio para conocer que más tardíamente en la zona indicada ya se utilizaba el hacha y puntas de proyectil bifaciales (estas fueron posteriores al empleo del hacha). Más tarde aún, hacia el 2.000 a.C., fecha establecida por registro con carbono 14, se determina la presencia de un grupo distinto a los anteriores y utilizan la llamada Gruta del Indio para fines ceremoniales o funerarios y presumiblemente vendrían de los Andes del sur peruano y de  el actual territorio de Chile. Hay  estudios que hacen referencia a otras culturas prehispánicas que en distintos períodos ocuparon la zona del territorio mendocino; en el sector sur por ejemplo, más recientemente, la influencia de la cultura e idioma araucanos ha sido intensa ( Serrano, 2000).
En el período hispánico los aborígenes que ocupaban la zona de cuyo fueron los huarpes en el norte y el sector sur de la actual provincia de Mendoza estuvo ocupado por los puelches– que Canals Frau (1986) denomina puelches de cuyo para diferenciarlos de los puelches patagónicos, guénaken, que ocupaban sectores más al sur del área tratada- y en porciones del extremo sur por los pehuenches. La denominación de pehuenche provenía de los araucanos de Chile, que al momento de la conquista, daban ese nombre a las tribus que ocupaban el territorio de los valles interandinos donde crecía el pehuen (Araucaria araucana) – (Serrano, 2000)-, o sea que ocupaban el territorio neuquino y se extendían hasta la parte austral de Mendoza. El nombre puelche también les fue adjudicado por los araucanos de Chile, palabra que significa “gente del este”. Por lo tanto se desconoce el nombre que se daban a si mismos. El aspecto físico de ambos pueblos era muy similar, altos y delgados, característica que compartían los pueblos de la etnia huárpidos y no así los araucanos de la ultra-cordillera (Canals Frau, 1986). Hay un documento (1718) que señala claramente qué grupos habitan la zona prospectada y ratifica lo antedicho respecto a su diferenciación con los pueblos del occidente de la cordillera. Este es citado por R. E. Latcham (1930) y dice: …“la conversión y reducción de los indios Pehuenches y Puelches, dos castas de indios que allí asisten, diferentes de los de Chile así por el tamaño de sus cuerpos que por la diversidad de sus lenguas y usanzas”….  Estas comunidades  fueron  recolectoras y cazadoras de guanacos y ñandúes, como dieta principal, pero se desconoce la forma en que realizaban las cacerías. Se tiene conocimiento que ya avanzada la conquista ingerían también carne de caballo. En cuanto a la recolección eran la algarroba y el molle los  principales frutos – de ahí que se los denominó también puelches algarroberos- y para los que ocupaban la zona donde crecía la araucaria, los piñones representaban el alimento principal. Sus viviendas en la época hispánica eran toldos de cuero de los mismos animales que cazaban (Canals Frau, 1986). En los últimos tiempos, cuando tenían caballos y lanzas largas, éstas sirvieron a menudo para levantar la armazón del toldo y las pieles también las usaron para la vestimenta. Las armas de estos pueblos fueron el clásico arco y flecha, con punta de piedra triangular y sin pedúnculo, y la boleadora de dos bolas. Luego de la araucanización usaron también el “fuste aucá”, o sea, la larga lanza araucana de varios metros de largo (Canals Frau, 1986).

Araucanización

Los araucanos, o mapuches como ellos de llaman a si mismos, constituyen una población situada al oeste de los Andes, en el actual territorio de  Chile, de los Atacamas hacia el sur. Hace aproximadamente dos siglos y medio comenzaron a expandirse hacia el otro lado de la Cordillera de los Andes, y ocuparon gran parte de las llanuras de las actuales provincias de La Pampa, Buenos Aires, todo Neuquén, sur de Mendoza, San Luis y Córdoba y el oeste de Chubut y Río Negro. Uno de los principales motivos que ocasiona esta invasión es el intercambio comercial que ya se venía realizando desde hacía mucho tiempo y la búsqueda del abundante ganado cimarrón, especialmente caballar, que yacía en el sector ocupado. Esto, como cualquier otra intromisión de una cultura en otra, trajo aparejado muchos cambios culturales y los aborígenes que viera don Pedro de Mendoza y  Juan de Garay en las llanuras bonaerenses no fueron los mismos de los que nos habla Mansilla en sus relatos, ya que su lengua y su cultura habían cambiado, e incluso racialmente también habían sufrido transformaciones.

Leyenda sobre los hermanos Pincheira

Cuenta la tradición que este paraje era refugio del caudillo Pincheira y de sus huestes, con las cuales realizaba sus correrías a comienzos del siglo XIX. Según se dice que los hermanos de ese apellido, después de los triunfos revolucionarios independentistas,  en el siglo XIX decidieron junto a un grupo de seguidores emprender la defensa de las tierras del rey de España, sembrando terror en vastas zonas de Argentina y Chile. Así, los hermanos Pincheira entre los años 1818 y 1819, llegaron a la cima de su poder y habían reclutado varios centenares de guerrilleros, que utilizaban como asentamiento las elevaciones a las que le  dieron nombre y que fueron motivo de la creación del  área natural protegida. Posteriormente, sus acciones más que reivindicar  la soberanía del Rey de España sobre las colonias del Río de la Plata, se convirtieron en actos de pillaje y vandalismo hasta que en año 1832 el Coronel Bulnes, al mando de un regimiento, logra doblegar las fuerzas de don José Antonio Pincheira, y este huye supuestamente, con un importante caudal de dinero del que nunca más se supo.

Alternativas turísticas

La Reserva  Castillos de Pincheira está situada a sólo unos treinta kilómetros al suroeste de Malargüe y a un poco más de distancia de la Laguna de Llancanelo. Se trata de una porción de suelo perteneciente a la región patagónica, con unas muy características elevaciones – de unos 60 m.s.n.m.- de formas pintorezcas que por su semejanza con las construcciones humanas se los apodó “castillos”. El río Malargüe corre en su piedemonte y el área se convirtió con el paso del tiempo en un atractivo turístico, por su gran belleza y por las múltiples posibilidades que ofrece para el turismo de naturaleza, entre lo que se incluye la pesca deportiva. Estas estribaciones fueron declaradas Monumento Natural y en los alrededores, suelen encontrarse puntas de flechas y restos de cerámica indígena. 
Cuenta la tradición que este paraje era refugio del caudillo Pincheira y de sus huestes, con las cuales realizaba sus correrías a comienzos del siglo XIX. Según se dice que los hermanos de ese apellido, después de los triunfos revolucionarios independentistas,  en el siglo XIX decidieron junto a un grupo de seguidores emprender la defensa de las tierras del rey de España, sembrando terror en vastas zonas de Argentina y Chile. Así, los hermanos Pincheira entre los años 1818 y 1819, llegaron a la cima de su poder y habían reclutado varios centenares de guerrilleros, que utilizaban como asentamiento las elevaciones a las que le  dieron nombre y que fueron motivo de la creación del  área natural protegida. Posteriormente, sus acciones más que reivindicar  la soberanía del Rey de España sobre las colonias del Río de la Plata, se convirtieron en actos de pillaje y vandalismo hasta que en año 1832 el Coronel Bulnes, al mando de un regimiento, logra doblegar las fueras de don José Antonio Pincheira, y este huye, supuestamente, con un importante caudal de dinero del que nunca más se supo.
En términos generales las posibilidades turísticas que ofrece la provincia de Mendoza son excelentes. Desde la visita a su Capital, que fue sede del gobierno de cuyo y es la ciudad más importante de todo el oeste argentino. Cuenta por demás con todo lo que ofrece una gran metrópoli: espectáculos, cines, shoping, casino, una excelente gastronomía junto a hoteles de muy buen nivel, museos, un zoológico y el paisaje muy cercano al casco urbano en el Cerro de la Gloria, donde se erigió un monumento al general San Martín y desde cuya cima se aprecia una hermosa panorámica de la ciudad, el Parque General San Martín considerado uno de los parques urbanos más bonitos del país. El los alrededores de esta gran ciudad se ubican varias bodegas, en las que , generalmente, pueden realizarse visitas guiadas donde se puede apreciar los detalles de la elaboración de  uno de los vinos más prestigiosos a nivel mundial. Las excursiones más demandadas que parten de la ciudad de Mendoza son las que van al Cristo Redentor, a Uspallata, a las termas de Villavicencio, al Valle de Calingasta, al Valle de Uco. Al sur de la Capital, se encuentran los Departamentos San Carlos, Tunuyán y Tupungato, todos con paisajes montañosos, campos de cultivos de frutales y se puede llegar a Potrerillos, otro hito turístico mendocino. Yendo hacia el Cristo Redentor se pasa previamente por Puente del Inca, otra zona protegida por su incalculable valor histórico y escénico y  por Las Cuevas, última localidad en territorio argentino. La zona sur de la Provincia cobró gran auge en los últimos tiempos con la construcción del famoso centro de esquí Las Leñas en Malargüe y muchos otros atractivos que se pusieron en valor  situados en este Departamento.  Malargüe posee  el cielo y el aire puro como pocos lugares, cristalinas  aguas de los arroyos de montaña donde se puede disfrutar de la tranquilidad o de la emoción de la aventura a través de cabalgatas por la  cordillera, travesías 4 x 4, haciendo andinismo o disfrutando de maravillosos días de pesca.
Esta apretada reseña sólo pretende mostrar que la gama de posibilidades turísticas de Mendoza es muy amplia, y hacerlo en detalle llevaría largas páginas que escapan al tenor de este trabajo.

Cómo llegar
Primero de indica como arribar a la capital provincial y al final como hacerlo desde ésta a la Reserva Castillos de Pincheira.
Desde Córdoba se arriba a la ciudad de Mendosa por la Ruta Nacional Nº 20 que luego empalma con la R.N. 146 y por ésta se continúa hasta su intersección con la R.N. 7 en la provincia de San Luis.
Partiendo de Santa Fe de la Vera Cruz se toma la RN  19  que une esta ciudad con la capital mediterránea. Desde Córdoba se continúa como se indica en el primer párrafo.
Desde Buenos Aires hay dos alternativas: la Ruta Nacional 7 directamente o la 188 – también nacional- hasta San Rafael y desde aquí se toma R.N. 143 que se fusiona con la 40 hasta llegar a la capital provincial.

El  acceso desde la ciudad de Mendoza a la Reserva Castillos de Pincheira es a través de la RN  40 hacia el sur, la que luego de “Dique La Aguada” es mejorada, por lo que se sigue, con una leve curva a la izquierda, por la RN  Nº 143 que nos conduce la ciudad de San Rafael. Desde esta importante ciudad del sur mendocino hay que seguir por la RN Nº 40 hasta Malargüe – continua el rumbo sur- y en esta localidad  hay que seguir un camino mejorado hacia el oeste el que nos permite arribar a la Reserva  con sólo recorrer 27 kilómetros.

Problemas de conservación

De la misma manera que la gran mayoría de las unidades de conservación, la que nos ocupa está expuesta al impacto producido por la caza furtiva, la extracción de elementos de la gea, pesca sin cumplir los requisitos o directamente con fines comerciales. Es una zona que en los últimos tiempos atrajo gran cantidad de turistas, por lo que la exposición a los riesgos de origen antrópico está potenciada.

Bibliografía

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.-Cabrera, A.L. y A. Willik, 1980. Biogeografía de América Latina. Organización de los Estados Americanos. Washington, D.C.
-Canals Frau, S. 1986. Las poblaciones indígenas de la Argentina, Hyspamérica, Buenos Aires.

- Capitanelli, R.; A. Regairaz; E. Rodríguez; F. Roig y V. Roig (1969). Bosquejos Geográficos de la Provincia de Mendoza. Libro de Resúmenes. X Jornadas Argentinas de Botánica.

- Correa, M. 1978. Flora Patagónica. Tomo VIII, Parte I, II, III, IV, V, VI, VII. Colección Científica del INTA. Buenos Aires.

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Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez


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