Calilegua

Parque Nacional - Jujuy
 

EDICION PROVISORIA - EN PROCESO DE DIAGRAMACION


Significado del topónimo: “mirador de piedra”

Categoría

Parque Nacional

Ubicación

El Parque Nacional se encuentra al sudeste de la provincia de Jujuy, en los departamentos de Ledesma y Valle Grande, sobre el faldeo oriental de las Serranías de Calilegua. Se ubica entre el trópico de Capricornio y los 24° de latitud sur y los 65°00´ y 64°30´ de longitud oeste, y sus coordenadas centrales aproximadas son: 23°35´ de latitud sur y 64°50´ de longitud oeste.

Superficie

76.306 hectáreas.

Fecha e instrumento legal de creación

Fue creado por Decreto N° 1733 del año 1979, por el cual se acepta la donación efectuada por la provincia de Jujuy (a través de la ley 3586) a favor del Estado nacional de dos lotes que sumaban 76.306 ha. La mencionada ley provincial se promulgó en noviembre de 1978, pero en 1983, con el regreso de la democracia, la legislatura jujeña congeló su tratamiento y convalidación. Los dos lotes que componen la cesión fueron donados por la empresa Calilegua S.A.A.I. y C. y por Ledesma S.A.A. e I. al estado provincial mediante un convenio suscripto por la primera con el Ministerio de Trabajo de la Nación el 4 de abril de 1974 (aprobado por Ley 3.111) y por la segunda a través del compromiso asumido en el apartado 3 del capítulo VII del convenio firmado por dicha empresa con la provincia de Jujuy, también el 4 de abril de 1974.
Por lo tanto, los pasos que establece la ley 22.351 para la creación de parques nacionales no se han cumplido en su totalidad, seguramente a consecuencia de problemas políticos. Superados éstos, un área protegida de tanta importancia que está a punto de cumplir 25 años de existencia, con presencia efectiva del Estado nacional, merece que su situación jurídica se regularice .

Relieve

Predominan en el paisaje del parque las montañas escarpadas, pliegues, fallas, quebradas y valles. Por su parte, la erosión de arroyos y ríos de pendiente pronunciada cavó profundos cañadones. Los cordones montañosos, como la Serranía de Calilegua, tienen picos de más de 3000 metros de altura. Entre ellos se destacan los cerros Hermoso (aproximadamente 2800 msnm), Amarillo (3646 msnm) y Morro Alto (2493 msnm), que se encuentran al oeste del parque, justo en el límite del área protegida. Otros cordones, como la Serranía del Socavón, con unos 2600 msnm, se encuentran en su totalidad dentro del Parque Nacional, o bien, como es el caso de la Serranía de Cortadera, en el límite norte del mismo.
Más hacia el sur del parque, los cerros Agua Negra, Cuesta Alta, Abra Colorada y El Mirador son un poco más bajos: rondan los 1200 y los 1500 metros de altura.
No todo es altura en el Parque Nacional Calilegua: las llanuras se encuentran al pie de las serranías y en los cordones montañosos bajos.

Clima
El clima es de tipo subtropical con estación seca, caracterizado por inviernos templados, con temperaturas medias que oscilan entre los 12° y los 21° C y nevadas en las cumbres de las serranías, y veranos lluviosos y calurosos, con temperaturas medias de entre 27° y 30° C, precipitaciones anuales de 2000 mm y una humedad relativa que varía entre el 60 y el 85%. Durante el período estival se producen precipitaciones torrenciales.
Las diferencias altitudinales de la zona (ver Relieve) provocan modificaciones en este patrón climático general. Esto significa que las condiciones meteorológicas son distintas si nos encontramos en una llanura al pie de la serranía, donde la vegetación tiene determinadas características (ver Flora), o a más de 3000 metros sobre el nivel del mar.
Veamos estas diferencias. En las llanuras, las lluvias son menores a los 1000 mm anuales y la estación seca también es el invierno, lo cual resulta en un clima cálido poco lluvioso, con heladas poco frecuentes. En las laderas, las temperaturas son más bajas (tengamos en cuenta que la altitud es mayor), y sin embargo, las precipitaciones son menos abundantes. Las laderas orientales, más elevadas, están cubiertas por nubes densas durante el verano y principios del otoño (de ahí el nombre de “nuboselva” que recibe el ecosistema de esa región –ver Flora-) Aquí llueven hasta 3000 mm por año. El clima en esta zona está influenciado por los vientos del nordeste, provenientes del Océano Atlántico, los cuales descargan su humedad al chocar con las laderas orientales. En las zonas más altas aún (aproximadamente a 1700 metros) el clima es templado húmedo, con inviernos fríos en los cuales son frecuentes las nevadas. En el bosque montano, a unos 2500 metros de altura, los inviernos son fríos y secos y las lluvias, escasas (400 mm anuales).
La temporada más propicia para visitar el parque es el invierno.

Hidrografía
El Parque Nacional Calilegua forma parte de la alta cuenca del río Bermejo, cuya superficie aproximada es de 10000 kilómetros cuadrados (2). Esta enorme cuenca posee un inmenso valor ecológico, tanto por sus dimensiones como por albergar el 50% de la formación de las Yungas (ver Flora) del noroeste argentino. Por lo tanto, gracias a la frondosa vegetación, contribuye a la retención y paulatina liberación del agua de las precipitaciones, según la estación del año. Además, el Parque Nacional Calilegua integra una vasta red hidrográfica cuyos ríos y arroyos aportan alrededor del 75% de los sedimentos que llegan al puerto de Buenos Aires (2).
El parque está surcado por numerosos arroyos, mientras que los ríos más caudalosos e importantes, el San Lorenzo y el Piedras (3), marcan sus límites (ver Problemas de Conservación). De norte a sur encontramos los siguientes cursos de agua: al noreste, los arroyos Yuto, Sauzalito, Zanjón Seco y Las Lajitas, que descienden de las Lomas del Anta; al noroeste, los arroyos Santa Clara y San José, que encierran entre sí a las Serranías del Socavón; hacia el sur, en cambio, encontraremos el arroyo Volcán, el río Aguas Negras y el arroyo Aguas Negras, todos afluentes del río San Lorenzo; otros afluentes, pero en este caso del río Las Cañas (del cual un corto tramo sirve de límite al parque), son los arroyos Aguas Amarillas y Monte Bayo; también al sur del parque se encuentran los arroyos Seco, del Tigre Muerto y la Cascada de Agua Negra (1).

Flora
El Parque Nacional Calilegua se encuentra en la región fitogeográfica de las Yungas (8). La flora está marcadamente influida por la altura y por el clima. Siguiendo la nomenclatura sugerida por Cabrera (8), dentro de la mencionada región fitogeográfica encontramos el Distrito de las Selvas de Transición, entre los 350 y los 550 msnm, también llamada selva basal o pedemontana. Esta es la región de más fácil acceso para el hombre y, por consiguiente, la más modificada hasta casi la destrucción, en general a causa de actividades forestales y tala selectiva de especies de valor comercial. En las escasas extensiones de selva pedemontana aún no devastadas por acción antrópica encontramos dos tipos de selva: la de palo blanco (Calycophyllum multiflorum) y palo amarillo (Phyllostylon rhamnoides) y la de tipa (Tipuana tipu) y pacará (Enterolobium contortisiliquum), con ejemplares de 20 a 30 metros de altura y troncos de color blanquecino. Por supuesto que los límites entre uno y otro estrato no son abruptos, sino que existe lo que en ecología se denominan “ecotonos”, es decir, ambientes de transición entre un tipo y otro de vegetación.
En el ecotono entre la selva pedemontana y la montana, a unos 550 metros de altura, predominan especies como el cebil colorado (Anadenanthera macrocarpa), la tipa y distintas lauráceas. En las márgenes de los arroyos Yuto, Sauzalito, Zanjón Seco y Las Lajitas crecen bosques puros de bobos (Tessaria integrifolia), con manchones intercalados de sauces (Salix humboldtiana), guaranguán amarillo (Tecoma stans) y herbáceas del género Equisetum (7).
Siguiendo las laderas orientales de la Sierra de Calilegua, por sobre los 550 m y hasta los 1600 aparece el Distrito de las Selvas Montanas. Se caracteriza por su densa masa vegetal diferenciada en estratos de distintas alturas, que oculta la luz en los más bajos, produciendo un ambiente sombrío, húmedo y prácticamente impenetrable para el hombre.
Esta selva permanece cubierta de nubes durante los meses de verano y principios de otoño, por lo cual se la suele llamar “nuboselva”. Los troncos de los árboles del estrato superior pueden superar los 30 metros de altura, y se encuentran envueltos por lianas, enredaderas, epífitas y helechos. Las epífitas son plantas que crecen apoyadas sobre otras, en general árboles, sin parasitarlos. Algunas de las especies presentes en la selva montana de Yungas son: en el estrato alto, predominantemente las tipas y lauráceas de diversos géneros (Ocotea y Phoebe); en el estrato medio, horco cebiles (Parapiptadenia excelsa) y en el estrato bajo, mirtáceas y especies de los géneros Croton y Bocconia. Otras especies que componen la selva montana son el laurel (Phoebe porphyria), el horco molle (Blepharocalyx gigantea), los cedros (Cedrella lilloi y C. angustifolia), el urundel (Astronium urundella), la quina (Myroxylon peruiferum), entre otras. Algunas de estas especies, como el mato o el güili (Myrcianthes pungens), que son mirtáceas, dan frutos comestibles para el hombre.
Durante el invierno, la mayoría de las especies arbóreas pierden las hojas (son caducifolias) y en conjunto adquieren un color gris verdoso, pero antes de las lluvias de primavera, algunas cubren sus ramas con hermosas flores, brindando un paisaje único. Es el caso del jacarandá o taco (Jacaranda mimossifolia), de flores azul lila, el lapacho rosado (Tabebuia avellanadae) y el lapacho amarillo (1).
En el ecotono entre la selva montana y los bosques montanos, a 1700 metros de altura aproximadamente, aparecen en abundancia los nogales (Juglans australis), lapachos amarillos (Tabebuia lapacho), pinos del cerro (Podocarpus parlatorei) –única conífera del noroeste argentino- y alisos (Alnus acuminata). Se encuentran también, en los sectores de elevada humedad, manchones de saucos (Sambucus peruvianus). En el sotobosque (se denomina así al estrato más bajo de la selva) encontramos matorrales de cañas (Chusquea lorentziana).
Entre los 1600 y los 2500 msnm aparece el Distrito de los Bosques Montanos, que no albergan tanta variedad de especies sino que, según las condiciones, se configuran en agrupamientos de una u otra especie. Por ejemplo, a partir de los 1900 msnm suelen aparecer bosques de queñoa (Polylepis australis), con árboles de 4 a 6 metros, que, a medida que aumenta la altura y por efecto del viento, se achaparran (es decir, se transforman en árboles más parecidos a arbustos, de menor altura y ramificaciones más cercanas al suelo) Entre los 2300 y 2400 msnm encontramos bosques casi puros de alisos, que permanecen sin hojas aún en septiembre, a diferencia de lo que ocurre con esta especie a menor altitud.
En el ecotono entre el bosque montano y el pastizal de altura se intercalan individuos de queñoa y arbustos del género Berberis, con alisos achaparrados.
En la zona más elvada del parque, como por ejemplo en las cercanías del cerro Hermoso, a 2800 metros de altura, aparecen las praderas montanas, que llegan hasta los 3000 msnm y están constituídas principalmente por gramíneas y especies herbáceas que florecen coloridas en época de lluvias. Es común encontrar paredones rocosos, donde crecen bromeliáceas. El paisaje de la pradera montana, en sus límites, se funde con el de la estepa puneña.

Fauna
El Parque Nacional Calilegua es uno de los más ricos en fauna de la Argentina y constituye el último refugio para varias especies nativas, cuya distribución en un pasado no tan lejano era mucho más amplia. En este sentido, es emblemático el animal símbolo del parque, la taruca (Hippocamelus antisensis). Este pequeño ciervo, similar al huemul, está en peligro de extinción y ha sido declarado Monumento Natural Nacional en 1996, con el objetivo de preservar la especie, ya que su único hábitat protegido es el Parque Nacional Calilegua. Este ciervo, también llamado huemul del norte, es una de las 8 especies de cérvidos nativos de la Argentina. Habita en los pastizales de altura, en grupos pequeños. Estrictamente herbívoro, consume pastos, arbustos, plantas suculentas y musgos. La mayor amenaza para estos pequeños artiodáctilos (animales cuyas extremidades terminan en pezuñas) la constituye el hombre: la caza indiscriminada con motivos rituales (10) y la destrucción de su hábitat con objetivos de pastoreo o agricultura.
Como la taruca, otros mamíferos que habitan el Parque están en peligro de extinción. El yaguareté (Leo onca) es uno de ellos. Llamativo por su tamaño, su pelaje a motas y su poderosa envergadura, es el felino más grande de América. Todavía hoy está amenazado por los cazadores furtivos y por los emprendimientos humanos que atentan contra su hábitat, la selva. Los yaguaretés prefieren los ambientes con buena cobertura vegetal que les sirva de refugio, agua y abundancia de presas. Son más activos luego del atardecer y antes de amanecer y, a excepción de la época de apareamiento y del alumbramiento de las crías, son solitarios. Emten una suerte de tos, fuerte y repetida, que parece ser una manera de comunicación a distancia (6).
Es curioso, porque si echamos una mirada rápida a la selva, un día de invierno o de otoño, quizás nuestra vista no se encuentre con ninguno de los animales que a continuación describiremos, porque se desplazan sigilosamente y conviven tan en armonía con su medio que, ante un observador no muy atento, pasan inadvertidos. En realidad, las más fáciles de avistar son las aves, que nos deleitarán con sus cantos, sobre todo bien temprano por las mañanas, pero los grandes mamíferos de la selva, como el puma (Puma concolor), sólo serán detectados por sus huellas en los pasajes de tierra barrosa abiertos por el hombre, ya que su mayor actividad ocurre en el crepúsculo.
Por más difícil de contemplar que este mundo sea para nosotros, vale la pena conocer cómo se desarrolla la vida en esta comunidad selvática protegida que constituye el Parque Nacional Calilegua.
Ya que comenzamos mencionando a los mamíferos, tengamos en cuenta que en Calilegua conviven 65 especies nativas, cifra que ubica a este Parque en el tercer lugar en el “ranking” de los parques nacionales argentinos en cuanto a riqueza mastofaunística (en el primero se encuentra el Parque Nacional Iguazú y en el segundo el Parque Nacional Río Pilcomayo)
Se conoce con bastante detalle la composición de especies, aunque se sabe menos sobre el estado de las poblaciones. Esto se debe principalmente a la difícil accesibilidad de la zona, salvo en las proximidades de la Ruta Provincial 86 y en los sectores petrolíferos (Caimancito) (14).
La única especie de primates que habita el Parque es el mono caí (Cebus apella), en peligro de extinción. Como todos los “monos del Nuevo Mundo”, el caí es pequeño, ágil y de cola prensil. Es el único del grupo de los llamados monos capuchinos (por poseer pelaje más claro, parecido a un sombrerito, en la cabeza) que llevan la cola enroscada. Son robustos y los machos poseen un tamaño mayor y caninos más largos que las hembras. Son marcadamente omnívoros. Sus grandes mandíbulas les permiten alimentarse de frutos grandes y duros, como así también de semillas, huevos, insectos, reptiles, aves y pequeños mamíferos. Los caíes son diurnos y arborícolas; pocas veces bajan de los árboles para jugar o alimentarse. Se los puede ver caminando por las ramas, colgándose y trepando. Son animales sociales, que forman grupos de 8 a 15 individuos, y habitan a alturas que van desde los 200 hasta los 1100 metros snm (9)
En las cercanías de arroyos y cursos de agua encontramos al lobito de río (Lontra longicaudis). Se trata de una nutria de pelaje grisáceo-marrón, apenas más claro en el vientre, que en la garganta presenta un color amarillento-blancuzco. Se refugia en madrigueras que él mismo cava, a alturas de hasta 3000 metros. Este animal, al igual que la taruca, el yaguareté, el gato margay (Leopardus wiedii), el yaguarundí (Herpailurus yaguarondi) y el ocelote (Leopardus pardalis), se encuentra en el Apéndice I de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres)
Otro de los mamíferos amenazados que habita el Parque es el tapir (Tapirus terrestris). Es el mamífero herbívoro más grande de América del Sur, y su particularidad consiste en que tiene el labio superior unido a la nariz, formando un pequeña prolongación, prensil, que utiliza para arrancar las hojas y los brotes de la vegetación. El tapir, un animal por demás solitario, se encuentra en el Apéndice II de CITES. El mono caí, mencionado con anterioridad, también se encuentra en dicho Apéndice. El gato del pajonal (Lynchailurus pajeros) cuenta con una población restringida en el Parque Nacional Calilegua.
Sin embargo, otros mamíferos que habitan en el Parque gozan de un buen estado de conservación; por ejemplo, los murciélagos y los roedores. De las 21 especies de quirópteros que habitan las selvas de Yunga, tres están sólo en los parques nacionales Calilegua y Baritú: el murciélago hocicudo (Anoura caudifer), el murciélago picaflor (Glossophaga soricina) y el falso vampiro grande (Sturnira oporaphilum). Más exclusivas todavía son las 4 especies de roedores, sólo presentes en Calilegua: el ratón yungueño (Akodon budini), el ratón grande (Abrothrix illuteus), el ratón cavador serrano (Necromys lactens) y la rata andina (Andinomys edax) (14) Especies como estas, que habitan una zona restringida y exclusiva geográficamente, reciben la denominación de “endémicas”.
Tal como se dijo en Flora, los ambientes varían, ofreciendo así distintas características morfológicas y disponibilidad de recursos para las diferentes especies. Un estudio sobre la mastofauna del Parque Nacional Calilegua (7) revela que la mayor cantidad de especies de mamíferos se encuentra en el ambiente de transición entre la selva basal y la selva pedemontana. No es casual que la mayoría de las especies de murciélagos y roedores habiten dicho ambiente, donde la densidad en las concentraciones de insectos nocturnos -parte de su dieta- es mayor que en las alturas. Así, a medida que ascendemos por la ladera el número de especies disminuye.
Las aves suelen aprovechar estacionalmente los recursos, desplazándose de un estrato a otro de la exuberante vegetación. Este parque alberga 377 especies de aves nativas, y por tal motivo constituye el parque nacional con mayor diversidad de las Yungas. De este número, se encontró que la gran mayoría nidifica en el Parque, lo cual constituye una posible garantía de que las especies estén siendo realmente amparadas por el área protegida (15).
Entre las aves exclusivas de Calilegua podemos mencionar al atajacaminos lira (Uropsalis lyra), el vencejo montañés (Aeronautes montivagus), el carpintero andino (Colaptes rupicola) y el negrillo (Carduelis atratus).
También encontramos a las pavas de monte, que son aves poco voladoras y de costumbres gregarias, con plumaje de tonos pardos o negros. Entre ellas existen varias especies, como la pava de monte de cara roja (Penelope dabbenei) que es endémica y muy difícil de avistar, a diferencia de la pava de monte común (Penelope obscura) (1).
Entre las rapaces se distingue el águila poma (Oruaetus isidori), en peligro de extinción.
El loro alisero (Amazona tucumana) es un ejemplo de asociación entre una especie y un ambiente definido por una vegetación en particular: de frente roja y cola corta, frecuenta los bosques de aliso y es otra de las especies endémicas de la región.
En arroyos y riachos cubiertos por las copas de los árboles, sombreados y calmos, encontramos al hocó oscuro (Tigrisoma fasciatum pallescens). Suele pasar el día pescando, inmóvil, con la curiosa técnica de “flechar” o arponear peces. También se lo ha visto capturando anfibios e insectos acuáticos, mientras camina lentamente contra la corriente. De noche descansa en las ramas de los árboles que dan sobre el curso de agua (5).Otra ave que cabe mencionar es el burgo (Momotus momota), especie a la que están dedicados dos senderos que recorren el Parque Nacional. Existe una recopilación de cantos de las aves de Calilegua (17).
En cuanto a los reptiles -eslabones indispensables de la cadena alimentaria de este apasionante paisaje selvático- no hablamos ya de centenas de especies, como ocurre con la aves. Cabe destacar al yacaré overo (Caiman latirostris), que habita ríos y arroyos y cuya población se encuentra amenazada por la caza indiscriminada. También encontramos serpientes, como la musurana marrón (Clelia rustica), y varias especies de culebras, como la Phylodryas olfersii y la Micrurus pyrrhocryptus, llamada cobra coral, entre otras.
Con respecto a los peces, son pocos los estudios que se han realizado en la zona para estudiar sus poblaciones y las características de su biología.
También encontramos anfibios, entre los cuales algunas especies de sapos se señalan como endémicas, por ejemplo: Bufo gallardoi, Bufo quechua, Bufo rumbolli y la llamada rana mono yungueña (Phyllomedusa boliviana) También son llamativas y exclusivas las ranas “marsupiales” del género Gastrotheca sp., así denominadas por presentar en su dorso un pliegue que recuerda al marsupio, donde lleva sus huevos hasta que alcanzan la madurez. Cabe señalar que los anuros dependen, como los reptiles, de una estación húmeda para la reproducción, y lo hacen en cuerpos de agua no estancada. Sin embargo, en la región yungueña de Calilegua existen anuros para cuya reproducción no es imprescindible la presencia de agua, ya que la llevan a cabo en tierra y el desarrollo de los huevos puede realizarse en el cuerpo de la hembra.

Recursos Culturales
El área estuvo ocupada desde tiempos remotos por grupos indígenas cuyos asentamientos se ubicaban en lomas bajas cercanas a los terrenos llanos para cultivo. Los sitios y materiales arqueológicos hallados en el parque, representados por piezas cerámicas y hachas de piedra pulida, guardan relación con las sociedades que habitaron en toda la región de Yungas del norte argentino.
A partir del siglo XV, este territorio fue ocupado por los incas, quienes construyeron instalaciones representativas tanto de distintos aspectos de la organización social, política y económica del imperio, como de los contenidos simbólicos, rituales y astronómicos de toda su cosmovisión. En la actualidad, toda esta región se encuentra habitada por comunidades kollas, herederas de aquellas sociedades del pasado, que constituyen socios indispensables para mantener el corredor de las Yungas en todo el noroeste argentino.
A 3000 m de altura, fuera del límite del Parque, existe un pequeño caserío llamado Alto Calilegua, al que sólo se llega a lomo de mula o a pie. En ese área existen restos de fortificaciones incaicas que agregan valor arqueológico a la región (13).
No solamente los kollas y los incas habitaron la región del parque; también lo hicieron los matacos o wichí. Los pueblos indígenas desarrollaron tradiciones vinculadas con algún elemento de la flora. Como ejemplo, comentaremos brevemente el caso del cebil (Anadenanthera colubrina var. cebil), al que la población wichí llama “árbol de la ciencia del bien y del mal”. El cebil es una planta psicoactiva, es decir, capaz de producir modificaciones en la psiquis de las personas. Los matacos la utilizaron por para producir estupor, alucinaciones y hasta un trance moderado. Sin embargo, el uso se restringía al chamán. Los chamanes matacos cumplían distintas funciones dentro de la comunidad, de las cuales una de las principales era la de enfrentarse con los agentes causantes de las enfermedades. Por lo tanto, ante un individuo o grupo que presentaran distintas afecciones, el chamán recurría a la aspiración del cebil a fin de lograr el estado de trance mediante el cual se podía dar cura al o a los enfermos (14). Este es sólo un ejemplo de una de las culturas que allí se desarrollaron; ¡todavía queda mucho por descubrir!

Cómo llegar
Se accede al Parque Nacional Calilegua por la Ruta nacional N° 34, que pasa al pie de las Serranías de Calilegua. Por esta ruta se puede continuar a San Salvador de Jujuy, distante unos 100 km del Parque. Hacia el norte, la ruta nacional N° 34 se dirige a San Ramón de la Nueva Orán, a 150 km de distancia. Entre las localidades de Libertador San Martín y Calilegua parte, hacia el oeste, la ruta provincial N° 83. Este camino de cornisa atraviesa el Parque, y permite llegar hasta los 1800 m de altura, a una zona de sorprendente belleza escénica. Desde la terminal de ómnibus de Libertador General San Martín parte, en horas de la mañana, un colectivo hacia Valle Grande, que pasa por el Parque Nacional. En automóvil se debe tomar la ruta nacional N° 34 hasta el río San Lorenzo, y, a unos 100 m de allí, el empalme con la Ruta Provincial N° 83 de acceso al Parque Nacional.

Alternativas turísticas
Los maravillosos paisajes de la selva de Yungas merecen ser recorridos. Es posible realizar el reconocimiento y la identificación de árboles transitando la ruta que recorre el parque. Hay carteles numerados que ayudan a reconocer algunas de las especies. Para ello se puede solicitar la Guía de Árboles al guardaparque.
Si se elige caminar, hay miradores y puntos panorámicos ubicados estratégicamente para contemplar el paisaje. Otra opción es recorrer la ruta vehicular en bicicleta, pasando por distintos ambientes y paisajes.
Los amantes de las aves, con paciencia y detenimiento, podrán deleitarse con la observación de un buen número de ellas. La exuberancia de la vegetación y el carácter huidizo de algunos mamíferos dificulta su observación directa, pero la identificación de huellas acerca su presencia. Se le puede solicitar al guardaparque la Guía de Huellas.
Si la idea es ir al parque sólo a pasar el día, existe un área de picnic en el punto panorámico Mesada de las Colmenas, pero es hermoso quedarse en Aguas Negras, un área de acampe donde se puede pasar la noche en medio de la naturaleza..
Las caminatas sólo pueden realizarse por los senderos abiertos a tal fin, de los cuales recomendamos los siguientes:
Sendero Momota: nace en el camping y recorre un tramo de selva pedemontana. Recorrido: 20 minutos. Dificultad: media.

Sendero La Herradura: comienza a pocos metros de la Seccional Aguas Negras. Recomendado para realizar con niños. Recorrido: 10 minutos. Dificultad: baja.

Sendero La Lagunita
: nace a 2 km de la Seccional Aguas Negras. El regreso puede realizarse por el arroyo Aguas Negras, donde pueden observarse huellas de animales. Recorrido: 2 horas. Dificultad: media.

Sendero Tataupá: sale a 2,5 km de la Seccional Aguas Negras. Discurre por una zona de transición entre las selvas pedemontana y montana. Se regresa por el cauce del arroyo Negrito. Recorrido: 5 horas. Dificultad: alta.

Sendero La Junta: comienza a 3 km de la Seccional Aguas Negras. Permite observar el relieve del parque y la unión de los arroyos Aguas Negras y Toldos. Se regresa por el arroyo Aguas Negras. Recorrido: 4 horas. Dificultad: alta.

Sendero La Cascada: comienza a 100 m de la Seccional Mesada de las Colmenas. Recorre selva montana y llega al arroyo Negrito. A 300 m aguas abajo, en la unión con el arroyo Tres Cruces, se encuentra la cascada. Recorrido: 3 horas. Dificultad: alta.

Sendero Burgo: adyacente al campamento, recorre la selva pedemontana en un tramo de 600 m . Dificultad: media.

Sendero al Mirador: parte a 180 m de la Seccional de Aguas Negras, a mano derecha sobre la ruta provincial N° 83. Se puede observar el valle del río San Lorenzo. Dificultad: media (1).

Los amantes de la montaña tienen la posibilidad de llegar caminando a las zonas altas del parque: los cerros Amarillo y Hermoso.
Es posible realizar una travesía de varios días comenzando en el Parque Nacional para llegar a la Quebrada de Humahuaca (declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad recientemente). Luego de dejar atrás los límites del Parque, se llega por ruta provincial N° 83 a la localidad de Valle Grande, desde donde se continúa, a pie o a caballo, hasta Tilcara o Humahuaca, en la quebrada homónima. Para realizar este tipo de recorrida se recomienda pedir asesoramiento en las oficinas de informes de la Administración de Parques Nacionales.

Problemas de Conservación
Las Yungas y los pastizales de altura “exportan” agua, que es utilizada en la parte baja de la cuenca para el desarrollo agrícola, industrial y urbano. Por ello, su protección brinda enormes beneficios socioeconómicos y constituye un “modelo” revelador de la relación positiva entre protección y producción. Sin embargo, ninguna de las áreas protegidas existentes comprende cuencas importantes. Los recursos hídricos de mayor importancia, como el San Lorenzo y el Piedras, marcan, como ya se dijo, los límites sur y norte del Parque Nacional Calilegua. En él, algunos arroyos de tamaño intermedio tienen su cuenca protegida totalmente, pero los ríos provienen de áreas con intensa actividad antrópica.
Tanto Calilegua como El Rey presentan sierras con desarrollo altitudinal intermedio (entre 600 y 3600 m). En la actualidad, dichos parques nacionales son los que protegen un gradiente altitudinal más extenso, pero su ubicación no permite modificaciones o anexiones de grandes superficies, como sería deseable. La preservación de los sectores de la selva pedemontana adyacentes al Parque Nacional Calilegua debería ser una acción prioritaria (3).
La fauna del Parque Nacional Calilegua se ve afectada gravemente por los cazadores furtivos, por un lado, y por la destrucción de su hábitat por el otro. Este último problema se origina por la paulatina insularización que afecta a los ambientes protegidos. Un ejemplo concreto es el de la taruca. Si bien dijimos que Calilegua es el parque que le da protección, la especie se encuentra amparada sólo marginalmente, porque los pastizales de altura (14)- el ambiente donde habitan estos cérvidos- sufren un alto grado de fragmentación.
Por otra parte, dentro del Parque Nacional Calilegua se desarrollan actividades petrolíferas y de tala selectiva, que producen un evidente impacto negativo sobre el ecosistema en general.
Cabe señalar que el Parque no cuenta con un Plan de Manejo, lo cual demuestra el poco conocimiento que se tiene de la biología de la zona y, como consecuencia de ello, la falta de medidas que se deben tomar para su conservación. A modo de ejemplo podemos mencionar el impacto que produce el mantenimiento de los caminos internos (tengamos en cuenta que lo cruza una ruta provincial, la 86) y la inexistencia de medidas que mitiguen dicho impacto.

Bibliografía

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Investigación y Textos: María del Mar Beaumont
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez


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