PARQUE
NACIONAL BARITÚ
Nombre
del área
Baritú.
El topónimo deriva
de las voces quechuas
“huario”,
que significa población,
y “tu” (diminutivo).
Así, Baritú
significa “población
pequeña”
(6).
Categoría
Parque
Nacional
Ubicación
El
Parque está ubicado
al noroeste de la provincia
de Salta, en el departamento
fronterizo de Santa
Victoria, a 22°
35´ de latitud
sur y 64° 40´
de longitud oeste, en
el límite con
Bolivia. Es el único
parque tropical de la
Argentina (por la influencia
del Trópico de
Capricornio), y la más
septentrional de las
áreas protegidas
nacionales que resguardan
las selvas de montaña.
Superficie
72.229
hectáreas
Fecha
e instrumento legal
de creación
El
Parque fue creado el
27 de marzo de 1974,
por ley nacional N°
20.656, que fija sus
límites y le
otorga una superficie
de 72.439 hectáreas.
En 1978 se sanciona
la ley nacional N°
21.860, por la cual
se desafectan del Parque
doscientas hectáreas
y se las retorna al
estado provincial.
Clima
Es
tropical serrano, con
temperaturas medias
de 20° C en invierno
y de 30° C en verano.
Las lluvias anuales
suelen superar los 2000
mm, y se concentran
en la estación
estival. Durante los meses invernales son habituales
las nevadas en la parte
más elevada de
las serranías.
La humedad relativa
promedio oscila entre
el 65% y el 90%.
Relieve
El
Parque se encuentra
limitado por cordones
montañosos de
más de 2000 metros,
como el Cerro de las
Pavas y el Cerro Negro.
Por
su ubicación
en la alta cuenca del
río Bermejo,
en el tramo medio de
la pendiente montañosa
andina, que disminuye
de oeste a este desde
los 4500 metros a los
500 metros, la región
tiene un relieve joven,
abrupto y muy quebrado,
que está siendo
objeto de una intensa
erosión geológica
(11).
Hidrografía
Numerosos
cursos de agua surcan
Baritú, que está
situado en una rica
cuenca hidrográfica.
Las
cadenas serranas son
interrumpidas por bolsones
longitudinales y valles
sinclinales, por cuyo
fondo los ríos
y arroyos de la región
buscan una salida hacia
el oeste, donde vuelcan
sus aguas al Bermejo,
que forma el límite
del parque en un breve
tramo al noreste. Los
integrantes más
caudalosos de esta cuenca
son los ríos
Lipeo, Porongal, Pescado
y, desde luego, el Bermejo,
además de los
arroyos Baritú,
San Martín o
Porongalito, y
Santelmita o
Guandalcay.
Flora
Baritú
protege un importante
sector de la imponente
selva de Yungas, y es
el refugio donde se
la puede admirar en
su estado más
prístino, ya
que por su ubicación,
de difícil acceso,
ha permanecido en el
pasado (y permanece
hoy, por ser un área
protegida), casi completamente
a salvo de las actividades
humanas.
La diversidad
y la complejidad de
la flora aumentan hacia
el este, acompañando
el incremento de la
temperatura y de la
humedad (11).
Según
Cabrera (4), dentro
de la Provincia de la
Yunga pueden distinguirse
tres distritos: la selva
de transición,
la selva montana y los
bosques montanos. En
el Parque Nacional Baritú
predomina la selva montana,
en la que se destacan
helechos arborescentes
como Nephelea incana
y una singular epífita,
la maroma (Ficus
maroma), que crece
velozmente rodeando
con su tronco al árbol
que le da soporte y
con frecuencia lo mata,
por lo cual se lo llama
"el árbol
asesino". Otra
especie de esta selva
que merece mención
es el cedro salteño
(Cedrela balansae), que aquí alcanza tamaños imponentes y cuya madera es
valiosísima.
La
vegetación de
la selva montana en
Baritú adquiere
diferentes características
según el nivel
altitudinal en el que
se encuentre.
Por ejemplo,
a los 650 metros snm,
en el Angosto del Río
Pescado, se destaca
la abundante presencia
de maroma (Ficus
maroma) y de Heliconia subulata.
Mientras tanto,
en las laderas sudeste
de la Sierra de las
Pavas, a 900 msnm, presenta
un estrato arbóreo
con predominio de lauráceas,
donde la maroma sólo
se observa en forma
aislada.
Por otro lado,
en la naciente del Arroyo
Santelmita, a 920 msnm, el laurel (Cinnamomun porphyrium)
es la especie dominante
del estrato superior,
acompañada por
otras especies menos
abundantes, como el
palo barroso (Blephalocaryx
salicifolius), el
cedro (Cedrela lilloi),
el mato (Myrcianthes
mato) y Cupania
vernalis, característico
de las márgenes
de los arroyos.
En
la naciente de otro
de los arroyos del Parque,
el Santa Rosa, en la
Sierra Porongal, a 950
msnm, el estrato arbóreo
está dominado
por el cedro (Cedrela
lilloi) y el nogal
(Juglans australis),
junto con otras especies
menos abundantes como
el tabaquillo (Croton
piluliferum), el
pacay (Inga semialata)
y el dominguillo (Trichilia
claussenii).
En
la región norte
del Parque, al oeste
del arroyo Santelmito,
a 1050 metros snm, la
selva montana se expresa
con un predominio de
mirtáceas y ejemplares
aislados de cedro. En
el sotobosque se observan
especies tales como
Piper tucumanum,
matico (Piper hieronymi)
y chal-chal (Allophylus
edulis), entre otras.
Donde
la altura alcanza
los 1200 msnm, la selva
presenta un estrato
arbóreo con predominio
de mirtáceas,
y es aquí donde
el sotobosque sorprende
con helechos arborescentes
(Nephelea incana).
A
más de 1200 metros,
en el cerro Chaguar,
en el estrato arbóreo
de la selva predomina
el San Antonio (Myrsine
coriacea) y en el
arbustivo encontramos
mora (Rubus imperialis)
y caña brava
(Chusquea lorentziana).
Cabe mencionar la presencia
de payo (Tillandsia
australis), tanto
terrestre como epífito.
En
determinados lugares
húmedos, y generalmente
por sobre los 800 metros,
se desarrollan bosquecitos
de mirtáceas
con palo barroso (Blepharocalyx
salifolins), mato
(Eugenia pungens)
y güili (Pseudocaryophyllus
güili), entre
otras especies.
La
selva de transición
también está
representada en el Parque,
aunque marginalmente,
por
bosques de tipa
(Tipuana tipu),
pacará (Enterolobium
contortisiliuum)
y cebil colorado (Anadenanthera
macrocarpa), acompañados
de tarcos (Jacaranda
mimosifolia) y cochuchos
(Fagara coco).
En
el ecotono (zona de
transición) entre
la selva montana y la
selva pedemontana predominan
especies como la tipa
(Tipuana tipu),
el lapacho rosado (Tabebuia
sp.) y Casearia
sylvestris. Sobre
las márgenes
de los ríos aparecen
chilcas (Baccharis
sp.) y sauces (Salix
humboldtiana).
En
las regiones de transición
entre la selva montana
y el bosque montano,
encontramos bosques
de mirtáceas
con sotobosque de caña
brava (Chusquea lorentziana)
y ejemplares aislados
de aliso (Alnus acuminata) y pino del cerro (Podocarpus parlatorei). Esto
ocurre, por ejemplo,
a 1500 metros de altura,
en el Angosto del Río
Baritú (10).
No
existen en este Parque
los bosquecillos de
queñoa ni los
pastizales de altura,
que forman parte del
tercer distrito mencionado,
el de los bosques montanos.
Es
interesante destacar
que, en Baritú,
los estratos de la vegetación
de las Yungas se disponen
de una forma que recuerda
más a un mosaico
que al escalonamiento
que describe la teoría.
En
las riberas de ríos
y arroyos encontramos
pequeños arbolitos
como la tusca (Acacia
aroma) y el pájaro
bobo (Tessaria integrifolia),
acompañados por
arbustos como la trementina.
Fauna
Por
su estado de conservación
y su estratégica
ubicación en
las Yungas argentinas,
este sitio ha atraído
la atención de
numerosos científicos,
aunque su exploración
se ve complicada por
dificultades de acceso,
limitándose los
muestreos a las vecindades
de la Sierra de las
Pavas en el Angosto
del Río Pescado
(8).
Con
respecto a los mamíferos,
el estudio más
reciente (10) revela
la presencia comprobada
de 63 especies nativas.
Este dato posiciona
al Parque Nacional Baritú
en el cuarto lugar,
en cuanto a riqueza
de especies, con respecto
a todos los parques
nacionales de la Argentina.
Del total de
las especies que habitan
el Parque, cuatro encuentran
refugio sólo
en Baritú: el
murciélago escarchado
(Lasiurus cinereus),
el moloso coludo chico
(Nyctinomops macrotis),
el colilargo yungueño
grande (Oryzomys
legatus) y el coendú
espinas blancas (Coendú
prehensilis).
Este
Parque protege poblaciones
de ocho especies de
mamíferos que
están en peligro
de extinción:
el oso hormiguero (Myrmecophaga
tridactyla), el
mono caí (Cebus
apella), el lobito
de río (Lontra
longicaudis), el
gato margay (Leopardus
wiedii), el ocelote
(Leopardus pardalis),
el gato moro (Herpailurus
yagouarondi), el
yaguareté (Panthera
onça) y el
tapir (Tapirus terrestris).
El
Parque Nacional Baritú
es uno de los cuatro
parques nacionales de
la Argentina que preservan
la selva de Yungas (los
otros tres son el Parque
Nacional Calilegua,
el Parque Nacional El
Rey y el Parque Nacional
Campo de los Alisos). Algunas de las especies que encontramos
exclusivamente en estos
parques son la comadrejita
yungueña (Thylamys
venustus), el falso
vampiro oscuro (Sturnina
erythromos) y algunos
roedores, como el ratón
variado serrano (Akodon
simulator), el ratón
plomizo (Akodon spegazzini)
y el colilargo yungueño
chico (Oligoryzomys
sp.).
Uno
de los mamíferos
más llamativos
es el puma (Puma
concolor), cuya
distribución
no se restringe a las
Yungas, sino que es
muy amplia y llega hasta
la Patagonia argentina. Es uno de los carnívoros más
grandes y fuertes y,
si bien es difícil
de avistar, se pueden
encontrar sus huellas
en los caminos.
Otros
mamíferos de
menor envergadura y
que no tienen problemas
de conservación
son los hurones. El
hurón mayor (Eira
barbara) habita
la franja altitudinal
media de la selva, entre
los 650 y los 950 metros
de altura, mientras
que el rango de acción
del hurón menor
(Galictis cuja)
es más amplio
(10).
Entre
los roedores más
pintorescos encontramos
a la ardilla roja (Sciurus
ignitus), escurridiza
y pequeña, y
por lo tanto difícil
de capturar con la vista,
que es el emblema del
Parque Nacional.
En
las márgenes
de los arroyos, encuentra
refugio y alimento el
roedor más grande
de América del
Sur, el carpincho (Hydrochaeris
hydrochaeris), que
posee una curiosa adaptación
al medio acuático:
sus orejas, ojos y narinas
están alineados,
lo cual le permite nadar
sin contener la respiración
y mantener alerta sus
sentidos tanto como
lo desee, antes de zambullirse,
o no.
Por
último, cabe
mencionar a la única
especie de conejo nativa,
el tapetí (Sylvilagus
brasiliensis), que
habita el Parque Nacional
Baritú con una
amplia distribución.
En
este Parque encontramos
también una infinidad
de hermosas aves, mejor
dispuestas que los mamíferos
a ser vistas y oídas
por los visitantes.
Según los últimos
registros (9), la cantidad
de especies de aves
presentes asciende a
255, más otras
5 especies dudosas. Este dato coloca a Baritú en octava
posición en cuanto
a riqueza de especies
dentro de los parques
nacionales de la Argentina.
De las más de
doscientas especies,
existen pruebas de que
nidifican en el Parque
sólo 21. Esta
cifra podrá verse
incrementada en el futuro
con más investigaciones,
dado el alto nivel de
conservación
de los ecosistemas que
presenta el Parque.
Por otro lado, si bien
puede parecer una proporción
pequeña del total,
el dato es alentador
por cuanto significa
una garantía
de que esas especies
encuentran las condiciones
ideales para su reproducción,
con lo cual el área
protegida cumple una
de sus misiones más
trascendentes.
En
Baritú habitaba
una especie que ya se
ha extinguido, el ganso
de monte (Neochen
jubata).
Las
especies en peligro
de extinción
que alberga el Parque
son: el águila
solitaria (Harpyhaliaetus
solitarius), el
águila viuda
(Spizastur melanoleucus),
el halcón peregrino
(Falco peregrinus),
la pava de monte alisera
(Penelope dabbenei),
el mirlo de agua (Cinclus
schulzi) y el guacamayo
verde (Ara militaris).
Este último,
por otro lado, es una
de las especies amparadas
exclusivamente por el
Parque Nacional Baritú.
Otras
especies en la misma
condición que
el guacamayo verde son
el colibrí mediano
(Colibri serrirostris),
el espartillero serrano
(Asthemes sclateri),
el titirí goteado
(Margarornis squamiger),
la mosqueta rabadilla
ocrácea (Phyllomias
uropygialis), el
benteveo de barbijo
(Myiodynastes chrysocephalus),
la calandria castaña
(Mimus dorsalis)
y el arañero
garganta gris (Myioborus
minitaus).
Entre
las aves de mayor envergadura
encontramos al cóndor
(Vultur gryphus),
ave carroñera que nidifica en los refugios más
recónditos a
alturas superiores a
los 2000 m snm. También cabe mencionar a los jotes
de cabeza negra (Coragyps
atratus) y de cabeza
colorada (Cathartes
aura).
Entre
las aves más
pequeñas, en
cambio, están
en Baritú el
picaflor zafiro (Thalurania
furcata), que sólo
encuentra amparo en
tres parques del país
(Baritú, Calilegua
e Iguazú), y
el colibrí grande
(Colibri coruscans),
que habita sólo
en dos parques yungueños
(Baritú y Calilegua).
Otro
habitante característico
del Parque es el yapú
(Psarocolius decumanus),
un boyero de gran tamaño
que construye nidos
colgantes (2).
Muchas
veces se ven bandadas
de loros como el maitaca
(Pionus maximiliani)
y el alisero (Amazona
tucumana), como
así también
otras aves de colorido
plumaje como el tucán
grande (Ramphastos
toco), la urraca
común (Cyanocorax
chrysops), el halcón
tijereta (Elanoides
forficatus), patos,
garzas y pavas de monte,
entre otros.
Los
habitantes
mayoritarios
de las aguas en Baritú
son los dorados, los
sábalos, las
bogas, los bagres, las
viejas de río
y mojarras de diversos
géneros.
La
variedad de reptiles
también es rica,
considerando las víboras,
culebras, iguanas y
lagartijas que recorren
los ambientes más
húmedos del Parque.
Entre los anfibios
podemos mencionar a
las ranas marsupiales,
y entre ellas a las
de pintas doradas, que
habitan en las sierras.
Son del género
Gastrotheca chrysosticta
y tienen ese curioso
nombre por presentar
en su dorso un pliegue
que recuerda al marsupio,
donde llevan sus huevos
hasta que éstos
maduran.
Alternativas
turísticas
Las
recorridas turísticas
por el Parque Nacional
Baritú están
reservadas a quienes
posean un gran espíritu
de aventura y un buen
estado físico.
De por sí, el
solo hecho de acceder
al área protegida
implica un desafío
(ver Cómo
llegar). Los medios
de traslado, una vez
dentro del Parque, son,
cuanto menos, incómodos:
a pie o a lomo de mula. La recompensa a tanto esfuerzo es la contemplación de la naturaleza
en su estado más
puro. Sólo para
valientes (2).
Cómo
llegar
Aislado
desde el punto de vista
vial del resto del país,
el Parque Nacional Baritú
no es un objetivo fácil.
Para llegar hay
que preparar una expedición
con gente que conozca
la región y elegir
el invierno o la primavera,
porque en verano el
acceso se torna imposible
debido al gran caudal
de los ríos y
arroyos que surcan el
Parque. Además,
la fauna silvestre se
moviliza en el verano
con las grandes lluvias
y el sol penetrante,
al mismo tiempo que
crecen las poblaciones
de insectos.
Hay cuatro posibilidades
de acceso:
2) Llegar
hasta el río
Lipeo y, desde allí,
a Baritú, en
un recorrido total de
464 kilómetros.
3) Llegar
hasta Angosto del Pescado,
donde se remonta el
río en un tramo
de 8 kilómetros
hasta la confluencia
de los ríos Porongal
y Pescado, ya adentro
del Parque. Esta opción
tiene una extensión
de 360 kilómetros.
4) Se
puede ir desde Salta
hasta Orán, llegar
al río Blanco
y desde allí
cruzar los ríos
Piedras, Astilleros,
Iruya, Alisar y llegar
al río Porongal,
donde se cruza la sierra
del Angosto del Porongal
y se entra a la selva. Esta alternativa abarca un recorrido de
380 kilómetros
(2).
Problemas
de conservación
El
Parque Nacional Baritú
es uno de los pocos
que conserva su naturaleza
casi intacta. No existe asentamiento humano alguno en
las cabeceras de la
cuenca. Tampoco se ha
construído infraestructura
vial, energética
o de telecomunicaciones. Por estos motivos, Baritú sufre menos que otros parques
nacionales las consecuencias
de las actividades productivas
principales de la región,
que en este caso son
la ganadería
y la agricultura de
subsistencia, además
de la tala selectiva
del bosque (principalmente
de cedro), que se realiza
en menor escala que
en el pasado. También se pesca y se caza furtivamente.
Los
escasos asentamientos
humanos dentro del Parque
se ubican en el sector
noroeste. Los datos no son recientes (censo del
año 1989), pero
pueden servir a modo
indicativo: se contabilizaron
21 familias pobladoras
del Parque, cuyas condiciones
de vida son muy precarias.
Estas familias no sólo
desarrollan sus actividades
cotidianas dentro del
área protegida,
sino que permanecen
en ella durante el invierno
y la primavera; en verano,
aparentemente salen,
llevando su ganado a
pastorear en sitios
más altos para
evitar las lluvias estivales
y la gran profusión
de insectos.
Reconocer
como pobladores del
Parque a las personas
que lo habitaban antes
de su creación
es un paso previo imprescindible
para la formulación
de un Plan de Manejo
con una adecuada zonificación,
que hasta hoy no se
realizó.
Baritú
ejemplifica, como quizás
ninguna otra área
protegida de la región,
el conflicto de intereses
entre un modelo de conservación
tradicional que no involucra
a la gente y los pobladores
que desean continuar
con su modo de vida.
El buscar las
formas de compatibilizar
estos puntos de vista
es responsabilidad de
los administradores
de las áreas
reservadas. La Administración
de Parques Nacionales
ha dado un salto cualitativo
importante al instalar
un guardaparque de escuela
permanente en el área.
Es de esperar ahora
que esta presencia se
consolide a través
del trabajo con las
comunidades locales,
puesto que la gente
no debe ser vista sólo
como fuente de prácticas
nocivas para el ambiente
del Parque, sino también
como aportante a la
conservación
de la biodiversidad,
al mantenimiento del
paisaje, a la conservación
de variedades de cultivos
prácticamente
desaparecidos en otras
áreas y al conocimiento
de los recursos naturales
de la región
(11).
Bibliografía
1.
Burkart,
R., Del V. Ruiz, L.,
Daniele, Natenzon C.,
C., Ardura, F., Balabusic,
A. y Cichero, P.; El
Sistema Nacional de
Áreas Naturales
Protegidas de la Argentina
– Diagnóstico
de su patrimonio natural
y su desarrollo institucional, Administración de Parques Nacionales,
Buenos Aires, 1994.
2.
Oficina
de Informes de la Administración
de Parques Nacionales,
Secretaría de
Turismo, Presidencia
de la Nación.
3.
Redford K. H. & Eisenberg, J. F.; Mammals of the Neotropics, The Southern Cone, Volume
2: Chile, Argentina,
Uruguay, Paraguay, The University of Chicago Press, 1992.
4.
Cabrera,
A.L.; Regiones Fitogeográficas
Argentinas, Enciclopedia
Argentina de Agricultura
y Jardinería,
2(1):1-307. 1976.
5.
Chebez,
J.C.; Los que se
van: especies argentinas
en peligro, Editorial
Albatros, Buenos Aires,
1994.
6.
Casa
de la Provincia de Salta
en Buenos Aires, Departamento
de Cultura.
7.
Chalukian,
S. C. y Malmierca, L.
M.; Relevamiento
Florístico del
Parque Nacional El Rey,
Provincia de Salta,
Argentina. Sin fecha.
8.
Heinonen
Fortabat S. y Chebez,
J.C.; Los mamíferos
de los parques nacionales
de la Argentina,
Editorial L.O.L.A.,
Buenos Aires, 1997.
9.
Chebez
J.C, Rey, N. R., Barbaskas,
M. y Di Giacomo, A.
G.; Las aves de los
parques nacionales de
la Argentina, Editorial
L.O.L.A., Buenos Aires,
1998.
10.
Gil,
G. y Heinonen Fortabat,
S.; Lista comentada
de los mamíferos
del Parque Nacional
Baritú (Salta,
Argentina), Acta
Zoológica Lilloana
47 (1) : 95 –
113. 2003.
11.
Natenzon
C.; Gestión
de Áreas Naturales
Protegidas. El Parque
Nacional Baritú,
Yungas, Gacetilla Informativa
sobre las Selvas de
Montaña, N°
1, 1996.
Investigación
y Textos: Maria del
Mar Beaumont Fantozzi
Supervisión
Técnica Honoraria:
Juan Carlos Chebez