Bosques Petrificados

Monumento Natural - Santa Cruz
 
Descripción

EDICION PROVISORIA - EN PROCESO DE DIAGRAMACION

Monumento Natural Nacional
Bosques Petrificados

Ubicación

Se encuentra al noroeste de la provincia de Santa Cruz, en la zona central del departamento de Deseado (2), a 150 km al oeste de la localidad de Puerto Deseado (1). Los paralelos 47° 41´ de latitud sur, y los meridianos 68° 09´ de longitud oeste delimitan el área.

Superficie

El Bosque Petrificado abarca 15.000 hectáreas. Cuando se creó contaba con apenas unas 10.000. En 1971, el Consejo Agrario Provincial, por Resolución N° 948/71, ratificada en 1984 por la Resolución N° 517, le cedió otras 5.000 ha. En 1997, la Administración de Parques Nacionales (APN) adquirió dos estancias linderas: El Cuadro (20.000 ha.) y La Horqueta (24.228 ha.) con vistas a su ampliación y transformación en Parque Nacional y Monumento Natural, proyecto que pretende lograr una mayor representatividad, dentro del sistema, de la estepa central santacruceña, incluyendo el yacimiento fosilífero. Una vez finalizadas las getiones, el área contará con 63.000 ha.

Fecha e Instrumento Legal de Creación

La zona fue declarada Monumento Natural por el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional N° 7.252, el 5 de mayo de 1954.

Relieve

Las mesetas basálticas bajas que circundan el área propiamente dicha son relictos de la la pasada actividad volcánica. El relieve es en general ondulado, de escasa altura y de material tobáceo.

Hacia el oeste-sudoeste sobresale el cerro Madre e Hija u Horqueta, de unos 400 metros, cuyo pico más alto tiene forma de morro (6).

Clima

El Monumento Natural se encuentra dentro de la Patagonia extraandina, y su clima es árido y ventoso. Las precipitaciones, aunque escasas, son torrenciales cuando ocurren. No superan los 200 mm anuales, y la mayoría se da en forma de nieve.

La temperatura promedio varía entre 18 y 20 °C. Durante el verano alcanza un máximo de 40 °C y  el invierno es muy riguroso, con mínimas de hasta -15 °C.

Los fuertes vientos, predominantes del oeste, alcanzan un promedio de 70 km/hora, con ráfagas de hasta 140 km/h. Ello provoca nubes de polvo, formadas en los terrenos arenosos y arcillosos desprovistos de cubierta vegetal (6).

Hidrografía

No existen cursos de agua ni lagunas o depósitos menores permanentes. Cuando llueve se forman torrentes temporarios, debido a la impermeabilidad del terreno. Al evaporarse, el agua deja surcos y hondonadas de escasa longitud. De igual origen es una laguna temporaria y somera que existe en la zona del bajo (6).

Flora

Este Monumento Natural pertenece a la Provincia Fitogeográfica Patagónica (1). Es posible que existan zonas puntuales de Dominio Chaqueño y de Monte (8).

El suelo sólo permite el desarrollo de una pobre vegetación xerófila, esteparia, achaparrada y espinosa, de profundas raíces, que se distribuye en forma discontinua.

En general, se encuentran gramíneas y arbustos de ramas cortas y hojas pequeñas y coriáceas, que en muchos casos son directamente espinas. La altura que alcanza el conjunto no supera el medio metro.

El arbusto de mayor altura es el molle o incienso, que en ciertos sectores alcanza los 3,50 m, con aspecto de árbol. También se encuentra en la zona el algarrobo patagónico, de porte arbustivo.

Otras especies representativas del lugar son la barba de chivo, la mata zampa, la tunilla o uña de gato, que da una pequeña flor amarilla, la mata negra, en cuyos alrededores se acumula arena de médano, frutilla (Fragaria chiloensis), mata de laguna, de grandes y gruesas espinas, tomillo (Acantholippia seriphioi), neneo (Mulinum spinosum), cola de ratón, mataguanaco (Anarthrophyllum rigidum), cola de zorro (Cortaderia araucana), una especie de alga, abundante calafate (Berberis cuneata), de espinas largas y apreciado por su fruto ácido y la turba, una planta de aspecto compacto (6).

En cuanto al Monumento Natural en sí, muchos de los gigantescos antepasados de los pehuenes o araucarias se mantienen en pie, petrificados. Hace unos 130 millones de años, en el período jurásico, el área tenía un clima muy húmedo. Densos bosques de estos árboles cubrían el lugar. Al comenzar el cretácico se levantó la Cordillera y grandes erupciones volcánicas cubrieron de cenizas gran parte de la Patagonia, sepultando los bosques, que por acción del sílice de esas cenizas sufrieron el proceso de petrificación. Si bien los restos que se conservan corresponden en su mayoría a Araucaria mirabilis, también se encuentran otras coníferas y hongos del grupo de los fomitoides que vivían sobre las cortezas de los árboles.

Existen también yacimientos con impresiones de restos vegetales, principalmente de helechos, Bennettitales (extinguidos) y Cycadales. En la misma formación se encuentran esqueletos de anuros primitivos.

Este bosque petrificado quizá sea el que posee los árboles más grandes del planeta, y seguro de la Argentina: los troncos alcanzan un largo de hasta 30 metros y unos 2 metros de diámetro (4).

Fauna

El listado de mamíferos del área es bastante completo gracias a las observaciones realizadas. Entre ellas, la Administración de Parques Nacionales, a fin de evaluar el impacto de la erupción del volcán Hudson, en 1992 realizó un estudio que permitió detectar mamíferos mayores y micromamíferos a través del análisis de egagrópilas (regurgitación de las rapaces nocturnas donde se hallan huesos de dichos animales).

Dentro del área protegida habitan al menos 22 especies autóctonas de mamíferos. Asimismo, la liebre europea (Lepus europaeus) ha sido introducida hace años en la región. Frecuenta este Monumento el zorro gris chico, también llamado “chilla” (Dusicyon griseus) (3). Este animal es uno de los mamíferos más característicos de la Patagonia (4). El gato del pajonal (o gato pajero) (Lynchailurus pajeros), también amenazado, parece retraerse debido a su relativa escacez natural y a la presión comercial que sobre él se ejerce (5).

Otros mamíferos que habitan allí son el zorro colorado (Dusicyon culpaeus), la mara o liebre patagónica (Dolichotis patagonum), el zorrino patagónico (Conepatus humboldtii), el piche (Zaedyus pichiy) y el guanaco (Lama guanicoe) (6).

A partir del mencionado estudio sobre micromamíferos, realizado en el marco del proyecto de Inventario Mastozoológico de Parques Nacionales, se halló una interesante variedad de cricétidos. Se analizaron las egagrópilas del ñacurutú (Bubo virginianus), y la determinación de los restos de roedores encontrados contó con la importante supervisión de Elio Massoia, del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”.

El resultado del estudio fue novedoso, no sólo porque se amplió la distribución conocida de los animales, sino también porque permitió una mejor comprensión de las características biogeográficas de la región. Los ejemplares hallados fueron 45, de ocho especies. El a veces denominado (incorrectamente) “pericote común”, el Graomy griseoflavus, de la tribu Phyllotini, cuenta con su registro más austral en Puerto Deseado. Otra de las especies encontradas fue el Akodon olivaceus, lo cual constituye el segundo registro para Santa Cruz.

Lo más interesante que se surge de dicho estudio es la evidencia de la presencia del Dominio Chaqueño en el área. Se comprobó que dentro del Monumento conviven cricétidos propios de diferentes unidades biogeográficas. Es el caso del Graomy griseoflavus, que, al igual que algunos arbustos que se encuentran en el área protegida, es endémico del Dominio Chaqueño. Cabe mencionar aquí, pues es conclusión del estudio sobre estos pequeños mamíferos, que la existencia allí del arbusto Prosopidastrum globosum significaría un relicto de la expansión del Monte sobre la Patagonia (8).

En cuanto a la avifauna, se han contabilizado 85 especies, 14 de las cuales nidifican en el interior del Bosque Petrificado. Entre ellas figura el halcón peregrino (Falco peregrinus) (1).

El ave más grande es el choique o ñandú petiso (Pterocnemia pennata), y también hay caranchos (Polyborus plancus), teros (Vanellus chilensis) y aguiluchos comunes (Buteo polyosoma), etc. (6).

Reptiles, invertebrados y numerosos insectos completan la abundante fauna del Monumento.

Recursos Culturales

El Monumento Natural cuenta con un yacimiento arqueológico en su interior (2).

En la prehistoria, el área fue asiento de poblaciones de cazadores- recolectores, muy probablemente tehuelches de la cultura ahonikenk. Dan testimonio de ello diversos y numerosos tipos de asentamientos hallados: “picaderos” o talleres, campamentos base, enterratorios y canteras para la extracción de materias primas. Entre éstas, la madera fósil de araucarias de este Monumento se usaba para la fabricación de instrumentos de piedra. La diversidad de microambientes, como vegas, lagunas bajas, alta meseta y pastizales, ofrecía a la economía de estos grupos humanos el acceso a un gran conjunto de recursos (por ejemplo, rocas para la talla de artefactos) sin que tuvieran que realizar grandes desplazamientos.

Alternativas Turísticas

Es posible caminar entre estos gigantes del pasado por un sendero peatonal en una visita guiada. Este sendero recorre 1.000 metros y permite apreciar grandes ejemplares de las araucarias.

El Monumento cuenta con una Oficina de Informes y también con un Museo.

No existen posibilidades para acampar, debido fundamentalmente a la escasez de agua. Por lo mismo, el visitante debe ir provisto dedicho elemento, alimentos y combustible, ya que la ciudad más cercana se encuentra a más de 200 km  y Jaramillo –un pequeño poblado- a 135 km.

Cómo Llegar

El acceso al Monumento se encuentra sobre la ruta nacional N° 3, a mitad de camino entre las localidades de Caleta Olivia, al norte, y Puerto San Julián, al sur.

A la altura del kilómetro 2.063 nace la ruta provincial N° 49 por donde, luego de recorrer 50 km, se llega hasta la Seccional del Guardaparque.

Problemas De Conservación

La presión de los visitantes genera dos tipos de problemas. Por un lado, pone en riesgo la integridad del yacimiento paleontológico y, por otro, genera erosión en la senda autoguiada. Por lo tanto, sobre la base de la cuantificación de dicha presión, deben planificarse medidas tendientes a la regulación del uso público.

En otro orden de cosas, se debe ejercer un efectivo control sobre el ganado equino orejano.

Cabe recordar aquí la famosa erupción del volcán Hudson, ocurrida entre agosto y octubre de 1991. A pesar de que, en un primer momento, fue considerada como una “catástrofe”, no afectó a la flora ni a la fauna del Bosque Petrificado.

A cinco meses del evento se realizó un estudio (9), del cual no surgieron evidencias de grandes cambios en la composición faunística del lugar, ni una gran mortandad vegetal. En los sitios al reparo de los vientos aún se acumulaba ceniza, que cubría las plantas. Éstas, para sobrevivir, generaron interesantes reacciones fisiológicas, especialmente en sus órganos fotosintetizadores, a fin de evitar el sombreado de la capa de cenizas.

No se evidenciaron entonces demasiados efectos nocivos en la biota por el contacto directo con la ceniza, a pesar de que varias fuentes dijeron haber presenciado la muerte de algunos individuos en los momentos de mayor intensidad de las tormentas de viento, como es el caso de aves con signos de lesiones oculares. El guanaco, algunas especies de aves y la ranita de Patagonia (Pleurodema bufonina) se reprodujeron en esa temporada. La ausencia de observaciones de la martineta común (Eudromia elegans) sería un caso en que la deposición y sucesivas tormentas de cenizas afectaron a una población habitual de la región.

La disponibilidad de refugios gracias a los desniveles, y la adaptación de flora y fauna a las rigurosas condiciones patagónicas pueden explicar su supervivencia. En conclusión, este disturbio resultó, para la vida silvestre, sólo un “desastre”, pues fue tolerado por las poblaciones afectadas.

Bibliografía

(1) Chebez, J. C., Rey N., Barbaskas, M. y Di Giacomo, A G.; Las aves de los Parques Nacionales de la Argentina, L.O.L.A. ed., Buenos Aires, 1998.

(2) Secretaría de Turismo de la Nación; Mi país, la Argentina, Cases i Associats S.A., 1995.

(3) Heinonen Fortabat, S. y Chebez, J.C.; Los mamíferos de los Parques Nacionales de la Argentina, L.O.L.A. ed., Buenos Aires, 1997.

(4) Erize, F., Canevari, M., Canevari P., Certa, G. y Rumboll. M.; Los Parques Nacionales de la Argentina y otras de sus áreas naturales, Madrid, 1981.

(5) Chebez, J. C.; Los que se van, Editorial Albatros, Buenos Aires, 1994.

(6) Correa Luna, H.; La conservación de la naturaleza: Parques Nacionales Argentinos. Servicio Nacional de Parques Nacionales, Buenos Aires, 1977.

(7) Cinti, R.R.; El bosque de piedra, Revista Vida Silvestre, Julio-Agosto de 1997, Buenos Aires.

(8) Heinonen Fortabat, S. y Haene, Eduardo; Primeros aportes al conocimiento de los micromamíferos del Monumento Nacional Bosques Petrificados (Provincia de Santa Cruz, Argentina) con algunos comentarios biogeográficos, Nótulas faunísticas 58, Ctes., 1994

(9) Haene, E. y Heinonen, S.; Observaciones y comentarios sobre el efecto de las cenizas del Volcán Hudson en el Monumento Natural de los Bosques Petrificados (Provincia de Santa Cruz, Argentina), Inf. inéd., Administración de Parques Nacionales, 1992.

NR: El nombre del área protegida está equivocado en las notas bibliográficas (8) y (9), pero se lo ha respetado para no entorpecer la búsqueda. Dicho nombre, como se expresó, es Monumento Natural del Bosque Petrificado.

Investigación y Textos: Lorena Padula
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez

 


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