EDICION
PROVISORIA
- EN PROCESO
DE DIAGRAMACION
Significado
del topónimo:
“mirador
de piedra”
Categoría
Parque
Nacional
Ubicación
El Parque
Nacional
se encuentra
al sudeste
de la
provincia
de Jujuy,
en los
departamentos
de Ledesma
y Valle
Grande,
sobre
el faldeo
oriental
de las
Serranías
de Calilegua.
Se ubica
entre
el trópico
de Capricornio
y los
24°
de latitud
sur y
los 65°00´
y 64°30´
de longitud
oeste,
y sus
coordenadas
centrales
aproximadas
son: 23°35´
de latitud
sur y
64°50´
de longitud
oeste.
Superficie
76.306
hectáreas.
Fecha
e instrumento
legal
de creación
Fue creado
por Decreto
N°
1733 del
año
1979,
por el
cual se
acepta
la donación
efectuada
por la
provincia
de Jujuy
(a través
de la
ley 3586)
a favor
del Estado
nacional
de dos
lotes
que sumaban
76.306
ha. La
mencionada
ley provincial
se promulgó
en noviembre
de 1978,
pero en
1983,
con el
regreso
de la
democracia,
la legislatura
jujeña
congeló
su tratamiento
y convalidación.
Los dos
lotes
que componen
la cesión
fueron
donados
por la
empresa
Calilegua
S.A.A.I.
y C. y
por Ledesma
S.A.A.
e I. al
estado
provincial
mediante
un convenio
suscripto
por la
primera
con el
Ministerio
de Trabajo
de la
Nación
el 4 de
abril
de 1974
(aprobado
por Ley
3.111)
y por
la segunda
a través
del compromiso
asumido
en el
apartado
3 del
capítulo
VII del
convenio
firmado
por dicha
empresa
con la
provincia
de Jujuy,
también
el 4 de
abril
de 1974.
Por lo
tanto,
los pasos
que establece
la ley
22.351
para la
creación
de parques
nacionales
no se
han cumplido
en su
totalidad,
seguramente
a consecuencia
de problemas
políticos.
Superados
éstos,
un área
protegida
de tanta
importancia
que está
a punto
de cumplir
25 años
de existencia,
con presencia
efectiva
del Estado
nacional,
merece
que su
situación
jurídica
se regularice
.
Relieve
Predominan
en el
paisaje
del parque
las montañas
escarpadas,
pliegues,
fallas,
quebradas
y valles.
Por su
parte,
la erosión
de arroyos
y ríos
de pendiente
pronunciada
cavó
profundos
cañadones.
Los cordones
montañosos,
como la
Serranía
de Calilegua,
tienen
picos
de más
de 3000
metros
de altura.
Entre
ellos
se destacan
los cerros
Hermoso
(aproximadamente
2800 msnm),
Amarillo
(3646
msnm)
y Morro
Alto (2493
msnm),
que se
encuentran
al oeste
del parque,
justo
en el
límite
del área
protegida.
Otros
cordones,
como la
Serranía
del Socavón,
con unos
2600 msnm,
se encuentran
en su
totalidad
dentro
del Parque
Nacional,
o bien,
como es
el caso
de la
Serranía
de Cortadera,
en el
límite
norte
del mismo.
Más
hacia
el sur
del parque,
los cerros
Agua Negra,
Cuesta
Alta,
Abra Colorada
y El Mirador
son un
poco más
bajos:
rondan
los 1200
y los
1500 metros
de altura.
No todo
es altura
en el
Parque
Nacional
Calilegua:
las llanuras
se encuentran
al pie
de las
serranías
y en los
cordones
montañosos
bajos.
Clima
El clima
es de
tipo subtropical
con estación
seca,
caracterizado
por inviernos
templados,
con temperaturas
medias
que oscilan
entre
los 12°
y los
21°
C y nevadas
en las
cumbres
de las
serranías,
y veranos
lluviosos
y calurosos,
con temperaturas
medias
de entre
27°
y 30°
C, precipitaciones
anuales
de 2000
mm y una
humedad
relativa
que varía
entre
el 60
y el 85%.
Durante
el período
estival
se producen
precipitaciones
torrenciales.
Las diferencias
altitudinales
de la
zona (ver
Relieve)
provocan
modificaciones
en este
patrón
climático
general.
Esto significa
que las
condiciones
meteorológicas
son distintas
si nos
encontramos
en una
llanura
al pie
de la
serranía,
donde
la vegetación
tiene
determinadas
características
(ver Flora),
o a más
de 3000
metros
sobre
el nivel
del mar.
Veamos
estas
diferencias.
En las
llanuras,
las lluvias
son menores
a los
1000 mm
anuales
y la estación
seca también
es el
invierno,
lo cual
resulta
en un
clima
cálido
poco lluvioso,
con heladas
poco frecuentes.
En las
laderas,
las temperaturas
son más
bajas
(tengamos
en cuenta
que la
altitud
es mayor),
y sin
embargo,
las precipitaciones
son menos
abundantes.
Las laderas
orientales,
más
elevadas,
están
cubiertas
por nubes
densas
durante
el verano
y principios
del otoño
(de ahí
el nombre
de “nuboselva”
que recibe
el ecosistema
de esa
región
–ver
Flora-)
Aquí
llueven
hasta
3000 mm
por año.
El clima
en esta
zona está
influenciado
por los
vientos
del nordeste,
provenientes
del Océano
Atlántico,
los cuales
descargan
su humedad
al chocar
con las
laderas
orientales.
En las
zonas
más
altas
aún
(aproximadamente
a 1700
metros)
el clima
es templado
húmedo,
con inviernos
fríos
en los
cuales
son frecuentes
las nevadas.
En el
bosque
montano,
a unos
2500 metros
de altura,
los inviernos
son fríos
y secos
y las
lluvias,
escasas
(400 mm
anuales).
La temporada
más
propicia
para visitar
el parque
es el
invierno.
Hidrografía
El Parque
Nacional
Calilegua
forma
parte
de la
alta cuenca
del río
Bermejo,
cuya superficie
aproximada
es de
10000
kilómetros
cuadrados
(2). Esta
enorme
cuenca
posee
un inmenso
valor
ecológico,
tanto
por sus
dimensiones
como por
albergar
el 50%
de la
formación
de las
Yungas
(ver Flora)
del noroeste
argentino.
Por lo
tanto,
gracias
a la frondosa
vegetación,
contribuye
a la retención
y paulatina
liberación
del agua
de las
precipitaciones,
según
la estación
del año.
Además,
el Parque
Nacional
Calilegua
integra
una vasta
red hidrográfica
cuyos
ríos
y arroyos
aportan
alrededor
del 75%
de los
sedimentos
que llegan
al puerto
de Buenos
Aires
(2).
El parque
está
surcado
por numerosos
arroyos,
mientras
que los
ríos
más
caudalosos
e importantes,
el San
Lorenzo
y el Piedras
(3), marcan
sus límites
(ver Problemas
de Conservación).
De norte
a sur
encontramos
los siguientes
cursos
de agua:
al noreste,
los arroyos
Yuto,
Sauzalito,
Zanjón
Seco y
Las Lajitas,
que descienden
de las
Lomas
del Anta;
al noroeste,
los arroyos
Santa
Clara
y San
José,
que encierran
entre
sí
a las
Serranías
del Socavón;
hacia
el sur,
en cambio,
encontraremos
el arroyo
Volcán,
el río
Aguas
Negras
y el arroyo
Aguas
Negras,
todos
afluentes
del río
San Lorenzo;
otros
afluentes,
pero en
este caso
del río
Las Cañas
(del cual
un corto
tramo
sirve
de límite
al parque),
son los
arroyos
Aguas
Amarillas
y Monte
Bayo;
también
al sur
del parque
se encuentran
los arroyos
Seco,
del Tigre
Muerto
y la Cascada
de Agua
Negra
(1).
Flora
El Parque
Nacional
Calilegua
se encuentra
en la
región
fitogeográfica
de las
Yungas
(8). La
flora
está
marcadamente
influida
por la
altura
y por
el clima.
Siguiendo
la nomenclatura
sugerida
por Cabrera
(8), dentro
de la
mencionada
región
fitogeográfica
encontramos
el Distrito
de las
Selvas
de Transición,
entre
los 350
y los
550 msnm,
también
llamada
selva
basal
o pedemontana.
Esta es
la región
de más
fácil
acceso
para el
hombre
y, por
consiguiente,
la más
modificada
hasta
casi la
destrucción,
en general
a causa
de actividades
forestales
y tala
selectiva
de especies
de valor
comercial.
En las
escasas
extensiones
de selva
pedemontana
aún
no devastadas
por acción
antrópica
encontramos
dos tipos
de selva:
la de
palo blanco
(Calycophyllum
multiflorum)
y palo
amarillo
(Phyllostylon
rhamnoides)
y la de
tipa (Tipuana
tipu)
y pacará
(Enterolobium
contortisiliquum),
con ejemplares
de 20
a 30 metros
de altura
y troncos
de color
blanquecino.
Por supuesto
que los
límites
entre
uno y
otro estrato
no son
abruptos,
sino que
existe
lo que
en ecología
se denominan
“ecotonos”,
es decir,
ambientes
de transición
entre
un tipo
y otro
de vegetación.
En el
ecotono
entre
la selva
pedemontana
y la montana,
a unos
550 metros
de altura,
predominan
especies
como el
cebil
colorado
(Anadenanthera
macrocarpa),
la tipa
y distintas
lauráceas.
En las
márgenes
de los
arroyos
Yuto,
Sauzalito,
Zanjón
Seco y
Las Lajitas
crecen
bosques
puros
de bobos
(Tessaria
integrifolia),
con manchones
intercalados
de sauces
(Salix
humboldtiana),
guaranguán
amarillo
(Tecoma
stans)
y herbáceas
del género
Equisetum
(7).
Siguiendo
las laderas
orientales
de la
Sierra
de Calilegua,
por sobre
los 550
m y hasta
los 1600
aparece
el Distrito
de las
Selvas
Montanas.
Se caracteriza
por su
densa
masa vegetal
diferenciada
en estratos
de distintas
alturas,
que oculta
la luz
en los
más
bajos,
produciendo
un ambiente
sombrío,
húmedo
y prácticamente
impenetrable
para el
hombre.
Esta selva
permanece
cubierta
de nubes
durante
los meses
de verano
y principios
de otoño,
por lo
cual se
la suele
llamar
“nuboselva”.
Los troncos
de los
árboles
del estrato
superior
pueden
superar
los 30
metros
de altura,
y se encuentran
envueltos
por lianas,
enredaderas,
epífitas
y helechos.
Las epífitas
son plantas
que crecen
apoyadas
sobre
otras,
en general
árboles,
sin parasitarlos.
Algunas
de las
especies
presentes
en la
selva
montana
de Yungas
son: en
el estrato
alto,
predominantemente
las tipas
y lauráceas
de diversos
géneros
(Ocotea
y Phoebe);
en el
estrato
medio,
horco
cebiles
(Parapiptadenia
excelsa)
y en el
estrato
bajo,
mirtáceas
y especies
de los
géneros
Croton
y Bocconia.
Otras
especies
que componen
la selva
montana
son el
laurel
(Phoebe
porphyria),
el horco
molle
(Blepharocalyx
gigantea),
los cedros
(Cedrella
lilloi
y C. angustifolia),
el urundel
(Astronium
urundella),
la quina
(Myroxylon
peruiferum),
entre
otras.
Algunas
de estas
especies,
como el
mato o
el güili
(Myrcianthes
pungens),
que son
mirtáceas,
dan frutos
comestibles
para el
hombre.
Durante
el invierno,
la mayoría
de las
especies
arbóreas
pierden
las hojas
(son caducifolias)
y en conjunto
adquieren
un color
gris verdoso,
pero antes
de las
lluvias
de primavera,
algunas
cubren
sus ramas
con hermosas
flores,
brindando
un paisaje
único.
Es el
caso del
jacarandá
o taco
(Jacaranda
mimossifolia),
de flores
azul lila,
el lapacho
rosado
(Tabebuia
avellanadae)
y el lapacho
amarillo
(1).
En el
ecotono
entre
la selva
montana
y los
bosques
montanos,
a 1700
metros
de altura
aproximadamente,
aparecen
en abundancia
los nogales
(Juglans
australis),
lapachos
amarillos
(Tabebuia
lapacho),
pinos
del cerro
(Podocarpus
parlatorei)
–única
conífera
del noroeste
argentino-
y alisos
(Alnus
acuminata).
Se encuentran
también,
en los
sectores
de elevada
humedad,
manchones
de saucos
(Sambucus
peruvianus).
En el
sotobosque
(se denomina
así
al estrato
más
bajo de
la selva)
encontramos
matorrales
de cañas
(Chusquea
lorentziana).
Entre
los 1600
y los
2500 msnm
aparece
el Distrito
de los
Bosques
Montanos,
que no
albergan
tanta
variedad
de especies
sino que,
según
las condiciones,
se configuran
en agrupamientos
de una
u otra
especie.
Por ejemplo,
a partir
de los
1900 msnm
suelen
aparecer
bosques
de queñoa
(Polylepis
australis),
con árboles
de 4 a
6 metros,
que, a
medida
que aumenta
la altura
y por
efecto
del viento,
se achaparran
(es decir,
se transforman
en árboles
más
parecidos
a arbustos,
de menor
altura
y ramificaciones
más
cercanas
al suelo)
Entre
los 2300
y 2400
msnm encontramos
bosques
casi puros
de alisos,
que permanecen
sin hojas
aún
en septiembre,
a diferencia
de lo
que ocurre
con esta
especie
a menor
altitud.
En el
ecotono
entre
el bosque
montano
y el pastizal
de altura
se intercalan
individuos
de queñoa
y arbustos
del género
Berberis,
con alisos
achaparrados.
En la
zona más
elvada
del parque,
como por
ejemplo
en las
cercanías
del cerro
Hermoso,
a 2800
metros
de altura,
aparecen
las praderas
montanas,
que llegan
hasta
los 3000
msnm y
están
constituídas
principalmente
por gramíneas
y especies
herbáceas
que florecen
coloridas
en época
de lluvias.
Es común
encontrar
paredones
rocosos,
donde
crecen
bromeliáceas.
El paisaje
de la
pradera
montana,
en sus
límites,
se funde
con el
de la
estepa
puneña.
Fauna
El Parque
Nacional
Calilegua
es uno
de los
más
ricos
en fauna
de la
Argentina
y constituye
el último
refugio
para varias
especies
nativas,
cuya distribución
en un
pasado
no tan
lejano
era mucho
más
amplia.
En este
sentido,
es emblemático
el animal
símbolo
del parque,
la taruca
(Hippocamelus
antisensis).
Este pequeño
ciervo,
similar
al huemul,
está
en peligro
de extinción
y ha sido
declarado
Monumento
Natural
Nacional
en 1996,
con el
objetivo
de preservar
la especie,
ya que
su único
hábitat
protegido
es el
Parque
Nacional
Calilegua.
Este ciervo,
también
llamado
huemul
del norte,
es una
de las
8 especies
de cérvidos
nativos
de la
Argentina.
Habita
en los
pastizales
de altura,
en grupos
pequeños.
Estrictamente
herbívoro,
consume
pastos,
arbustos,
plantas
suculentas
y musgos.
La mayor
amenaza
para estos
pequeños
artiodáctilos
(animales
cuyas
extremidades
terminan
en pezuñas)
la constituye
el hombre:
la caza
indiscriminada
con motivos
rituales
(10) y
la destrucción
de su
hábitat
con objetivos
de pastoreo
o agricultura.
Como la
taruca,
otros
mamíferos
que habitan
el Parque
están
en peligro
de extinción.
El yaguareté
(Leo onca)
es uno
de ellos.
Llamativo
por su
tamaño,
su pelaje
a motas
y su poderosa
envergadura,
es el
felino
más
grande
de América.
Todavía
hoy está
amenazado
por los
cazadores
furtivos
y por
los emprendimientos
humanos
que atentan
contra
su hábitat,
la selva.
Los yaguaretés
prefieren
los ambientes
con buena
cobertura
vegetal
que les
sirva
de refugio,
agua y
abundancia
de presas.
Son más
activos
luego
del atardecer
y antes
de amanecer
y, a excepción
de la
época
de apareamiento
y del
alumbramiento
de las
crías,
son solitarios.
Emten
una suerte
de tos,
fuerte
y repetida,
que parece
ser una
manera
de comunicación
a distancia
(6).
Es curioso,
porque
si echamos
una mirada
rápida
a la selva,
un día
de invierno
o de otoño,
quizás
nuestra
vista
no se
encuentre
con ninguno
de los
animales
que a
continuación
describiremos,
porque
se desplazan
sigilosamente
y conviven
tan en
armonía
con su
medio
que, ante
un observador
no muy
atento,
pasan
inadvertidos.
En realidad,
las más
fáciles
de avistar
son las
aves,
que nos
deleitarán
con sus
cantos,
sobre
todo bien
temprano
por las
mañanas,
pero los
grandes
mamíferos
de la
selva,
como el
puma (Puma
concolor),
sólo
serán
detectados
por sus
huellas
en los
pasajes
de tierra
barrosa
abiertos
por el
hombre,
ya que
su mayor
actividad
ocurre
en el
crepúsculo.
Por más
difícil
de contemplar
que este
mundo
sea para
nosotros,
vale la
pena conocer
cómo
se desarrolla
la vida
en esta
comunidad
selvática
protegida
que constituye
el Parque
Nacional
Calilegua.
Ya que
comenzamos
mencionando
a los
mamíferos,
tengamos
en cuenta
que en
Calilegua
conviven
65 especies
nativas,
cifra
que ubica
a este
Parque
en el
tercer
lugar
en el
“ranking”
de los
parques
nacionales
argentinos
en cuanto
a riqueza
mastofaunística
(en el
primero
se encuentra
el Parque
Nacional
Iguazú
y en el
segundo
el Parque
Nacional
Río
Pilcomayo)
Se conoce
con bastante
detalle
la composición
de especies,
aunque
se sabe
menos
sobre
el estado
de las
poblaciones.
Esto se
debe principalmente
a la difícil
accesibilidad
de la
zona,
salvo
en las
proximidades
de la
Ruta Provincial
86 y en
los sectores
petrolíferos
(Caimancito)
(14).
La única
especie
de primates
que habita
el Parque
es el
mono caí
(Cebus
apella),
en peligro
de extinción.
Como todos
los “monos
del Nuevo
Mundo”,
el caí
es pequeño,
ágil
y de cola
prensil.
Es el
único
del grupo
de los
llamados
monos
capuchinos
(por poseer
pelaje
más
claro,
parecido
a un sombrerito,
en la
cabeza)
que llevan
la cola
enroscada.
Son robustos
y los
machos
poseen
un tamaño
mayor
y caninos
más
largos
que las
hembras.
Son marcadamente
omnívoros.
Sus grandes
mandíbulas
les permiten
alimentarse
de frutos
grandes
y duros,
como así
también
de semillas,
huevos,
insectos,
reptiles,
aves y
pequeños
mamíferos.
Los caíes
son diurnos
y arborícolas;
pocas
veces
bajan
de los
árboles
para jugar
o alimentarse.
Se los
puede
ver caminando
por las
ramas,
colgándose
y trepando.
Son animales
sociales,
que forman
grupos
de 8 a
15 individuos,
y habitan
a alturas
que van
desde
los 200
hasta
los 1100
metros
snm (9)
En las
cercanías
de arroyos
y cursos
de agua
encontramos
al lobito
de río
(Lontra
longicaudis).
Se trata
de una
nutria
de pelaje
grisáceo-marrón,
apenas
más
claro
en el
vientre,
que en
la garganta
presenta
un color
amarillento-blancuzco.
Se refugia
en madrigueras
que él
mismo
cava,
a alturas
de hasta
3000 metros.
Este animal,
al igual
que la
taruca,
el yaguareté,
el gato
margay
(Leopardus
wiedii),
el yaguarundí
(Herpailurus
yaguarondi)
y el ocelote
(Leopardus
pardalis),
se encuentra
en el
Apéndice
I de CITES
(Convención
sobre
el Comercio
Internacional
de Especies
Amenazadas
de Fauna
y Flora
Silvestres)
Otro de
los mamíferos
amenazados
que habita
el Parque
es el
tapir
(Tapirus
terrestris).
Es el
mamífero
herbívoro
más
grande
de América
del Sur,
y su particularidad
consiste
en que
tiene
el labio
superior
unido
a la nariz,
formando
un pequeña
prolongación,
prensil,
que utiliza
para arrancar
las hojas
y los
brotes
de la
vegetación.
El tapir,
un animal
por demás
solitario,
se encuentra
en el
Apéndice
II de
CITES.
El mono
caí,
mencionado
con anterioridad,
también
se encuentra
en dicho
Apéndice.
El gato
del pajonal
(Lynchailurus
pajeros)
cuenta
con una
población
restringida
en el
Parque
Nacional
Calilegua.
Sin embargo,
otros
mamíferos
que habitan
en el
Parque
gozan
de un
buen estado
de conservación;
por ejemplo,
los murciélagos
y los
roedores.
De las
21 especies
de quirópteros
que habitan
las selvas
de Yunga,
tres están
sólo
en los
parques
nacionales
Calilegua
y Baritú:
el murciélago
hocicudo
(Anoura
caudifer),
el murciélago
picaflor
(Glossophaga
soricina)
y el falso
vampiro
grande
(Sturnira
oporaphilum).
Más
exclusivas
todavía
son las
4 especies
de roedores,
sólo
presentes
en Calilegua:
el ratón
yungueño
(Akodon
budini),
el ratón
grande
(Abrothrix
illuteus),
el ratón
cavador
serrano
(Necromys
lactens)
y la rata
andina
(Andinomys
edax)
(14) Especies
como estas,
que habitan
una zona
restringida
y exclusiva
geográficamente,
reciben
la denominación
de “endémicas”.
Tal como
se dijo
en Flora,
los ambientes
varían,
ofreciendo
así
distintas
características
morfológicas
y disponibilidad
de recursos
para las
diferentes
especies.
Un estudio
sobre
la mastofauna
del Parque
Nacional
Calilegua
(7) revela
que la
mayor
cantidad
de especies
de mamíferos
se encuentra
en el
ambiente
de transición
entre
la selva
basal
y la selva
pedemontana.
No es
casual
que la
mayoría
de las
especies
de murciélagos
y roedores
habiten
dicho
ambiente,
donde
la densidad
en las
concentraciones
de insectos
nocturnos
-parte
de su
dieta-
es mayor
que en
las alturas.
Así,
a medida
que ascendemos
por la
ladera
el número
de especies
disminuye.
Las aves
suelen
aprovechar
estacionalmente
los recursos,
desplazándose
de un
estrato
a otro
de la
exuberante
vegetación.
Este parque
alberga
377 especies
de aves
nativas,
y por
tal motivo
constituye
el parque
nacional
con mayor
diversidad
de las
Yungas.
De este
número,
se encontró
que la
gran mayoría
nidifica
en el
Parque,
lo cual
constituye
una posible
garantía
de que
las especies
estén
siendo
realmente
amparadas
por el
área
protegida
(15).
Entre
las aves
exclusivas
de Calilegua
podemos
mencionar
al atajacaminos
lira (Uropsalis
lyra),
el vencejo
montañés
(Aeronautes
montivagus),
el carpintero
andino
(Colaptes
rupicola)
y el negrillo
(Carduelis
atratus).
También
encontramos
a las
pavas
de monte,
que son
aves poco
voladoras
y de costumbres
gregarias,
con plumaje
de tonos
pardos
o negros.
Entre
ellas
existen
varias
especies,
como la
pava de
monte
de cara
roja (Penelope
dabbenei)
que es
endémica
y muy
difícil
de avistar,
a diferencia
de la
pava de
monte
común
(Penelope
obscura)
(1).
Entre
las rapaces
se distingue
el águila
poma (Oruaetus
isidori),
en peligro
de extinción.
El loro
alisero
(Amazona
tucumana)
es un
ejemplo
de asociación
entre
una especie
y un ambiente
definido
por una
vegetación
en particular:
de frente
roja y
cola corta,
frecuenta
los bosques
de aliso
y es otra
de las
especies
endémicas
de la
región.
En arroyos
y riachos
cubiertos
por las
copas
de los
árboles,
sombreados
y calmos,
encontramos
al hocó
oscuro
(Tigrisoma
fasciatum
pallescens).
Suele
pasar
el día
pescando,
inmóvil,
con la
curiosa
técnica
de “flechar”
o arponear
peces.
También
se lo
ha visto
capturando
anfibios
e insectos
acuáticos,
mientras
camina
lentamente
contra
la corriente.
De noche
descansa
en las
ramas
de los
árboles
que dan
sobre
el curso
de agua
(5).Otra
ave que
cabe mencionar
es el
burgo
(Momotus
momota),
especie
a la que
están
dedicados
dos senderos
que recorren
el Parque
Nacional.
Existe
una recopilación
de cantos
de las
aves de
Calilegua
(17).
En cuanto
a los
reptiles
-eslabones
indispensables
de la
cadena
alimentaria
de este
apasionante
paisaje
selvático-
no hablamos
ya de
centenas
de especies,
como ocurre
con la
aves.
Cabe destacar
al yacaré
overo
(Caiman
latirostris),
que habita
ríos
y arroyos
y cuya
población
se encuentra
amenazada
por la
caza indiscriminada.
También
encontramos
serpientes,
como la
musurana
marrón
(Clelia
rustica),
y varias
especies
de culebras,
como la
Phylodryas
olfersii
y la Micrurus
pyrrhocryptus,
llamada
cobra
coral,
entre
otras.
Con respecto
a los
peces,
son pocos
los estudios
que se
han realizado
en la
zona para
estudiar
sus poblaciones
y las
características
de su
biología.
También
encontramos
anfibios,
entre
los cuales
algunas
especies
de sapos
se señalan
como endémicas,
por ejemplo:
Bufo gallardoi,
Bufo quechua,
Bufo rumbolli
y la llamada
rana mono
yungueña
(Phyllomedusa
boliviana)
También
son llamativas
y exclusivas
las ranas
“marsupiales”
del género
Gastrotheca
sp., así
denominadas
por presentar
en su
dorso
un pliegue
que recuerda
al marsupio,
donde
lleva
sus huevos
hasta
que alcanzan
la madurez.
Cabe señalar
que los
anuros
dependen,
como los
reptiles,
de una
estación
húmeda
para la
reproducción,
y lo hacen
en cuerpos
de agua
no estancada.
Sin embargo,
en la
región
yungueña
de Calilegua
existen
anuros
para cuya
reproducción
no es
imprescindible
la presencia
de agua,
ya que
la llevan
a cabo
en tierra
y el desarrollo
de los
huevos
puede
realizarse
en el
cuerpo
de la
hembra.
Recursos
Culturales
El área
estuvo
ocupada
desde
tiempos
remotos
por grupos
indígenas
cuyos
asentamientos
se ubicaban
en lomas
bajas
cercanas
a los
terrenos
llanos
para cultivo.
Los sitios
y materiales
arqueológicos
hallados
en el
parque,
representados
por piezas
cerámicas
y hachas
de piedra
pulida,
guardan
relación
con las
sociedades
que habitaron
en toda
la región
de Yungas
del norte
argentino.
A partir
del siglo
XV, este
territorio
fue ocupado
por los
incas,
quienes
construyeron
instalaciones
representativas
tanto
de distintos
aspectos
de la
organización
social,
política
y económica
del imperio,
como de
los contenidos
simbólicos,
rituales
y astronómicos
de toda
su cosmovisión.
En la
actualidad,
toda esta
región
se encuentra
habitada
por comunidades
kollas,
herederas
de aquellas
sociedades
del pasado,
que constituyen
socios
indispensables
para mantener
el corredor
de las
Yungas
en todo
el noroeste
argentino.
A 3000
m de altura,
fuera
del límite
del Parque,
existe
un pequeño
caserío
llamado
Alto Calilegua,
al que
sólo
se llega
a lomo
de mula
o a pie.
En ese
área
existen
restos
de fortificaciones
incaicas
que agregan
valor
arqueológico
a la región
(13).
No solamente
los kollas
y los
incas
habitaron
la región
del parque;
también
lo hicieron
los matacos
o wichí.
Los pueblos
indígenas
desarrollaron
tradiciones
vinculadas
con algún
elemento
de la
flora.
Como ejemplo,
comentaremos
brevemente
el caso
del cebil
(Anadenanthera
colubrina
var. cebil),
al que
la población
wichí
llama
“árbol
de la
ciencia
del bien
y del
mal”.
El cebil
es una
planta
psicoactiva,
es decir,
capaz
de producir
modificaciones
en la
psiquis
de las
personas.
Los matacos
la utilizaron
por para
producir
estupor,
alucinaciones
y hasta
un trance
moderado.
Sin embargo,
el uso
se restringía
al chamán.
Los chamanes
matacos
cumplían
distintas
funciones
dentro
de la
comunidad,
de las
cuales
una de
las principales
era la
de enfrentarse
con los
agentes
causantes
de las
enfermedades.
Por lo
tanto,
ante un
individuo
o grupo
que presentaran
distintas
afecciones,
el chamán
recurría
a la aspiración
del cebil
a fin
de lograr
el estado
de trance
mediante
el cual
se podía
dar cura
al o a
los enfermos
(14).
Este es
sólo
un ejemplo
de una
de las
culturas
que allí
se desarrollaron;
¡todavía
queda
mucho
por descubrir!
Cómo
llegar
Se accede
al Parque
Nacional
Calilegua
por la
Ruta nacional
N°
34, que
pasa al
pie de
las Serranías
de Calilegua.
Por esta
ruta se
puede
continuar
a San
Salvador
de Jujuy,
distante
unos 100
km del
Parque.
Hacia
el norte,
la ruta
nacional
N°
34 se
dirige
a San
Ramón
de la
Nueva
Orán,
a 150
km de
distancia.
Entre
las localidades
de Libertador
San Martín
y Calilegua
parte,
hacia
el oeste,
la ruta
provincial
N°
83. Este
camino
de cornisa
atraviesa
el Parque,
y permite
llegar
hasta
los 1800
m de altura,
a una
zona de
sorprendente
belleza
escénica.
Desde
la terminal
de ómnibus
de Libertador
General
San Martín
parte,
en horas
de la
mañana,
un colectivo
hacia
Valle
Grande,
que pasa
por el
Parque
Nacional.
En automóvil
se debe
tomar
la ruta
nacional
N°
34 hasta
el río
San Lorenzo,
y, a unos
100 m
de allí,
el empalme
con la
Ruta Provincial
N°
83 de
acceso
al Parque
Nacional.
Alternativas
turísticas
Los maravillosos
paisajes
de la
selva
de Yungas
merecen
ser recorridos.
Es posible
realizar
el reconocimiento
y la identificación
de árboles
transitando
la ruta
que recorre
el parque.
Hay carteles
numerados
que ayudan
a reconocer
algunas
de las
especies.
Para ello
se puede
solicitar
la Guía
de Árboles
al guardaparque.
Si se
elige
caminar,
hay miradores
y puntos
panorámicos
ubicados
estratégicamente
para contemplar
el paisaje.
Otra opción
es recorrer
la ruta
vehicular
en bicicleta,
pasando
por distintos
ambientes
y paisajes.
Los amantes
de las
aves,
con paciencia
y detenimiento,
podrán
deleitarse
con la
observación
de un
buen número
de ellas.
La exuberancia
de la
vegetación
y el carácter
huidizo
de algunos
mamíferos
dificulta
su observación
directa,
pero la
identificación
de huellas
acerca
su presencia.
Se le
puede
solicitar
al guardaparque
la Guía
de Huellas.
Si la
idea es
ir al
parque
sólo
a pasar
el día,
existe
un área
de picnic
en el
punto
panorámico
Mesada
de las
Colmenas,
pero es
hermoso
quedarse
en Aguas
Negras,
un área
de acampe
donde
se puede
pasar
la noche
en medio
de la
naturaleza..
Las caminatas
sólo
pueden
realizarse
por los
senderos
abiertos
a tal
fin, de
los cuales
recomendamos
los siguientes:
Sendero
Momota:
nace en
el camping
y recorre
un tramo
de selva
pedemontana.
Recorrido:
20 minutos.
Dificultad:
media.
Sendero
La Herradura:
comienza
a pocos
metros
de la
Seccional
Aguas
Negras.
Recomendado
para realizar
con niños.
Recorrido:
10 minutos.
Dificultad:
baja.
Sendero
La Lagunita:
nace a
2 km de
la Seccional
Aguas
Negras.
El regreso
puede
realizarse
por el
arroyo
Aguas
Negras,
donde
pueden
observarse
huellas
de animales.
Recorrido:
2 horas.
Dificultad:
media.
Sendero
Tataupá:
sale a
2,5 km
de la
Seccional
Aguas
Negras.
Discurre
por una
zona de
transición
entre
las selvas
pedemontana
y montana.
Se regresa
por el
cauce
del arroyo
Negrito.
Recorrido:
5 horas.
Dificultad:
alta.
Sendero
La Junta:
comienza
a 3 km
de la
Seccional
Aguas
Negras.
Permite
observar
el relieve
del parque
y la unión
de los
arroyos
Aguas
Negras
y Toldos.
Se regresa
por el
arroyo
Aguas
Negras.
Recorrido:
4 horas.
Dificultad:
alta.
Sendero
La Cascada:
comienza
a 100
m de la
Seccional
Mesada
de las
Colmenas.
Recorre
selva
montana
y llega
al arroyo
Negrito.
A 300
m aguas
abajo,
en la
unión
con el
arroyo
Tres Cruces,
se encuentra
la cascada.
Recorrido:
3 horas.
Dificultad:
alta.
Sendero
Burgo:
adyacente
al campamento,
recorre
la selva
pedemontana
en un
tramo
de 600
m . Dificultad:
media.
Sendero
al Mirador:
parte
a 180
m de la
Seccional
de Aguas
Negras,
a mano
derecha
sobre
la ruta
provincial
N°
83. Se
puede
observar
el valle
del río
San Lorenzo.
Dificultad:
media
(1).
Los amantes
de la
montaña
tienen
la posibilidad
de llegar
caminando
a las
zonas
altas
del parque:
los cerros
Amarillo
y Hermoso.
Es posible
realizar
una travesía
de varios
días
comenzando
en el
Parque
Nacional
para llegar
a la Quebrada
de Humahuaca
(declarada
Patrimonio
Cultural
de la
Humanidad
recientemente).
Luego
de dejar
atrás
los límites
del Parque,
se llega
por ruta
provincial
N°
83 a la
localidad
de Valle
Grande,
desde
donde
se continúa,
a pie
o a caballo,
hasta
Tilcara
o Humahuaca,
en la
quebrada
homónima.
Para realizar
este tipo
de recorrida
se recomienda
pedir
asesoramiento
en las
oficinas
de informes
de la
Administración
de Parques
Nacionales.
Problemas
de Conservación
Las Yungas
y los
pastizales
de altura
“exportan”
agua,
que es
utilizada
en la
parte
baja de
la cuenca
para el
desarrollo
agrícola,
industrial
y urbano.
Por ello,
su protección
brinda
enormes
beneficios
socioeconómicos
y constituye
un “modelo”
revelador
de la
relación
positiva
entre
protección
y producción.
Sin embargo,
ninguna
de las
áreas
protegidas
existentes
comprende
cuencas
importantes.
Los recursos
hídricos
de mayor
importancia,
como el
San Lorenzo
y el Piedras,
marcan,
como ya
se dijo,
los límites
sur y
norte
del Parque
Nacional
Calilegua.
En él,
algunos
arroyos
de tamaño
intermedio
tienen
su cuenca
protegida
totalmente,
pero los
ríos
provienen
de áreas
con intensa
actividad
antrópica.
Tanto
Calilegua
como El
Rey presentan
sierras
con desarrollo
altitudinal
intermedio
(entre
600 y
3600 m).
En la
actualidad,
dichos
parques
nacionales
son los
que protegen
un gradiente
altitudinal
más
extenso,
pero su
ubicación
no permite
modificaciones
o anexiones
de grandes
superficies,
como sería
deseable.
La preservación
de los
sectores
de la
selva
pedemontana
adyacentes
al Parque
Nacional
Calilegua
debería
ser una
acción
prioritaria
(3).
La fauna
del Parque
Nacional
Calilegua
se ve
afectada
gravemente
por los
cazadores
furtivos,
por un
lado,
y por
la destrucción
de su
hábitat
por el
otro.
Este último
problema
se origina
por la
paulatina
insularización
que afecta
a los
ambientes
protegidos.
Un ejemplo
concreto
es el
de la
taruca.
Si bien
dijimos
que Calilegua
es el
parque
que le
da protección,
la especie
se encuentra
amparada
sólo
marginalmente,
porque
los pastizales
de altura
(14)-
el ambiente
donde
habitan
estos
cérvidos-
sufren
un alto
grado
de fragmentación.
Por otra
parte,
dentro
del Parque
Nacional
Calilegua
se desarrollan
actividades
petrolíferas
y de tala
selectiva,
que producen
un evidente
impacto
negativo
sobre
el ecosistema
en general.
Cabe señalar
que el
Parque
no cuenta
con un
Plan de
Manejo,
lo cual
demuestra
el poco
conocimiento
que se
tiene
de la
biología
de la
zona y,
como consecuencia
de ello,
la falta
de medidas
que se
deben
tomar
para su
conservación.
A modo
de ejemplo
podemos
mencionar
el impacto
que produce
el mantenimiento
de los
caminos
internos
(tengamos
en cuenta
que lo
cruza
una ruta
provincial,
la 86)
y la inexistencia
de medidas
que mitiguen
dicho
impacto.
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Honoraria:
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