Lanín

Parque y Reserva Nacional - Neuquén
 

Galería de Fotos
Fotografías: Michel H. Thibaud

PARQUE NACIONAL LANÍN

NOMBRE DEL ÁREA

LANÍN

 

CATEGORÍA

Parque Nacional Lanín,  Reserva Nacional Lanín-Zona Lácar, Reserva Nacional Lanín-Zona Rucachoroi y Reserva Nacional Lanín-Zona Malleo (6).

 

UBICACIÓN

El Parque Nacional Lanín se sitúa en el sudoeste de la provincia de Neuquén, entre los 39° 7', 40° 40' Sur, y los 71° 42', 71° 12' Oeste (1). Al oeste limita con Chile, siguiendo la línea de las altas cumbres que coincide con la divisoria de aguas. Al sur limita con el Parque Nacional Nahuel Huapi, y el límite norte está dado por la costa del Lago Ñorquinco, wl río Pulmarí y costa norte del lago Pilhue.

 

SUPERFICIE

379.000 ha. de las cuales 194.600 corresponden al PN y 184.400 a la Reserva Nacional (1)

 

FECHA E INSTRUMENTO LEGAL DE CREACION

El área fue declarada Reserva Nacional el 11 de mayo de 1937 mediante el Decreto N° 105.433. En 1945, el Decreto-Ley N° 9.504 le otorga categoría de Parque Nacional. Las tres Zonas de Reserva Nacional en que se divide el área fueron creadas por la Ley 19.292 (6)

 

RELIEVE

Por su localización dentro del contexto geológico de la Cordillera de los Andes, el relieve del Parque es típicamente montañoso. Las pendientes son pronunciadas, y las alturas promedio oscilan entre los 900 y 1900 msnm (1). El volcán Lanín, situado sobre la frontera con Chile, es una de las mayores atracciones. Es la montaña de mayor altura (3776 m) y en la cumbre muestra un casquete de hielo y nieve permanentes (4). Posiblemente, la palabra Lanín, derive del vocablo araucano Lanlil, que significa "roca muerta" . Para los indígenas, era la morada de un espíritu del mal (4).

En el paisaje predominan las geoformas de origen glaciario, sobre todo las de tipo erosivo, como cuencas lacustres y valles en U (1). También se encuentran rastros de acción volcánica, como coladas basálticas del Lanín, el escorial del Achen Niyen y las aguas termales de Lahuen-Có y del Lago Queñi (1). Las geoformas erosivas de origen glaciario predominan en los sectores norte y centro del Parque.  En la cuenca del lago Tromen se evidencian fenómenos glaciarios de erosión y sedimentación.  En los alrededores del lago Huechulafquen se observan morenas laterales, formaciones en el relieve originadas por el depósito de materiales líticos arrastrados por los glaciares.  Al oeste del Lago Currhué se encuentra el volcán Huanquihue (o “lugar que ladra”, en lengua mapuche), que evidencia su actividad volcánica más reciente en el Escorial (1).

 

CLIMA

El clima que caracteriza al área es frío húmedo, típico de la Cordillera Patagónica (3). En invierno, se registran temperaturas medias de 4°C, mientras que en verano, llegan a los 20°C (3). Las precipitaciones se producen mayormente durante el invierno (1), época en la cual predominan los vientos húmedos que soplan desde el Pacífico Sur. La orografía de la región es, en gran medida, responsable de la abundante cantidad de lluvia que reciben las áreas adyacentes a las montañas. Los vientos, cargados de humedad, que se desplazan de oeste a este, son interceptados por las grandes elevaciones de la Cordillera de los Andes.  El efecto que se produce como resultado, es la condensación de la humedad y la consecuente descarga de importantes lluvias a ambos lados de la Cordillera.  Gracias a este fenómeno, se desarrollan sobre las laderas y los valles, frondosos bosques húmedos, característicos de la Patagonia Andina, conocidos con el nombre de “bosques subantárticos” o “bosques andinopatagónicos”.  Hacia el este, las lluvias disminuyen bruscamente, dando paso a un ambiente de transición o ecotono hasta llegar a la estepa.  El ambiente ecotonal está escasamente representado dentro del Parque Nacional Lanín, mientras que la estepa ha quedado totalmente excluida (1).

Las precipitaciones promedio son de alrededor de 1800 mm anuales (3).  Sin embargo, el aporte de lluvias es muy variable si se comparan las áreas este y oeste del Parque. En el este, se registran unos 1400 mm anuales (1), mientras que en ciertas zonas cordilleranas la cifra puede superar los 4000 mm anuales (3). Entre mayo y octubre se producen frecuentes nevadas (3).

Cabe aclarar que, en la zona altoandina, sobre los 1600 metros de altura, las condiciones climáticas son marcadamente más rigurosas. Reina un clima frío y seco, con precipitaciones predominantemente en forma de nieve y temperaturas medias muy bajas, menores a 8°C  (5).  

 

HIDROGRAFIA

El área protegida cuenta con numerosos cuerpos de agua entre los que se encuentran abundantes lagos de origen glaciario, de diferentes dimensiones. La mayoría de ellos se extienden de oeste a este (4) e integran la cuenca del río Alluminé-Colloncurá, de vertiente atlántica, excepto la cuenca del lago Lácar, que desagua en el Pacífico (1).  Se encuentran a una altura que ronda los 1000 msnm, y sus aguas presentan atractivos colores azul-verdosos o azules intensos (7). 

El Lago Huechulafquen, situado en la zona central del Parque, es el de mayor superficie. Presenta dos brazos que nacen en la margen occidental: el Paimún (brazo norte) y el Epulafquen (brazo sur).  Hacia el sur, y en orden de aparición, se suceden los lagos Currhué, Lolog, Lácar y los lagos Hermoso y Meliquina; este último, sobre la frontera del Parque (4). Hacia el norte, se localizan, entre otros, los lagos Tromen, Quillén, Rucachoroi y Ñorquinco; estos dos últimos, sobre la frontera norte del Parque (4).

El Lago Lácar es el segundo en tamaño, después del Huechulafquen. Sobre su extremo este se levanta la ciudad de San Martín de los Andes. Otras localidades situadas sobre las márgenes de este lago son Hua-Hum (sobre el extremo oeste) y Quila-Quina (sobre la margen sur) (4).

 

FLORA

El Parque Nacional Lanín protege muestras de dos provincias fitogeográficas (según la definición de Cabrera, (1971) (5)): la Altoandina (Distrito Austral), y la Subantártica, (distritos del Pehuén (integrado por las zonas donde se desarrolla el bosque de araucaria), del Bosque Caducifolio (sector oriental del bosque, que responde a condiciones algo más secas) y Valdiviano (una superficie bastante restringida dentro del Parque, adyacente a la frontera con Chile, donde se registran las condiciones más húmedas, con lluvias que superan los 4000 mm anuales) (5), cada uno de ellos con sus asociaciones vegetales características.

La provincia Altoandina conforma islas en las zonas de alta montaña, sobre los 1600 metros de altura. La zona presenta suelos inmaduros y rocosos, dominada por un clima frío y seco, dado que las precipitaciones ocurren mayormente en forma de nieve y las temperaturas medias son muy bajas, menores a los 8°C (5). Todas estas condiciones, determinadas por la altura, restringen el desarrollo de la vegetación. Se forman estepas de gramíneas y vegas (praderas que se originan donde hay acumulaciones de agua), pero además pueden hallarse algunos componentes de la vegetación que se desarrolla a menor altura (5).

Por debajo de los 1600/1700 metros aparece el bosque subantártico. La provincia subantártica se extiende como una faja angosta a lo largo de la Cordillera, desde Neuquén hasta Tierra del Fuego. El clima reinante en esta zona es templado-frío y húmedo, con nevadas durante el invierno (5). Las precipitaciones pluviales, que son muy abundantes, disminuyen de oeste a este. La zona occidental es la más húmeda, cuyos lugares más favorecidos llegan a recibir más de 4000 mm anuales de lluvias. Hacia el este, como se dijo,  el aporte de humedad disminuye bruscamente, de manera que en la zona oriental del Parque las lluvias alcanzan un promedio de 1400 mm por año (1, 5).

Las condiciones climáticas, altamente variables en las diferentes direcciones, determinan la distribución de los tipos de vegetación y la dominancia de las especies vegetales. Los bosques se extienden según la temperatura en sentido altitudinal y latitudinal (de norte a sur), y en respuesta a la disponibilidad de humedad en sentido longitudinal (de oeste a este) (1).

Los incendios, bastante comunes en estos bosques, ocasionan la pérdida de cobertura vegetal sobre los terrenos afectados, que posteriormente van siendo recuperados por la vegetación. Las especies denominadas “pioneras” son las primeras en colonizar los parches incendiados, donde luego, a través de un proceso de sucesión, se establecen las especies de desarrollo más tardío. Así, con el correr de las décadas, se regenera la estructura del bosque con todos sus estratos.

En estos bosques tienen un importante predominio las especies del género Nothofagus, de la familia Fagaceae, exclusivo del hemisferio sur, muy bien representado en la cordillera patagónica.

El pehuén o araucaria (Araucaria araucana), forma bosques entre los 800 y 2000 metros de altura, en asociación con la lenga (Nothofagus pumilio) hasta los 1800 metros y sobrepasándola luego en su distribución altitudinal.  Se lo suele encontrar a lo largo del curso de ríos y trepando las laderas de las montañas (7). El pehuén es una conífera de hojas coriáceas, que llega a alcanzar los 45 metros de altura y produce semillas comestibles que eran aprovechadas como recurso por los indígenas que habitaban la región (5). Crece lentamente y desarrolla una corteza gruesa que le permite resistir los frecuentes incendios que ocurren en la zona (4). Resulta interesante aclarar que estos bosques de pehuén son los únicos protegidos por un Parque Nacional, y dada la restringida distribución de este árbol en el país, la especie es considerada de valor especial (1).

La asociación lenga-pehuén es frecuente en la cuenca del lago Quillén, la cual presenta una de las masas boscosas más densas dentro del Parque (7). La lenga es una especie caducifolia, extensamente distribuida a lo largo de los bosques patagónicos. Muy resistente a las diferencias climáticas que se producen en función de la altitud, la lenga llega hasta los 1800 metros de altura. Sin embargo, aunque entre los 1100 y los 1400 metros toma un verdadero porte de árbol, a partir de los 1400 metros (y más arriba) se torna achaparrada, con forma de arbusto o incluso de planta rastrera (5).

Las laderas de los cerros están tapizadas por bosques de roble pellín (Nothofagus obliqua) cuyos ejemplares han alcanzado un notable desarrollo. El ñire (Nothofagus antarctica), de tronco generalmente retorcido y follaje caduco que se torna rojizo al llegar la estación invernal (5), se encuentra por debajo del roble pellín, en terrenos de menor altura. Dentro de la cuenca del lago Quillén, se desarrollan otras especies como el chilco (Fuchsia magellanica) con sus características flores péndulas de sépalos rojos y pétalos violeta. También conforman estos bosques  ejemplares de coihues (Nothofagus dombeyi), árbol de follaje perenne, que llega a alcanzar unos 45 metros de altura, con troncos de 3 metros de diámetro.  El coihue y el roble pellín son comunes en la margen norte de este lago, en la desembocadura del arroyo Hui-hui. Formando parte del sotobosque se encuentra la caña coligüe (Chusquea culeou), y donde crece en abundancia ya no se observa el desarrollo de renovales de las especies arboreas.  El raulí (Nothofagus nervosa) constituye un hermoso bosque sobre la margen occidental del lago Quillén.  Esta especie, junto con el roble pellín, ambas de follaje caduco, tienden a encontrarse asociados, y tienen un valor especial de conservación, ya que su distribución dentro del país es muy restringida. No existen otros bosques de raulí o roble pellín representados dentro de otra área protegida (1), tal como sucede con los bosques de pehuén.  El raulí posee una corteza rugosa y resquebrajada longitudinalmente, mientras que la del roble pellín está formada por pequeñas placas (7).

También se encuentran pehuenes en parte de la cuenca del lago Rucachoroi y en la zona del lago Ñorquinco, donde crece favorablemente sobre la roca basáltica.  Allí también es posible encontrar roble pellín (7).

En los alrededores de los lagos mencionados hasta ahora, se desarrolla además una gran variedad de otras especies leñosas como la parrilla (Ribes magellanicum); el chacay (Chacaya trinervis); el pañil (Buddleja golbosa); el siete camisas (Escallonia rubra); el ciprés de la cordillera (Austrocedrus chilensis); el radal (Lomatia hirsuta), árbol mediano y caducifolio, con flores atractivas; el notro o ciruelillo (Embothrium coccineum), arbolito de flores rojas y hojas lanceoladas y el calafate (Berberis sp.) (7), con hermosas flores  amarillas (5). Los frutos que produce el calafate son de color negro o azulado, y se cree que aquella persona que los prueba regresará alguna vez a la Patagonia (4). Entre las herbáceas se encuentran el amancay (Alstroemeria aurantiaca); el coligüe, caña muy común, que conforma una parte importante del sotobosque; Mutisia spinosa, con inflorescencias color lila; Mutisia decurrens, con flores naranja (5) y muchas otras.

Es todavía frecuente en la región del Lago Tromen el pehuén (en este caso, asociado a matorrales de ñire) (7).

En la zona del Currhue, los sectores más bajos del bosque están ocupados por el ñire.  Sobre este, entre los 980 y 1100 metros de altura, se encuentran el coihue, el raulí, y el roble pellín.  Avanzando en altitud, hasta los 1800 metros, predomina la lenga arbórea, que va tomando forma achaparrada al ascender.  Por último, hasta los 1900 metros se observan ejemplares de ñire, ya con una morfología achaparrada.  También hay en esta zona ejemplares de maniú (Saxegothaea conspicua) (7). 

Sobre el extremo oriental del Lago Huechulafquen, se localizan las primeras araucarias, que avanzan en su distribución hacia el norte, alcanzando un importante desarrollo en la zona de los lagos Quillén, Rucachoroi y Ñorquinco. Las especies vegetales que conforman el bosque de la zona del Huechulafquen, son el ñire, la lenga, el coihue, el calafate, la parrilla, el maitén (Maytenus boaria), árbol mediano, de 12 a 18 metros de altura, de copa globosa y follaje llamativo, etc.  Es particular en la margen oriental, la presencia del neneo (Mulinum spinosum), especie característica de la zona ecotonal entre el bosque y la estepa (7).

Hacia el oeste, en la zona de los lagos Paimún y Epulafquen, el bosque se va tornando más tupido (7), favorecido por el aumento en el aporte de lluvias.  La zona del lago Huechulafquen, puede considerarse como una transición entre el pehuén, dominante hacia el norte, y el raulí, el roble pellín y el coihue, que dominan las masas boscosas hacia el sur (7).

Así sucede por ejemplo, en los alrededores del Lago Lolog, donde crecen coihues, ñires, raulíes, lengas y cipreses (7). 

El ciprés predomina en el sector oriental del Lago Lacar, conformando bosques casi puros sobre las laderas norte.  El Lago Queñi, situado hacia el oeste, presenta sus márgenes cubiertas por una gran variedad de especies leñosas que se desarrollan en forma admirable.  Entre ellas pueden mencionarse al coihue, cipreses, especies del género Myrceugenia, guayos (Maytenus magellanica), el fuinque o palmilla (Lomatia ferruginea), el canelo (Drimys winteri) y otras (7).

Donde los bosques son más densos y húmedos, se desarrollan mayor cantidad de estratos y formas de vida.  Así sucede en los bosques Valdivianos, donde el árbol dominante es el coihue.  Es posible encontrar arbustos, hierbas y enredaderas en abundancia, especies parásitas de Nothofagus del género Myzodendron, helechos, líquenes, musgos y hongos (5).

Cabe destacar el valioso papel que desempeñan estos bosques como protectores de la superficie del terreno contra los fenómenos de erosión hídrica.    Dado el alto volumen de lluvias que recibe la zona, y la presencia de pendientes abruptas en la mayor parte de la región, que facilitan el escurrimiento superficial del agua, de producirse una importante pérdida de la cobertura vegetal, avanzaría sobre dicha superficie un indeseable proceso de desertización.  Asimismo, el bosque actúa como hábitat para la preservación de la fauna autóctona,  regulador de régimen y del caudal de ciertos cuerpos de agua y como un inigualable atractivo turístico natural, cuya belleza y composición no se repiten en ninguna otra parte del mundo (7).

 (*) se entiende como Fitogeografía, la rama de las ciencias que estudia la distribución de los vegetales sobre el globo terráqueo y las leyes que determinan esta distribución (5).

 

FAUNA 

Dentro del Parque Nacional Lanín se encuentran 166 especies de vertebrados nativos. El área del lago Filo Hua-Hum es identificada como la de mayor diversidad de especies de vertebrados del Parque (1).

Las aves son las más numerosas, registrándose 102 especies.  Siguen en orden de riqueza específica los mamíferos, con 33 especies, los reptiles con 11 especies, los peces con 10 y los anfibios con 9 (1).

Entre estas especies, varias son consideradas de valor especial, ya sea por encontrarse amenazadas de extinción, por poseer algún grado de endemismo (dentro del Parque  o a nivel regional), por ser la única área protegida en la cual se las encuentra, etc... (1)

Tal es el caso del huillín (Lontra provocax), mamífero carnívoro de la familia Mustelidae, clasificado a nvel nacional como “en peligro” de extinción.  Habita ríos, lagos y lagunas de los bosques subantárticos, desde Neuquén hasta Chubut, de donde extrae su alimento. Este incluye mayormente invertebrados y algunos peces.  El huillín vive siempre asociado a ambientes con abundante vegetación, ya que esto le provee el reparo necesario donde construir sus cuevas o madrigueras.  Tiene el aspecto de una nutria grande, y llega a medir 1 metro de longitud total.  En el Parque Nacional Lanín  subsistirían aún dos poblaciones.  Su captura dentro del país está prohibida desde 1950 (9).

Lo mismo sucede con el huemul (Hippocamelus bisulcus), especie que no presenta registros recientes dentro del Parque (1, 9), aunque esta área protegida se encontraba en el pasado dentro de los límites de su distribución natural.  A nivel nacional se la considera una especie “vulnerable” y está declarada monumento natural nacional, así como monumento natural provincial en Río Negro, Chubut y Santa Cruz. Por lo tanto, su caza se encuentra absolutamente prohibida.  Se trata de un cérvido de aspecto robusto que alterna estacionalmente su hábitat  entre los bosques subantárticos y los semidesiertos de altura.  Los principales factores que vienen provocando la reducción numérica de las poblaciones de huemul son diversos tipos de actividades humanas que directa o indirectamente afectan a la especie.  Entre ellas se puede mencionar la caza furtiva, la reducción de su hábitat por explotación forestal, la competencia por recursos y la transmisión de enfermedades por el ganado doméstico y otras especies exóticas (9).

Un cérvido que aún habita esta área protegida es el pudú (Pudu puda), exclusivo de los bosques Valdivianos y que dentro del Parque Nacional Lanín presenta poblaciones protegidas.  Es un animalito particular, ya que se trata del ciervo más pequeño del mundo.  Habita los bosques donde encuentra los vegetales tiernos que componen su dieta (9).

Entre los felinos, se encuentran especies como el gato huiña, el gato montés y el puma.  El gato huiña (Oncifelis guigna) es una especie rara, endémica de los bosques andinopatagónicos (1).  El gato montés (Oncifelis geoffroyi) y el puma (Puma concolor) por el contrario, son dos especies cuya distribución en el país sería naturalmente muy amplia, abarcando numerosas provincias.  Sin embargo, en el caso del puma, la persecución humana provoca la constante reducción en el tamaño de sus poblaciones, y la especie ya ha desaparecido de ciertas zonas donde solía habitar (9).  Este felino, el más grande de la región, es el predador por excelencia, alimentándose mayormente de pequeños y medianos mamíferos (entre los que figuran roedores, zorros y pudúes) y de aves.

Entre los roedores se encuentran las ratas de los pinares (Aconaemys porteri y A. sagei), ambas especies amenazadas de extinción y a su vez endémicas dentro del Parque. El tuco tuco de Maule (Ctenomys maulinus) es otro de los roedores que habitan el Parque Nacional, y tiene el valor particular de no presentar registros en ningún otro Parque (1).

Otros mamíferos presentes son los hurones (Lyncodon patagonicus y Galictis cuja), guanacos (Lama guanicoe), zorros (Dusicyon griseus y D. culpaeus), vizcachas serranas (Lagidium viscacia), coipos (Myocastor coypus) y muchos otros roedores (1).

Las especies de aves que se hallan dentro del Parque constituyen una buena representación de la avifauna que habita los bosques andino-patagonicos.  Entre las aves acuáticas se encuentra el pato de los torrentes (Merganetta armata) (1), especie “rara” a nivel nacional.  Existen 3 especies endémicas de la región: el carpintero negro (Campephilus magellanicus), la paloma araucana (Columba araucana), especie que se encuentra recuperando de un grave retroceso numérico causado por la transmisión de una enfermedad infecciosa de las aves domésticas (9), y el churrín grande (Eugralla paradoxa) (1), con registros en Filo Hua-hum (9). Una de las aves más llamativas es el cóndor (Vultur gryphus) (1), que prefiere habitar la zona de alta montaña.

Los reptiles y los anfibios son escasos.  Se encuentran el sapito vaquero (Rhinoderma darwinii) y la rana palmada de arroyo (Alsodes gargola), y varias especies del género Liolaemus, como L. chilensis, L. pictus, L. tenuis y una especie de lagartija de cola anillada aún no identificada.

Los peces nativos presentes en los cuerpos de agua de este Parque son las truchas o percas (Percichthys colhuapiensis, P. trucha, P. vinciguerrae), el pejerrey patagónico (Odonthestes microlepidotus), el puyén (Galaxias maculatus), el bagre aterciopelado (Olivaichthys viedmensis), entre otros (1).

Además de la fauna nativa, en el área protegida se encuentran poblaciones de especies introducidas por el hombre en épocas anteriores a la creación del Parque Nacional, que se han aclimatado y logran prosperar.  Tal es el caso de la liebre europea, el jabalí, el ciervo colorado, el visón europeo y varias especies de peces (1).  En la mayoría de los casos, estas son una verdadera amenaza para la fauna autóctona y para la preservación de la integridad del ecosistema.  Entre los problemas que se pueden numerar, tal vez el más serio sea el aumento de la competencia por los recursos que ocasionan sobre aquellas especies nativas que tienen sus mismos requerimientos.  Esto llega, en el peor de los casos, a desplazar totalmente a la o las especies nativas afectadas, produciendo su desaparición del área.

 

RECURSOS CULTURALES

La ocupación humana prehispánica en el área cordillerana neuquina data de unos 7000 a 9200 años antes del presente. Sin embargo, no se conoce todavía con exactitud en qué época llegaron los primeros habitantes a asentarse en los territorios que hoy pertenecen al Parque Nacional Lanín (1). Existen manifestaciones de que diferentes grupos aborígenes que poblaban la región, tales como los puelches, pehuelches y mapuches, tuvieron intensivos contactos e intercambios por lo menos desde el siglo XVI (1).

El área del Parque, alberga aún hoy a los "señores o gente de la tierra" o mapuches, constituyendo relictos de las antiguas poblaciones indígenas (8). Estos individuos viven nucleados en tribus como la de los Aigo y Amaranto (en la zona del Rucachoroi), la de los Cayún (en la zona del lago Lacar), y la de los Cañicul y Raquithue (en la zona del Huechulafquen) (1, 8)

La cuenca del lago Rucachoroi, zona cordillerana al norte del lago Quillén (o "campo de frutillas" según su significado en lengua araucana), se encuentra surcada por lagos y arroyos, y tapizada por bosques de ñire, roble pellín, coihue y araucarias. Allí ha sido creada en la década de 1950, la Reserva Antropológica del Rucachoroi, a fin de preservar la identidad y las costumbres de estos pueblos (8).

Los mapuches del Rucachoroi (que significa "nido de loros", debido a la gran abundancia de estas aves), son individuos de facciones regulares y baja estatura; aproximadamente 1,55 m los hombres y 1,40 a 1,45 m las mujeres. Habitan primitivas casas de caña coligüe y barro amasado, sobre las orillas del lago, donde también se desarrollan gigantescos pehuenes, de los cuales siguen aprovechando las semillas con fines alimenticios, tal como lo han hecho sus antecesores a lo largo de los siglos. También forman parte de su base alimenticia la carne de cordero y cerdo, y el queso de oveja, y realizan tejidos en lana teñida (8).

Antiguamente practicaban su propia religión, basada en el principio del bien ("Meulen") y el mal ("Wancubú"), y adoraban a "Buta-Gen" (El Gran Ser) y a "Vilvemboé" (El Creador). Asimismo, llevaban a cabo elaborados ritos funerarios alrededor de enormes fogatas, a los que concurrían los parientes del muerto incluso desde largas distancias. Los mapuches creían que el espíritu de cada hombre (o "Pillú) se incorporaba a algún animal doméstico (8).

También practicaban la "chueca", deporte un tanto similar al hockey, al cual ellos consideraban un importante entrenamiento para la guerra. Consistía en enfrentamientos bastante violentos entre diferentes tribus, en los cuales se ponía a prueba la fuerza y la destreza (8).

Por esos parajes, próximos al lago Rucachoroi, también pasaron personajes históricos como los jesuitas Fray José de Zuñiga, quien estableciera allí una misión hacia el año 1688, y Fray Nicolás Mascardi; así como el misionero Fray Felipe Van den Meren, envenenado con chicha en el año 1707 (8).

El Parque alberga 9 sitios con valor arqueológico, localizados mayormente en cuevas o aleros. La cuenca del lago Lacar es la zona de mayor riqueza arqueológica, y también se han hallado registros en la cuenca del Filo Hua-huam, Quillén y Huechulafquen. Entre las manifestaciones de las antiguas culturas indígenas, se encontraron pinturas rupestres, piezas trabajadas en piedra, cerámicas, ecofactos (vestigios de huesos, carbones, restos vegetales) y enterratorios (1).



ALTERNATIVAS TURISTICAS

Las opciones recreativas dentro del Parque Nacional Lanín son variadas y numerosas.  Existen múltiples rutas y senderos que, ya sea en automóvil en unos casos y a pie en otros, permiten alcanzar diferentes destinos de inigualable belleza paisajística. 

El Parque ofrece recorridos a través de 3 senderos de interpretación.  Uno de ellos, el de Quila Quina a 17 km de la ciudad de San Martín de los Andes, conduce hacia pintorescos saltos de agua a través de un recorrido de 400 metros bordeando el río.  El sendero de La Cascada de Chachín, de 2 km de extensión, brinda la posibilidad de conocer el bosque Valdiviano, aprendiendo a reconocer las especies vegetales gracias a la disponibilidad de cartelería informativa, así como también sucede en el primer sendero mencionado.  El tercer sendero, de Puerto Canoa, se encuentra a orillas del Lago Huechulafquen (10).

Asimismo, está planificado habilitar otros 3 senderos: el del Lago Ñorquinco, el del Hui-hui y el de Currhué de las Termas.  Este último, requiere la disponibilidad de un automóvil, ya que contará con 46 km de largo.  Los otros dos pueden realizarse a pie (10). 

Tomando los numerosos caminos de montaña que surcan el Parque, se accede a los diferentes sitios de interés turístico.  Por ejemplo, el Escorial, manifestación de una antigua erupción volcánica del Huanquihué; las Termas  del Lahuen-co; el volcán Lanín, el cual es conveniente admirar desde las perspectivas que ofrecen los lagos Tromen o Paimún (10).

Los atractivos florísticos abundan a lo largo de toda el área protegida. 

Entre ellos, los bosques puros de pehuén, en el sector norte, tienen el especial valor de ser los únicos conservados dentro de un Parque Nacional, y su importancia se incrementa aún más si se considera la restringida distribución natural de la especie dentro del país.  Lo mismo sucede con el raulí y el roble pellín.

La cuenca del lago Rucachoroi es zona de añosos pehuenes que llegan a alcanzar 45 metros de altura.  Es también un sitio que merece ser visitado por su relevancia cultural, ya que allí se ha creado una Reserva Antropológica, donde subsisten poblaciones de indios mapuches (8). 

El exhuberante bosque Valdiviano, adyacente a la frontera chilena en la zona del Lago Queñi, es el ecosistema más rico en variedad de formas de vida vegetal.  La estructura del bosque está constituida por diversos estratos de vegetación densa y frondosa, que albergan además, una variada fauna de aves y mamíferos exclusivos del lugar (1, 5).

Otras actividades recreativas posibles en el Parque Nacional Lanín, son el montañismo y el campamentismo, entre otras (10).

Las escaladas de montaña pueden realizarse informando previamente los detalles de las actividades previstas a la Intendencia o al guardaparque.  Entre las opciones figuran el volcán Lanín, con 3776 metros de altura, el Huanquihué  con 2188 metros, los cerros Huincul y Los Angeles, de 2100 y 2098 metros respectivamente, y varios otros (10).

Es factible a su vez, realizar actividades náuticas en el lago Lacar (navegación a vela y windsurf) y en el Huechulafquen (motonáutica), considerando sus respectivas reglamentaciones, así como canotaje (10).

Hay 5 sitios para establecer campamentos, que cuentan con la infraestructura necesaria para la comodidad de los turistas.  Estos se localizan en Quila Quina, Hua-hum, Lahuen-co, Raquithué y Bahía Cañicul.  Además, hay otras zonas de acampe libre, sin ningún tipo de servicios, en la zona de los lagos Ñorquinco, Rucachoroi, Quillén, Tromen, Huechulafquen, y otros (10).  

Para el alojamiento, el Parque cuenta con 4 hosterías, 2 en la zona del lago Paimún, una en las proximidades del lago Nonthue, una en el Lacar y una en el lago Hermoso, además de las zonas de acampe ya mencionadas.   A estas opciones se les suman muchas otras facilidades de alojamiento que se encontrarán en las ciudades turísticas de San Martín de los Andes, Junín de los Andes y Aluminé, aledañas al Parque Nacional.  Allí se encontrarán también muchos otros servicios de los que puede hacer uso el turista, como restaurantes, hospitales y locales de entretenimiento (10).  En San Martín de los Andes se localiza el Centro Administrativo del Parque (3).

 

COMO LLEGAR

Se accede por vía aérea al aeropuerto de Chapelco, situado a unos 24 km de la ciudad de San Martín de los Andes (3).

En automóvil, se llega hasta la ciudad de Junín de los Andes a través de la ruta Nacional n° 234 o la ruta Provincial n° 23. Desde allí, tomando la ruta provincial n ° 61 se accede a la zona del lago Huechulafquen, y por medio de la ruta provincial n° 62 se arriba a los lagos Epulafquen, Currhue Grande y Currhue Chico. 

La ruta provincial n° 23, que corre aproximadamente en forma paralela al borde oriental del Parque, permite diferentes accesos.  Por ejemplo, combinando con la ruta provincial n° 18 se llega al lago Rucachoroi, con la 46, al lago Quillén, con la 60 al lago Tromen.


PROBLEMAS DE CONSERVACION

Uno de los principales problemas de conservación que experimenta la fauna y flora de este Parque Nacional es causado por la presencia de especies exóticas, tanto animales como vegetales, que han sido incorporadas al ambiente en épocas anteriores a la creación del área protegida.  Entre los mamíferos exóticos se encuentran el ciervo colorado, el ciervo dama, el jabalí, la liebre europea, el conejo europeo y el visón norteamericano, introducidos por los primeros pobladores que se asentaron en la zona (1).

Estas especies se han aclimatado a las condiciones del lugar y sus poblaciones se encuentran desde entonces, en constante expansión.  El efecto que esto origina sobre la fauna autóctona es negativo, dado que en muchos casos los diferentes tipos de presiones, como  la competencia por recursos, resultan en el desplazamiento y la consecuente desaparición de las poblaciones nativas locales.  Como ejemplo, se puede citar el caso del ciervo colorado, que competiría con el huemul por los recursos, viéndose esta última especie perjudicada y en vías de extinción (9). 

Sin embargo, este no es el único factor que produce amenazas sobre las poblaciones animales nativas.  La caza furtiva es una actividad que lamentablemente no ha podido ser aún completamente erradicada de este área protegida.  Esta afecta especialmente a los mamíferos de gran porte, siendo el puma y el huemul, unos de objetivos principales de esta nefasta actividad, que no respeta siquiera el carácter de monumento natural nacional de esta última especie.  Cabe aclarar que la ley 22.351 de Parques Nacionales, Reservas Nacionales y Monumentos Naturales prohibe expresamente este tipo de actividades (6).

También los perros domésticos asilvestrados constituyen un serio problema para la conservación.  Estos animales llegaron junto con los ganaderos que han hecho uso de las tierras de esta área desde hace varias décadas, y hoy en día forman jaurías que rondan el Parque Nacional.  Los pudúes, pequeños cérvidos de los bosques subantárticos se ven asediados y predados por ellos.

Para mencionar un último ejemplo de los problemas que enfrenta la fauna de este Parque, se pueden mencionar las especies de peces exóticas que también prosperan dentro de los numerosos lagos del Parque.  Estas, introducidas en el pasado con fines pesqueros, han llegado en ciertos casos, a eliminar casi completamente a los peces nativos, como el pejerrey patagónico.

La exitosa propagación de la flora exótica no es un problema menor.  La rosa mosqueta o la margarita, sólo por mencionar algunas, constituyen claros ejemplos de especies invasoras.  Estas, que llegaron a la zona traídas por los pobladores para embellecer sus jardínes, prosperan hoy, especialmente en terrenos que han sufrido algún tipo de alteración antrópica, como aquellos sometidos a actividades ganaderas o que han sido clareados o deforestados.  Al no contar el ambiente con los predadores o medios de control naturales, estas plantas extienden constantemente su distribución, ocupando el lugar de las especie que forman parte de la vegetación autóctona.

La tala ilegal, así como los incendios accidentales o intencionales, son otras causas de importante deterioro del ambiente.  Especialmente si se considera que dado el alto volumen de precipitaciones que recibe el área, aquellos suelos que quedan expuestos, por eliminación de la cobertura vegetal, son rápidamente alterados y erosionados por efecto de la escorrentía superficial del agua de lluvia sobre las pendientes (7).

Los incendios intencionales eran frecuentes en el pasado, utilizados como método para abrir áreas para pastoreo, con lo que fueron afectadas grandes superficies de bosque.  A partir de la creación del Parque, las quemas se encuentran prohibidas, y se ha organizado el combate contra los incendios forestales.  La mayor parte de los incendios son originados por causas humanas, coincidiendo que en verano, periodo de bajas precipitaciones, se concentra la mayor cantidad de visitantes (1).

Asimismo, el Parque contiene numerosos asentamientos humanos rurales, tanto de pobladores indígenas como no indígenas, preexistentes a su creación. Un 15% de la superficie del área protegida se encuentra ocupada por propiedades privadas del tipo de grandes estancias que se asientan en la zona de Reserva Natural.  En cuanto a las propiedades comunitarias, estas suman más de 10.500 hectáreas ocupadas por comunidades indígenas (1). 

En su mayoría, desarrollan actividades ganaderas y la explotación de leña.  Cabe mencionar que aquellos suelos afectados por este tipo de actividades presentan un marcado deterioro (1).  Se debe esto, principalmente al pisoteo y ramoneo de los bovinos y ovinos sobre la vegetación, impidiendo la renovación de las especies vegetales que conforman el ambiente natural.  Aproximadamente un 28% de la superficie del Parque estaría afectada por el uso ganadero (1). 

La explotación de leña se realiza tanto por manejo de forestaciones con especies exóticas como por explotación de bosques nativos.  Las principales especies nativas afectadas son el coihue, raulí, roble pellín y lenga (1).  Actualmente estas actividades estarían bajo una cierta regulación, dado que se exige efectuar los llamados Planes de Ordenación de la superficie a explotar  y Planes de forestación (1).

La existencia de propiedades privadas dentro del área protegida, propicia incluso actividades como la caza furtiva, dado lo dificultoso que resulta en estos casos ejercer un control (1). 

Existen asimismo, numerosos loteos en el área de Meliquina y Lago Hermoso, que permiten prever la generación de un importante impacto ambiental cuando se efectivice la ocupación de los mismos y comiencen las obras de construcción de infraestructura (1).

 

BIBLIOGRAFIA:

(1)   Mermoz, M., E. Ramilo, C. Chehebar, C. Martín y S. Caracotche.  1997.  Parque Nacional Lanín: caracterización ecológica, recursos culturales y estado de conservación. En Plan Preliminar de Manejo del Parque Nacional Lanín. Administración de Parques Nacionales.  Bariloche, pp. 27.

(2)   Burkart, R; L. del V. Ruiz, C. Daniele, C. Natenzon, F. Ardura, A. Balabusic y P. Cichero. 1994. El Sistema Nacional de Areas Naturales Protegidas de la Argentina. Diagnóstico de su Patrimonio Natural y su Desarrollo Institucional. Administración de Parques Nacionales. Buenos Aires, pp. 98.

(3)   Parques Nacionales de la República Argentina. Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano. Administración de Parques Nacionales.

(4)   De Aparicio, F. y H. Difrieri. 1960. La Argentina. Suma de Geografía. Tomo V. Ediciones Peuser, Buenos Aires, pp. 510.

(5)   Cabrera, A.  1971.  Fitogeografía de la República Argentina.  Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica, vol. XIV, N° 1-2.

(6)   Ley 22.351, Parques Nacionales, Reservas Nacionales, Monumentos Naturales. 1980. Boletín Oficial 12/12/1980. Buenos Aires.

(7)    Dimitri, M.  1959.  Aspectos fitogeográficos del Parque Nacional Lanín. Anales de Parques Nacionales.   Tomo VIII.  Dirección General de Parques Nacionales.

(8)   Reynoso, J.  1959.  Una visita a los Indios Mapuches del Rucachoroy.  Anales de Parques Nacionales. Tomo VIII.  Dirección General de Parques Nacionales.

(9)   Chebez, J.  1994.  Los que se Van.  Editorial Albatros, Buenos Aires, pp. 608.

(10)          Cinti, R.  Parque Nacional Lanín.  1983.  Revista Aire y Sol.


Investigación y Textos: Cintia Celsi

Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez