Coipo o Nutria

Myocastor coipus
 

Coipo o Nutria
Myocastor coipus

Clasificación:
Clase: Mammalia
Orden: Rodentia
Familia: Myocastoridae
Se omiten los taxa con rango de sub o supercategoría.
Nombre científico:Myocastor coypus
Subespecies en la Argentina: Myocastor coypus bonariensis  y  M. coypus melanop
Estatus Nacional: Riesgo bajo. Preocupación menor (SAREM, 2000)
Estatus Internacional: LR-lc. (UICN, 2006)
Otros nombres comunes: quiyá, nutria, rata nutria, falsa nutria, kidyá o kihyá (en guaraní), miopótamo, castor de pantano, ratao do banhado (en portugués), nutria roedora, coipu.

Caracteres externos
El robusto cuerpo del coipo está perfectamente adecuado para la vida acuática. Nada con rapidez, con la cabeza y parte del lomo fuera del agua y la cola estirada, impulsándose con las patas posteriores que son largas y tienen los dedos unidos entre si por una membrana.

Dimensiones, según CEAL ( 1984):
Longitud de cabeza y cuerpo: 45 a 63 cm.
Longitud de la cola: 40 a 42 cm.
Longitud de los miembros anteriores: 6 a 7 cm.
Longitud de los miembros posteriores: 12 a 14 cm.
Peso: entre 7 y 10 kg.
Fórmula dentaria  1/1, 0/0, 1/1, 3/3  = 20  (Mares, et al, 1989)

El cuerpo está recubierto por dos clases de pelos: unos basales muy suaves y cortos de tonos oscuros y los otros largos e hirsutos, que los recubren parcialmente y que son mucho más claros (Ringuelet, 1976). La coloración presenta el dorso pardo oscuro, a veces grisáceo o negruzco, y en los flancos y la parte ventral, se presenta de color pardo o canela, más claro que el resto del cuerpo. Los pies y las manos son grises, más oscuros en plantas y palmas, y la cola  es gris por encima y en la punta y ocre por debajo (CEAL, 1985). Los animales que habitan en lagunas salobres tienen el pelo más claro.

Los caracteres morfológicos destacables son: ojos pequeños, la cabeza ancha, la nariz y los oídos poseen una membrana que se despliega e impide el paso del agua cuando se sumerge. La boca presenta en las comisuras glándulas sebáceas con las que lubrica el cuerpo, y en los costados vibrisas. Posee muelas superiores con ausencia total de mesolofo, ausencia de crestas supraorbitarias, segundo molar superior siempre mayor que el tercero, incisivos superiores opistodontes y series de molariformes proporcionalmente largas (Ringuelet, 1976).

Los incisivos son de crecimiento continuo, como ocurre con todos los integrantes del orden Rodentia. Sus patas son cortas, más desarrolladas las traseras, sus amplios pies tiene cuatro dedos largos unidos por membranas bien desarrolladas y el quinto dedo, suelto, lo utiliza para limpiar el pelaje  (Parera, 2002). No presenta dimorfismo sexual.

Comportamiento
El coipo es un excelente nadador y buceador, sólo asoma la cabeza cuando se desplaza por el agua. Es de hábitos generalmente nocturnos y crepusculares  – Mares, et al, (1989) lo presenta como diurno y crepuscular- y diestro cavador al hacer galerías extensas, con dos salidas ubicadas sobre las riberas, habitualmente en la base de barrancas. Dedica gran parte del tiempo a alimentarse  y se acicala muchas veces al día al salir del agua, sacudiéndose el pelo, acomodándose las vibrisas y con los dientes limpia las uñas que luego le servirán para acomodar el pelaje.  Vive en parejas que se integran a un grupo más grande y se alimentan sobre plataformas flotantes o pequeñas islas, respetándose para no concurrir en forma conjunta individuos de distintos grupos. Los límites de cada colonia son defendidos por algunos de sus miembros, en especial por los machos. Hacia el año de edad se estima que los jóvenes abandonan el grupo al cual pertenecen y deambulan bastante hasta encontrar otro agrupamiento al cual  unirse, buscando una compañera para aparearse. Realizan importantes desplazamientos cuando hay sequía en busca de condiciones de humedad que le permitan desarrollar su vida semiacuática.

Respecto a la reproducción  se debe señalar que presenta una alta tasa reproductiva con dos o tres camadas al año (Parera, 2002). Por otra parte Cabrera y  Yepes (1940) indica  que tiene dos pariciones por año y a veces cinco en dos años, alumbrando en cada una entre dos y once crías. Se había señalado que cerca del año de edad el coipo inicia la búsqueda se una compañera, aunque la maduración sexual ocurriría antes de este lapso de tiempo, lo que estaría señalado por el color de los dientes, que cambian de un amarillo en el joven a anaranjado cuando madura y al entrar en la senilidad vuelven a decolorarse (CEAL, 1984). El cortejo se inicia con una serie de sonidos y gritos que emiten ambos miembros de la pareja, seguidos por carreras  y contorsiones dentro y fuera del agua. La hembra ante el primer acercamiento del macho se muestra sumisa, desapareciendo, volviendo a aparecer y ante repetidas aproximaciones del macho ella comienza a realizar pequeñas zambullidas y reapariciones, pero después de varias asechanzas la hembra se abandona en la superficie del agua o en la orilla. La cópula se lleva a cabo en el agua y es común que la hembra permanezca con la mitad inferior del cuerpo sumergido. En poco rato se efectúan varios acoplamientos. La gestación dura aproximadamente unos 130 días y la hembra puede dilatar hasta tres días la parición si las condiciones externas para el alumbramiento fueran adversas.

Por la presión de los predadores, la mortandad de las crías muestras tasas de hasta el 80% (Parera, 2002). Entre la fauna que se alimenta de las crías se distinguen los yacarés (Caiman spp.), serpientes como la curiyú (Eunectes notaeus) y la ñacaniná grande (Hidrdynastes gigas), entre otras, tortugas acuáticas y aves de varias especies. Los pequeños, similares a los adultos en sus caracteres, nacen con incisivos y dos molares, tiene los ojos abiertos y pueden caminar  y nadar inmediatamente después del parto. El tiempo de lactancia ocupa unas ocho semanas pero a los pocos días del nacimiento las crías también comen vegetales. Los pequeños coipos pasan largos ratos mamando; la posición algo lateral de las mamas permite a la hembra estar echada sobre su zona ventral y también entrar al agua con sus crías mamando.

La alimentación es exclusivamente herbívora, siendo común la ingesta de gramíneas, ciperáceas y plantas acuáticas como la cucharita de agua (Limnobium laevigatum), la saeta (Sagitaria montevidensis), el pasto de cañada (Luziola peruviana), especialmente en la región del Delta del Paraná y la región pampeana (Parera, 2002). También, señala el último autor citado, ingiere algunas plantas terrestres pero se aleja muy poco de los cursos de agua, lo que se corroboró en un estudio realizado en Luján (provincia de Buenos Aires) al observar que algo menos del 8% de los alejamientos superaron los 4 metros. La tarea de alimentarse le insume la mayor parte de las horas del día e ingiere entre 1,2 y 1,7 kilogramos por día (Parera, 2002). También come además sus heces que le proporciona proteínas y aminoácidos, camalotes, bulbos y raíces de juncos y totoras (Moggia, 1996). Para alimentarse, corta las plantas con sus dientes pero también emplea sus patas delanteras para arrancar las que están debajo del agua. Por ser insaciables roedores, viven talando permanentemente los juncos, totoras y otra vegetación palustre como la mencionada, lo que contribuye a liberar los cauces, especialmente de los riachos laterales de los cursos importantes, que de no contar con esta predación constante probablemente se verían saturados de vegetación y se anularían como cauces (Mainumbí, 1996).

Hábitat
Habita ambientes acuáticos de todo tipo, bañados, lagunas, arroyos, ríos, zonas anegadas y hasta áreas de cultivo bajo riego  que poseen una pequeña cobertura de agua. Pero evita los cursos con aguas correntosas. Busca los espacios de terreno alto, junto a los espejos de agua, y en estos sitios es donde construye sus cavernas. En la zona del Delta Paranaense prefiere los bañados con vegetación baja que los cursos de agua y en la Patagonia habita cuerpos de agua con menos cobertura vegetal (Parera, 2002). 

Distribución
El coipo es nativo de América del Sur y ocupa el sur de Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y partes de Bolivia. En la Argentina se extiende por las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa, Santa Fe y La Pampa ocupando todo el territorio de las mismas. Parcialmente, se distribuye en gran parte de Córdoba y San Luis, a excepción del extremo norte de ambas; también en buena parte de los territorios de Neuquén y Mendoza exceptuando una franja occidental. En las provincias patagónicas está presente en el este de Río Negro, Santa Cruz y Chubut, aunque en ésta última se extiende más hacia el este que en las restantes. Se lo mencionó para Tierra del Fuego, pero hay dudas sobre esas citas. Es uno de nuestros mamíferos más exitosos en el exterior: se lo introdujo con muy buena adaptación en América del Norte, la región del Cáucaso, Europa Central, Rusia y Japón.

La subespecie M. coypus bonariensis ocupa la porción norte de la Argentina hasta aproximadamente Río Negro, y la subespecie M. coypus melanops vive al  sur de dicha provincia.

Situación de sus poblaciones
Sus poblaciones, pese a la implacable caza por parte del hombre, se mantienen estables, a lo que seguramente contribuye su alto índice de reproducción o tasa de crecimiento poblacional. Menciona Parera (op. cit), que entre 1972 y 1981  se exportaron unas 20 millones de pieles, lo que muestra la capacidad de la especie de soportar esa predación y la apetencia de los mercados por este producto. Pero la sensatez nos obliga a ejercer un monitoreo frecuente de las poblaciones para adoptar medidas precautorias ni bien se observe una merma poblacional. Las provincias donde más se lo explota son Entre Ríos, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Corrientes, tanto en forma legal como ilegal. La cría en cautiverio pareciera que dio buenos resultados y  se lograron ejemplares de coloraciones distintas. Probablemente las poblaciones de la Patagonia sean menores en razón de la competencia que ejerce el exótico visón americano (Mustela vison), que ocupa un nicho ecológico similar. Quince Parques Nacionales albergan poblaciones de este roedor y por lo tanto le brindan amparo (Heinonnen F. &  Chebez, 1997).

El “nutriero” fue un personaje folklórico de las islas del delta paranaense, quien durante mucho tiempo practicó una economía de subsistencia basada en la caza del coipo o nutria, como se lo llama en la región. Pero los avatares de las demandas de pieles, entre otras causas, hicieron que su número decreciera en los últimos tiempos,  y  fue evocado por narradores y poetas en sus letras de canciones. 

Investigación periodística: Gabriel Omar Rodriguez

Bibliografía utilizada

Cabrea, A,  y  J. Yepes.  1940. Mamíferos Sudamericanos. Editorial EDIAR. Buenos Aires.

Centro Editor de América Latina. 1984. Fauna Argentina. Fascículo 20. Buenos Aires.

Heinonnen Fortabat, S.  &  J.C. Chebez. 1997. Los mamíferos de los Parques Nacionales de la Argentina. Editorial L.O.L.A. Buenos Aires.

Mainumbí. 1996. Cuando una nutria se vuelve abrigo. Revista Mainumbí.  Auspiciada por Fundación Estudios Litoral Argentino. Rosario. Provincia de Santa Fe.

Mares, M.A., Ojeda, R.A. y R.M. Barquez. 1989. Guía de los Mamíferos de la Provincia de Salta, Argentina. University of Oklahoma Press. U.S.A.

Moggia, L. 1996. Mamíferos de los esteros subtropicales. Suplemento Vida Agreste. Diario El Litoral (31-8-96). Santa Fe.

Parera, A. (fotografía F. Erize). 2002. Los mamíferos de la Argentina y la región austral de Sudamérica. Editorial El Ateneo. Buenos Aires.

Ringuelet, R. A (Director). 1976. Fauna de agua dulce de la República Argentina - Volumen XLIV. Mammalia (E. Massoia). Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC). Buenos Aires.

SAREM, 2000. Díaz, G.B. y R. Ojeda editores-compiladores. Libro Rojo. Mamíferos Amenazados de la Argentina. Sociedad Argentina para el estudio de los mamíferos.

www.iucnredlist.org. Sitio Web de la Unión Internacional para la Naturaleza (ONU).


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