PARQUE
NACIONAL LANÍN
NOMBRE
DEL ÁREA
LANÍN
CATEGORÍA
Parque
Nacional Lanín, Reserva Nacional Lanín-Zona Lácar,
Reserva Nacional
Lanín-Zona
Rucachoroi y Reserva
Nacional Lanín-Zona
Malleo (6).
UBICACIÓN
El
Parque Nacional
Lanín se
sitúa en
el sudoeste de la
provincia de Neuquén,
entre los 39°
7', 40° 40'
Sur, y los 71°
42', 71° 12'
Oeste (1). Al oeste
limita con Chile,
siguiendo la línea
de las altas cumbres
que coincide con
la divisoria de
aguas. Al sur limita
con el Parque Nacional
Nahuel Huapi, y
el límite
norte está
dado por la costa
del Lago Ñorquinco,
wl río Pulmarí
y costa norte del
lago Pilhue.
SUPERFICIE
379.000
ha. de las cuales
194.600 corresponden
al PN y 184.400
a la Reserva Nacional
(1)
FECHA
E INSTRUMENTO LEGAL
DE CREACION
El
área fue
declarada Reserva
Nacional el 11 de
mayo de 1937 mediante
el Decreto N°
105.433. En 1945,
el Decreto-Ley N°
9.504 le otorga
categoría
de Parque Nacional.
Las tres Zonas de
Reserva Nacional
en que se divide
el área fueron
creadas por la Ley
19.292 (6)
RELIEVE
Por su localización dentro
del contexto geológico
de la Cordillera
de los Andes, el
relieve del Parque
es típicamente
montañoso.
Las pendientes son
pronunciadas, y
las alturas promedio
oscilan entre los
900 y 1900 msnm
(1). El volcán
Lanín, situado
sobre la frontera
con Chile, es una
de las mayores atracciones.
Es la montaña
de mayor altura
(3776 m) y en la
cumbre muestra un
casquete de hielo
y nieve permanentes
(4). Posiblemente,
la palabra Lanín, derive del vocablo araucano Lanlil, que significa "roca muerta" . Para los indígenas, era la morada de un espíritu del mal (4).
En
el paisaje predominan
las geoformas de
origen glaciario,
sobre todo las de
tipo erosivo, como
cuencas lacustres
y valles en U (1).
También se
encuentran rastros
de acción
volcánica,
como coladas basálticas
del Lanín,
el escorial del
Achen Niyen y las
aguas termales de
Lahuen-Có
y del Lago Queñi
(1). Las geoformas
erosivas de origen
glaciario predominan
en los sectores
norte y centro del
Parque.
En la cuenca
del lago Tromen
se evidencian fenómenos
glaciarios de erosión
y sedimentación.
En los alrededores
del lago Huechulafquen
se observan morenas
laterales, formaciones
en el relieve originadas
por el depósito
de materiales líticos
arrastrados por
los glaciares.
Al oeste
del Lago Currhué
se encuentra el
volcán Huanquihue
(o “lugar
que ladra”,
en lengua mapuche),
que evidencia su
actividad volcánica
más reciente
en el Escorial (1).
CLIMA
El
clima que caracteriza
al área es
frío húmedo,
típico de
la Cordillera Patagónica
(3). En invierno,
se registran temperaturas
medias de 4°C,
mientras que en
verano, llegan a
los 20°C (3).
Las precipitaciones
se producen mayormente
durante el invierno
(1), época
en la cual predominan
los vientos húmedos
que soplan desde
el Pacífico
Sur. La orografía
de la región
es, en gran medida,
responsable de la
abundante cantidad
de lluvia que reciben
las áreas
adyacentes a las
montañas.
Los vientos, cargados
de humedad, que
se desplazan de
oeste a este, son
interceptados por
las grandes elevaciones
de la Cordillera
de los Andes. El efecto que se produce como resultado, es la condensación
de la humedad y
la consecuente descarga
de importantes lluvias
a ambos lados de
la Cordillera.
Gracias a
este fenómeno,
se desarrollan sobre
las laderas y los
valles, frondosos
bosques húmedos,
característicos
de la Patagonia
Andina, conocidos
con el nombre de
“bosques subantárticos”
o “bosques
andinopatagónicos”. Hacia el este, las lluvias disminuyen bruscamente, dando paso
a un ambiente de
transición
o ecotono hasta
llegar a la estepa.
El ambiente
ecotonal está
escasamente representado
dentro del Parque
Nacional Lanín,
mientras que la
estepa ha quedado
totalmente excluida
(1).
Las
precipitaciones
promedio son de
alrededor de 1800
mm anuales (3).
Sin embargo,
el aporte de lluvias
es muy variable
si se comparan las
áreas este
y oeste del Parque.
En el este, se registran
unos 1400 mm anuales
(1), mientras que
en ciertas zonas
cordilleranas la
cifra puede superar
los 4000 mm anuales
(3). Entre mayo
y octubre se producen
frecuentes nevadas
(3).
Cabe
aclarar que, en
la zona altoandina,
sobre los 1600 metros
de altura, las condiciones
climáticas
son marcadamente
más rigurosas.
Reina un clima frío
y seco, con precipitaciones
predominantemente
en forma de nieve
y temperaturas medias
muy bajas, menores
a 8°C (5).
HIDROGRAFIA
El
área protegida
cuenta con numerosos
cuerpos de agua
entre los que se
encuentran abundantes
lagos de origen
glaciario, de diferentes
dimensiones. La
mayoría de
ellos se extienden
de oeste a este
(4) e integran la
cuenca del río
Alluminé-Colloncurá,
de vertiente atlántica,
excepto la cuenca
del lago Lácar,
que desagua en el
Pacífico
(1).
Se encuentran
a una altura que
ronda los 1000 msnm,
y sus aguas presentan
atractivos colores
azul-verdosos o
azules intensos
(7).
El
Lago Huechulafquen,
situado en la zona
central del Parque,
es el de mayor superficie.
Presenta dos brazos
que nacen en la
margen occidental:
el Paimún
(brazo norte) y
el Epulafquen (brazo
sur). Hacia el sur, y en orden de aparición,
se suceden los lagos
Currhué,
Lolog, Lácar
y los lagos Hermoso
y Meliquina; este
último, sobre
la frontera del
Parque (4). Hacia
el norte, se localizan,
entre otros, los
lagos Tromen, Quillén,
Rucachoroi y Ñorquinco;
estos dos últimos,
sobre la frontera
norte del Parque
(4).
El
Lago Lácar
es el segundo en
tamaño, después
del Huechulafquen.
Sobre su extremo
este se levanta
la ciudad de San
Martín de
los Andes. Otras
localidades situadas
sobre las márgenes
de este lago son
Hua-Hum (sobre el
extremo oeste) y
Quila-Quina (sobre
la margen sur) (4).
FLORA
El
Parque Nacional
Lanín protege
muestras de dos
provincias fitogeográficas
(según la
definición
de Cabrera, (1971)
(5)): la Altoandina
(Distrito Austral),
y la Subantártica,
(distritos del Pehuén
(integrado por las
zonas donde se desarrolla
el bosque de araucaria),
del Bosque Caducifolio
(sector oriental
del bosque, que
responde a condiciones
algo más
secas) y Valdiviano
(una superficie
bastante restringida
dentro del Parque,
adyacente a la frontera
con Chile, donde
se registran las
condiciones más
húmedas,
con lluvias que
superan los 4000
mm anuales) (5),
cada uno de ellos
con sus asociaciones
vegetales características.
La
provincia Altoandina
conforma islas en
las zonas de alta
montaña,
sobre los 1600 metros
de altura. La zona
presenta suelos
inmaduros y rocosos,
dominada por un
clima frío
y seco, dado que
las precipitaciones
ocurren mayormente
en forma de nieve
y las temperaturas
medias son muy bajas,
menores a los 8°C
(5). Todas estas
condiciones, determinadas
por la altura, restringen
el desarrollo de
la vegetación.
Se forman estepas
de gramíneas
y vegas (praderas
que se originan
donde hay acumulaciones
de agua), pero además
pueden hallarse
algunos componentes
de la vegetación
que se desarrolla
a menor altura (5).
Por
debajo de los 1600/1700
metros aparece el
bosque subantártico.
La provincia subantártica
se extiende como
una faja angosta
a lo largo de la
Cordillera, desde
Neuquén hasta
Tierra del Fuego.
El clima reinante
en esta zona es
templado-frío
y húmedo,
con nevadas durante
el invierno (5).
Las precipitaciones
pluviales, que son
muy abundantes,
disminuyen de oeste
a este. La zona
occidental es la
más húmeda,
cuyos lugares más
favorecidos llegan
a recibir más
de 4000 mm anuales
de lluvias. Hacia
el este, como se
dijo, el aporte de humedad disminuye bruscamente, de manera que en
la zona oriental
del Parque las lluvias
alcanzan un promedio
de 1400 mm por año
(1, 5).
Las
condiciones climáticas,
altamente variables
en las diferentes
direcciones, determinan
la distribución
de los tipos de
vegetación
y la dominancia
de las especies
vegetales. Los bosques
se extienden según
la temperatura en
sentido altitudinal
y latitudinal (de
norte a sur), y
en respuesta a la
disponibilidad de
humedad en sentido
longitudinal (de
oeste a este) (1).
Los
incendios, bastante
comunes en estos
bosques, ocasionan
la pérdida
de cobertura vegetal
sobre los terrenos
afectados, que posteriormente
van siendo recuperados
por la vegetación.
Las especies denominadas
“pioneras”
son las primeras
en colonizar los
parches incendiados,
donde luego, a través
de un proceso de
sucesión,
se establecen las
especies de desarrollo
más tardío.
Así, con
el correr de las
décadas,
se regenera la estructura
del bosque con todos
sus estratos.
En
estos bosques tienen
un importante predominio
las especies del
género Nothofagus,
de la familia Fagaceae,
exclusivo del hemisferio
sur, muy bien representado
en la cordillera
patagónica.
El
pehuén o
araucaria (Araucaria
araucana), forma
bosques entre los
800 y 2000 metros
de altura,
en
asociación
con la lenga
(Nothofagus
pumilio) hasta los 1800
metros y sobrepasándola
luego en su distribución
altitudinal. Se lo suele encontrar a lo largo del curso
de ríos y trepando las
laderas de las montañas
(7). El pehuén
es una conífera
de hojas coriáceas,
que llega a alcanzar
los 45 metros de
altura y produce
semillas comestibles
que eran aprovechadas como recurso por
los indígenas
que habitaban la
región (5).
Crece lentamente
y desarrolla una
corteza gruesa que
le permite resistir
los frecuentes incendios
que ocurren en la
zona (4). Resulta
interesante aclarar
que estos bosques
de pehuén
son los únicos
protegidos por un
Parque Nacional,
y dada la restringida
distribución
de este árbol
en el país,
la especie es considerada
de valor especial
(1).
La
asociación
lenga-pehuén
es frecuente en
la cuenca del lago
Quillén,
la cual presenta
una de las masas
boscosas más
densas dentro del
Parque (7). La lenga
es una especie caducifolia,
extensamente distribuida
a lo largo de los
bosques patagónicos.
Muy resistente a
las diferencias
climáticas
que se producen
en función
de la altitud, la
lenga llega hasta
los 1800 metros
de altura. Sin embargo,
aunque entre los
1100 y los 1400
metros toma un verdadero
porte de árbol,
a partir de los
1400 metros (y más
arriba) se torna
achaparrada, con
forma de arbusto
o incluso de planta
rastrera (5).
Las
laderas de los cerros
están tapizadas
por bosques de roble
pellín
(Nothofagus
obliqua) cuyos ejemplares han alcanzado un
notable desarrollo.
El ñire (Nothofagus antarctica),
de
tronco generalmente
retorcido y follaje
caduco que se torna
rojizo al llegar la
estación invernal
(5), se encuentra
por debajo del roble
pellín, en
terrenos de menor
altura. Dentro de
la cuenca del lago
Quillén, se
desarrollan otras
especies como el chilco
(Fuchsia magellanica)
con
sus características
flores péndulas
de sépalos
rojos y pétalos
violeta. También
conforman estos bosques ejemplares de coihues
(Nothofagus
dombeyi), árbol de follaje perenne,
que llega a alcanzar
unos 45 metros de
altura, con troncos
de 3 metros de diámetro.
El coihue y
el roble pellín
son comunes en la
margen norte de este
lago, en la desembocadura
del arroyo Hui-hui. Formando
parte del sotobosque
se encuentra la caña
coligüe (Chusquea culeou), y donde crece en abundancia ya no
se observa el desarrollo
de renovales de las
especies arboreas. El raulí (Nothofagus nervosa)
constituye
un hermoso bosque
sobre la margen occidental
del lago Quillén.
Esta especie,
junto con el roble
pellín, ambas
de follaje caduco,
tienden a encontrarse
asociados, y tienen
un valor especial
de conservación,
ya que su distribución
dentro del país
es muy restringida.
No existen otros bosques
de raulí o
roble pellín
representados dentro
de otra área
protegida (1),
tal
como sucede con los
bosques de pehuén.
El raulí
posee una corteza
rugosa y resquebrajada
longitudinalmente,
mientras que la del
roble pellín
está formada
por pequeñas
placas (7).
También
se encuentran pehuenes
en parte de la cuenca
del lago Rucachoroi
y en la zona del
lago Ñorquinco,
donde crece favorablemente
sobre la roca basáltica.
Allí
también es
posible encontrar
roble pellín
(7).
En
los alrededores de
los lagos mencionados
hasta ahora, se desarrolla
además una
gran variedad de otras
especies leñosas
como la parrilla
(Ribes
magellanicum); el chacay (Chacaya trinervis);
el
pañil
(Buddleja
golbosa);
el siete camisas (Escallonia
rubra); el ciprés
de la cordillera (Austrocedrus
chilensis); el radal (Lomatia
hirsuta),
árbol
mediano y caducifolio,
con flores atractivas;
el notro o ciruelillo
(Embothrium
coccineum), arbolito
de flores rojas y
hojas lanceoladas
y el calafate
(Berberis
sp.)
(7),
con
hermosas flores
amarillas (5).
Los frutos que produce
el calafate son de
color negro o azulado,
y se cree que aquella
persona que los prueba
regresará alguna
vez a la Patagonia
(4). Entre
las herbáceas
se encuentran el amancay
(Alstroemeria
aurantiaca);
el coligüe, caña
muy común,
que conforma una parte
importante del sotobosque;
Mutisia spinosa, con inflorescencias
color lila; Mutisia
decurrens, con
flores naranja (5)
y muchas otras.
Es
todavía frecuente
en la región
del Lago Tromen
el pehuén
(en este caso, asociado
a matorrales de
ñire) (7).
En
la zona del Currhue,
los sectores más
bajos del bosque
están ocupados
por el ñire.
Sobre este,
entre los 980 y
1100 metros de altura,
se encuentran el
coihue, el raulí,
y el roble pellín.
Avanzando
en altitud, hasta
los 1800 metros,
predomina la lenga
arbórea,
que va tomando forma
achaparrada al ascender.
Por último,
hasta los 1900 metros
se observan ejemplares
de ñire,
ya con una morfología
achaparrada. También hay en esta zona ejemplares
de maniú
(Saxegothaea
conspicua) (7).
Sobre
el extremo oriental
del Lago Huechulafquen,
se localizan las
primeras araucarias,
que avanzan en su
distribución
hacia el norte,
alcanzando un importante
desarrollo en la
zona de los lagos
Quillén,
Rucachoroi y Ñorquinco. Las
especies vegetales
que conforman el
bosque de la zona
del Huechulafquen,
son el ñire,
la lenga, el coihue,
el calafate, la
parrilla, el maitén
(Maytenus
boaria), árbol mediano, de 12 a 18
metros de altura,
de copa globosa
y follaje llamativo,
etc.
Es particular
en la margen oriental,
la presencia del
neneo (Mulinum spinosum), especie característica de
la zona ecotonal
entre el bosque
y la estepa (7).
Hacia
el oeste, en la
zona de los lagos
Paimún y
Epulafquen, el bosque
se va tornando más
tupido (7), favorecido
por el aumento en
el aporte de lluvias.
La zona del
lago Huechulafquen,
puede considerarse
como una transición
entre el pehuén,
dominante hacia
el norte, y el raulí,
el roble pellín
y el coihue, que
dominan las masas
boscosas hacia el
sur (7).
Así
sucede por ejemplo,
en los alrededores
del Lago Lolog,
donde crecen coihues,
ñires, raulíes,
lengas y cipreses
(7).
El
ciprés predomina
en el sector oriental
del Lago Lacar,
conformando bosques
casi puros sobre
las laderas norte. El Lago Queñi, situado hacia el oeste, presenta sus
márgenes
cubiertas por una
gran variedad de
especies leñosas
que se desarrollan
en forma admirable.
Entre ellas
pueden mencionarse
al coihue, cipreses,
especies del género
Myrceugenia, guayos (Maytenus magellanica), el fuinque o palmilla (Lomatia ferruginea),
el
canelo
(Drimys
winteri) y otras (7).
Donde
los bosques son
más densos
y húmedos,
se desarrollan mayor
cantidad de estratos
y formas de vida.
Así
sucede en los bosques
Valdivianos, donde
el árbol
dominante es el
coihue.
Es posible
encontrar arbustos,
hierbas y enredaderas
en abundancia, especies
parásitas
de Nothofagus del
género Myzodendron,
helechos, líquenes,
musgos y hongos
(5).
Cabe
destacar el valioso
papel que desempeñan
estos bosques como
protectores de la
superficie del terreno
contra los fenómenos
de erosión
hídrica.
Dado el alto
volumen de lluvias
que recibe la zona,
y la presencia de
pendientes abruptas
en la mayor parte
de la región,
que facilitan el
escurrimiento superficial
del agua, de producirse
una importante pérdida
de la cobertura
vegetal, avanzaría
sobre dicha superficie
un indeseable proceso
de desertización.
Asimismo,
el bosque actúa
como hábitat
para la preservación
de la fauna autóctona, regulador de régimen y del caudal de ciertos cuerpos
de agua y como un
inigualable atractivo
turístico
natural, cuya belleza
y composición
no se repiten en
ninguna otra parte
del mundo (7).
(*)
se entiende como
Fitogeografía,
la rama de las ciencias
que estudia la distribución
de los vegetales
sobre el globo terráqueo
y las leyes que
determinan esta
distribución
(5).
FAUNA
Dentro del Parque Nacional Lanín se encuentran
166 especies de
vertebrados nativos.
El área del
lago Filo Hua-Hum
es identificada
como la de mayor
diversidad de especies
de vertebrados del
Parque (1).
Las
aves son las más
numerosas, registrándose
102 especies.
Siguen en
orden de riqueza
específica
los mamíferos,
con 33 especies,
los reptiles con
11 especies, los
peces con 10 y los
anfibios con 9 (1).
Entre
estas especies,
varias son consideradas
de valor especial,
ya sea por encontrarse
amenazadas de extinción,
por poseer algún
grado de endemismo
(dentro del Parque o a nivel regional), por ser la única área protegida
en la cual se las
encuentra, etc...
(1)
Tal es el caso del huillín (Lontra provocax),
mamífero
carnívoro
de la familia Mustelidae,
clasificado a nvel
nacional como “en
peligro” de
extinción. Habita
ríos, lagos
y lagunas de los
bosques subantárticos,
desde Neuquén
hasta Chubut,
de
donde extrae su
alimento. Este
incluye mayormente
invertebrados y
algunos peces.
El huillín
vive siempre asociado
a ambientes con
abundante vegetación,
ya que esto le provee
el reparo necesario
donde construir
sus cuevas o madrigueras.
Tiene el
aspecto de una nutria
grande, y llega
a medir 1 metro
de longitud total. En el Parque Nacional Lanín subsistirían aún dos poblaciones.
Su captura
dentro del país
está prohibida
desde 1950
(9).
Lo mismo sucede con el huemul (Hippocamelus bisulcus),
especie
que no presenta
registros recientes
dentro del Parque
(1, 9), aunque esta
área protegida
se encontraba en
el pasado dentro
de los límites
de su distribución
natural. A nivel nacional se la considera una especie “vulnerable”
y está declarada
monumento natural
nacional, así
como monumento natural
provincial en Río
Negro, Chubut y
Santa Cruz. Por
lo tanto, su caza
se encuentra absolutamente
prohibida.
Se
trata de un cérvido
de aspecto robusto
que alterna estacionalmente
su hábitat
entre los
bosques subantárticos
y los semidesiertos
de altura.
Los principales
factores que vienen
provocando la reducción
numérica
de las poblaciones
de huemul son diversos
tipos de actividades
humanas que directa
o indirectamente
afectan a la especie.
Entre ellas
se puede mencionar
la caza furtiva,
la reducción
de su hábitat
por explotación
forestal, la competencia
por recursos y la
transmisión
de enfermedades
por el ganado doméstico
y otras especies
exóticas
(9).
Un cérvido que aún
habita esta área
protegida es el
pudú (Pudu puda),
exclusivo
de los bosques Valdivianos
y que dentro del
Parque Nacional
Lanín presenta
poblaciones protegidas.
Es un animalito
particular, ya que
se trata del ciervo
más pequeño
del mundo. Habita los bosques donde encuentra los
vegetales tiernos
que componen su
dieta (9).
Entre los felinos, se encuentran
especies como el
gato huiña,
el gato montés
y el puma. El gato huiña (Oncifelis guigna)
es
una especie rara,
endémica
de los bosques andinopatagónicos
(1). El
gato montés
(Oncifelis
geoffroyi)
y
el puma
(Puma
concolor) por el contrario, son dos especies cuya
distribución
en el país
sería naturalmente
muy amplia, abarcando
numerosas provincias.
Sin embargo,
en el caso del puma,
la persecución
humana provoca la
constante reducción
en el tamaño
de sus poblaciones,
y la especie ya
ha desaparecido
de ciertas zonas
donde solía
habitar (9). Este felino, el más grande de la
región, es
el predador por
excelencia, alimentándose
mayormente de pequeños
y medianos mamíferos
(entre los que figuran
roedores, zorros
y pudúes) y de aves.
Entre los roedores se encuentran
las ratas de los
pinares (Aconaemys porteri y A. sagei),
ambas
especies amenazadas
de extinción
y a su vez endémicas
dentro del Parque. El tuco tuco de Maule
(Ctenomys
maulinus)
es
otro de los roedores
que habitan el Parque
Nacional, y tiene
el valor particular
de no presentar
registros en ningún
otro Parque (1).
Otros mamíferos presentes
son los hurones (Lyncodon patagonicus y Galictis
cuja), guanacos (Lama guanicoe),
zorros
(Dusicyon
griseus y D. culpaeus),
vizcachas
serranas
(Lagidium
viscacia),
coipos
(Myocastor
coypus)
y muchos otros roedores
(1).
Las especies de aves que se hallan
dentro del Parque
constituyen una
buena representación
de la avifauna que
habita los bosques
andino-patagonicos.
Entre las aves acuáticas se
encuentra el pato
de los torrentes (Merganetta armata)
(1),
especie
“rara”
a nivel nacional.
Existen 3
especies endémicas
de la región:
el carpintero negro
(Campephilus
magellanicus), la paloma araucana (Columba araucana),
especie que se encuentra
recuperando de un
grave retroceso
numérico
causado por la transmisión
de una enfermedad
infecciosa de las
aves domésticas
(9),
y
el churrín
grande (Eugralla
paradoxa) (1),
con
registros en Filo
Hua-hum (9).
Una
de las aves más
llamativas es el
cóndor (Vultur
gryphus) (1),
que prefiere habitar
la zona de alta
montaña.
Los reptiles y los anfibios son escasos. Se encuentran el sapito
vaquero (Rhinoderma
darwinii)
y
la rana palmada
de arroyo (Alsodes
gargola), y
varias especies
del género
Liolaemus,
como L. chilensis,
L. pictus, L. tenuis
y una especie
de lagartija de
cola anillada aún
no identificada.
Los peces nativos presentes en los
cuerpos de agua
de este Parque son las truchas o percas (Percichthys colhuapiensis, P.
trucha, P. vinciguerrae),
el
pejerrey patagónico
(Odonthestes
microlepidotus),
el puyén
(Galaxias maculatus),
el bagre aterciopelado
(Olivaichthys
viedmensis),
entre otros (1).
Además
de la fauna nativa,
en el área
protegida se
encuentran poblaciones
de especies introducidas
por el hombre en
épocas anteriores
a la creación
del Parque Nacional,
que se han aclimatado
y logran prosperar.
Tal es el
caso de la liebre
europea, el jabalí,
el ciervo colorado,
el visón
europeo y varias
especies de peces
(1). En la mayoría de los casos, estas son una verdadera
amenaza para la
fauna autóctona
y para la preservación
de la integridad
del ecosistema.
Entre los
problemas que se
pueden numerar,
tal vez el más
serio sea el aumento
de la competencia
por los recursos
que ocasionan sobre
aquellas especies
nativas que tienen
sus mismos requerimientos. Esto llega, en el peor de los casos, a desplazar totalmente
a la o las especies
nativas afectadas,
produciendo su desaparición
del área.
RECURSOS
CULTURALES
La
ocupación
humana prehispánica
en el área
cordillerana neuquina
data de unos 7000
a 9200 años
antes del presente.
Sin embargo, no
se conoce todavía
con exactitud en
qué época
llegaron los primeros
habitantes a asentarse
en los territorios
que hoy pertenecen
al Parque Nacional
Lanín (1).
Existen manifestaciones
de que diferentes
grupos aborígenes
que poblaban la
región, tales
como los puelches,
pehuelches y mapuches,
tuvieron intensivos
contactos e intercambios
por lo menos desde
el siglo XVI (1).
El
área del
Parque, alberga
aún hoy a
los "señores
o gente de la tierra"
o mapuches, constituyendo
relictos de las
antiguas poblaciones
indígenas
(8). Estos individuos
viven nucleados
en tribus como la
de los Aigo y Amaranto
(en la zona del
Rucachoroi), la
de los Cayún
(en la zona del
lago Lacar), y la
de los Cañicul
y Raquithue (en
la zona del Huechulafquen)
(1, 8)
La
cuenca del lago
Rucachoroi, zona
cordillerana al
norte del lago Quillén
(o "campo de
frutillas"
según su
significado en lengua
araucana), se encuentra
surcada por lagos
y arroyos, y tapizada
por bosques de ñire,
roble pellín,
coihue y araucarias.
Allí ha sido
creada en la década
de 1950, la Reserva
Antropológica
del Rucachoroi,
a fin de preservar
la identidad y las
costumbres de estos
pueblos (8).
Los
mapuches del Rucachoroi
(que significa "nido
de loros",
debido a la gran
abundancia de estas
aves), son individuos
de facciones regulares
y baja estatura;
aproximadamente
1,55 m los hombres
y 1,40 a 1,45 m
las mujeres. Habitan
primitivas casas
de caña coligüe
y barro amasado,
sobre las orillas
del lago, donde
también se
desarrollan gigantescos
pehuenes, de los
cuales siguen aprovechando
las semillas con
fines alimenticios,
tal como lo han
hecho sus antecesores
a lo largo de los
siglos. También
forman parte de
su base alimenticia
la carne de cordero
y cerdo, y el queso
de oveja, y realizan
tejidos en lana
teñida (8).
Antiguamente
practicaban su propia
religión,
basada en el principio
del bien ("Meulen")
y el mal ("Wancubú"),
y adoraban a "Buta-Gen"
(El Gran Ser) y
a "Vilvemboé"
(El Creador). Asimismo,
llevaban a cabo
elaborados ritos
funerarios alrededor
de enormes fogatas,
a los que concurrían
los parientes del
muerto incluso desde
largas distancias.
Los mapuches creían
que el espíritu
de cada hombre (o
"Pillú)
se incorporaba a
algún animal
doméstico
(8).
También
practicaban la "chueca",
deporte un tanto
similar al hockey,
al cual ellos consideraban
un importante entrenamiento
para la guerra.
Consistía
en enfrentamientos
bastante violentos
entre diferentes
tribus, en los cuales
se ponía
a prueba la fuerza
y la destreza (8).
Por
esos parajes, próximos
al lago Rucachoroi,
también pasaron
personajes históricos
como los jesuitas
Fray José
de Zuñiga,
quien estableciera
allí una
misión hacia
el año 1688,
y Fray Nicolás
Mascardi; así
como el misionero
Fray Felipe Van
den Meren, envenenado
con chicha en el
año 1707
(8).
El
Parque alberga 9
sitios con valor
arqueológico,
localizados mayormente
en cuevas o aleros.
La cuenca del lago
Lacar es la zona
de mayor riqueza
arqueológica,
y también
se han hallado registros
en la cuenca del
Filo Hua-huam, Quillén
y Huechulafquen.
Entre las manifestaciones
de las antiguas
culturas indígenas,
se encontraron pinturas
rupestres, piezas
trabajadas en piedra,
cerámicas,
ecofactos (vestigios
de huesos, carbones,
restos vegetales)
y enterratorios
(1).
ALTERNATIVAS TURISTICAS
Las
opciones recreativas
dentro del Parque
Nacional Lanín
son variadas y numerosas.
Existen múltiples
rutas y senderos
que, ya sea en automóvil
en unos casos y
a pie en otros,
permiten alcanzar
diferentes destinos
de inigualable belleza
paisajística.
El
Parque ofrece recorridos
a través
de 3 senderos de
interpretación.
Uno de ellos,
el de Quila Quina
a 17 km de la ciudad
de San Martín
de los Andes, conduce
hacia pintorescos
saltos de agua a
través de
un recorrido de
400 metros bordeando
el río. El sendero de La Cascada de Chachín,
de 2 km de extensión,
brinda la posibilidad
de conocer el bosque
Valdiviano, aprendiendo
a reconocer las
especies vegetales
gracias a la disponibilidad
de cartelería
informativa, así
como también
sucede en el primer
sendero mencionado. El tercer sendero, de Puerto Canoa, se
encuentra a orillas
del Lago Huechulafquen
(10).
Asimismo,
está planificado
habilitar otros
3 senderos: el del
Lago Ñorquinco,
el del Hui-hui y
el de Currhué
de las Termas.
Este último,
requiere la disponibilidad
de un automóvil,
ya que contará
con 46 km de largo.
Los otros
dos pueden realizarse
a pie (10).
Tomando
los numerosos caminos
de montaña
que surcan el Parque,
se accede a los
diferentes sitios
de interés
turístico.
Por ejemplo,
el Escorial, manifestación
de una antigua erupción
volcánica
del Huanquihué;
las Termas
del Lahuen-co;
el volcán
Lanín, el
cual es conveniente
admirar desde las
perspectivas que
ofrecen los lagos
Tromen o Paimún
(10).
Los
atractivos florísticos
abundan a lo largo
de toda el área
protegida.
Entre
ellos, los bosques
puros de pehuén,
en el sector norte,
tienen el especial
valor de ser los
únicos conservados
dentro de un Parque
Nacional, y su importancia
se incrementa aún
más si se
considera la restringida
distribución
natural de la especie
dentro del país.
Lo mismo
sucede con el raulí
y el roble pellín.
La
cuenca del lago
Rucachoroi es zona
de añosos
pehuenes que llegan
a alcanzar 45 metros
de altura. Es también un sitio que merece ser visitado por su relevancia
cultural, ya que
allí se ha
creado una Reserva
Antropológica,
donde subsisten
poblaciones de indios
mapuches (8).
El
exhuberante bosque
Valdiviano, adyacente
a la frontera chilena
en la zona del Lago
Queñi, es
el ecosistema más
rico en variedad
de formas de vida
vegetal. La estructura del bosque está constituida por diversos
estratos de vegetación
densa y frondosa,
que albergan además,
una variada fauna
de aves y mamíferos
exclusivos del lugar
(1, 5).
Otras
actividades recreativas
posibles en el Parque
Nacional Lanín,
son el montañismo
y el campamentismo,
entre otras (10).
Las
escaladas de montaña
pueden realizarse
informando previamente
los detalles de
las actividades
previstas a la Intendencia
o al guardaparque.
Entre las
opciones figuran
el volcán
Lanín, con
3776 metros de altura,
el Huanquihué
con 2188
metros, los cerros
Huincul y Los Angeles,
de 2100 y 2098 metros
respectivamente,
y varios otros (10).
Es
factible a su vez,
realizar actividades
náuticas
en el lago Lacar
(navegación
a vela y windsurf)
y en el Huechulafquen
(motonáutica),
considerando sus
respectivas reglamentaciones,
así como
canotaje (10).
Hay
5 sitios para establecer
campamentos, que
cuentan con la infraestructura
necesaria para la
comodidad de los
turistas. Estos se localizan en Quila Quina, Hua-hum,
Lahuen-co, Raquithué
y Bahía Cañicul. Además, hay otras zonas de acampe
libre, sin ningún
tipo de servicios,
en la zona de los
lagos Ñorquinco,
Rucachoroi, Quillén,
Tromen, Huechulafquen,
y otros (10).
Para
el alojamiento,
el Parque cuenta
con 4 hosterías,
2 en la zona del
lago Paimún,
una en las proximidades
del lago Nonthue,
una en el Lacar
y una en el lago
Hermoso, además
de las zonas de
acampe ya mencionadas.
A estas opciones
se les suman muchas
otras facilidades
de alojamiento que
se encontrarán
en las ciudades
turísticas
de San Martín
de los Andes, Junín
de los Andes y Aluminé,
aledañas
al Parque Nacional.
Allí
se encontrarán
también muchos
otros servicios
de los que puede
hacer uso el turista,
como restaurantes,
hospitales y locales
de entretenimiento
(10).
En San Martín
de los Andes se
localiza el Centro
Administrativo del
Parque (3).
COMO
LLEGAR
Se
accede por vía
aérea al
aeropuerto de Chapelco,
situado a unos 24
km de la ciudad
de San Martín
de los Andes (3).
En
automóvil,
se llega hasta la
ciudad de Junín
de los Andes a través
de la ruta Nacional
n° 234 o la
ruta Provincial
n° 23. Desde
allí, tomando
la ruta provincial
n ° 61 se accede
a la zona del lago
Huechulafquen, y
por medio de la
ruta provincial
n° 62 se arriba
a los lagos Epulafquen,
Currhue Grande y
Currhue Chico.
La
ruta provincial
n° 23, que corre
aproximadamente
en forma paralela
al borde oriental
del Parque, permite
diferentes accesos.
Por ejemplo,
combinando con la
ruta provincial
n° 18 se llega
al lago Rucachoroi,
con la 46, al lago
Quillén,
con la 60 al lago
Tromen.
PROBLEMAS DE CONSERVACION
Uno
de los principales
problemas de conservación
que experimenta
la fauna y flora
de este Parque Nacional
es causado por la
presencia de especies
exóticas,
tanto animales como
vegetales, que han
sido incorporadas
al ambiente en épocas
anteriores a la
creación
del área
protegida.
Entre los
mamíferos
exóticos
se encuentran el
ciervo colorado,
el ciervo dama,
el jabalí,
la liebre europea,
el conejo europeo
y el visón
norteamericano,
introducidos por
los primeros pobladores
que se asentaron
en la zona (1).
Estas
especies se han
aclimatado a las
condiciones del
lugar y sus poblaciones
se encuentran desde
entonces, en constante
expansión.
El efecto
que esto origina
sobre la fauna autóctona
es negativo, dado
que en muchos casos
los diferentes tipos
de presiones, como la competencia por recursos, resultan en el desplazamiento
y la consecuente
desaparición
de las poblaciones
nativas locales. Como ejemplo, se puede citar el caso del
ciervo colorado,
que competiría
con el huemul por
los recursos, viéndose
esta última
especie perjudicada
y en vías
de extinción
(9).
Sin
embargo, este no
es el único
factor que produce
amenazas sobre las
poblaciones animales
nativas. La caza furtiva es una actividad que lamentablemente
no ha podido ser
aún completamente
erradicada de este
área protegida.
Esta afecta
especialmente a
los mamíferos
de gran porte, siendo
el puma y el huemul,
unos de objetivos
principales de esta
nefasta actividad,
que no respeta siquiera
el carácter
de monumento natural
nacional de esta
última especie.
Cabe aclarar
que la ley 22.351
de Parques Nacionales,
Reservas Nacionales
y Monumentos Naturales
prohibe expresamente
este tipo de actividades
(6).
También
los perros domésticos
asilvestrados constituyen
un serio problema
para la conservación. Estos animales llegaron junto con los
ganaderos que han
hecho uso de las
tierras de esta
área desde
hace varias décadas,
y hoy en día
forman jaurías
que rondan el Parque
Nacional.
Los pudúes,
pequeños
cérvidos
de los bosques subantárticos
se ven asediados
y predados por ellos.
Para
mencionar un último
ejemplo de los problemas
que enfrenta la
fauna de este Parque,
se pueden mencionar
las especies de
peces exóticas
que también
prosperan dentro
de los numerosos
lagos del Parque.
Estas, introducidas
en el pasado con
fines pesqueros,
han llegado en ciertos
casos, a eliminar
casi completamente
a los peces nativos,
como el pejerrey
patagónico.
La
exitosa propagación
de la flora exótica
no es un problema
menor.
La rosa mosqueta
o la margarita,
sólo por
mencionar algunas,
constituyen claros
ejemplos de especies
invasoras. Estas, que llegaron a la zona traídas por los pobladores
para embellecer
sus jardínes,
prosperan hoy, especialmente
en terrenos que
han sufrido algún
tipo de alteración
antrópica,
como aquellos sometidos
a actividades ganaderas
o que han sido clareados
o deforestados.
Al no contar
el ambiente con
los predadores o
medios de control
naturales, estas
plantas extienden
constantemente su
distribución,
ocupando el lugar
de las especie que
forman parte de
la vegetación
autóctona.
La
tala ilegal, así
como los incendios
accidentales o intencionales,
son otras causas
de importante deterioro
del ambiente.
Especialmente
si se considera
que dado el alto
volumen de precipitaciones
que recibe el área,
aquellos suelos
que quedan expuestos,
por eliminación
de la cobertura
vegetal, son rápidamente
alterados y erosionados
por efecto de la
escorrentía
superficial del
agua de lluvia sobre
las pendientes (7).
Los incendios intencionales
eran frecuentes
en el pasado, utilizados
como método
para abrir áreas
para pastoreo, con
lo que fueron afectadas
grandes superficies
de bosque. A partir de la creación del Parque,
las quemas se encuentran
prohibidas, y se
ha organizado el
combate contra los
incendios forestales.
La mayor
parte de los incendios
son originados por
causas humanas,
coincidiendo que
en verano, periodo
de bajas precipitaciones,
se concentra la
mayor cantidad de
visitantes (1).
Asimismo,
el Parque contiene
numerosos asentamientos
humanos rurales,
tanto de pobladores
indígenas
como no indígenas,
preexistentes a
su creación.
Un 15% de la superficie
del área
protegida se encuentra
ocupada por propiedades
privadas del tipo
de grandes estancias
que se asientan
en la zona de Reserva
Natural. En cuanto a las propiedades comunitarias,
estas suman más
de 10.500 hectáreas
ocupadas por comunidades
indígenas
(1).
En
su mayoría,
desarrollan actividades
ganaderas y la explotación
de leña. Cabe mencionar que aquellos suelos afectados por este tipo
de actividades presentan
un marcado deterioro
(1). Se debe esto, principalmente al pisoteo y ramoneo de los bovinos
y ovinos sobre la
vegetación,
impidiendo la renovación
de las especies
vegetales que conforman
el ambiente natural. Aproximadamente un 28% de la superficie
del Parque estaría
afectada por el
uso ganadero (1).
La
explotación
de leña se
realiza tanto por
manejo de forestaciones
con especies exóticas
como por explotación
de bosques nativos.
Las principales
especies nativas
afectadas son el
coihue, raulí,
roble pellín
y lenga (1).
Actualmente
estas actividades
estarían
bajo una cierta
regulación,
dado que se exige
efectuar los llamados
Planes de Ordenación
de la superficie
a explotar y Planes de forestación (1).
La
existencia de propiedades
privadas dentro
del área
protegida, propicia
incluso actividades
como la caza furtiva,
dado lo dificultoso
que resulta en estos
casos ejercer un
control (1).
Existen
asimismo, numerosos
loteos en el área
de Meliquina y Lago
Hermoso, que permiten
prever la generación
de un importante
impacto ambiental
cuando se efectivice
la ocupación
de los mismos y
comiencen las obras
de construcción
de infraestructura
(1).
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Mermoz,
M.,
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Ramilo,
C.
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y estado de conservación. En Plan Preliminar de Manejo del
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de Parques Nacionales. Bariloche, pp. 27.
(2)
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R; L. del V. Ruiz,
C. Daniele, C. Natenzon,
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y P. Cichero. 1994.
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Protegidas de la
Argentina. Diagnóstico
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Institucional.
Administración
de Parques Nacionales.
Buenos Aires, pp.
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(3)
Parques
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(4)
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pp. 510.
(5)
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A.
1971. Fitogeografía de la República Argentina. Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica,
vol. XIV, N°
1-2.
(6)
Ley
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Nacionales, Reservas
Nacionales, Monumentos
Naturales.
1980. Boletín
Oficial 12/12/1980.
Buenos Aires.
(7)
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M. 1959. Aspectos fitogeográficos del Parque Nacional Lanín.
Anales de Parques
Nacionales.
Tomo VIII.
Dirección
General de Parques
Nacionales.
(8)
Reynoso,
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1959. Una visita a los Indios Mapuches del Rucachoroy. Anales de Parques Nacionales. Tomo VIII. Dirección General de Parques Nacionales.
(9)
Chebez,
J.
1994. Los que se Van.
Editorial Albatros, Buenos Aires, pp. 608.
(10)
Cinti,
R.
Parque
Nacional Lanín. 1983.
Revista
Aire y Sol.
Investigación
y Textos: Cintia
Celsi
Supervisión
Técnica Honoraria:
Juan Carlos Chebez