Delta
del Paraná
Reserva
de Biósfera
Provincia
de Buenos
Aires
Se
trata
de una
vasta
superficie
en el
extremo
sudeste
del Delta
del Paraná,
en el
Municipio
de San
Fernando,
que por
sus características
naturales
y sociales
mereció
la categoría
internacional
de reserva
de la
Biosfera
que otorga
la UNESCO,
a través
del Programa
el Hombre
y el Medio
Ambiente
(MAB).
El área
está
constituida
por un
gran mosaico
de ambientes
naturales,
diseminados
por muchas
islas
que forman
este delta.
Hay zonas
modificadas
por el
hombre
y paisajes
autóctonos,
el objetivo
de esta
área
protegida,
es hacer
compatible
la conservación
y el uso
de los
recursos.
Categoría
Reserva
de la
Biosfera.
En el
marco
del Programa
de la
UNESCO
sobre
el Hombre
y la Biosfera
(MAB),
las reservas
de biosfera
han sido
establecidas
para promover
y demostrar
una relación
equilibrada
entre
los seres
humanos
y la biosfera.
Las reservas
de esta
categoría
son designadas
por el
Consejo
Internacional
de Coordinación
del Programa
MAB a
petición
del Estado
interesado.
Las reservas
de biosfera,
cada una
de las
cuales
está
sujeta
a la soberanía
exclusiva
del Estado
en la
que está
situada
y por
lo tanto
sometida
únicamente
a la legislación
nacional,
forman
una Red
Mundial
en la
cual los
Estados
participan
de manera
voluntaria.
El artículo
1°
de los
estatutos
del MAB
define
a estas
áreas
como:
“Las
reservas
de biosfera
son zonas
de ecosistemas
terrestres
o costeros/marinos,
o una
combinación
de los
mismos,
reconocidas
en el
plano
internacional
como tales
en el
marco
del Programa
sobre
el Hombre
y la Biosfera
(MAB)
de la
UNESCO,
de acuerdo
con el
presente
Marco
Estatutario”.
En 1968
la UNESCO
celebró
la primera
Conferencia
intergubernamental
sobre
la Conservación
y el Uso
Racional
de los
Recursos
de la
Biosfera,
donde
surgió
el concepto
de reservas
de la
biosfera
como elemento
clave
para lograr
aquél
propósito.
Desde
1971,
el Programa
sobre
el Hombre
y la Biosfera
fue planteado
como una
estrecha
relación
de investigación
interdisciplinaria
entre
las ciencias
sociales
y naturales,
incluyendo
a las
poblaciones
humanas
en la
participación
activa
en sus
proyectos
de preservación
de áreas
naturales.
Más
adelante
esta orientación
se hizo
más
precisa
al incluir
el concepto
de la
conservación
como sistema
abierto.
Por último,
en la
reunión
que se
desarrolló
en Sevilla,
España,
en marzo
de 1995,
se cristalizó
el concepto
que las
reservas
de la
biosfera
aparte
de ser
un medio
para lograr
la relación
armónica
entre
del hombre
y su entorno,
serían
instrumento
para la
investigarán
del modo
de satisfacer
las necesidades
básicas
de la
sociedad
en su
conjunto.
Para
ampliar
el concepto
de este
tipo de
áreas
protegidas
a nivel
mundial,
se transcribe
una parte
del texto
del documento
elaborado
por el
programa
MAB de
la UNESCO
que se
titula
“Resolviendo
el Rompecabezas:
Las Reservas
de la
Biosfera
y el enfoque
por ecosistemas”:
“El
enfoque
de reservas
de biosfera
vincula
la ecología
con la
economía,
la sociología
y la política
y asegura
que las
buenas
intenciones
políticas
no conduzcan
a resultados
poco apropiados.
El rendimiento
y los
logros
son evaluados
en forma
regular
y los
puntos
de vista
y deseos
de las
comunidades
locales
son considerados
como primordiales.
De hecho,
las reservas
de biosfera
constituyen
un lugar
especial
para las
poblaciones
y la naturaleza
y son
de particular
ayuda
en la
gestión
de nuestra
biosfera.
Las reservas
de biosfera
son áreas
de ecosistemas
terrestres
y costeros
que promueven
soluciones
para conciliar
la conservación
de la
biodiversidad
con su
uso sustentable.
Sirven
de alguna
forma
como ‘laboratorios
vivientes’
para comprobar
y demostrar
la gestión
integrada
de tierra,
agua y
biodiversidad
- la personificación
del ‘enfoque
por ecosistemas’
que desarrolla
el Convenio
sobre
Diversidad
Biológica.
Como resultado
de una
importante
reunión
internacional
realizada
en Sevilla,
España
en marzo
de 1995,
fue elaborada
una estrategia
para el
desarrollo
de políticas
conducentes
a la puesta
en marcha,
la gestión
y la supervisión
a largo
plazo
de la
Red Mundial
de Reservas
de Biosfera,
conocida
simplemente
como la
Estrategia
de Sevilla.
Ubicación
El área
prospectada
está
en el
noreste
de la
provincia
de Buenos
Aires,
República
Argentina,
en el
extremo
sudeste
del gran
Delta
que forma
el río
Paraná
en su
desembocadura
sobre
el Río
de la
Plata,
lo que
se conoce
como Bajo
Delta
del Paraná.
Está
en jurisdicción
del Municipio
de San
Fernando,
dentro
del sector
que se
conoce
como Gran
Buenos
Aires,
a unos
50 kilómetros
del centro
de la
ciudad
de Buenos
Aires.
El centro
geográfico
se sitúa
en las
siguientes
coordendas:
34°
15’
S y 58°
58’
W .
Superficie
Posee
una superficie
de 88.624
ha. En
la zona
núcleo
de 10.594
ha., se
resguarda
un territorio
apto para
la conservación
de la
población
silvestre
de varias
especies
de fauna.
En este
sector
se encuentran
sitios
de particular
interés
ecológico,
tal como
los últimos
restos
del monte
blanco
y bosques
de seibo.
En la
zona de
amortiguación
- de 15.473
ha. -
se desarrollan
actualmente
actividades
agrícolas
ecológicamente
sustentables,
actividades
artesanales
y nuevos
emprendimientos
de ecoturismo.
En la
zona de
transición
de 62.557
ha se
realiza
la actividad
agropecuaria
típica
de la
región
y forestación.
La superficie
está
en expansión
dado que
se acumulan
sedimentos
en forma
casi permanente.
Fecha
e instrumento
legal
de creación
El Decreto
Municipal
Nº 1303/2000,
reglamentario
de la
ordenanaza
Nº589/83,
establece
las Normas
sobre
Uso del
Suelo
y Actividades
en el
Delta
de San
Fernando,
que garantizan
el marco
legal
para sustentar
el desarrollo
y crecimiento
armónico
de toda
la región
de acuerdo
a los
principios
establecidos
en el
documento
surgido
de la
“Estrategia
de Sevilla”
de la
UNESCO
(1995).
Asimismo,
el Decreto
Municipal
Nº 1280/2000
estableció
la Unidad
Formuladora
del Proyecto
Reserva
de Biosfera
Delta
del Paraná,
a cargo
de la
elaboración
de la
propuesta
de Reserva,
la formulación
y seguimiento
del Plan
de Manejo
y la consulta
a los
distintos
sectores
involucrados.
Depende
de la
Municipalidad
de San
Fernando,
Provincia
de Buenos
Aires,
y fue
integrada
a la Red
Mundial
el 10
noviembre
de 2000
en la
Reunión
Anual
del Consejo
de Coordinación
del Programa
MAB, realizada
en la
sede de
la UNESCO
en París.
Relieve
Desde
una mirada
geomorfológica,
el Delta
del Paraná
forma
parte
de la
región
pampeana,
cuya característica
principal
es presentar
una gran
llanura
constituida
por acumulación,
predominantemente
de sedimentos
de origen
continental.
De origen
marino,
sólo
se presenta
una franja
costera
litoral,
con una
variedad
de ambientes
que le
otorgan
gran riqueza
en su
biodiversidad.
Tales
fisonomías
son grandes
extensiones
de playas
que se
extienden
por cientos
de kilómetros,
una zona
de cangrejales
que ocupa
un gran
sector
de la
Bahía
del Samborombón
y la albufera
de Mar
Chiquita
que está
rodeada
por cordones
medanosos
y de conchillas.
El manto
sedimentario,
generalmente
recubierto
por una
capa de
loess
es de
espesor
variable
y se apoya
sobre
un basamento
rígido
que yace
a diferentes
profundidades,
ya que
se fracturó
en bloques
de comportamiento
diferencial
(Chiozza
&
Figueira,
1982).
Esto dio
lugar
a la formación
de la
depresión
tectónica
que originó
el Río
Salado,
conocida
como Pampa
Deprimida,
que cubre
un amplio
sector
del noreste
provincial
que en
la parte
oriental,
en la
desembocadura
del mencionado
río
en la
Bahía
del Samborombón,
donde
la ya
mencionada
línea
de dunas
y elevaciones
de conchillas
obran
como contenedoras
del agua
que circula
hacia
la costa
rioplatense
y favorecen
la formación
de lagunas.
Otra
región
se denomina
Pampa
Ondulada
y se trata
de un
bloque
levantado
que se
extiende
al noreste
del Salado
cayendo
con suave
pendiente
hasta
el borde
de la
escarpada
barranca
que enmarca
el valle
del Paraná.
El nombre
deriva
de una
serie
de ondulaciones
resultantes
del modelo
impreso
por la
gran cantidad
de ríos
y arroyos
que excavaron
en el
pasado
amplios
valles
aterrazados
por lo
que escurren
zigzagueantes
y, a causa
del movimiento
de ascenso
de la
zona,
entallando
sus cauces
en la
terraza
baja,
sobre
la que
desbordan
en ocasión
de lluvias
excepcionales
(Chiozza
&
Figueira,
1982).
La zona
noroeste
de la
provincia
es una
llanura
medanosa
con gran
cantidad
de lagunas
y bañados
que se
sitúan
en zonas
circundadas
por médanos
y en la
parte
sur de
la Provincia
hay dos
sistemas
serranos,
Tandilla
y Ventania,
y el extremo
meridional
presenta
caracteres
patagónicos.
El Delta
del Paraná
es uno
de los
mayores
del mundo
y como
tal es
producto
del acarreo
de sedimentos-
principalmente
limo,
arena,
arcilla
y materia
orgánica
- del
cauce
principal,
alimentado
por importantes
afluentes,
y por
el río
Uruguay.
Uno de
los grandes
afluentes
aportantes
de sedimentos
es el
río
Bermejo
- que
lleva
ese nombre
debido
al abundante
limo que
acarrea-
y en segundo
lugar
estaría,
por el
material
de arrastre,
el Pilcomayo.
Quiere
decir,
que la
materia
sólida
que constituye
estas
islas
deltaicas
viene,
en su
mayor
parte,
de las
sierras
de Bolivia
y de las
del noroeste
argentino,
y de la
llanura
chaco-pampeana
en buena
cantidad
(Burkart,
1957).
Habría
tres etapas
geológicas
que se
sucedieron
y originaron
el actual
delta.
La primera
de ellas
–llamada
de los
bancos
marinos-
consistió
en cinco
sucesivas
incursiones
del Atlántico
con avances
de estos
bancos
de arena;
luego
sobrevino
otra etapa
–
de los
bancos
fluviales-
que fue
el arrastre
de limo
y arcilla,
entre
otros
elementos,
por parte
del río.
La tercera
fase tuvo
lugar
cuando
se produjo
la vegetación
de las
aguas
dulces
y la formación
de los
albardones
(Burkart,
1957),
donde
la mayoría
de las
islas
adoptan
una forma
de “plato”,
es decir,
bordes
más
elevados-
los albardones-
que la
parte
central.
Hidrografía
El Río
Paraná
integra
la gran
cuenca
del Plata
- ocupa
el segundo
lugar
en América
del Sur,
después
de la
Amazónica,
y el sexto
lugar
en el
mundo-
y su subcuenca
es la
mayor
del sistema,
con una
superficie
aproximada
de 1.510.000
km2. Asimismo
es el
curso
de mayor
longitud
con un
total
de 3740
km, incluyendo
el tramo
que en
Brasil
recibe
el nombre
de Paranaiba.
Se lo
divide
en distintos
tramos
para su
análisis,
de los
que sólo
nos abocamos
al tramo
llamado
Paraná
Inferior
o Deltaico,
que es
que transcurre
entre
la ciudad
de Rosario
y su confluencia
con el
Río
Uruguay
–
unos 298
km-(Iglesias
de Cuello,
1982).
Lo que
se considera
delta
comienza
al sur
de la
ciudad
entrerriana
de Diamante.
En esta
parte
el Paraná
discurre
dividido
en varios
brazos
anastomosados
entre
sí
hasta
que se
une al
río
Uruguay.
El ancho
es variable,
presentando
18 kilómetros
frente
a Baradero
y más
de 60
entre
los ríos
Luján
y Gutiérrez
(Iglesias
de Cuello,
1982).
Cerca
de la
última
mencionada
ciudad
el curso
se bifurca,
llamándose
Paraná
de las
Palmas
al oeste
y Paraná
Guazú
hacia
el este,
entre
los que
se encuentra
el núcleo
mayor
de islas
que forman
este gran
delta.
En ámbito
de la
provincia
de Buenos
Aires
recibe
como afluentes
a los
ríos
Ramallo,
El Tala,
Arrecifes
y el Luján.
Las barrancas
del lado
derecho
–
oeste-
son mucho
más
bajas
que las
del este,
las que
representan
el labio
ascendido
de la
falla
(Castellanos,
1975).
Algunos
autores
consideran
Delta
la parte
inferior
del curso
del Paraná,
luego
de bifurcarse
en los
dos grandes
brazos
precitados,
unos kilómetros
al oeste
de Ibicuy,
dado que
efectivamente,
desde
allí
se abre
el río
en forma
de abanico
o letra
delta
(Burkart,
1957).
El Paraná
de la
Palmas
continua
su recorrido-
más
o menos
en sentido
noroeste-sudeste-
sin interrupciones
hasta
desembocar
en el
río
de la
Plata,
en cambio,
el Paraná
Guazú,
que en
un comienzo
circula
igual
que el
brazo
anterior,
desde
el momento
que toma
rumbo
hacia
el este,
salen
dos brazos
de considerable
ancho:
el río
Barca
Grande
y el Paraná
Miní.
El límite
sudoeste
del delta
está
formado
por el
río
Luján;
hacia
el noreste
del mismo
comienza
la intrincada
red de
río,
arroyos,
riachos
y canales
de todo
tipo y
en el
sentido
contrario,
si bien
son zonas
bajas,
inundables
y algunas
constituyen
islas,
esto se
manifiesta
en mucho
menor
medida
que en
el otro
sector.
Clima
El territorio
de la
provincia
de Buenos
Aires
está
íntegramente
ubicado
en la
zona de
clima
Templado.
El gran
litoral
marítimo
y rioplatense
hace que
las aguas
ejerzan
un efecto
moderador
sobre
las temperaturas
en la
zona próxima
a la costa.
También
esta proximidad
con la
basta
superficie
marina
la hace
receptora
de vientos
húmedos
locales.
No obstante,
la principal
influencia
de las
corrientes
de aire
es la
que recibe
por parte
del anticiclón
del Atlántico
Sur y
su carácter
de gran
llanura
permite
también
la injerencia
de otros
vientos
como el
proveniente
del oeste-
conocido
como pampero-
que es
fresco
y seco
y del
polar
del sector
sur. Las
temperaturas
medias
de mes
de enero
oscilan
entre
25º C
y 22º
C y las
de julio
entre
10º C
y 7º C,
con amplitudes
térmicas
mayores
en el
sector
oeste
por su
continentalidad
(Chiozza
&
Figueira,
1982).
Las lluvias
se incrementan
gradualmente
desde
el suroeste,
con sólo
unos 400
mm anuales,
al noreste
con más
de 900
mm. Este
conjunto
de factores
comentados
precedentemente,
permiten
configurar
cuatro
tipos
de climas
Templados:
húmedo
al noreste,
subhúmedo
en la
parte
central,
semiárido
al suroeste
y una
cuarta
caracterización
que influye
sobre
las inmediaciones
del Cabo
Corrientes,
que es
el clima
templado
con influencia
oceánica.
En la
región
del Delta
el clima
no difiere
mucho
de lo
antedicho,
sólo
que la
corriente
de agua
que trae
el río
Paraná
desde
el norte
produce
el efecto
de atemperar
los registros
mínimos,
por lo
que se
crea un
microclima
algo más
cálido
y húmedo
que en
el norte
de la
provincia.
La temperatura
media
anual
es de
aproximadamente
17o C.
Las precipitaciones
se aproximan
a los
1.000
mm anuales
y se distribuyen
regularmente
a lo largo
de todo
el año.
Flora
La gran
superficie
ocupada
por las
islas
con la
multiplicidad
de cursos
de agua
que las
circundan,
crean
un ambiente
húmedo
y producen
un clima
algo más
templado
–
a lo que
hay que
se agrega
la riqueza
de los
suelos
- muy
favorable
para el
desarrollo
de una
lujuriosa
vegetación.
Un análisis
pormenorizado
de la
misma
ocuparía
muchas
páginas,
por lo
que se
intentará
dar un
bosquejo
de la
vegetación
deltaica
que sea
básico,
como para
que el
que quiera
profundizar
el tema
tenga
un punto
de partida
más
allá
del inicial.
La flora
del Delta
Inferior
es incluso
más
variada
que la
del Superior
porque
en este
último
las crecientes
permanecen
generalmente
períodos
largos
y esto
afecta
a la mayoría
de las
especies.
En la
parte
meridional,
donde
se ubica
la Reserva
de la
Biosfera
prospectada,
por el
contrario,
las crecidas
duran
menos
tiempo
y no se
produce
la saturación
de agua.
Nuestro
Delta
ofrece
varias
particularidades
dignas
de mención.
Es tal
vez el
único
en el
mundo
que no
desemboca
en el
mar, sino
en otro
gran río
lo que
hace que
carezca
de aguas
salobres
y vegetación
costera
halófila
(Burkart,
1957).
Pero uno
de los
factores
que más
incidencia
tiene
sobre
la variada
vegetación
es que
el río
Paraná
y muchos
de sus
afluentes
están
dentro
de zona
tropical
y arrastra
aguas
cálidas
de estas
regiones,
además
de semillas
y partes
de plantas,
las que
han determinado
el desarrollo
de vegetación
exuberante
de tipo
subtropical
hidrófila.
Carece
de endemismos
por ser
formaciones,
en términos
geológicos
nuevas,
del Cuaternario,
período
en el
que se
produjeron
las intrusiones
marinas
que no
permitieron
ninguna
vegetación
semejante
a la existente
en la
actualidad
(Windhausen,
1931),
pero si
tiene
características
propias
que motivaron
que una
de las
últimas
clasificaciones
biogeográficas
que se
realizaron
de la
Argentina
(Burkart,
et al,
1999)
le otorgara
a la región
del Delta
junto
con las
márgenes
de los
ríos
Uruguay
y Paraná,
una categoría
aparte:
la Eco-región
Delta
e Islas
del Paraná.
Los albardones,
y las
partes
altas
en general,
presentan
lo que
localmente
se denomina
“monte
blanco”
–
debido
al predominante
de especies
con color
claro
en su
madera-
compuestos
por especies
como el
sauce
criollo
(Salix
humboldtiana)
y algunos
híbridos,
laurel
de río
(Nectandra
microcarpa),
el canelón
(Myrsine
parvula),
el chal-chal
(Allophylus
edulis),
el horco
molle
o anachuita
(Blepharocalyx
salicifolius),
el timbó
( Enterolobium
contortisiliquum),
el mataojo
(Pouteria
salicifolia),
, cuyo
nombre
alude
a la irritabilidad
que produce
el humo
de su
madera,
y alguna
palmera
pindó
(Syagrus
romanzoffiana)
que le
otorgaron
el nombre
al gran
brazo
Paraná
de las
Palmas
(Haene,
2001).
Lamentablemente
el monte
blanco
hoy día
ha sido
bastante
reemplazado
por vegetación
exótica
quedando
sólo
pequeños
parches
de este
bosque
nativo.
Otra
comunidad
leñosa
singular
es la
constituida
por asociaciones
puras
de ceibo
(Eritrina
crita-galli)
en la
zona de
media
loma en
las islas
recientes.
Pese a
ser el
ceibo
un componente
común
de los
bosques
fluviales
del Río
Paraná,
la presencia
de extensos
ceibales
sobre
una matriz
de pajonal
es característica
de esta
zona del
Delta
y merece
un status
de protección
especial,
particularmente
si se
tiene
en cuenta
que, según
algunos
estudios
sobre
la sucesiones
en islas
deltaicas
(Kandus,
1997),
estos
ceibales
constituirían
etapas
sucesionales
de transición
hacia
los pajonales
puros
de cortadera
y, por
lo tanto,
su presencia
estaría
asociada
a la alta
heterogeneidad
temporal
y espacial
de estas
zonas
(Kalesnik
&
Kandel,
2004).
Entre
las especies
exóticas
más
invasoras
cabe destacar
el ligustro
(Ligustrum
lucidum),
la mora
(Morus
sp.),
la acacia
negra
(Gledtsia
tricanthos)
y otras
especies
más;
todas
provenientes
del hemisferio
norte
y su poder
invasor
es muy
grande
dado que
cuando
se abandona
una plantación
determinada,
las primeras
en establecerse
suelen
ser algunas
de las
especies
mencionadas
con lo
que queda
claro
que su
proliferación
sin control
conducirá
inexorablemente
a la desaparición
del paisaje
nativo
y el consiguiente
desequilibrio
ecológico
que ello
ocasiona,
incluyendo
por sobre
todo a
la fauna.
El estrato
arbustivo
del monte
blanco
presenta
varias
especies,
la mayoría
nativas,
destacándose
por su
abundancia
el duraznillo
negro
(Cestrum
parqui),
la begonia
(Begonia
cucullata),
el granadillo
(Solanum
bonariense),
la Diodia
brasiliensis,
la cola
de caballo
(Equisetum
giganteum),
falso
caraguatá
o carda
(Eryngium
pandalifolium),
y muchas
especies
más
(Burkart.
1957).
Puede
señalarse
una formación
más
o menos
extendida
y diferenciada:
la llamada
“pradera
de herbáceas
altas”,
que se
establecen
en zonas
más
bajas,
por consiguiente
húmedas,
con gran
predominancia
de cortadera
o paja
brava
(Scirpus
giganteus)
y el junco
o unco
(Schoenoplectus
californicus).
Acompañan
a estas
dos especies
algunas
otras
como el
cucharero
(Echinodorus
grandiflorus)
de grandes
hojas
elípticas,
la saeta
(Sagitaria
montevidensis),
con hojas
sagitadas
y vistosas
flores
blancas,
y totoras
(Typha
latifolia)
entre
otras
menos
conspicuas.
Los juncales,
muy extendidos
en las
márgenes
del Pararná
y sus
afluentes,
contribuyen
notablemente
a la formación
de camalotes
y a la
deposición
de limo
que forma
nuevas
islas.
Hay arbustos
que pueden
crecer
en el
borde
del agua
como el
sarandí
blanco
(Ohyllanthus
sellowianus),
la cruz
de malta
y otros
nombre
vernáculos
que recibe
(Ludwigia
elegans),
de grandes
flores
amarillas,
y el carrizo
(Panicum
rivulare).
Luego
hay un
importante
elenco
de plantas
flotantes
como el
camalote
(Eichhornia
azurea),
también
conocido
como aguapé
o aguapié,
de vistosas
flores
violáceas
y muy
conspicuo
en charcos,
lagunas
y arroyos
de aguas
quietas
y en los
camalotes
del delta
y la ribera
platense
(Lhaitte
y Hurrell,
1997);
la amapola
de aguas
(Hydroclerys
nymphoides)
con flor
blanca;
otra especie
común
que también
se la
llama
camalote
o aguapé
(Eichornia
crassipes);
el canutillo
(Panicum
elephantipes);
la cucharita
de agua
(Limnobium
spongia);
la falsa
verdolaga
(Ludwigia
peploides)
y el helechito
de agua
(Salvinia
biloba),
entre
muchas
otras
plantas
flotantes.
En la
región
del delta
y en la
Mesopotamia
en general
se denomina
camalote
a la planta
acuática
de la
familia
de las
pontederiáceas,
mencionada
precedentemente,
que prospera
en los
cursos
de agua
de América
del Sur
hasta
el Río
de la
Plata
y al conjunto
de esa
especie
que, enredadas
con otras
plantas
de diferentes
especies,
forman
como islas
flotantes
(Coluccio,
2000).Las
plantas
tienen
un importante
rol en
la formación
de las
islas
deltaicas.
Los juncos
constituyen
las primeras
plantas
palustres
que colonizan
los bancos
que forma
el río
y su aparición
disminuye
la corriente
de agua
y ayuda
a retener
más
sedimentos,
elevándose
el nivel
del sustrato
(Lahitte
&
Hurrell,
1997).
Cuando
hay poca
profundidad
las especies
de agua
dan lugar
a la formación
de pajonales
y así
se va
transformando
el ambiente
en distintas
etapas
serales,
lo que
pone en
evidencia
que los
ecosistemas
del delta
son bastante
dinámicos.
En el
“monte
blanco”,
que bien
podríamos
también
llamar
selva
paranaense
empobrecida,
hay también
epífitas,
enredaderas
y lianas.
Entre
las primeras
se nombra
las más
comunes
como el
clavel
de aire
(Tillandsia
aëranthos)
y la híbrida
entre
Microgramma
squamulosa
y Microgramma
vaccinifolia,
que llaman
suelda
consuela
y es muy
abundante
en toda
el área
de influencia
del Plata
e incluso
se la
ve en
árboles
de plazas
(Lahitte
y Hurrell,
1997).
Y del
segundo
grupo
son conspicuas
algunas
especies
del género
Ipomoea,
conocidas
como campanillas,
la dama
de noche
(Clytostoma
callistegioides),
la isipó
(Canavalia
bonariensis)
con vistosas
flores
de color
rosado-violáceo
y la madreselva
(Lonicera
japonica),
oriunda
de Japón
y china
y muy
difundida
en la
Argentina.
Fauna
El Delta
del Paraná
es considerado
desde
el punto
de vista
de su
biota,
una ingresión
subtropical
en la
zona templada
pampeana
circundante,
a través
de los
grandes
ríos
Paraná
y Uruguay
(Kalesnik
y Kandel,
2000).
La existencia
de un
amplio
mosaico
de condiciones
ambientales
diversas
y, por
lo tanto,
de distintos
tipos
de hábitats,
permite
una gran
riqueza
de elementos
de fauna,
muchos
de los
cuales
se ven
favorecidos
en forma
especial
por la
gran variedad
de combinaciones
entre
los ambientes
acuáticos
y los
menos
inundables,
debido
al uso
diferencial
de los
mismos
en distintas
situaciones
(Kalesnik
&
Kandel,
2000).
Considerando
toda la
superficie
que realmente
es delta,
que parte
desde
algo más
al sur
de la
ciudad
entrerriana
de Diamante
hasta
la desembocadura
del Paraná
en el
Río
de la
Plata,
representa
aproximadamente
sólo
un 0,
65 % de
la superficie
del territorio
argentino.
Para
dar una
idea cabal
de la
riqueza
biológica
del área
se mencionan
algunas
cifras
(Cinti,
1999),
aunque
debe tenerse
en cuenta
que la
Reserva
de la
Biosfera
analizada,
a su vez,
es un
pequeño
porcentaje
del total
de la
superficie
deltaica.
En este
gran bioma
se pueden
se pueden
observar
algo más
del 30%
de la
avifauna
citada
para la
Argentina,
casi 60%
de sus
peces
de agua
dulce
y el 18,6
% de los
anfibios.
La ictiofauna
es muy
numerosa
por lo
que se
mencionan
sólo
a título
de ejemplo
algunas
especies
muy renombradas
por ser
presas
preferidas
de los
pescadores
deportivos
como el
folclórico
dorado
(Salminus
brasiliensis),
varias
especies
conocidas
como bogas
que pertenecen
al género
Leporinus,
la tararaira
( Hoplias
malabaricus),
el patí
( Luciopimelodus
pati),
el pejerrey
(Odontesthes
bonariensis),
el surubí
(Pseudoplatystoma
coruscans
y P. fasciatum)
y el armado
(Megadaloras
laevigatulus)
entre
los que
se encuentran
algunos
de las
especies
de mayor
tamaño.
Pasando
a los
anfibios,
si bien
el número
de especies
es bastante
menor
también
son muy
numerosos
como para
volcar
un listado
de todas
las que
habitan
este ambiente.
Por este
motivo,
como en
las otras
menciones
sobre
la fauna
vertebrada,
nos limitaremos
a nombrar
las especies
más
conspicuas,
emblemáticas
o con
cierto
grado
de amenaza.
Hay una
ranita
trepadora
Ololygon
berthae,
que es
típica
del noreste
bonaerense-
además
del sur
de Brasil
–
y es común
verla
en los
tallos
de Scirpus
y en invierno
se oculta
en troncos
(Gallardo,
1987).
Otra es
Hyla sanborni,
una ranita
muy pequeña
que se
refugia
en las
matas
de Eryngium
y Cyperus;
la ranita
argentina
(Argenteohyla
siemersi),
cuyo estatus
la considera
amenazada
–
En Peligro-,
a semejanza
del sapito
colorado
(Melanoprynus
stelzneri)
que se
lo considera
Vulnerable.
Del numeroso
género
Leptodactylus
al menos
cinco
especies
son residentes
en el
noreste
bonaerense
y entre
los sapos
cabe mencionar
al muy
común
Bufo arenarum,
al escuercito
Odontophrynus
americanus
y al sapo
Bufo granulosus,
con dos
subespecies,
siendo
B. granulosus
fernandezae
la que
habita
la zona
prospectada.
De la
fauna
reptiliana
se puede
hacer
referencia
a las
tortugas
acuáticas
Hidromedusa
tectifera
y a Phrynus
hilarii,
al lagarto
overo
(Tupinambis
teguixin),
y, entre
los ofidios
hay una
numerosa
cantidad
de culebras
como la
culebra
acuática
(Helicops
leopardinus),
muy frecuente
cuando
hay inundaciones,
la llamada
también
culebra
de agua
(Liophis
miliaris),
la culebras
ciegas
(Leptotyplos
albifrons
y Typhlops
brongersmianus),
la falsa
yarará
u ojo
de gato
(Thamnodynastes
hypoconia)-(Kalesnik
&
Kandel,
2004)-.
También
son muy
frecuentes
en gran
parte
de la
provincia
de Buenos
Aires
y por
ende en
la Reserva
de la
Biosfera
que prospectamos,
la culebra
verde
y negra
(Liophis
poecilogyrus),
la falsa
yarará
ñata
(Lystrophis
dorbignyi),
la muchas
veces
peridoméstica
culebra
marrón
(Clelia
rustica)-
y ponzoñosa
de peligro
está
la yarará
grande
o víbora
de la
cruz (Bothrops
alternatus)-
(Giambelluca,
2001)-.
La ornitofauna,
como se
comentara
en párrafos
precedentes
es muy
abundante
y están
representadas
un alto
porcentaje
de las
familias.
Habría
al menos
dos especies
con estatus
comprometido:
una es
la pajonalera
de pico
recto
(Limnoctites
rectirostris)-
En Peligro-
y el burrito
negruzco
(Laterralus
spilopterus),
considerado
nacionalmente
Vulnerable.
La cantidad
de aves
vinculadas
al medio
acuático
es llamativa
y a modo
de ejemplo
se menciona
la presencia
de unas
12 especies
de patos,
3 macáes,
3 de gallaretas,
igual
número
de las
llamadas
pollas
y 9 de
la familia
de las
garzas,
entre
muchas
otras.
La pava
de monte
común
(Penelope
obscura)
encuentra
en la
zona casi
su distribución
más
austral.
La mastofauna
es igualmente
rica,
aunque
sobre
el total
general
de especies
citadas
para la
Argentina,
las presentes
en el
Delta
Inferior
representen
un porcentaje
relativamente
bajo,
con predominio
de especies
de origen
subtropical,
con algunos
elementos
del espinal
y la región
pampeana
(Chébez
y Chiesa,
1983).
Pero si
recurrimos
a las
fuentes
históricas
de distinto
tipo,
veremos
con sorpresa
tal vez,
que esto
no era
así
hace menos
de un
centenar
de años.
Por ejemplo
el yaguareté
(Pantera
onca)
era habitante
conspicuo
de todo
el Delta,
lo mismo
que otros
félidos
hoy situados
mucho
más
al norte.
No obstante
es muy
importante
para la
biodiversidad
la existencia
de muchas
especies
que están
con cierto
grado
de amenaza
y encuentran
en el
área
un refugio
seguro.
Es todavía
común
el coipo
(Myocastor
coypus),
algunas
ejemplares
relictuales
del ciervo
de los
pantanos
(Blastocerus
dichotomus),
categorizado
como En
Peligro
(SAREM,
2000),
la comadreja
colorada
(Lutreolina
crassicaudata),
la comadreja
común
u overa
(Didelphys
albiventris),
el lobito
de río
(Lontra
longicaudis),
considerado
En Peligro
(SAREM,
2000),
aunque
en el
mismo
Libro
Rojo se
expresa
que su
población
se encuentra
en expansión
numérica
y geográfica.
Está
presente
el conspicuo
gato montés
común
(Oncifelis
geoffroyi)
con rango
de Potencialmente
Vulnerable,
el carpincho
(Hydrochaeris
hydrochaeris),
también
Potencialmente
Vulnerable
- siempre
refiriéndonos
a nivel
nacional
-, el
hurón
menor
(Galictis
cuja).
Entre
los micromamíferos
se puede
nombrar
al murciélago
leonado
(Lasiurus
ega),
el murciélago
pardo
chico
(Eptesicus
diminutus),
el pardo
grande
(Eptesicus
brasiliensis),
la comadrejita
(Marmosa
agilis).
También
se ubican
al cuis
común
(Cavia
aperea),
al ratón
de Azara
(Akodon
azarae),
la rata
pampa
(Scapteromys
tumidus),
la rata
nutria
menor
(Holochilus
brasiliensis),
el hocicudo
común
(Oxymycterus
rufus)
y el ratón
hocicudo
rosado
(Bibimys
torresi)
- (Chébez
&
Chiesa,
1983)-
entre
otras
especies.
Recursos
culturales
Según
parece
por testimonios
arqueológicos,
la zona
de las
islas
del Delta
Paranaense,
estuvieron,
comparativamente,
más
pobladas
que muchas
zonas
circundantes.
Muy probablemente
la riqueza
que les
proveía
la naturaleza
del lugar
fue el
motivo
de esta
circunstancia.
Al igual
que los
actuales
pobladores,
los indígenas
se asentaron
sobre
los albardones
y “cerritos”-
viejos
médanos
mas o
menos
consolidados-
donde
hallaban
refugio
contra
las crecientes
(Orquera,
1976).
Hay cierta
confusión
respecto
al nombre
de estos
indígenas;
en realidad
cuando
hablamos
de mbeguáes,
de chaná-timbús,
de chanás,
de chanás-mbeguás,
de timbús
o corondás
no sabemos
con certeza
si hacemos
referencia
a tribus
numerosas
o de parcialidades
(Orquera,
1976).
Tampoco
hay precisión
cuando
hablamos
de su
ubicación,
dado que
sus costumbres
nómades
hacían
que esta
situación
cambiara
a menudo.
Los mejor
definidos
son los
timbúes
que se
conoce
que habitaron
desde
la actual
ciudad
de Santa
Fe hasta,
aproximadamente,
la desembocadura
del Carcarañá.
En la
región
meridional
del Delta,
Martín
García
y un pequeño
sector
de costa
bonaerense
hubo un
asentamiento
guaranítico,
y fue
el más
austral
de esta
cultura
(Serrano,
2000).
Las viviendas
de los
guaraníes
eran rectangulares
o redondas,
hechas
de paja
y barro
y de tamaño
grande,
de forma
que cada
una albergaba
a un grupo
de familias.
El hombre
andaba
enteramente
desnudo
y la mujer
cubría
sus órganos
con una
pampilla
de algodón
(Serrano,
2000).
El idioma
guaraní
ha sido
el legado
cultural
más
enraizado
a través
de miles
de nombres
entre
la toponimia,
los nombres
de plantas
y animales.
Fue la
lengua
indígena
más
generalizada
en América
del Sur
y usada
por los
misioneros
para evangelizar,
siendo,
en la
actualidad,
una de
las lenguas
oficiales
de la
República
del Paraguay.
Es importante
destacar
que los
guaraníes
practicaron
la agricultura,
siendo
unas 10
especies
las cultivadas
según
un estudio
de agricultura
prehispánica
realizado
por el
Ingeniero
Parodi.
Domesticaron
algunas
especies
de patos,
gallináceas
y criaban
en cantidad
loros
y guacamayos
(Serrano,
2000).
La cerámica
se caracterizaba
por poseer
finas
líneas
rojas
o negras
sobre
un fondo
blanco
y también
practicaron
la cestería.Alternativas
turísticas
Las bellezas
naturales
del Delta
del Paraná
atrajeron
desde
siempre
a los
que recorrían
el lugar.
Ya el
propio
Domingo
F. Sarmiento
- en 1855-
fue uno
de los
precursores
en hacer
públicas
las bellezas
que embriagaban
al viajero
de ese
sinfín
de riachos
y ríos
con frondosa
vegetación,
al escribir
en el
diario
El Nacional
más
de un
artículo
sobre
estas
“soledades”.
El célebre
Marcos
Sastre,
dedica
un libro
completo,
“El
Tempe
Argentino”,
a realzar
y describir
pormenorizadamente
la naturaleza
exuberante
del Delta
y, más
recientemente,
el escritor
Haroldo
Conti
describió
en su
novela
“Sudeste”
la idiosincrasia
del isleño.
El cine
también
se ocupó
de dar
a conocer
la vida
y costumbres
de los
pobladores
de estas
comarcas
en la
renombrada
película
Los Isleños.
Y habría
varias
menciones
más
por parte
de la
literatura
y el canto
que hacen
referencia
a este
paisaje.
Ubicado
a pocos
kilómetros
de la
ciudad
de Buenos
Aires,
no pasó
mucho
tiempo
en que
una gran
cantidad
de gente
empezara
a construir
casas
de fin
de semana,
hosterías,
llamados
localmente
“recreos”,
y lugares
para comer,
pescar
y tomar
sol a
la vera
de alguno
de los
cientos
de cursos
de agua.
Catamaranes
se encargan
de hacer
recorridos
y funciona
un servicio
de lanchas
colectivas
con horarios
y recorridos
fijos
para poder
viajar
a muchos
destinos.
Actualmente
es excesiva
la carga
de paseantes
que recibe
los fines
de semana,
donde
a poca
distancia
del embarcadero
de El
Tigre
ya no
quedan
lugares
de absoluta
tranquilidad.
Desde
el punto
de vista
turístico
es un
lugar
excelente
para efectuar
un paseo
de un
día
o permanecer
más
tiempo
en algún
hospedaje.
El que
ve por
primera
vez esta
“telaraña”
de cursos
de agua
con semejante
vegetación
a la vera
de los
mismos
queda
muy impresionado
y, seguramente,
trasmitirá
sus impresiones
a los
demás.
Los ríos
sobre
los que
hay más
hosterías
y restaurantes
son el
Luján
–
sobre
el que
se ubica
el embarcadero-,
Capitán,
Sarmiento,
San Antonio
y Paraná
de las
Palmas.
Cómo
llegar
Tomando
como punto
de referencia
la ciudad
de La
Plata,
capital
provincial
se arriba
desde
las principales
ciudades
del país
por las
rutas
que se
indican
a continuación:
1) Desde
el sur
del país,
las capitales
de las
provincias
de Tierra
del Fuego,
Santa
Cruz,
Chubut
y Río
Negro
la ruta
de acceso
directo
es la
RN Nº
3, hasta
Cañuelas,
donde
girando
a nuestra
derecha-
este-
tomamos
la RP
6 hasta
La Plata.
2) Desde
Neuquén
una de
las opciones
es circular
por la
RN 22
hasta
bahía
Blanca
y desde
ésta
continuar
por la
RN 3.
3) Desde
Mendoza
debemos
tomar
la RN
7 y luego
de ingresar
a la Capital
Federal
se circula
por la
Autopista
6, que
se continúa
al final
de su
recorrido
con la
que va
a la ciudad
de La
Plata.
4) Partiendo
de cualquiera
de las
siguientes
ciudades
: San
Salvador
de Jujuy,
Salta,
San Miguel
del Tucumán,
Santiago
del Estero
y Córdoba,
la RN
Nº 9 nos
conduce
en forma
directa
a la Avenida
general
Paz, límite
de la
Capital
Federal
y la provincia
de Buenos
Aires,
la que
a su vez
tomándola
hacia
el sur
en poco
recorrido
los carteles
no marcan
el acceso
a la Autopista
Urbana
6, que
se continúa
en la
que une
Buenos
Aires
con La
Plata,
como ya
se indicó
precedentemente.
5) Desde
las provincias
litoraleñas-
ciudades
de Posadas,
Resistencia-Corrientes
y Paraná
la RN
12 arriba
en la
proximidad
de la
ciudad
de Zárate
a la RN
Nº 9 y
desde
ahí
se sigue
como se
indica
en el
apartado
anterior.Partiendo
de La
Plata,
se debe
tomar
la autopista
Buenos
Aires-
La Plata
y, al
llegar
a la primera
de las
ciudades,
hay que
continuar
por el
ramal
Perito
Moreno
hasta
su intersección
con la
Avda.
Gral.
Paz. En
esta tomamos
rumbo
“Río
de la
Plata”
hasta
la Ruta
Panamericana.
Por esta
debemos
seguir
camino
y desviarnos
hacia
nuestra
derecha
en el
ramal
“Tigre”
hasta
su cruce
con la
RP 23.
Acá
debemos
descender
y este
camino
(a la
derecha)
nos lleva
a San
Fernando,
ciudad
cabecera
del Partido
homónimo
sobre
cuya jurisdicción
se sitúa
la Reserva
de la
Biosfera.
Problemas
de conservación
En Delta
del Paraná,
desde
hace varias
décadas,
es un
lugar
muy antropizado,
mayormente
en su
extremo
próximo
a su desembocadura
que es
justamente
el lugar
donde
el Municipio
de San
Fernando
propuso
la creación
de esta
Reserva
de la
Biosfera.
La propuesta
surgida
desde
este municipio
es tratar
de efectuar
un uso
sustentable
de los
recursos
naturales,
pero esto
hacerlo
totalmente
compatible
con el
usufructo
del espacio
para distintas
actividades
humanas.
Estas
incluyen
nuevos
asentamientos
humanos
con pautas
de compatibilizar
la salvaguarda
y el usufructo
de los
recursos,
explotación
turística
controlada,
proyectos
educativos
de distinta
índole
y mantener
los llamados
“neoecosistemas
“.
Se designa
así
al ambiente
que se
estableció
y en alguna
medida
llegó
a un punto
de equilibrio,
luego
de las
transformaciones
efectuadas
por el
hombre,
muy especialmente
en lo
que respecta
a la introducción
de especies
de flora
foránea,
para su
explotación
comercial
y consumo.
Sobre
esto algunos
sectores
puede
tener
algún
tipo de
objeción
por cuanto
hay especies
netamente
invasoras
que se
conoce
perfectamente
su poder
de avanzar
sobre
la vegetación
nativa
–
monte
blanco-
ya muy
raleado.
Otras,
en cambio,
no ejercen
el efecto
“invasor”,
es decir,
su propagación
es muy
lenta
y puede
ser controlada.
Por otra
parte
hay especialistas
que hasta
mantienen
posturas
favorables
a estos
ambientes
en el
sentido
que hay
fauna
que encuentra
refugio
en estos
espacios
transformados
y uno
de los
casos
que se
cita es
el de
la pava
de monte
(Penelope
obscura),
que se
alimenta
de dos
especies
introducidas
como el
ligustro
y la ligustrina.
Sobre
estos
temas
se realizan
estudios
en los
que participa
el Grupo
de Investigación
en Ecología
de Humedales
de la
Universidad
de Buenos
Aires
y otras
instituciones.
Otro
elemento
de gran
importancia
para poner
bajo estricto
control
es el
recurso
hídrico,
dado que
en la
actualidad
de habla
de las
pocas
reservas
que del
mismo
que hay
en el
mundo.
Investigación
y Textos:
Gabriel
Omar Rodríguez
Fotos:
Archivo
Patrimonionatural.com
Permitida
su reproducción
total
o parcial
para fines
educativos
mencionando
la fuente,
previa
comunicación
de su
uso a:
director@patrimonionatural.com
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