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Punta Loma

Reserva Natural Turística - Chubut
 
Descripción
 

EDICIÓN PROVISORIA - EN PROCESO DE DIAGRAMACIÓN

Reserva Natural Turística
Punta Loma

 

Ubicación

A sólo 17 kilómetros al sur de la ciudad de Puerto Madryn se encuentra este área protegida. En pleno Golfo Nuevo, es una de las muchas salientes que presenta la costa sur del mismo y que culminan con Punta Ninfas, en el extremo este. Sus coordenadas son 42° 49’ Lat. S. y 64° 53’ Long. O. Límites: al Norte la costa marítima, al Oeste una línea de Norte a Sur paralela al límite Oeste del lote 24, fracción D, Sección A III, distancia 2500 metros al este de aquel, hasta la línea límite Sur y hacia el Este hasta dar con la costa marítima. (del centro de playa Paraná una línea N-S  de 4449 m hacia el continente y desde allí una línea recta de 9487 m hacia el Este que termina al Sudeste de la Punta Ambrosetti).

 

Superficie

El área prospectada cuenta con 1707 hectáreas.

 

Fecha de Creación

La Ley Provincial N° 697 del 29 de septiembre de 1967 crea en forma conjunta las áreas protegidas Punta Norte, Isla de los Pájaros y Punta Loma, según consta en su artículo 1°.

 

Relieve

La zona que ocupa la Reserva Punta Loma no difiere de las características de las costas chubutenses en generales y de las de la Península de Valdés en particular. En el sector de esta punta los acantilados tienen una considerable altura y se alternan con algunas playas de pedregullo; lugar donde se ubican los pinnípedos.
Desde una mirada geológica se puede decir que el territorio chubutense esta asentado sobre el cratógeno de Patagonia, que aflora en algunos lugares, y que fue modelado por una serie de fenómenos geológicos de complicada trama. Hubo movimientos epirogénicos de ascenso y descenso con posteriores avances y regresiones marinas que dejaron abundante sedimentación alternada con estratos continentales. Junto con la actividad volcánica, a fines de la era Secundaria, se levantó el plegamiento de los Patagónides, formado en un geosinclinal al oeste de la Provincia, que sería precursor del movimiento más importante de la región: el plegamiento andino del Terciario que no sucedió de la misma forma en toda la cordillera. En la parte correspondiente a la provincia del Chubut -y más allá de ese límite- se produjeron fracturas, elevaciones y descensos diferenciados, dislocamientos, hundimientos en cuyas depresiones, más tarde, se formaron grandes masas de hielo durante la glaciación pleistocénica que ocupó gran parte de la cordillera y que al retirarse dejó formados grandes lagos. Estos procesos dejaron configurado un relieve típicamente patagónico: mesetas y sierras, alternadas con bajos y cuencas lacustres a lo que habría que agregar las escotaduras de bordes redondeados que forman los golfos del litoral atlántico (Bernades, A., 1982). A los fenómenos tectónicos se sumaron como elementos modeladores los que ocasionó la acción fluvial -valles y cañadones- y eólica al formar lo que se denomina lagunas de deflación. Luego, sobre este relieve, durante el Terciario, se extendieron coladas de basalto continuando el proceso de avance y retroceso marino. Trataremos someramente las grandes unidades morfológicas que dejó plasmado en el relieve esta serie de complejos procesos geológicos. En primer término corresponde mencionar la Cordillera de los Andes que no forma una línea continua, sino que incluye cordones trasversales y sierras bajas. Estos cordones se hallan separados por valles trasversales que tiene orientación este-oeste donde se formaron lagos glaciarios y valles fluviales. Los cerros de esta parte de la cordillera son, en compasión, de escasa altura, con cumbres de aristas y con nieve a partir de los 2000 metros sobre el nivel del mar. Los cerros más altos de la Provincia del Chubut son el Dos Picos con 2515 m.s.n.m. (el más alto), el Co. Mineral con 2014, el Steffen con 2108, el Barros Arana con 2289, el Alto Nevado con 2255 y muchísimos más cuyas alturas oscilan entre los 1000 y 2000 metros. Otra formación destacable del relieve son las elevaciones correspondientes al sistema Patagónides, cuya característica más destacable es la escasa altura de los cerros que promedian los 300 metros sobre el nivel del mar. Se desarrollan de norte a sur y están separados de los Andes por lo valles de los ríos Senguer, Genoa, Langiñeo y los ríos Chico-Chubut y aparecen algunas elevaciones en las mesetas. Estas últimas constituyen otro elemento destacable del relieve y van formando “peldaños” que ascienden de este a oeste y algunas tiene amplias superficies planas -llamadas pampas-, mientras que otras poseen pequeños cerros o lomas. Por último vemos valles o los bajos descienden los cañadones, valles generalmente secos que corresponden a afluentes temporarios o a ríos hoy desaparecidos (Bernades, A., 1982). Los bajos están formados por lagunas, mayormente temporarias, siendo el Sarmiento el de mayor tamaño y en él se formaron dos grandes lagos como lo son el Musters y el Colhué Huapí. Las vertientes de los principales ríos vierten hacia el Atlántico donde termina una costa abrupta que forma acantilados de más de 150 metros de altura, alternándose con sectores de playa.

 

Hidrografía

Es oportuno señalar en este rubro algunas características del océano Atlántico en estas latitudes. Las amplitudes de mareas presentan grandes oscilaciones tendiendo a ser mayores hacia el sur, en la Provincia de Santa Cruz. En la zona de Puerto Madryn, en momento de sicigia, la amplitud llega a unos 6  metros aproximadamente y la salinidad al 34 %. La zona de contacto entre el mar y el continente se prolonga por debajo del nivel de las aguas a los largo de una zona más o menos extensa cuyas características están vinculadas con el relieve sobre el nivel marino. Esta zona, cuya profundidad se  acerca a los 200 metros, es lo que se conoce como plataforma continental. La morfología litoral y submarina tiene un rol muy importante en la determinación de los ambientes marinos, ya que ello influye en la temperatura, salinidad y turbidez de las aguas y en su cantidad de nutrientes que permiten el desarrollo de la vida. La zona litoral, es decir la que ocupa el espacio donde transcurre la bajamar y la pleamar, es adecuada para aquellas formas de vida adaptadas a vivir temporariamente en forma subacuática. Por debajo del nivel de la bajamar se observan dos zonas características: el nerítico (la parte que ocupa la plataforma continental) y el oceánico que juntos forman la zona pelágica, en cuya superficie o debajo de esta tiene lugar el proceso de la fotosíntesis. Mas allá de esta zona ya comienza el sector afótico, es decir, donde no llega la luz.

El sistema de los cursos de agua es consecuencia directa del relieve, por lo que la red hidrográfica y lacustre de la Provincia del Chubut se desarrolla con mayor importancia en los valles intermontanos que forjó la historia geológica del lugar. Desde la cordillera bajan cursos de agua que sólo reciben tributarios en su tramo superior y muchos finalizan su desarrollo en las zonas áridas de la meseta patagónica. En esta parte de los Andes se da la paradoja de que muchos ríos que nacen al este de la misma, desembocan en el Pacífico, circunstancia que dificulta la aplicación del “divortium acquarum” para la fijación del límite con Chile. En este sector cordillerano encontramos una serie de lagos que de norte a sur, los más importante son: Puelo, Epuyén, Cholila, Lezama, Rivadavia, Menéndez, Futalaufquen, Situación, Laguna Rosario, Gral. Vintter y La Plata, entre muchos otros de tamaño pequeño en relación a los nombrados. El Futaleufú es uno de los ríos de mayor caudal de la región con unos 300 m3 por segundo. El sistema del Carrenleufú, que nace en el Lago Vintter, corre de sur a norte y luego de recorrer territorio argentino va a morir al Pacífico. Sus avances hacia el este llegan a zonas áridas y se pone en contacto con algunos tributarios del Atlántico.
Esta cuenca está integrada principalmente por el río Chubut y sus tributarios el Senguer, que nace en los Lagos La Plata-Fontana, y el Chico, que lo hace del Lago Colhué Huapi. Todos los ríos de la provincia tienen sus caudales sujetos al régimen de lluvias invernales y del deshielo en primavera. Chubut cuenta con dos represas: el embalse sobre el río Futaleufú, que forma el espejo de agua denominado Amutui Quimei y, sobre el río Chico-Chubut que forma el embalse Florentino Ameghino.

 

Clima

La provincia del Chubut presenta dos sectores climáticos bien diferenciados y un tercero no tan distinto al de la zona oriental. Por un lado tiene un clima húmedo y frío al oeste de los picos más elevados de la cordillera y hacia el oriente de los mismos el clima es árido y con temperaturas más elevadas. El sector mencionado en primer término está muy influenciado por el Anticiclón del Pacífico, que provoca el choque de sus fuertes vientos contra las mayores elevaciones, que al ascender, inducen la formación de abundantes precipitaciones y nevadas, con registros que oscilan entre los 700 y 2000 mm anuales. Esto hace que encontremos zonas con bosques bastante abundantes en especies vegetales que contrastan notoriamente con la superficie del resto de la Provincia. Dada la alta humedad ambiente del sector occidental las amplitudes térmicas son poco marcadas y al ascender, lógicamente, el frío aumenta y hace que haya picos con nieves eternas. El panorama en la región extraandina presenta una vegetación esteparia con precipitaciones que rondan los 200 mm anuales y las temperaturas oscilan entre medias anuales inferiores a los 8° C y superiores a los 10° C en la zonas más bajas y próximas al mar, que pueden definir al clima como templado y con grandes amplitudes térmicas diarias. El viento predominante es el del oeste -que permanece en forma constante- y la proximidad marítima no llega a modelar demasiado el clima debido a la altura de sus costas con acantilados que sobrepasan los 150 metros. Un tercer tipo de clima de Chubut afecta el ángulo noreste de la provincia y la Península Valdés, con veranos cálidos y breves e inviernos fríos que afectan a la Reserva Punta Loma. Podría definírselo como de transición entre los climas templados del centro del país, con mayores precipitaciones en los meses cálidos, y los climas fríos y con lluvias invernales, típicos de la patagonia.

 

Flora

De acuerdo a la clasificación propuesta por Burkart, et al. (1999) elaborada para el Programa de Desarrollo Institucional Ambiental, coordinado por la Secretaría de Recursos Naturales de la Nación y la Administración de Parques Nacionales, en la provincia del Chubut se sitúan tres bio-regiones bastante bien diferenciadas. Una angosta franja al este que corre de norte a sur ocupa la bio-región de los bosques patagónicos; luego un espacio semejante a un rectángulo, que ocupa menos de un cuarto del territorio, en el extremo noreste, corresponde a la bio-región del monte, de llanuras y mesetas, y el resto de la Provincia -un alto porcentaje de su territorio- se incluye en la bio-región estepa patagónica. La primera de las regiones mencionadas está compuesta por bosques densos pero con poca variedad de especies, las que varían según las regiones. En el norte crecen bosques de pehuén o araucaria (Araucaria araucana) que puede superar los 40 m de altura y se sitúan entre los 900 y los 1800 m.s.n.m. El maitén (Maytenus boaria) y el ciprés de la cordillera (Austrocedrus chilensis) ocupan zonas más secas del norte y crecen en la transición con la estepa patagónica. En el parte más oriental de la cordillera se desarrollan los bosques de cipreses y de otros árboles caducifolios, y la lenga (Nothofagus pumilio) y el ñire (Nothofagus antarctica) son conspicuos. Donde el clima es más húmedo hace su aparición  el coihue (Nothofagus dombeyi). En los lugares con mucha humedad crece el alerce (Fitzroya cupressoides) y en muchos lugares estos árboles están acompañados por gran cantidad de arbustos, enredaderas, líquenes y musgos que le otorgan en verdadero aspecto selvático. La zona que ocupa la bio-región de la estepa patagónica, está compuesta por vegetación que posee adaptaciones para sobrevivir con fuertes vientos y escasez de agua. Estas consisten en ser arbustos bajos, con crecimiento en forma de cojines, hojas pequeñas y, en general, estructuras que hacen más soportable el intenso viento que azota a toda la patagonia en general. Así vemos al neneo (Mulinum spinosus), arbusto común en la estepa, con hojas muy pequeñas, lo mismo que el coirón (Stipa sp. o Festuca sp.), nombre que se le da a varias especies de gramíneas que tienen en común la característica de desarrollarse en matas bajas, muy juntas entre sí, mayormente con hojas enrolladas y provistas de puntas agudas.
En la Provincia del Chubut predomina una vegetación muy rala y baja, con grandes superficies de suelo desnudo. Las vegas o mallines, esas depresiones que conservan siempre un poco de agua, se ven siempre verdes con hierbas de distintas especies denominadas comúnmente junquillos.
Decíamos que una superficie de forma de rectángulo ubicada en el nordeste de la Provincia, se clasificada como ecorregión del monte. La vegetación de esta región esta caracterizada por la presencia de las jarillas de varias especies (Larrea divaricata, Larrea ameghinoi, Larrea nitida) como uno de los componentes más conspicuos dentro del estrato arbustivo. A estas las suelen acompañar especies como la chilladora (Chuquiraga hystrix), el quilembay o quilimbay (Chuquiraga avellanedae), el caballo del diablo, barba de chivo o manca caballo, entre otros nombres que se le asignan (Prosopidastrum globosum), el yaollín o yoahín (Lycium chilense), el piquillín (Condalia microphylla), la llamada en algunos lugares: monte negro (Bougainvillea spinosa) y el alpataco (Prosopis alpataco). También algunas gramíneas similares a las que aparecen en la zona esteparia como los denominados coirones.
En Punta Loma concurren especies típicas de las eco-regiones de la Estepa patagónica y algunas de la eco-región del Monte de llanuras y mesetas, es decir es una zona ecotonal. Los jarillas (Larrea sp.) son especies bastante conspicuas en el Monte y tienen en esta zona su distribución más austral, también lo es la barba de chivo (Ephedra frustillana), el algarrobillo (Prosopis denudans), el alpataco (Prosopis alpataco) y el piquillín (Condalia microphylla), entre otras. En las zonas de mesetas y planicies abundan el quilembai (Chuquiraga avellanedae) un arbusto muy conspicuo de esta zona que se caracteriza por tener hojas que terminan en punta y por su flor amarillento-anaranjada de tamaño relativamente grande, el colapiche (Nassauvia glomerulosa) y la mata negra (Verbena tridens) -esta última, endémica de la Patagonia- tiene una adaptación a los rigores climáticos muy particular: tienen crecimiento heteroplástico, es decir la planta en épocas de condiciones favorables desarrollan brotes muy alargados, que se denominan macroblastos, y en épocas no propicias sus brotes son cortos -braquiblastos- que cubren por entero la planta. También se observa mucho un tipo de pasto que crece en matas, el coirón amargo (Stipa spp.), que son endémicos de esta región. Al aproximarnos a la costa marina, al aumentar la humedad, se observa una mayor cobertura vegetal como el renombrado calafate (Berberis heterophylla) con su fruto azulado-violáceo y en los mallines -lugares donde se deposita agua-  crece el pasto salado y el junquillo, cuyos nombres comunes representan a varias especies.

 

Fauna

La Provincia del Chubut posee verdaderos relictos de fauna vertebrada, especialmente en lo que se refiere a la fauna costera. Numerosas colonias de lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens), del de dos pelos (Arctocephalus australis) y la más importante del territorio argentino de elefantes marinos (Mirounga leonina), siendo estas especies residentes permanentes de las costas chubutenses. Hay otros pinnípedos cuya presencia es ocasional como ocurre con el leopardo marino (Hydrurga leptonyx), la foca cangrejera (Lobodon carcinophagus), la foca de Weddel (Leptonychotes weddeli), algunas de estas especies tienen distribución cosmopolita y otras son de regiones más meridionales, Antártica por ejemplo, y circunstancialmente puede producirse algún avistaje de las mismas.
Del grupo de las ballenas se destaca significativamente la presencia en un período del año -los machos, las hembras lo hacen cada tres- de la ballena franca austral (Eubalaena australis). En el año 1984 se sanciona la Ley Nacional N° 23094 por la cual se declara a la mencionada especie Monumento Natural Nacional, con los que se garantiza su protección absoluta, sólo permitiéndose visitas explicativas o la investigación científica. De la misma forma que ocurría con los pinnípedos, en las ballenas también encontramos especies conspicuas como la ballena franca austral y otras que pueden ocasionalmente acercarse a las costas chubutenses. Ellas son: la ballena Bryde (Balaenoptera edeni), la ballena minke (Balaenoptera acutorostrata), la ballena azul (Balaenoptera musculus) el mamífero más grande entre los sobrevivientes, el rorcual común (Balaenoptera physalus) y la ballena jorobada (Magaptera novaangliae), estando las tres últimas especies nombradas con estatus de Vulnerables, según la UICN (1996). La ballena franca pigmea (Caparea marginata) es de muy rara aparición. Dentro de Orden Cetacea habría un total de 22 especies, cuya probabilidad de acercarse a las costas patagónicas, de muchas de ellas, es remota (orcas, delfines, toninas, zifios, marsopas y cachalotes). Hay una pequeña población de orcas (Orcinus orca) que se observa desde las costas del sur de la provincia de Buenos Aires hasta el norte de Chubut, pero no lo es en forma habitual. La lista de mamíferos continúa con especies de hábitos continentales, entre las que son más numerosos los roedores. Sólo se hará mención de las especies más conspicuas o por el contrario, aquellas cuyas poblaciones son escasas u ostentan algún grado de amenaza como ocurre con la comadrejita patagónica (Lestodelphis halli), el moloso gris de orejas anchas o común (Tadarida brasiliensis), el zorrino patagónico (Conepatus humboldtii), la mara (Dolichotis patagonum) -Vulnerable-, el guanaco (Lama guanicoe), considerado Potencialmente vulnerable (Canevari y Balboa, 2003). Otras especies que están en le territorio chubutense son el gato del pajonal (Lynchailurus pajeros) -Vulnerable-, el gato montés común (Oncifelis geoffroyi), el puma (Puma concolor), el zorro colorado o zorro patagónico (Dusicyon culpaeus), el zorro gris (Dusicyon gymnocercus) y el hurón menor (Galictis cuja). Especies más típicas de la zona del bosque andino son el gato huiña (Oncifelis guigna), el huillín (Lontra provocax) cuyo estatus nacional lo considera En peligro, la rata-topo valdiviana (Geoxus valdivianus), el murciélago patagónico (Myotis chiloensis), el pudú (Pudu puda) considerado Vulnerable en el ámbito nacional y el huemul (Hippocamelus bisulcus), con estatus nacional de Amenazado y es otra especie declarada Monumento Natural Nacional, el monito del monte o kongoy (Dromiciops australis), y algunas especies más que habitan algunas en la Selva Valdiviana, como la denominan en buena parte de su extensión, o en la región esteparia.
La aves se constituyen en el segundo atractivo, detrás de la ballena franca, y especialmente los pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus) con colonias que son muy numerosas. Accidentalmente pueden arrimarse a las costas marinas de Chubut el pingüino rey (Aptenodytes patagonicus), el pingüino de penacho amarillo (Eudytes chrysocome) y el pingüino de pico rojo (Pygoscelis papua). Las especies que se enuncian a continuación fueron extraídas del anexo 7, Tabla 1, del mencionado Plan de Manejo, y sólo se hará mención de algunas que en dicho trabajo figuran como residentes en la región. En esta situación se encuentran, entre otras, el macá grande (Podiceps major), el macá plateado (Podiceps occipitalis) el cormorán roquero (Phalacrocorax magellanicus), el cormorán imperial (Phalacrocorax atriceps), once especies de patos son residentes permanentes como el pato crestón (Lophonetta specularioides), pato cuchara (Anas platelea), pato zambullidor chico (Oxyura vittata). De las familias Laridae y Sternidae, nidifican en la provincia la gaviota cocinera (Larus dominicanus), gaviota capucho de café (Larus maculipenis), gaviotín golondrina grande (Sterna hirundinacea) y el gaviotín real (Sterna maxima). Entre las rapaces se citan como habituales al águila mora (Geranoaetus melanoleucus), el gavilán ceniciento (Circus cinereus), el aguilucho cabeza negra (Buteo albicaudatus), el halcón peregrino (Falco peregrinus) y entre los chorlos que, muchos son migradores desde el hemisferio norte, encontramos al chorlo pampa (Pluvialis dominica), chorlito vuelve piedras (Arenaria interpres), chorlito de doble collar (Charadrius falklandicus), el chorlo trinador (Numenius phaeopus), el chorlito unicolor (Calidris bairdii), el chorlito enano (Calidris pusilla) y el de patas amarillas (Tringa flaviceps), entre varias especies más. La presencia de tantos Charadriformes en distintas zonas de Chubut, con mayor énfasis en la Península de Valdés, hace de la misma un sitio excepcionalmente valioso desde el punto de vista ornitológico y para la conservación en general. El orden de los Passeriformes no es menos numeroso, presentando, como los No Passeriformes, especies que son típicas de la zona de la Selva Andino-patagónica, de la zona esteparia y  de las costas marítimas. El carpintero araucano (Picoides lignarius), el carpinatero patagónico (Campephilus magellanicus), la remolinea araucana (Cinclodes patagonicus), el rayadito (Aphrastura spinicaudata), el chucao (Scelorchilus rubecula), el siete colores patagónico (Phrygilus patagonicus), el zorzal patagónico (Turdus falklandii), la cachaña (Enicoghnatus ferrugineus) son algunas de las muchas especies que habitan la selva surandina. Saliendo de este ámbito y entrando en la estepa son conspicuos el gaucho pardo (Agriornis murina), el choique o ñandú petiso (Pterocnemia pennata) y la martineta común (Eudromia elegans), la dormilona común (Muscisaxicola macloviana), el canastero de garganta negra (Thripophaga patagonica), la monjita castaña (Neoxolmis rufiventris), el torito pico negro (Anairetes parulus), la diuca común (Diuca diuca), el cabecita negra de corbata (Spinus barbatos o Carduelis barbatos según otros autores), el pecho colorado grande (Sturnella loyca) y el yal amarillo (Phrygilus carbonatus), entre muchas otras especies.

La culebra andina (Tachymenis peruviana), la yarará ñata (Bothrops ammodytoides) y en la zona de la estepa patagónica los lagartos y lagartijas como el geko patagónico (Homonata darwinii), la lagartija (Liolaemus fitzingeri), el matuasto o chelko (Diplolaemus darwinii), son algunos integrantes de la herpetofauna de Chubut.
Entre la batracofauna se destaca el sapo andino (Bufo spinolosus), la no hace mucho descubierta por la ciencia, rana gárgola (Alsodes gargola), la ranita de Darwin (Rhinoderma darwinii), la rana verde austral (Hylorina sylvatica), el sapito cuatro ojos (Pleurodema thaud), el sapo del bosque (Bufo variegatus).

En la Reserva Faunística Provincial Punta Loma se pueden observar varias especies de aves costeras que generalmente las ubicamos en gran parte de la Península de Valdés y resto de la costa chubutense. Es común observar a los gaviotines -Flia. Sternidae- siendo la especie más conspicua el gaviotín sudamericano (Sterna hirundinacea), gaviotas -Flia. Laridae- como la gaviota gris (Leucophaeus scoresbii o género Larus para otros) y la gaviota cocinera (Larus dominicanus) que tienen como característica destacable su amplio rango alimenticio -desde piscívoras a carroñeras- y por hacer comunidades mixtas con otras especies de gaviotas e incluso con cormoranes, pingüinos, gaviotines y otras especies más. El ostrero común (Haematopus palliatus o H. ostralegus, anteriormente), que forma parte de la familia Haematopodidae, distinguibles fácilmente por sus  largos picos rojos y su aspecto rechoncho, y en el caso de la especie comentada tiene una distribución muy amplia que abarca casi toda América también tiene colonias en la zona lo mismo que la garza blanca (Egretta alba). Hay colonias del cormorán de cuello negro (Phalacrocorax magellanicus) y otras aves costeras que frecuentan la zona pero no tienen asentamiento en el predio de la Reserva.
Pero el principal motivo que llevó a la creación del área protegida fue la importante colonia de lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens) que habitan en el sitio todo el año. Se trata de un lobo marino de gran porte en el caso de los machos que puede medir hasta 3,5 metros y la hembra suele ser significativamente menores y por lo general de color bayo, mientras que el macho es pardo amarillento o pardo rojizo, viéndose muy oscuros, casi negros, cuando tienen el pelo mojado. Su distribución es exclusivamente sudamericana, y se lo observa por la costa Atlántica desde el sur de Brasil (ocasionalmente Río de Janeiro) hasta el canal del Beagle (incluyendo Islas Malvinas), y por las cotas del Pacífico desde el extremo sur de Chile hasta cerca de los 4° Lat. S. en Perú. Fuera de estos lugares existen registros en las Isla Juan Fernández y Galápagos (Parera, 2002). El macho luce una gran melena que lo hace parecer más grande aún que la hembra que carece de ella. Recibe el nombre de lobo de un pelo para diferenciarlo de su congénere, el de dos pelos, que tiene dos capas distintas en su pelambre. El resto de fauna terrestre y no costera que se puede observar en Punta Loma, es la que se comenta en los párrafos anteriores para toda la zona de la estepa Patagónica.

 

Alternativas Turísticas

El valor escénico y como atractivo turístico de Punta Loma es similar al que presentan otras áreas ubicadas dentro de la de la Península de Valdés. Hay un punto panorámico desde donde se aprecia cómodamente la lobería y algunas excursiones con embarcaciones se acercan hasta los lugares permitidos para no alterar el recurso. La toma de fotografía de naturaleza, estando provistos de los elementos adecuados, es una de las practicas más habituales en este aportadero. En general las vistas desde los acantilados son de por sí muy agradables e invitan a permanecer largo rato con nuestros prismáticos observando los muchos detalles que se escapan a simple vista.

Una geografía privilegiada, conformada por montañas, bosques andinos, lagos, playas, costas acantiladas y una  gran península muy peculiar, hacen de Chubut una provincia sumamente atractiva que se enriquece aún más con una historia apasionante, como lo fue la colonización galesa y los restos paleontológicos y arqueológicos, constituidos como importantes atractivos turísticos. Dos hermosos Parques Nacionales amparan un sector relictual de los bosques andinopatagónicos y sus majestuosos lagos; ubicado en el extremo noroeste está Lago Puelo y un poco más al sur Los Alerces con paisajes de ensueño y muchas posibilidades de recorrerlos en excursiones lacustres, por caminos vehiculares, a caballo y simplemente caminado por numerosas sendas habilitadas para tal fin. Ambas áreas protegidas cuentan con infraestructura necesaria como para satisfacer al turista más exigente. La práctica de la pesca con mosca de trucha arco iris y de salmón está permitida y el andinismo también es una posibilidad, aunque más restringida. En el Parque Nacional Lago Puelo, gracias a que posee un microclima cuyas máximas de verano pueden llegar a 35° C -registrando el agua el agua con esa temperatura externa unos 20° C- se puede bañar en sus aguas en el sector que justamente llaman “La Playita”. La localidad más importante próxima al Parque Puelo es El Bolsón -16 km- y Esquel, a 35 km, lo es al Parque Los Alerces.
Rawson, la capital provincial, ofrece algunos puntos de interés como son el Museo Regional Bon Bosco y Sarmiento, de restos paleontológicos y elementos de la conquista del desierto y el Parque Recreativo General San Martín, sobre el río Chubut, que posee un jardín zoológico, un acuario, una casa de té típica de la zona u otras atracciones. La ciudad de Trelew es otra importante urbe de la Provincia de Chubut como, mucho más al sur, lo es Comodoro Rivadavia, con características de ciudad grande. La práctica de las pesca deportiva en la costa marítima es una posibilidad que se puede concretar en gran parte del territorio provincial. En cuanto a Reservas Naturales se refiere, los chubutenses supieron aprovechar muy bien este recurso, creando varias áreas provinciales donde, generalmente, existen apostaderos de lobos marinos, elefantes marinos, pingüineras con varios miles de ejemplares, como por ej. la Isla de los Pájaros que es una de las más importantes, donde además de colonias de pingüinos de Magallanes tienen asentamiento varias especies más como cormoranes, gaviotas, garzas brujas y algunas especies de patos. Y Puerto Madryn, ubicada en la costa del Golfo Nuevo, formado por la parte sur de la Península de Valdés,  ya famosa por la proximidad al lugar donde se produce el avistaje de la ballena franca austral, fenómeno que congrega cientos de miles de turistas todos los años en la época propicia, entre mayo y octubre aproximadamente, en que estos cetáceos pueden verse a corta distancia con las embarcaciones autorizadas para tal fin.
Puerto Madryn y Pueto Pirámides son dos lugares donde se puede practicar buceo por las óptimas condiciones de las aguas del Golfo Nuevo, contando con prestadores de ese servicio con experiencia y seriedad, máxime cuando se trata del tan ansiado “bautismo submarino”. El rafting es otra actividad que puede desarrollarse en los rápidos del río Corcovado, cuyo nivel de dificultad tiene categoría internacional 3, con la que puede iniciarse sin inconvenientes un novato. Los prestadores de este servicio proveen de todos los elementos necesarios para la práctica de este deporte, incluyendo la vestimenta. La temporada de rafting comienza en noviembre, cuando el río aumenta su caudal por los deshielos, y finaliza en marzo. El esquí tiene su lugar predilecto en el Centro de Actividades de Montaña La Hoya, un complejo invernal ubicado muy cerca de la ciudad de Esquel. La infraestructura moderna con que cuenta este centro de esquí lo convierte en uno de los mejores de Argentina.
Una de las curiosidades que provoca más interés en los visitantes es el famoso tren “La Trochita”, llamado así por sus escasos 75 centímetros entre ambas vías y que se considera el único en el mundo de estas características que aún funciona; hoy con fines turísticos exclusivamente. Parte de Esquel y termina el recorrido en la localidad de El Maitén, aunque se puede optar por recorridos más breves.
Dentro de estás extensas costas se encuentran otras áreas protegidas para diferentes especies de mamíferos o aves marinos. Los lugares más destacados donde puede observarse fauna con suficiente cercanía y, provistos de un buen teleobjetivo, también llevarnos el recuerdo a través de una buena fotografía son: Punta Pirámides con una gran lobería, Caleta Valdés que concentra una población de elefantes marinos y la posibilidad de ver alguna orca, Punta Norte -a 90 kilómetros de Puerto Pirámides- es un lugar donde se concentran lobos y elefantes marinos. En la parte central de la península también puede observarse variada fauna como guanacos, choiques, zorros y maras por sólo nombrar los más comunes. Otra área protegida interesante es el Bosque Petrificado Sarmiento (antes llamado José  Ormachea) que presenta esta rareza tan particular como lo es ver verdaderos árboles que se transformaron en piedras tras el transcurso de millones de años. Es decir, algo que parece casi inverosímil, que los leemos en los libros de geología pero no parece realidad hasta que estamos ahí y vemos que nuestra vista no nos engaña. Es una cuestión de sensibilidad el dejar que nuestra mente perciba que lo que está ante nuestra vista es producto de una  gran cantidad de factores químicos, físicos, climáticos y otros, que pacientemente, durante larguísimos períodos de tiempo, han producido esa transformación; tan lejana que cuesta a nuestra mente imaginarla. Como puede deducirse de este brevísimo recorrido por los principales atractivos de la Provincia del Chubut, es un lugar que bien merece ser visitado, pudiendo ver cosas que son únicas en el mundo como los apostaderos de elefantes marinos.

 

Recursos Culturales

En las cercanías de lobería de Punta Loma se puede acceder a la playa Cerro Avanzado, en cuya base se encuentran importantes yacimientos fósiles marinos, únicos en la zona por la cantidad y calidad. En los acantilados se observan fósiles de animales marinos como mejillones, cangrejos, ostras, caracoles y otras formas vivientes del océano. También en la parte alta de los acantilados se aprecian “picaderos”, nombres que se les da a los lugares donde los aborígenes construían elementos líticos, que se reconoce por los restos de piedras trozadas que quedan casi expuestos.
Tal vez, el principal recurso cultural de una región lo constituya la historia del asentamiento humano en la misma. Se ha escrito mucha bibliografía sobre los primitivos habitantes de la patagonia, de uno y otro lado de los Andes, por lo que no resulta fácil sintetizar en pocas líneas todo ese bagaje cultural de los períodos pre y posthispánico. Pero intentaremos dejar sentados algunos lineamientos generales.
Las primeras aldeas en los Andes del sur se instalaron entre los siglos X y VI antes de Cristo y su estilo de vida perduró por más de 2000 años (Albeck, 2000). Respecto a la denominación de las distintas culturas en necesario esclarecer sobre los nombres que se daban entre sí o los que luego le asignó el conquistador y los sitios que ocuparon. Para ello seguiremos lo explicitado en el capítulo “Los pueblos originarios” de la obra El gran libro de la Patagonia:

Pehuenches: Así le les llamó a los grupos habitantes de los Andes entre los 37° de Lat. S y el Lago Huechulafquen y zonas en Ñorquín y Nahuel Huapi.

Chiquillanes: Los habitantes ubicados al norte de los nombrados en primer término.

Puelches o Guénaken: Eran los asentados entre los ríos Negro, Limay y Chubut, y la costa atlántica.

Che-het: Fueron los aborígenes de la costa marina del Salado al Chubut, formando con los anteriores la nación de lengua pampa conocidos con “Serranos”.

Pampas primitivos: Habitaban al norte del río Negro (divididos en taluhet y dihuihet)

Patagones, Chóneka o Tehulches: Ubicados al sur del río Chubut.

Respecto al período más remoto de la vida de los habitantes de estas latitudes lo que se conoce es gracias al importante aporte del estadounidense Junius Bird que recorrió minuciosamente la Patagonia en su extremo austral. Luego sus estudios fueron enriquecidos por el trabajo del matrimonio francés Laming-Emperaire, muy coincidente en sus conclusiones con el anterior. Bird realizó un importante hallazgo en el que había conjuntamente restos de un grupo humano, de megafauna del Cuaternario, entre los que cabe hacer mención de un tipo de caballo, Junto a estos restos había utensilios de piedra y de hueso. A grandes rasgos, se puede decir que la economía de estos grupos era esencialmente cazadora, y su tecnología, por lo tanto, adaptada a este tipo de vida, y debieron llevar un tipo de vida nomádico (Rex Gonzáles, 1993). Sólo unos pocos siglos antes de la conquista debió introducirse la alfarería, pero aún así, es un elemento que no abunda demasiado (Rex González, 1993). En cuanto a los chóneca que ocuparon desde el río Chubut hasta la Provincia de Tierra del Fuego, donde se vincularon con los onas. Los patagones o chónecas formaban una infinidad de tribus nómades, independientes unas de otras, pero que constituían grupos geográficos quizás con designaciones especiales. Hay una enorme dificultad en rehacer el contenido cultural de los chónecas (Serrano, 2000). Los testimonios dejados por Pigafetta, tienen un interés particular, por ser las primeras crónicas y porque los chónecas aún no habían sufrido influencia de los puelches o guénaken que habitaban del río Chubut hacia el norte. Respecto de las viviendas, dice el nombrado cronista, que consistían en un gran toldo formado por cueros de guanaco cosidos entre sí y colocados sobre una serie de palos verticales. Su vestido era un manto rectangular formado por pieles de guanacos y otros animales, presumiblemente zorros y maras. Su estatura era, muy probablemente, la mayor del resto de los aborígenes del territorio argentino, pero no obstante ha habido exageración en las apreciaciones en este sentido por parte de los conquistadores. Se sabe que utilizaban la boleadora, aunque este elemento lo habrían heredado de las tribus ubicadas al norte. La lengua de los patagones o chónecas tendría tres dialectos y se conocen muchas pinturas rupestres en el territorio por donde se desplazaban (Serrano, 2000).
Respecto a los guénaken o puelches, que como ya se señaló, ocupaban la parte septentrional de la patagonia tenían una economía basada esencialmente en la caza como las de las otras culturas que habitaron la región. La vivienda es el toldo, tan generalizado entre las tribus pampas, siendo diferentes en su formato, dado que algunos eran cuadrangulares, cupuliniformes o piramidales. Según testomonios de Sánchez Labrador en el siglo XVIII ya se veía el uso de cuero de caballo en las tolderías. Testimonios de distintas épocas coinciden en que se pintaban el cuerpo y la cara y que, a semejanza de los patagones, su vestimenta estaba compuesta por una manta cuadrangular hecha con cuero de guanaco. Algunas referencias históricas dicen que las tribus del actual territorio de Río Negro conocían la alfarería. Tomaron de los araucanos la costumbre de fumar y hacían una bebida fermentada, pero supuestamente no conocían sustancias narcotizantes.

Araucanización
Los araucanos -llamados a si mismos mapuches- son el último asentamiento indígena que se produce en territorio argentino. Provenientes de Chile, su inmigración ha sido relativamente reciente y ha ocasionado grandes cambios culturales en los pueblos que habitaban las llanuras pampeanas, partes de las patagónicas (noroeste) y también un amplio sector ocupado por los Andes, teniendo, aproximadamente, como límite sur el norte de la actual provincia de Santa Cruz. Al pasar al este de los Andes los araucanos abandonaron el hábito del cultivo y se dedicaron a la caza, la recolección y a la rapiña (Canals Frau, 1986). Sus armas fueron las boleadoras, un especie de honda, y lanzas muy largas. La alfarería estaba poco desarrollada y las mujeres practicaban el tejido. La lengua fue la misma que se utilizaba al oste de la cordillera y es muy empleada en la toponimia de Argentina como de Chile.

 

Cómo Llegar

Tomando como punto de referencia la ciudad de Rawson se indican a continuación los itinerarios para llegar a la capital chubutense. Desde las ciudades ubicadas más al sur sobre la costa atlántica o próximas a ella la R.N. N° 3 es la más adecuada para acercarse al lugar propuesto.
La RN N° 25 une el sector noroeste de Chubut -Esquel, El Maitén, Leleque, Tecka, José de San Martín, entre otras- con la ciudad capital.
Desde todas las provincias litoraleñas deberán aproximarse primero a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y desde ésta parte, la mencionada R.N. N° 3, que nos lleva al destino luego de recorrer 1490 km.
Desde la ciudad de San Juan habrá que pasar previamente por la capital mendozina a la que la comunica la R.N. N° 40. De Mendoza hay que tomar la  R.N. N° 143 hasta su intersección, ya en territorio pampeano, con la R.P. N° 13 hasta Bahía Blanca y luego seguir por la R.N. N° 3, que se ha dicho es camino obligado para buena parte de los que provengan del este de Argentina.
Desde las ciudades de San Luis, Córdoba, La Rioja, Santiago del Estero y otras localidades próximas a las mismas, deberán pasar previamente por Santa Rosa, la capital de La Pampa, y dirigirse hacia el sur por la R.N. N° 35 hasta la ciudad de Bahía Blanca desde donde ya se indicó como arribar a Rawson.

Desde la ciudad de Rawson se llega a la Reserva Punta Loma tomando la R.N. N° 3 (o la provincial N° 1) hacia el norte hasta Puerto Madryn. Desde esta ciudad se circula por la ruta provincial mejorada N° 4  algo más de 15 kilómetros y los carteles nos indican la proximidad del lugar.

 

Problemas de Conservación

La aproximación desmedida de las embarcaciones en un momento fue un serio problema para el Área. Esto provoca un serio perjuicio porque los lobos marinos pueden llegar a abandonar el refugio o afectar su comportamiento y tener consecuencias impredecibles, como influir negativamente en la reproducción. No todas las especies responden igual, pero hay algunas que son muy sensibles a este tipo de intromisiones. En la actualidad esto ha mejorado, pero siempre hay que estar muy alerta porque es “tentador” para muchas embarcaciones aproximarse sin tener conciencia de estos riesgos. Además de lo comentado, la Reserva, por su proximidad con Puerto Madryn, recibe una carga turística que supera la capacidad receptiva. Por parte del mar, como ya se señaló, en permanente la actividad de embarcaciones que influyen con la contaminación sonora, entre otros efectos. También las aguas están sufriendo contaminación por parte de las ciudades que están sobre el golfo Nuevo que vierten sus aguas no puras y por la planta de la empresa Aluar, productora de aluminio, que genera residuos sólidos. Como se comentó en el desarrollo de otras áreas ubicadas en la Península de Valdés, la que tratamos también tiene el permanente riesgo de la actividad petrolera que descarga sus centinas al mar sin buscar una forma alternativa que no perjudique la pureza de las aguas. El control, por parte de los guardafaunas, debe ser constante y el máximo posible por la fragilidad de la Reserva.

 

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Investigación y Textos: Gabriel Omar Rodríguez
Supervisión Técnica Honoraria: Juan Carlos Chebez

 


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