Carpincho

Hydrochaeris hydrochaeris
 


Carpincho
Hydrochaeris hydrochaeris

Clasificación:
Clase: Mammalia
Orden: Rodentia
Familia: Hydrochoeridae
Se omiten taxa con rango de sub o supercategorías.
Nombre científico: Hydrochoerus hydrochaeris (Linnaeus, 1766)
Subespecies en la Argentina: H. hydrochaeris dabbeni y H. hydrochaeris uruguayensis.

Estatus nacional:
Riego bajo. Potencialmente vulnerable (SAREM, 2000).

Otros nombres comunes: capibara (portugués), capí guazú (guaraní), capibara (inglés), chigüire, piro-piro, chigüito, entre otros, según las regiones de Sudamérica.

Caracteres externos
El color de su piel es pardo uniforme – se ve marrón oscuro cuando está mojado y pardo amarillento o rojizo cuando está seco-. La tonalidad puede variar, incluso dentro de una misma población; las orejas son negruzcas de la misma forma que las patas y uñas (CEAL, 1984). El macho tiene una tonalidad más oscura que la hembra en las nalgas y el bajo vientre. Es un animal voluminoso que cuyo peso oscila entre los 45 y 70 kg -máximo 105 kg – (Parera. 2002). Tiene cabeza también grande en relación al cuerpo y hocico alto. Las orejas, los ojos y las narinas están ubicados en la parte superior de la cabeza, que es lo único que queda expuesto cuando nada. Las orejas poseen un pliegue que permite el cierre del canal auditivo cuando el animal se sumerge (CEAL, 1984). La dentición posee dos pares de poderosos incisivos, premolares y molares sin raíces, de crecimiento continuo, formados por láminas transversales. El último molar superior presenta un gran desarrollo. A cada lado de los orificios nasales hay veinticinco vibrisas.

Sus patas, cortas y fuertes, presentan cuatro dedos las delanteras y tres las traseras, unidos, en ambos casos, por una membrana que facilita la natación (Parera, 2002). Las patas carecen de pelos, lo mismo que las palmas y plantas. El carpincho es por lo general digitígrado (cada dedo toca el suelo con la primera y la última falanges) pero a veces es también plantígrado (apoya toda la planta del pie)- (CEAL, 1984). La cola se insinúa en una pequeña protuberancia. El pelaje es algo largo, pero hirsuto y bastante ralo (Cabrera y Yepes, 1940).

Existen pocas diferencias entre los sexos, entre las que se señalan: una protuberancia de color negro que posee sólo el macho en el hocico, formada por un conjunto de glándulas sebáceas atrofiadas. El tamaño de esta saliente difiere en su volumen según los individuos. En el macho los pelos de la región anal están recubiertos por una materia cerosa (CEAL, 1984); también tienen los incisivos más anchos que las hembras y, según algunos autores, presentarían mayor tamaño que las hembras.

Comportamiento
La reproducción abarca, en la mayoría de los casos, los meses de primavera y verano, aunque se dan casos en los que se prolonga a lo largo del año (Parera, 2002). Los primeros pasos del macho son el perseguir a la hembra olfateándole la región genital. Luego ella conduce al macho a un espejo de agua en el que se sumergen ambos. La hembra se zambulle varias veces, desapareciendo de la superficie y alejándose del macho, que vuelve a buscarla (CEAL, 1984). Por último el macho cubre a la hembra en series de más de 10 brevísimas cópulas, mientras ésta sumerge y retira la cabeza y lanza breves chillidos. No es raro que varias parejas copulen a la vez y en un mismo cuerpo de agua, produciéndose, de tanto en tanto, intercambios de compañero. Ocasionalmente, una hembra puede interferir los cortejos de una pareja, o un macho disputarle la hembra a otro (CEAL, 1984).

Después de una gestación que dura entre 4 y 5 meses, nacen hasta siete crías, las que producen un leve silbido de contacto para mantenerse unidas, mientras la madre vigila de cerca y emite sonidos de bajo volumen para que se mantengan cerca de ella (Parera, 2002). Las crías poseen un pelaje oscuro en el dorso y los lados – pelo corto y duro-, con una franja pardo clara en el centro y el vientre pardo claro.

Respecto a los hábitos se debe indicar que, en términos generales, el carpincho es un animal muy tranquilo, vive en grupos comandados por un macho y sus territorios los delimitan con sus excrementos. Suele permanecer más inactivo durante las mañana y a medida que se acerca la hora de calor se sumergen en el agua, dejando ver sólo la parte superior de la cabeza. Recién al caer la tarde hasta el anochecer se dedican a buscar alimento (Rodríguez de la Fuente, 1983). Estos hábitos corresponden a zonas más septentrionales que el territorio argentino; en cambio se constató en la provincia de Corrientes, que los ejemplares empiezan a alimentarse antes del amanecer hasta media mañana, luego descansan la mayor parte del día, para retomar el pastoreo a media tarde hasta las primeras horas de la noche (Parera, 2002). Las horas de actividad probablemente varíen en las zonas según el riesgo a que se expongan. Son sus principales predadores el hombre, el puma (Puma concolor), yaguareté (Pantera onca), el yacaré (Caiman spp.) -preda sobre las crías-, el zorro de monte (Cerdocyon thous) y la curiyú (Eunectes notaeus) -(Parera, 2002). La comunicación entre individuos se realiza a través de diversas señales como gritos, saltos, señales olorosas de los excrementos y erizamiento del pelo, entre las principales.

Su alimentación es esencialmente herbívora, consume gramíneas y ciperáceas de las orillas de los cuerpos de agua y también plantas acuáticas. Según consigna Parera (op.cit.) en Entre Ríos -parte sur- la dieta de un grupo estudiado estuvo compuesta por espigas (Carex riparia), la pata de perdiz (Cynodon dactylon), Luziola oeruviana, el junquillo (Eleocharis sp.), la paja mansa ( Panicum grumosum) y la espadaña (Zizaniopsis bonariensis). También suele roer la corteza de los árboles, para lo cual está provisto de poderosos incisivos que -como en todos los roedores- crecen continuamente varios milímetros por semana, para compensar la abrasión a que se ven sometidos (CEAL, 1984).

Hábitat
El carpincho reside tanto en ambientes selváticos como sabanas y pastizales (Cinti, 2000), pero su condición excluyente para elegir un sitio donde estar es la cercanía de agua. Es en este medio donde se desenvuelve mejor y ante cualquier peligro, tras emitir un grito similar a un ladrido, se sumerge en el agua. Es bastante amplio su menú de hábitats naturales e incluso ocupa fácilmente espejos de agua producidos por el hombre, como diques, tajamares o canales de drenaje. En el trabajo “Density regulation in populations of capybara” (Ojasti et al., 1984), se señala, sobre las poblaciones de carpinchos de Venezuela, los distintos medios naturales que lo albergan:
- selvas en galería, donde la vegetación cerrada brinda excelente refugio, pero con la desventaja de la escasez de hierbas, lo que obliga al animal a salir a la sabana próxima e incluso a emigrar a ella en épocas de lluvia;
- orillas de lagunas permanentes en medio de un bosque, hábitats que tampoco es óptimo ya que el principal alimento disponible es sólo vegetación acuática;
- arroyo anegados y esteros con vegetación acuática, que sirven de refugio pero únicamente proporcionan alimentación de emergencia;
- esteros rodeados de sabanas, muy frecuentados por los carpinchos aunque carecen de abrigo natural, salvo algunos grupos dispersos de árboles;
- matorrales espinosos a orillas de aguadas, que además de permitir la cómoda obtención de alimento ofrecen muy buen refugio.

Distribución
El carpincho es una especie exclusivamente americana y es el roedor de mayor tamaño de la fauna existente. Se lo ubica en gran parte del neotrópico, desde Panamá hasta el sur de la provincia de Buenos Aires – Argentina- a excepción de Chile. Es una especie muy abundante en el sector de los “llanos” de Venezuela, en el “pantanal” paraguayo y en los “esteros del Iberá” de la Argentina. En la República Argentina se distribuye por todo el litoral, es decir, las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y Misiones. También ocupa toda la provincia de Formosa, partes de Salta y Jujuy, sudeste de Santiago del Estero, nordeste de Córdoba y la región oriental del Chaco. La subespecie H. hydrochaeris dabbenei está presente sólo en Misiones y la subespecie H. hydrochaeris uruguayensis, en el resto de las provincias señaladas.

Situación de sus poblaciones
Desde tiempos muy remotos el carpincho fue apetecido ya sea por su carne o por su piel, según las épocas. Su carne era consumida por comunidades indígenas como los abipones, payaguás, tobas y mocovíes que lo cazaban con un arma similar a una lanza especial (Cinti, 2000). La utilización del capibara por parte del hombre en la actualidad, es dispar en los países donde habita. Por ejemplo, en Venezuela, se utiliza mucho su carne, mientras que en la Argentina es más codiciado por su cuero con el cual se confeccionan carteras, botas, calzados en general, cinturones, algunas prendas de vestir, parte de la montura para el caballo, billeteras, elementos para adicionar al cinturón como portalápices, porta-anteojos y cigarreras, entre otras cosas. Como referencia, se indica que entre los años 1976 a 1979, se exportaron desde la Argentina unos 80.000 cueros y se estima, con los altibajos propios del mercado, que en los años que corren se están cazando, sólo en la provincia de Corrientes, unos 30.000 animales al año (Parera, 2002). Pese a ello, por el momento, la especie no correría peligro de que mermen sus poblaciones. En previsión de este riesgo, en la Argentina se desarrolló un programa de cría en cautiverio conducido por el INTA – Estación Experimental Delta-. Hay como mínimo 11 Parques Nacionales que amparan a la especie (Heinonnen F. & Chebez, 1997) y una cantidad mucho mayor de áreas de ámbito provincial y privado que cobijan poblaciones del gran roedor. En varios establecimientos agropecuarios se está implementando la cría en cautiverio, que aún está en etapa de experimentación.

En los “llanos” de Venezuela, algunas grandes propiedades cobijan todavía florecientes poblaciones de carpinchos. En tales lugares se ha demostrado que un buen uso de la riqueza faunística puede deparar la gratísima consecuencia de un aprovechamiento integral no sólo del medio, sino también de un enorme potencial económico, ya que grandes cantidades de estos animales podrían utilizarse sin poner en peligro las poblaciones (Rodríguez de la Fuente, 1983)

Investigación periodística: Gabriel Omar Rodriguez

Bibliografía consultada
Cabrera, A, y J. Yepes. 1940. Mamíferos Sudamericanos. Editorial EDIAR. Buenos Aires.

Centro Editor de América Latina. 1985. Fauna Argentina. Fascículo 3. Buenos Aires.

Cinti, R.R. 2000. Carpincho. Rey de Reyes. Revista Vida Silvestre Nš 73: 4-9. Fundación Vida Silvestre Argentina. Buenos Aires.

Heinonnen Fortabat, S. & J.C. Chebez. 1997. Los mamíferos de los Parques Nacionales de la Argentina. Editorial L.O.L.A. Buenos Aires.

Ojasti, J y L. Sosa Burgos. 1984. Density regulation in populations of capybara. Acta Zoológica Fenicia 173: 81-83.

Parera, A. (fotografía F. Erize). 2002. Los mamíferos de la Argentina y la región austral de Sudamérica. Editorial El Ateneo. Buenos Aires.

Rodríguez de la Fuente. F. 1983. La aventura de la vida. Tomo 7. Región Neotropical. Hyspamérica Ediciones y Ediciones Urbión. Madrid.

SAREM, 2000. Díaz, G.B. y R. Ojeda editores-compiladores. Libro Rojo. Mamíferos Amenazados de la Argentina. Sociedad Argentina para el estudio de los mamíferos.


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